aventura

Hugo Pratt, Corto, La balada, la aventura soñada

La aparición reciente en España de la aproximación a Hugo Pratt y su obra, “La aventura soñada”, me permite hablar sobre el libro; sobre Hugo; sobre Corto Maltés; sobre “La balada del mar salado”, un cómic esencial.

Tenía todas las expectativas puestas en el libro de Thierry, debido a la escasez de trabajos sobre Hugo Pratt, traducidos al español.

Comienzo el libro, apuntes muy interesantes. Desgraciadamente decae cuando introduce el autor la ficción, en torno al dibujante italiano.

Me causa cierta decepción y estoy incluso tentado a dejarlo, leído prácticamente la mitad. Mi insistencia en seguir leyendo, me recompensó de manera gratificante, al olvidar el autor la ficción, centrándose en sus impresiones sobre el autor italiano y las lecturas de su obra; tanto en el pasado juvenil, como las revisiones en él presente.

Parte Thierry Thomas, de su pasión por el cómic y el deseo de ser dibujante a edad temprana. Con quince años viaja junto a su hermana hacia Venecia, para enseñar sus dibujos al autor italiano, Hugo Pratt.

Al ver las planchas en el estudio de Pratt, queda fascinado y de manera sincera reconoce que ese viaje lo hace más por los dibujos que por el propio autor. Siente atracción por los dibujos de Pratt y por las imágenes de las películas de Fellini. Aclaremos que Thierry actualmente, es guionista y cineasta:

“Me intrigaban los matices del entintado de aquellos originales. Por esas imágenes estaba yo allí, más que por Hugo; por aquel entonces, no sabía nada de su personalidad. Ver, para mí, era un ardor. Las imágenes bajo cuyo influjo vivía, ya fueran dibujadas o filmadas, ya las firmasen Hugo Pratt o Federico Fellini, me parecían únicas y de un valor inconmensurable».

Thierry Thomas “La aventura soñada” Siruela 2022 (Las sucesivas citas sin mención, se referirán al mismo autor y libro)

Pratt, observa los dibujos de Thierry y le ofrece unos consejos, el principal, que aprenda a narrar.

Nos ofrece Thierry unas pinceladas, en las cuales el autor de Corto Maltés, aparece como una persona absorbente ocupando el centro de atención de las tertulias: “Hugo debía ser el centro de atención; si no, se aburría, se marchaba. Se acostaba a las tantas y se levantaba temprano. Suelo recordarlo tomando un café antes del amanecer».

Hay cierta extrañeza y una visión algo sombría en torno a Pratt. Él lo conoció. Puede ser quizás su juventud, o realmente que Hugo imponía, difícil saberlo, pero sus palabras son elocuentes:

“La energía y vitalidad de Hugo tenían algo aterrador. Que me aterraba. Y eso que yo era joven, mucho más joven que él: unos quince años, y él, unos cuarenta. Sin embargo, tenía la sensación de que jamás dispondría de una fuerza física semejante; tendría que arreglármelas de otro modo, tendría que tirar de astucia. Percibía también una angustia vaga, secreta, que lo habitaba. A mí me incomodaba; a él le fastidiaba que se notara. Era una tensión, una insatisfacción permanente. Como si su amor por el placer, por las fiestas, entrase en conflicto con las exigencias de una búsqueda insaciable».

Hace notar lo gran viajero que fue Pratt: Etiopía, Argentina, Inglaterra, Canadá, Brasil, La Guayana, el Caribe, Finlandia, Tanzania, Kenia, Marruecos, Francia, España …

Thierry paulatinamente dejó de dibujar; sin saber por qué, nos dice. Como indiqué anteriormente, su actividad principal se centra en la imagen, como documentalista y guionista. De algún modo, un oficio en el que la imagen, al igual que en el cómic, tiene su principal razón de ser.

