La autoficción (que no existe, porque todo es autoficcional, ya que lo que se escribe siempre viene de uno mismo; hasta la Biblia es autoficción, porque empieza con alguien creando algo), la autorrepresentación, la no ficción, que tampoco existe porque cualquier versión narrativa de una historia real es siempre una forma de ficción, ya que desde el instante en que se ordena el mundo con palabras se modifica la naturaleza del mundo.
De “Montevideo”, Enrique Vila-Matas
Vuelve Vila-Matas a indagar en los procesos de lectura y escritura por medio de un escritor de ensayos que está atravesando un bloqueo en la creación de su obra.
El narrador ensayista, que en ocasiones se funde y/o confunde con el propio Vila-Matas, rememora y vuelve a visitar aquellas ciudades que en su día marcaron su escritura.
Comienza en París, último texto creado por el escritor, tres años antes. En él nos narra las experiencias tanto literarias como vivenciales. De manera delirante nos desvela su etapa de camello y consumidor de droga:
Para mí, París, en aquella primera estancia de dos años, fue sólo un lugar donde ejercí exclusivamente de vendedor de droga y, durante un breve periodo de tres meses que pasó volando, fui un consumidor habitual de ácido lisérgico, de LSD, lo que me hizo comprender que lo que llamamos «realidad» no es una ciencia exacta, sino más bien un pacto entre mucha gente, entre muchos conjurados que un día en tu ciudad natal, por ejemplo, deciden que la avenida Diagonal es un paseo con árboles cuando en realidad, si tomas tu ácido, puedes ver que es un zoológico atiborrado de fieras y de cotorras con vida propia, todas sueltas, algunas subidas a las copas de los árboles.
Reflexiona sobre ciertas tendencias en la escritura, reconociendo que en su estancia en París no tenía “nada que contar”:
1) La de quienes no tienen nada que contar.
2) La de quienes deliberadamente no narran nada.
3) La de quienes no lo cuentan todo.
4) La de quienes esperan que Dios algún día lo cuente todo, incluido por qué es tan imperfecto.
5) La de quienes se han rendido al poder de la tecnología que parece estar transcribiéndolo y registrándolo todo y, por tanto, convirtiendo en prescindible el oficio de escritor.
La casilla primera —la única que transité en aquel París de los años setenta— acababa siempre por enviarme a un paisaje gris de posguerra en Barcelona con una figura solitaria en el centro de la escena, en medio del paseo de San Juan, un flaco y pavoroso colegial aburrido, yo mismo sin ir más lejos.
Saca a relucir el cuestionamiento de la novela decimonónica en su afán de contarlo todo por medio del narrador omnisciente, existiendo para él algunas excepciones valiosas. Tal sería el caso de Kafka y de Moby Dick de Melville:
Siempre he pensado que en Moby Dick trazó una inmensa metáfora de la inmensidad, de la inmensidad de nuestra oscuridad.
De Thomas Wolfe, destaca algunas certeras reflexiones en El Angel que nos mira, afirmando que su deseo de abarcar todo, a punto estuvo de desestabilizar su obra.
Vila-Matas siempre ha sido muy claro al cuestionar la práctica del modelo de la novela del XIX en escritores contemporáneos.
El ensayista está rendido a Antonio Tabuchi, tocándole la fibra su Dama de Porto Pim, obra que enlaza con Noches insomnes, de Elizabeth Hardwick:
Me encantó de Dama de Porto Pim su nada corriente organización de los textos, su estructura tan parecida —al menos desde mi punto de vista— a la de Noches insomnes, otro libro fronterizo de gran calado, también tan dispar como unitario, donde, a través de fragmentos de memorias y notas personales, Elizabeth Hardwick iba componiendo el retrato de una creadora hecha a sí misma, con algunas influencias evidentes, pero en el fondo creadora única, siempre algo cansada, como una Billie Holiday de la literatura, rodeada de músicos aún más fatigados que ella, gafas de sol, insomnio ceniciento, gabanes agobiantes y las esposas de los músicos, todas tan rubias y tan y tan agotadas.
Ensalza el escritor el Tristram Shandy, de Laurence Sterne:
Tristram no sólo es mi amuleto, sino la columna vertebral de todo lo que he escrito. En esa posible biografía de mi estilo, que ya he abandonado, habría ocupado sin duda un lugar central. De hecho, no se puede entender casi nada de mí sin la influencia relampagueante del libro de Sterne.
