Sinners, cartel

Cine de autor en Halloween: Sinners (2025)

En Sinners, el blues no es solo música: es archivo, es herida, es pacto. Ambientada en el Mississippi de los años 30, la película de Coogler mezcla vampirismo, leyenda y drama racial para construir una fábula oscura que resiste cualquier etiqueta.

Sinners se inscribe en el cine afroamericano contemporáneo, dialogando con el cine de terror gótico y con la tradición del cine norteamericano. Una obra que, más que definirse por un género, se define por su capacidad de convertir la memoria en forma y el blues en archivo.

En Querido Bartleby, cerramos el bloque de Halloween con una de las películas más radicales del año. Una historia de gemelos, sangre y blues. Una deriva emocional que se escribe en interludios, rituales y gestos mínimos.

La película se encuentra disponible en la plataforma HBO Max.

Ryan Coogler

Nacido en Oakland en 1986, Ryan Coogler ha construido una filmografía que transita entre lo íntimo y lo épico, entre el testimonio comunitario y la mitología contemporánea. Su formación es tan híbrida como su cine: primero bioquímica, luego narrativa visual, siempre con el cuerpo afroamericano como centro de gravedad.

Ryan Coogler, director de Sinners
Ryan Coogler, director de Sinners (Gage Skidmore, CC BY-SA 2.0)

Desde su debut con Fruitvale Station (2013), donde reconstruyó el asesinato de Oscar Grant con una mirada contenida y profundamente empática, Coogler ha explorado la memoria racial, la herencia generacional y el deseo de justicia. Con Creed (2015), reescribió el legado de Rocky desde una perspectiva filial y social. Y con Black Panther (2018), se convirtió en el primer cineasta afroamericano en liderar una superproducción Marvel, sin renunciar a la estética afrofuturista ni a la dimensión política.

Pero Sinners (2025) representa otra cosa: una ruptura formal y temática. Ambientada en el Mississippi de los años 30, la película se aleja del espectáculo para sumergirse en el gótico sureño, el blues como archivo emocional, y el vampirismo como metáfora del trauma heredado. Coogler escribe, dirige y produce esta fábula oscura junto a su equipo habitual —Zinzi Coogler, Sev Ohanian, Ludwig Göransson, Autumn Durald Arkapaw— pero con una libertad que lo devuelve al cine de autor.

“El blues es el archivo más honesto que tenemos. Cada canción es una confesión.”

Ryan Coogler, entrevista en Variety Leer entrevista completa

🎬 Director y película

Con Sinners, Ryan Coogler se aleja del espectáculo y regresa al sur profundo, al terreno fértil del mito, la música y la memoria racial. La película no busca encajar en géneros: no es terror, no es musical, no es drama histórico. Es una fábula oscura, construida desde el archivo emocional del blues y la herida ancestral del cuerpo afroamericano.

Ambientada en el Mississippi de los años 30, la película sigue a dos hermanos gemelos que regresan a su pueblo natal para abrir un club de blues. Pero lo que encuentran no es solo música: es un pasado que no ha muerto, una comunidad marcada por pactos invisibles, y una presencia vampírica que no responde a clichés, sino a traumas que se repiten.

Coogler escribe, dirige y produce esta película con su equipo habitual —Zinzi Coogler, Sev Ohanian, Ludwig Göransson, Autumn Durald Arkapaw— pero con una libertad formal que lo devuelve al cine de autor. La cámara observa más que narra. La música no acompaña: revela. El vampirismo no es metáfora del mal, sino del dolor que se hereda, del deseo que no se extingue, de la historia que no se cierra.

“Quería que el vampirismo no fuera metáfora del mal, sino del trauma que no se va.”

Ryan Coogler, en conversación con Ava DuVernay Escucha entrevista completa

Sinners es una película que escucha. Que se detiene. Que convierte cada plano en archivo. Y cada canción en confesión.

📃Sinopsis mínima

Dos hermanos gemelos regresan a su pueblo natal para abrir un club de blues. Pero el pasado no ha muerto. Y la música convoca algo más que recuerdos.

Trailer oficial de Sinners, subtitulado al español

🗂️ Origen de la película: archivo personal

Para Ryan Coogler, Sinners no nació como una idea, sino como una necesidad. En entrevista con GQ, el director reconoce que ha estado intentando hacer esta película “desde siempre”, aunque no lo supiera. El punto de partida fue su relación con su tío, oriundo de Mississippi, fallecido mientras Coogler trabajaba en Creed.