Tras estas consideraciones, llega, a mi entender, la parte más floja del libro; pues si bien, Thierry desglosa la trayectoria de Pratt, los proyectos de trabajo y las relaciones sentimentales; introduce un apoyo ficcional con hipotéticas conversaciones, que producen cierta debilidad en la obra.

No obstante, entre la ficción, Thierry sigue aportando interesantes datos sobre Pratt; como sus autores referentes tanto en el mundo literario como en el del cómic; Homero, con lecturas infantiles de fragmentos de “La Ilíada” y “La Odisea”; Stevenson, del que llegó a adaptar al cómic, “La isla del tesoro”; Milton Caniff, su referente principal en el ámbito del cómic, cuya creación “Terry y los piratas”, lo deslumbraba.

En 1945, con 22 años participa en Venecia con un grupo de amigos en la confección del tebeo, “As de Picas”.

Una importante editora argentina contacta con el grupo veneciano y Pratt viajará a Argentina en 1949, estableciéndose prácticamente 13 años. Sobresale en estos años su creación del “Sargento Kirk”, con guión del maestro, Hector Oesterheld; quien en 1957 funda la editorial Frontera. Destacan las creaciones de Pratt, “Ernie Pike” y “Ticonderoga”. Con “Ana de la jungla” (1959), además del dibujo, comienza a crear sus propios guiones.

Hay un breve lapso londinense y una vuelta a Italia en 1962. Diferentes cooperaciones; principalmente, con Ongaro.

Pero lo que más nos interesa, es el encuentro en 1967 con el empresario genovés, Florenzo Ivaldi. Entusiasta del cómic, lanza con Pratt, la revista mensual, “Sargento Kirk”; en la que aparecerá la esencial, “La balada del mar salado” y su inolvidable personaje, Corto Maltés.

Y aquí, podemos retomar las palabras muy acertadas de Thierry, sobre la esencialidad que habita en el cómic y en el personaje:

“La reflexividad de Corto suscita la nuestra, y con ella gana esa misteriosa hondura propia de los retratos pintados. Si hay un antes y un después de Corto en la historia del cómic es principalmente porque su autor, al ser responsable de los guiones, se convirtió en dueño absoluto de sus ritmos. Con el tiempo que «trabaja» esas aventuras, el tebeo se abre a la interioridad; y nosotros, sus lectores, a esa experiencia del tiempo».

La balada del mar salado, edición de Tótem de 1987

La leí por primera vez en una edición de la revista Tótem, de 1987. Recuerdo esas viñetas con ese contraste del blanco y negro marcado. Sé que hay una versión en color de la obra, a la que no me he acercado ni me acercaré. Ocurre igual que en el cine, jamás se me ocurriría ver “Ciudadano Kane”, en color. Las obras, entiendo que deben verse o leerse en el color con el que fueron creadas por los autores.

Recuerdo esa aparición a la deriva, atado de pies y manos en una balsa de maderas, del personaje icónico que sería después, el marino y aventurero, Corto Maltés; nacido en La Valeta (Malta) en 1887, hijo de un marino británico y de una gitana sevillana.

Primera aparición del personaje, Corto Maltés. A la derecha, Rasputín y Cráneo

Pero es que hay más. Hay una galería de personajes que por sí mismos tienen entidad suficiente. Rasputín, personaje con escasos escrúpulos, carente de moral, asesino por convicción, tiene la categoría de los grandes villanos. Antagonista de Corto, pero al que le une una relación de amor-odio. Rasputín, en esta aventura, comanda un catamarán pirata; su segundo, de origen melanesio, Cráneo, aspira a lograr la independencia de Melanesios y Polinesios; la jovencita Pandora, hija del armador naviero australiano, Tadeo Groovesnore; Caín, joven primo de Pandora e hijo de un vicealmirante de la Marina Real inglesa; Tarao, maorí de Nueva Zelanda; el misterioso Monje, siempre con el rostro tapado, que parece albergar oscuros secretos. Es quien está al frente de los piratas y dueño de La isla escondida; los oficiales de Marina alemanes, Galland y, principalmente, el caballeroso Slütter, con gran sentido del deber y la lealtad.

