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Joseph Roth “Fuga Sin Fin” Acantilado 2017

Joseph Roth ejerce de narrador de los hechos que un supuesto teniente austríaco amigo suyo, Franz Tunda, le refiere. El teniente atravesará una serie de vicisitudes que comienzan con su participación en la Primera Guerra Mundial.

Roth escribe el libro a raíz de su viaje a Rusia en su trabajo como corresponsal en 1926. Lo que nos cuenta en él tiene que mucho que ver con su biografía. Él en los cafés relataba su vida, bajo una capa ficcional añadiendo diferentes variantes cada vez. Así contaba que había participado en la Primera Guerra Mundial sirviendo en el ejército Austro Húngaro. Es cierto, participó y seguramente como el protagonista de esta novela, le hubiera gustado ser teniente y estar en el frente, pero todo parece indicar, por su débil complexión, que su servicio tuvo lugar en una oficina.

Tunda, el protagonista, acaba en un campo ruso de prisioneros en 1916. Logrará escapar y bajo un documento falso comenzará una vida errante, abrazando el budismo y el bolchevismo. Tunda no se involucra en estos movimientos, parece como dejarse llevar por los acontecimientos. Roth, en mayor grado que su teniente, mantuvo una primera etapa de su vida, interesado en los movimientos revolucionarios, para progresivamente ir apartándose desilusionado, donde su viaje a Rusia tuvo mucho que ver en esa decepción.

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Después de la Gran Guerra, la monarquía austrohúngara desaparece. Este es un hecho crucial que cambiará la vida de Joseph por completo. Como Tundaperderá su patria, errando por diversos destinos. Nos lo explica el narrador Roth en el libro en relación al teniente:

«La monarquía austrohúngara se había desintegrado. Ya no tenía patria. Su padre había muerto siendo coronel; también su madre había muerto hacía tiempo».

El teniente, como muchos soldados de aquel ejército imperial al terminar la guerra, no solo quedaron despojados de su patria, también sin apenas posibilidades de trabajo en una época precaria: «Ahora, en cambio, Franz Tunda era un joven anónimo, sin importancia, sin título, sin dinero y sin profesión, apátrida y sin ningún derecho».

Roth, en ese sentido había vuelto de la guerra, pero su capacidad periodística le permitió seguir trabajando. Eso no impide que deje constancia en el libro por medio del protagonista, de las dificultades que tuvieron que atravesar muchos soldados terminada la contienda.

El protagonista dejó una novia en Viena, que ante la espera se casó con otro hombre, pero él seguirá con la mente puesta en ella. Irá pasando de una mujer a otra sin encontrar la mujer que verdaderamente anhela, quizás por la idealización que mantiene de su novia y de algunas mujeres que transitarán por su vida. Roth específica ese sentimiento con sutilidad: «Las mujeres con quienes nos encontramos excitan más nuestra fantasía que nuestro corazón. Amamos el mundo que ellas representan, y el destino que significan para nosotros».

Joseph, se casó con Friederike Reichler (Friedl), en 1922. Debido a su trabajo constante como corresponsal y escritor, descuidó en gran parte a su mujer, que cada vez se sentía más sola. Esta situación empeoró cuando en 1928 se le diagnosticó esquizofrenia, teniendo que ser internada en un Sanatorio Mental. Desde ese momento invadirá a Roth un sentimiento de culpa (por no haber estado más cerca de su mujer), del que no podrá despojarse en lo sucesivo. Quizás la frecuentación de mujeres (como ocurre con su teniente), en su etapa parisina, también influyera en ese remordimiento.

Similar itinerario que Roth, seguirá su teniente. De ciudades rusas a Viena, ciudades alemanas y, por último Francia, con destino en París«Le parecía que era en París donde estaba su sitio, y su decadencia. Vivía del olor de la putrefacción y se alimentaba del lodo, respiraba el polvo de las casas en ruinas y escuchaba con fascinación el canto de los gusanos en la madera».

Prevalece en el libro la descomposición de Europa, y como consecuencia, la pérdida de identidad. Anticipa Roth, el futuro próximo que amenazaba a Europa con la llegada de los movimientos intolerantes, culminando en el nazismo. Ante todo ello, el libro, como bien indica su título, es una fuga sin fin, sin sosiego, tanto del teniente Tundacomo del propio Roth.

En el París frecuentado por Roth en aquellos finales de los años veinte, los cabarets y salas nocturnas vivían su apogeo, donde podían escucharse, entre otros géneros, Operetas. En los ejemplos podemos escuchar «La fille du bédouin» de la Opereta Comte Obligado! de 1927, con música de Raoul Moretti e interpretada por Georges Milton, seguido de «Oh! Dis Claudie», de la Opereta «L’eau à la bouche» de 1928, original de Georges van Parys e interpretada por Loulou Hégoburu:

Editorial: AcantiladoEdición 2017
Colección: Narrativa del Acantilado
Traducción: Juan Luis Vermal Beretta 

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