“Es de Mississippi y fue mi introducción a la música blues. Fue todo lo que escuchó. […] También me encantan las películas de género y quería hacer una. Ese fue el tipo de películas de las que me enamoré por primera vez antes de saber que quería hacer películas.”

Ryan Coogler, entrevista en GQ Leer entrevista completa

Ese vínculo familiar, esa música que persistía, ese sur profundo que no aparecía en sus películas anteriores, se convirtió en el corazón de Sinners. Coogler no solo quería hacer una película de género —como las que lo enamoraron antes de saber que quería dirigir— sino una versión que solo él pudiera firmar. Una película original, después de tres proyectos basados en IP. Una película que volviera a casa.

Para Ryan Coogler, cada película es un ejercicio de introspección: una forma de convertir lo íntimo en universal, lo biográfico en cinematográfico. El cine le permitió viajar, conocer el mundo, conectar con África, con la Bahía, con Filadelfia. Pero nunca había estado en Mississippi. Y sin embargo, ese lugar estaba en su historia: su tío, su abuelo materno, sus raíces.

“Había estado en todo el mundo, pero nunca en Mississippi. Y ese lugar estaba tan conectado con mi historia.”

Ryan Coogler, entrevista en Little White Lies Leer entrevista completa

Sinners nace de ese vacío. De ese lugar que no se ha visitado, pero que se lleva dentro. De esa música que se inventó como afirmación de humanidad en un momento en que esa humanidad era negada. El blues no es solo banda sonora: es testimonio. Y la película no es solo ficción: es archivo emocional, político, ancestral.

🎶 El blues como archivo emocional

En Sinners, el blues no es música de fondo: es testimonio. Cada interpretación en el club es un acto de memoria, una forma de decir lo que no se puede decir. Las canciones no ilustran la trama: la interrumpen, la desvían, la profundizan. Coogler filma la música como si fuera un cuerpo más: vibrante, doliente, presente.

Sammie (Miles Caton), Sinners
Sammie (Miles Caton), Sinners

Los planos fijos sobre los músicos, la luz cálida, el silencio que precede cada nota, construyen un espacio de confesión. El blues no acompaña: revela. Y lo que revela, transforma.

🕯️Vampiros fuera de catálogo

En Sinners, el vampiro no es una figura de género al uso. Aunque aparecen colmillos, garras y cuerpos transformados, Coogler no se apoya en la iconografía clásica —no hay capas, castillos ni erotismo gótico— sino que reescribe el mito desde la memoria racial y el archivo corporal. El monstruo no viene de fuera: nace del trauma. No hay guiños al cine de terror convencional: hay cuerpos que cargan con siglos de historia.

vampiro

En entrevista con Little White Lies, el director lo explica con claridad:

“Sí, hay vampiros en esta película. Ha habido vampiros en un millón de películas. Pero estos vampiros encajan en los temas de Sinners. No podrías sacarlos de aquí y meterlos en otra película de vampiros. No tendría sentido.”

Ryan Coogler, entrevista en Little White Lies Leer entrevista completa

Más que reinventar el género, Coogler lo desactiva. No busca originalidad por oposición, sino por encarnación: el vampiro como figura que no puede morir porque no ha sido escuchada. El pacto no es con el diablo, sino con la historia. Y la sangre no es amenaza: es herencia.

🧛‍♂️ El cuerpo como archivo: deseo, herida, transmisión

En Sinners, el cuerpo vampírico no se representa como amenaza, sino como archivo. No envejece, pero carga con siglos de violencia, deseo y resistencia. Cada gesto, cada mirada, cada mordida, es una forma de recordar.

Vampirismo

El deseo no se filma como peligro, sino como memoria que insiste. La herida no se cierra: se canta, se baila, se transmite. El cuerpo no se transforma: se repite.

Coogler construye una poética del cuerpo doliente, deseante, ritual. No hay erotismo gratuito: hay tensión, hay historia, hay pacto.

🕰️ El sur como tiempo detenido

Sinners no se limita a recrear una época, sino que ofrece una condensación del tiempo. El Mississippi de los años 30 se presenta no como un recuerdo distante, sino como un presente suspendido. Los campos de algodón, los vestidos claros, la luz cenital y los interiores de madera evocan una temporalidad que persiste sin resolverse. Aquí no hay lugar para la nostalgia ni la estilización; lo que se muestra es una densidad palpable.

Campos de algodón

Coogler no persigue la fidelidad histórica, sino que busca una resonancia emocional, donde el sur no es simplemente un decorado, sino un archivo vivo, y el tiempo no avanza, sino que se acumula. No se trata de una postal del pasado, sino de una herida que permanece abierta.