Relación amor y odio entre Corto y Rasputín

Y, por supuesto, un excelente guion. Deudor de de su adorado Stevenson, principalmente el de “La isla del tesoro”; esa pérdida de la inocencia y el tránsito a la madurez de los jóvenes; también se observan ecos de “El corazón de las tinieblas”, de Conrad.

Thierry, incide en este sentido, otorgando la importancia que a raíz de esta obra, adquirirán los guiones de Hugo Pratt:

“En 1967, Hugo se embarcaba en este relato de una ambición sin precedentes, ni en su producción ni en el cómic de la época. La aventura narra un viaje hacia la madurez y por el océano Pacífico. O cómo dos niños, Caín y Pandora, atracan en las orillas del universo de los adultos, en un mundo cuya armonía se verá trastocada por la guerra. Corto Maltés, marinero tenebroso de pasado poco definido y semblante inspirado en el de Burt Lancaster, ejerce de barquero. Hugo es el autor de esta novela dibujada. A partir de entonces ya solo trabajará sobre sus propios guiones».

La aventura comienza en los albores de la Primera Guerra Mundial, concretamente en noviembre de 1913, avanzando en el tiempo hasta el inicio de la contienda.

Al igual que el dibujo se nos quedan grabadas también, las palabras de otro personaje con entidad propia, el mismísimo Océano Pacífico:

«Soy el océano Pacífico. El mayor de todos…»

El “no tan pacífico” Océano Pacífico, comenzando la narración

Aquí, Thierry nos ilustra de modo perfecto:

“Asocio estas palabras a Hugo desde que descubrí La balada. Resuenan como el «¡Ábrete, sésamo!» de su obra.

La frase siguiente completa su retrato: «Me llaman así desde hace mucho. Pero no es cierto que esté siempre así [pacífico]». Lo cierto es que Hugo tampoco era siempre pacífico. En el umbral de esta vita nuova que comenzaba, tomó la palabra en nombre del gran azul. Más concretamente, más esencialmente, lo dejó hablar a través de él».

El autor, escribiendo las notas para el libro, hojea primero las páginas del cómic antes de leer, reflexionando sobre la flexibilidad del cómic como medio, al ofrecer la posibilidad de observar primero antes de leer, en una vuelta a la infancia de los tebeos:

“Antes de leer, hojeo. Otra licencia del cómic: primero ver, luego leer. Si la regresión infantil desempeña un papel en el gusto por los tebeos, es por esto: la visión precede a la lectura, como cada mañana desde que sabemos leer. Abrimos un álbum de historietas y volvemos a ser una criatura a quien las cosas, al despertar, se le ofrecen antes que las palabras».

Nos cuenta Thierry, como Hugo, al encontrar el gusto por el texto, simplifica el dibujo en el tebeo:

“Bajo el influjo del agua de los lagos, su dibujo se aligera, se depura. Los alisios purifican su trazo. El dibujo, al principio aún muy ilustrativo —en la primera viñeta, por ejemplo—, se decanta al cabo de una decena de páginas. A partir de entonces, responde a esa voluntad que se convertirá en piedra angular del trabajo de Hugo: sus viñetas no deben «detener la mirada demasiado rato», ya que el cómic es ante todo «una historia que uno cuenta y que el lector debe recorrer rápidamente, al ritmo del montaje que ha escogido el dibujante»».

Otro apunte interesante, sobre la relación texto-dibujo, del dibujante italiano:

“Al Hugo narrador le gustaban los guiones tupidos; el Hugo dibujante se concentraba en lo esencial».

Más que en Corto, la narración se articula en torno a Pandora. Provoca unos instintos primarios en el resto de personajes; en Corto; en Slütter; en el Monje. A lo largo de la obra, la actitud de Pandora hacia Corto irá cambiando de la hostilidad hacia la atracción sentimental. Del mismo modo, cabe decir que Caín modificará su opinión negativa del marino por un acentuado aprecio.