Se enorgullece de pertenecer a la Sociedad de Amigos de Laurence Sterne.
Nos habla de escritores queridos, como Piglia, Raymond Roussel, Italo Calvino, Mallarmé, Julien Gracq…
Traba amistad el ensayista, con la escritora y cineasta Madeleine Moore, con la que posteriormente será parte activa de una performance:
De mis antiguos copains sólo busqué, en mi segundo viaje a París, a Madeleine Moore, porque tenía su dirección y habíamos mantenido una divertida correspondencia. En aquellos días, ella se estaba abriendo camino como artista de performance, y también como incisiva crítica de arte.
Vila-Matas en entrevistas ha revelado que la artista en realidad era Dominique González-Foerster, quien en el Centro Pompidou preparó una performance en la que participaba él mismo.
En su juego de ficción y no ficción introduce un escritor imaginario, Enzo Cuadrelli, quien está escribiendo un libro sobre el oficinista Bartleby. Eso lleva al escritor a repasar las renuncias a escribir de algunos escritores, como Rimbaud.
En Cascais, tras tres años de sequía creativa, curiosamente le suceden cosas al escritor. Invitado por el productor portugués Paulo Branco, se aloja en un hotel de la villa. En una habitación contigua, se encuentra el actor Jean-Pierre Leaud.
Es un texto disparatado donde el autor sufre insomnio a causa de su escasa creatividad. En el silencio de la noche se suceden las carcajadas del actor, que parecen ahondar en la herida del escritor:
Estaba acostado y perfectamente sin ideas, pero tranquilo en mi cuarto preguntándome, por primera vez, cómo era que todavía podía creer que mi salida del bloqueo sería ensayística. Y en eso oí la primera cadena de carcajadas de Jean-Pierre Léaud. Era lo último que podía esperarme. Unas risas que irrumpieron en el silencio de un modo yo diría que premeditadamente escandaloso, como si necesitaran ser obscenas para que no hubiera demasiadas dudas de que estaban allí, dispuestas a impedirme el sueño, o la concentración en el cada vez más improbable futuro ensayo.
El insomnio y el incidente ofrecen al autor la posibilidad de disertar sobre diferentes temas y escritores, como Sebald o Kafka.
En los textos de Montevideo y Bogotá, el escritor rememora el cuento de Julio Cortázar, “La puerta condenada”:
Hay un cuento formidable de Julio Cortázar en el que el cuarto de al lado de una habitación de hotel juega un papel fundamental. Es «La puerta condenada», pertenece tanto al mundo de la ficción como al mundo real, y tiene como escenario la ciudad de Montevideo, en Uruguay.
Es otro relato surreal donde el escritor se alojará en el hotel donde Cortázar escribió el cuento y, supuestamente habría una puerta ciega.
Vila-Matas, en realidad fue al hotel Cervantes para conocer la habitación, pero había cambiado de nombre y se dedicaba a actividades de citas.
En el texto, el narrador prosigue con sus referencias literarias, Idea Vilariño, Onetti, Felisberto, Borges o Cirlot:
La puerta, decía Cirlot, es una invitación a penetrar en el misterio, lo opuesto al muro, que sería lo masculino. Sus palabras no podían ser más aplicables a mi relación hasta entonces con «La puerta condenada».
Y pensé que llevaba toda la razón Cirlot cuando decía que las puertas eran umbral, tránsito, pero también parecían ligadas a la idea de casa, patria, mundos que abandonábamos para luego retornar.
También diserta sobre la obra de Cortázar, prefiriendo su faceta cuentística.
El autor en el cuarto, se sumerge en una extraña sucesión de hechos fantásticos.
La serie de hechos imprevistos parecen tratar de empujar al autor a la creación literaria:
Después del fragmento «París» y de mi fulminante y a veces, sólo a veces, angustioso bloqueo como escritor, tuve la impresión indemostrable de que la gente había empezado a conjurarse para que viviera historias que, a la larga, exigieran de mí que fueran narradas y me devolvieran al «recto camino». Inicié una cierta resistencia a esto, pero me di cuenta de que, con resistencia o sin ella, vivía más para escribir, aunque no escribiera.
De manera circular, el libro se cierra en el París —París no se acaba nunca— querido de Vila-Matas, en el que desarrolló su etapa de formación literaria.