📼 Soporte visual y textura

Sinners se presenta en un formato digital que emula la estética de la emulsión fotográfica antigua, caracterizada por un grano visible, un contraste sutil y una paleta de ocres, rojos apagados y negros profundos. La iluminación parece surgir de fuentes diegéticas como lámparas de aceite, velas y fogatas, creando un ambiente envolvente. El encuadre se centra en la penumbra, utilizando la sombra como un elemento narrativo esencial. No se busca la estilización, sino una densidad que invita a la reflexión; la imagen no solo ilustra, sino que evoca.

Ambientación

🎥 Composición y planos

Coogler elige una dirección escénica sobria, utilizando planos fijos para capturar rituales y canciones, mientras que los travellings lentos acompañan los desplazamientos nocturnos. Los primeros planos se centran en momentos de conexión emocional, como mordidas, confesiones y cantos, donde la cámara actúa como un observador imparcial. El montaje se adhiere al ritmo interno de cada escena, evitando cortes bruscos y aceleraciones narrativas. Cada plano establece un acuerdo, y cada corte representa una herida.

🔊 Sonido y diseño sonoro

El diseño sonoro oscila entre momentos de silencio profundo y la música en vivo, sin enfatizar emociones, lo que permite un espacio propicio para la escucha. Los ambientes son secos, con una reverberación casi inexistente, y los sonidos del club —pisadas, clinking de vasos, respiraciones— se entrelazan con las voces del blues de manera cruda. El silencio no se percibe como una falta, sino como una expectativa, mientras que el sonido no actúa como un mero acompañamiento, sino que se convierte en un revelador de la experiencia.

🎶 Música y presencia escénica

La música en Sinners se presenta como un elemento estructural, donde cada canción se filma como un ritual, utilizando planos fijos, iluminación cálida y un enfoque en el cuerpo del intérprete. La ausencia de edición y doblaje resalta la autenticidad de la interpretación en vivo, con músicos reales que encarnan la rica herencia sonora del sur profundo.

Buddy Guy, ícono del blues, aparece en la película interpretando a una versión mayor de Sammie “Preacher Boy” Moore, un músico que navega por la oscuridad de la trama. A sus 88 años, Guy no solo toca, sino que también actúa y conecta emocionalmente, con su interpretación de “Travelin’” sirviendo como un poderoso cierre y un vínculo entre generaciones.

Buddy Guy en Sinners
Buddy Guy en Sinners

El joven Sammie es interpretado por Miles Caton, un guitarrista autodidacta que fue descubierto en una jam session en Clarksdale y cuya presencia escénica es cautivadora. Caton toca con una guitarra resonadora sin amplificación, fusionando técnica clásica con una intuición rítmica que evoca recuerdos más que actuaciones. La banda sonora, a cargo de Ludwig Göransson, incluye grabaciones en vivo de juke joints recreados para el rodaje, con la participación de músicos locales y arreglos mínimos, lo que permite que el blues se presente en su forma más pura y respetuosa.

🎭 Actores y dirección de interpretación

Ryan Coogler vuelve a contar con Michael B. Jordan, su actor habitual desde Fruitvale Station (2013), para su nueva película Sinners, donde Jordan interpreta a los gemelos Malik y Elijah. Su actuación se caracteriza por una contención que evita el artificio, utilizando el ritmo, la mirada y la respiración en lugar de efectos o maquillaje para diferenciarlos. Malik es el hermano que regresa, mientras que Elijah es el que nunca se fue; aunque comparten la misma historia, cada uno la vive de manera única.

Michael B. Jordan interpreta a Malik y Elijah
Michael B. Jordan interpreta a Malik y Elijah

Jordan no solo actúa, sino que habita el silencio, lo que Coogler describe como una capacidad para sostener la atención sin necesidad de palabras. Su presencia corporal se convierte en un archivo de continuidad y conexión. En el elenco femenino, Dominique Fishback y Keke Palmer destacan como Nia y Celeste, respectivamente. Fishback, como cantante de club, combina vulnerabilidad y fuerza, mientras que Palmer, en el papel de la novia de Elijah, impone su presencia física, desafiando el encuadre. Ambas actrices transmiten emociones a través de gestos sutiles y miradas cargadas de historia y deseo, evitando las convencionales escenas románticas.

Entre los personajes secundarios, destacan verdaderos músicos, como anteriormente comenté, tal es el caso de Buddy Guy, ícono del blues, quien interpreta a Sammie “Preacher Boy” Moore en su vejez, ofreciendo un cierre emocional con su interpretación de “Travelin’” en el club, que conecta generaciones. Miles Caton, como el joven Sammie, aporta autenticidad con su técnica de guitarra resonadora. Gary Clark Jr. también aparece como Luther, el pianista del club, en una actuación contenida que busca invocar emociones más que deslumbrar.