Pandora con nuestro marino

Sobre el mayor o menor protagonismo de Corto en las obras, nos indica Thierry la controvertida opinión del propio Hugo, sobre el marino, en una entrevista:

“Hugo decía de Corto que era «un héroe en forma de nexo», que existía a través de sus cómplices más que por sí mismo. Me extrañaría que muchos lectores compartieran este punto de vista: Corto se muestra como lo opuesto a un personaje vacío (como resulta evidente en el caso de Tintín, por ejemplo); y sin embargo, así lo veía Hugo. Y uno de sus retratos más hermosos de Corto no se encuentra en una historieta, sino en dos acuarelas en las que el héroe solo queda definido por su silueta, sentada y melancólica en una, dispuesta a partir y de nuevo melancólica en la otra, y esa silueta vaciada, «en reserva», solo se define mediante el color que la envuelve. Un color que es el de la tierra, ocre o «de Siena», de la tierra que permanecerá cuando Corto haya dejado atrás el litoral».

No sé el contexto de la reflexión de Pratt, pero es cierto que Corto tiene vínculos con todos y cada uno de los personajes. No creo que Hugo pensara en la vacuidad de Corto. Es un héroe o mejor, un antihéroe romántico, aparentemente despreocupado e irónico. El humor es muy importante en su manera de ver la vida. Es un libertario y siempre se pondrá del lado del más débil. Alberga también sus contradicciones y aspectos sombríos, como los grandes personajes del cómic y la literatura.

Corto Maltés en conversación con Slütter

Destaca el autor francés una escena que tiene como protagonista al Monje:

“Uno de los dibujos más bellos del álbum: el Monje se lamenta: «He matado al único amigo que tenía…». Las gaviotas retozan a ambos lados de su sayal, cuyos pliegues, toques de tinta, pinceladas ágiles funcionan como eco de las puntas afiladas de las plumas de los pájaros. Una vez pasada la crisis, todo vuelve a la normalidad, dentro de un orden donde flora, fauna y ser humano actúan en un mismo plano».

Pesadumbre del Monje

Un dato importante que aporta el autor francés, es la angustia que atraviesa las obras de Pratt desde “Ana de la jungla”; debido al fallecimiento en África, de una hermana nada más nacer.

Profundiza en las obras protagonizadas por Corto. No quiero extenderme, pero si decir, que ofrece suficientes detalles interesantes. También habla de las mujeres que pueblan las obras del marino, muchas con base en relaciones reales del dibujante italiano.

Es destacable la opinión de Hugo en torno al cómic, que desbroza el autor francés:

“Cuando a Hugo le preguntan si el cómic es un arte, él contesta que es un medio de expresión, y que con esa definición le basta».

Es muy apreciable la entrevista en 1980, del prestigioso crítico y estudioso, Javier Coma, desgraciadamente fallecido en 2017. Incluyo una selección. El resto lo podéis leer en el “Viejo Topo”, en la red.

Javier Coma: ¿Corresponde Corto Maltese, como obra, a una visión histórica de un tercio del siglo?

“Seguramente, la visión histórica existe, porque yo mismo viví una parte, escuché otra a través de mi padre, y otra a través de mi abuelo, y no tengo que olvidar que también las mujeres de mi padre y de mi abuelo, e incluso mi tía, proporcionaban sus propias visiones. Los primeros conflictos histórico-económicos efectivos los viví en mi casa. La extracción de mi familia es popular, con aspiraciones burguesas; mi abuelo, socialista, mi padre, fascista, y yo, todo lo contrario, libertario».

Hugo Pratt a Javier Coma (Viejo Topo, número 47, agosto 1980)

Javier Coma: Parece desprenderse a menudo de Corto Maltese una renuncia absoluta a todo tipo de dogmas políticos.