Enrique Vila-Matas sigue reinventándose de nuevo, sin perder la ilusión por su oficio con casi 75 años. Propone un juego literario en una voz narrativa plena de ambigüedad, donde el lector en ocasiones duda de si lo narrado pertenece al personaje ensayista ficticio o al propio autor del libro. Los límites entre no ficción y ficción, siempre son difíciles de determinar y, tal como defiende el escritor ante tanta reiteración de los medios por poner etiquetas y tildarle de autor de auto-ficción; en una cita del libro, que incluyo en la portada, sagazmente determina que todo es auto-ficción, porque proviene de uno mismo e incluso ficción, ya que las palabras modifican los hechos reales. Vila-Matas rescata a su “troupe” de escritores, músicos y artistas de referencia, además de incorporar nuevas voces. Es de remarcar cómo se adentra en el fantástico, reinterpretando uno de sus cuentos preferidos de Cortázar. Pero lo que más se aprecia en la narración, es que el escritor se ha divertido y nos divierte con un texto poblado de inteligente humor.
Marianne Faithfull:
De 2018, Negative Capability, es una reflexión autobiográfica, donde aborda la pérdida de viejos amigos, su soledad viviendo en su ciudad adoptiva de París y el amor. De lo mejor de su carrera, y es que Marianne se rodeó de un selecto grupo de músicos y compositores: Nick Cave, Ed Harcourt, Warren Ellis, Rob Ellis, Rob McVey y Mark Lanegan; poco que añadir.
Foto: Marianne Faithfull (2008), De Andrew34 – Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4587907
Entre las referencias musicales del libro de Enrique Vila-Matas —que por cierto, tiene un exquisito gusto—, Marianne Faithfull aparece con la excelente canción, “No Moon in Paris”, perteneciente al disco mencionado, “Negative Capability”:
Se oía en aquel momento en el Bérgamo a Marianne Faithfull cantando No Moon in Paris. Y al decirme el joven Desdini que aquella era la canción que más le ayudaba a pensar en la vida y, como consecuencia de esto, a entristecer y, a partir de ahí, «desatarse» a la hora de exponer problemas matemáticos, quedé verdaderamente expectante.
Creo que puedo explicarte algo —dijo, y, con su permiso, grabé su respuesta—, los caminos aleatorios son caminantes que deciden pasearse al azar en un laberinto dado.
Canción con la letra y el vídeo de “No moon in Paris”:
"No Moon in Paris" Negative Capability, Lp (2018) Marianne Faithfull There's no moon, no moon in Paris And it's very lonely here tonight Everywhere else there's a full moon But not here, not now, and nothing's going right What can I do but pretend to be brave? And pretend to be strong when I'm not? There's no moon, no moon in Paris tonight And it's lonely, and that's what I got No moon, no moon in Paris And it's very lonely here tonight When I think of all the moons that shone for us so distantly All through the full moon night It always made me gasp, gasp with love to see But that was when I still loved you, and you loved me There's no moon, no moon in Paris tonight And it's lonely, and that's all I've got Everything passes, everything changes There's no way to stay the same As we love, and so above The only thing that stays the same is love I've seen the moon in Morocco And I've seen the moon in Brazil Oh, I've seen it in the darkest times Coming over the hill In Martinique, it shines on the sea But in Paris, it usually shines on me There's no moon, no moon in Paris And it's lonely, as lonely as can be.
"No hay luna en París" Negative Capability, Lp (2018) Marianne Faithfull No hay luna, no hay luna en París Y está muy solitario aquí esta noche En todas partes hay luna llena Pero no aquí, no ahora, y nada va bien ¿Qué puedo hacer sino pretender ser valiente? ¿Y pretender ser fuerte cuando no lo soy? No hay luna, no hay luna en París esta noche Y está solitario, y eso es lo que tengo Sin luna, sin luna en París Y está muy solitario aquí esta noche Cuando pienso en todas las lunas que brillaron para nosotros tan distantes Durante toda la noche de luna llena Siempre me hizo jadear, jadear de amor ver Pero eso fue cuando todavía te amaba, y tú me amabas No hay luna, no hay luna en París esta noche Y está solitario, y eso es todo lo que tengo Todo pasa, todo cambia No hay manera de permanecer igual Cómo amamos, y tan arriba Lo único que permanece igual es el amor He visto la luna en Marruecos Y he visto la luna en Brasil Oh, lo he visto en los tiempos más oscuros Viniendo por la colina En Martinica, brilla en el mar Pero en París, suele brillar sobre mí No hay luna, no hay luna en París Y está solitario, tan solitario como puede estar.