La dirección de Coogler prioriza el cuerpo sobre el diálogo, capturando cada gesto y mirada como parte de un archivo emocional que enriquece la narrativa.

Cartografía de influencias

El cine de Ryan Coogler se nutre de diversas tradiciones, como el cine afroamericano, el horror clásico, el melodrama musical y el western, transformándolas a través de su propia sensibilidad. En Sinners, se presenta un cruce de géneros y memorias, estableciendo un diálogo con cineastas que lo han influenciado.

Spike Lee: comunidad y memoria racial

Coogler hereda de Spike Lee la idea de que el cine puede servir como un archivo político. Como en Do the Right Thing o Malcolm X, Coogler retrata a la comunidad afroamericana no como un simple fondo, sino como un protagonista colectivo. En Sinners, el club de blues se convierte en un espacio de resistencia, un ágora donde se negocian identidad y memoria.

Francis Ford Coppola: la familia como tragedia

De Francis Ford Coppola toma la noción de la familia como núcleo dramático. Como en El Padrino, los vínculos de sangre en Sinners son pactos que sostienen y destruyen a la vez. Los gemelos Smoke y Stack no son ni héroes ni villanos, sino herederos de una historia que los trasciende.

Stanley Kubrick: el horror como atmósfera

La influencia de Stanley Kubrick se manifiesta en la habilidad de Coogler para crear terror a través de la composición y el sonido, Como en The Shining, los pasillos, las casas de madera, los silencios prolongados generan inquietud sin necesidad de sobresaltos. En Sinners, el vampirismo se presenta no como un espectáculo, sino como una atmósfera inquietante.

Jordan Peele: el género como comentario social

De Jordan Peele, Coogler adopta la idea de que el horror puede funcionar como un comentario social. Como en Get Out o Us, lo sobrenatural en Sinners no es una evasión, sino una metáfora de un trauma histórico, donde el vampiro se convierte en un reflejo de una herida colectiva.

Charles Burnett: lo cotidiano como épica

Finalmente, de Charles Burnett (Killer of Sheep), hereda la atención a los gestos cotidianos y a la vida diaria como materia dramática. En Sinners, los ensayos musicales, las conversaciones en la cocina y los silencios compartidos adquieren tanto peso como los rituales vampíricos, mostrando que la épica reside en lo cotidiano.

Ecos internos: su propio archivo

Coogler, sin duda, mantiene un diálogo interno. Sinners continúa la exploración de temas presentes en Fruitvale Station (la comunidad como herida), Creed (la herencia como carga) y Black Panther (la memoria ancestral como futuro). Michael B. Jordan, su actor recurrente, actúa como el hilo conductor: un cuerpo que recuerda y un archivo que persiste.

Cierre

Sinners trasciende la categoría de una simple película de vampiros o de género; representa un viaje a un lugar inexplorado que siempre ha estado presente en nuestro interior. Es el blues transformado en un legado, la sangre en herencia y el cuerpo en memoria. Ryan Coogler no se limita a retratar monstruos, sino que captura heridas que permanecen abiertas, pactos inquebrantables y melodías imborrables.

En una era dominada por franquicias y repeticiones sin sentido, Sinners nos recuerda que lo auténtico no radica en lo novedoso, sino en lo que nos pertenece. La memoria no se crea, se vive. El cine, cuando se atreve a escuchar, puede convertirse en un ritual, un archivo y un conjuro al mismo tiempo. El blues no ofrece salvación, sino que evoca recuerdos, y en esos recuerdos, la vida encuentra su persistencia.

Hasta aquí esta mirada a Sinners, de Ryan Coogler.
Una película que convierte el blues en archivo, y el vampirismo en memoria racial.

Si te interesa el cine de género y la crítica social, puedes explorar este otro ensayo
que dialoga con la poética de Coogler desde el terreno del terror contemporáneo:

▶️ Jordan Peele: Crítica social y Terror psicológico

*Un monográfico que, como Sinners, entiende el género no como evasión,
sino como vehículo de memoria, comentario político y resistencia cultural.*


Fragmentos de entrevistas reproducidos con fines culturales y de acompañamiento editorial. Propiedad de: VarietyVultureGQ y Little White Lies. Gracias a todos los medios por su generosidad informativa.

Imágenes y clips de vídeo utilizados como parte del contexto cultural del artículo. Propiedad de: Proximity y Warner Bros. Gracias a la productora y distribuidora por su aportación visual.


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