“¿Falta de dogmas? Es consecuencia de los encuentros que tuve con otros individuos a lo largo de mi vida y de mis viajes, a lo largo de lo que puede constituir la suma de mis experiencias. Coadyuvada, claro, por la experiencia profesional. Agarrando todas estas experiencias y hecha una síntesis, sale Corto Maltese. Creo que de todo aquello elegí lo que me parecía más importante. Cuando emigré de Italia a Argentina, estaba bajo las consecuencias de la segunda guerra mundial. Hubo un momento en que había que elegir una actitud política u otra. Yo elegí la otra. No podía ser nazi».

Hugo Pratt a Javier Coma (Viejo Topo, número 47, agosto 1980)

Javier Coma: Posiblemente haya que considerar a Corto Maltese una obra poética más que una obra de aventuras.

“Si uno es poeta, no se da cuenta de serlo. Elegí un período histórico que es el principio de este siglo, porque era un período de grandes cambios económicos y políticos. Desde el romanticismo se giró hacia la toma de conciencia que las grandes revoluciones, Marx y Engels, han proporcionado a la sociedad. No puede perderse de vista al materialismo histórico, y para estar en comunión con la conciencia del individuo había que analizar cuanto estaba pasando. Pienso que Corto Maltese es un ejemplo del tipo de individuo correspondiente a esta situación. Partiendo de una actitud romántico-aventurera, toma conciencia de los importantes cambios que hubo en aquella época».

Hugo Pratt a Javier Coma (Viejo Topo, número 47, agosto 1980)

Javier Coma: ¿Puede llamársele apátrida?

“Ve los problemas desde su condición de aventurero. Antes que nada es un individuo y vive en consecuencia dentro de una cierta ética… que es la suya y no la mía. No quiero permitir que Corto Maltese sea mi alegato personal. Mientras realizaba sus historias, muchas veces me daba cuenta de que Corto hacia o decía cosas contrarias a mi manera de ser. He preferido dejar a Corto Maltese desarrollar su identidad a medida que la historia iba adelante; resultaba más importante él mismo que imponerle mi propia personalidad».

Hugo Pratt a Javier Coma (Viejo Topo, número 47, agosto 1980)

Javier Coma: Pero el dibujo es sólo un aspecto de la obra; parece que su simplificación no afecta a los guiones, producto además de una amplia herencia literaria y no sólo de las influencias que tópicamente siempre se señalan como Stevenson, Conrad, Melville.

“Mi nombre está ligado a estos clásicos de las aventuras románticas, y se olvida que mi origen de escritor de aventuras se halla mucho más cerca de Zane Grey, Jack London, los comics norteamericanos, la novela popular por entregas. Cuando era joven, existían dos posibilidades de elección en narrativa: la escuela francesa, con su apéndice la rusa, o la anglosajona de aventuras. Yo elegí la segunda. Después de los autores nombrados, tuve por herencia a Hemingway, Faulkner, Kenneth Roberts, hasta llegar a Somerset Maugahm, Bruno Traven, John Steinbeck, y muchísimos más, hasta recalar en los mismos poetas, Rimbaud, Coleridge, Verlaine, Whitman, Yeats, y volcarme finalmente en el ensayo. Mis estudios literarios han determinado que haya recorrido desde Homero hasta Malcolm Lowry».

Hugo Pratt a Javier Coma (Viejo Topo, número 47, agosto 1980)

Javier Coma: En el aspecto gráfico, ya no es tópico alguno la cita de Caniff como la mayor influencia, y me gustaría saber en qué grado tal influencia ha quedado desgajada de los componentes ideológicos de las últimas etapas del autor de Steve Canyon.

“En lo gráfico, me encontré también frente a dos tendencias: una de dibujo académico y otra de dibujo expresionista. Por eso elegí Caniff, que había sacrificado el estilo en una búsqueda de blancos y negros puros: todo lo que en una foto era gris oscuro, lo convertía en negro; todo lo que en una foto era gris claro, lo hacía blanco. Desde luego, cualquier gran dibujante tuvo también influencia sobre mí, incluyendo a Holbein, los japoneses, Howard Pyle, Harold Foster, Arthur Rackham, etc. Volviendo a Caniff, su Terry y los piratas ha sido muy importante, por un guión psicológicamente lleno de interés y por su enorme capacidad para jugar con todos los personajes como si fueran piezas de ajedrez en una partida de encuentros, separaciones y combinaciones diversas. Me interesó mucho menos su Steve Canyon, incluso por un descenso de calidad gráfica además de un mensaje político que no me va. En New York tuve sobre esto una conversación con Caniff en que me contestó que él era norteamericano y que, consecuentemente, mi perplejidad europea divergía de su actitud política, y me añadió que cuando él y su Terry combatían a los japoneses, los europeos, que sufrían o habían sufrido la ocupación nazi, miraban con simpatía a su obra, cosa que a él le había dejado indiferente, incluso porque nunca había vendido tal obra (lo dijo irónicamente) a los diarios europeos. En el Certamen de Gijón, hubo un dibujante español que rechazó un premio porque había sido concedido el año anterior a Caniff. En este punto estoy en desacuerdo, porque creo que, al premiarse a Caniff, quiso premiarse a un dibujante que ha sido útil a todos los colegas de cualquier ideología política, y no quiso premiarse a la ideología política de Caniff».

Hugo Pratt a Javier Coma (Viejo Topo, número 47, agosto 1980)
Hugo Pratt, acuarelista. Nuestro icónico Corto (Propiedad: Casterman)

Thierry tiene un apartado para la faceta acuarelista de Hugo. Se inició en Londres, tras su etapa Argentina. Destaca aspectos de la personalidad del dibujante que se reflejarán en las acuarelas; los gustos por la bebida, por las peleas, por el baile:

“…y con frecuencia se muestra despótico (pero también, por supuesto, terriblemente «entrañable»); el universo de la acuarela reposa sobre la liviandad de los toques de color que rozan el soporte como los dedos de una mano que jugase a rizar la superficie de un lago. En una palabra, sobre la delicadeza. Sin embargo, es esa parte de él, presentida, sutil y profunda, la que Hugo reconocerá a través de la acuarela».

Otro apunte destacado sobre el Pratt acuarelista:

“Sus acuarelas son resultado de una tensión —de una tensión delicada— entre la toma en vivo de un paisaje o de un personaje y la profundidad de los sueños».

Acuarela de Corto y “entrañables amigos” (Propiedad: Casterman)

Cuenta Thierry como ha tenido un encargo de la cadena Arte, para la realización de un documental sobre Hugo Pratt. Se documenta en Grandvaux, lugar donde tuvo su cuartel general, el dibujante italiano. En la actualidad, un grupo de seguidores, con Patrizia Zanotti al frente, aseguran la continuación del legado del dibujante italiano. Facilitan al autor para la confección del documental un buen número de fotografías de las que hace un singular repaso.

Aprovechando la publicación del libro, es un buen momento para, si ya disponéis de su obra, desempolvarla; en caso contrario, descubrirla, comenzando por la seminal, “La balada del mar salado”. Norma Editorial tiene nueva edición en blanco y negro y color.

Una vez revisadas las obras, complementarlas con el libro de Thierry, puntualizando que no es una biografía en sentido estricto del gran autor italiano. Puede confundir el subtítulo en español, que no existe en francés. Siendo el título original del libro, más acorde: “Hugo Pratt, trait pour trait”. Remarcar para finalizar, que el “mejor tono” del libro se encuentra en las reflexiones personales del autor francés en torno a la obra de Pratt, más que en su persona, como de manera franca reconoce cerca del final:

“En el fondo, de Hugo solo he conocido, y amado tal vez, su dibujo. ¿Basta eso para comprender a una persona?».

“La aventura soñada. Un retrato de Hugo Pratt” Thierry Thomas

Editorial Siruela 2022 🔗

Colección Libros del tiempo

Traducción de Regina López Muñoz

224 Páginas

Scroll al inicio