Bartleby y Compañía

Enrique Vila-Matas “Bartleby y compañía” Libro, Ed. Anagrama 2006

Vila-Matas, apoyándose em la ficción de un escritor que se propone la escritura de un diario y al mismo tiempo un cuaderno de notas de un texto invisible sobre “bartlebys”; tras veinticinco años sin escribir; desarrollará un estudio con “La idea de rastrear la literatura del No, la de Bartleby y compañía”.

Bartleby, el personaje inolvidable del libro de Melville, que trabaja de copista en una oficina y ante la pregunta de su jefe para que le cuente algo de su vida o realice un determinado trabajo, contesta:

“-Preferiría no hacerlo”.

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Desfilan por sus páginas autores como Robert Walser, que trabajó en diversos empleos y “sabía que escribir que no se puede escribir, también es escribir”; Juan Rulfo que escribe dos obras maestras: “Pedro Páramo” y “El Llano en Llamas”, para no volver a escribir más. Rimbaud, que a los diecinueve años ya había escrito toda su obra.

Nos cuenta la renuncia de Pepín Bello a escribir “porque considera que él no es nadie” o los casos de Arthur Cravan, que decía ser sobrino de Oscar Wilde y editó cinco números de una revista en París, para viajar a México, subirse a una canoa y no volverse a tener noticias de él; al igual que Hart Crane, que escribió un poema épico elogiado, “El Puente” y también desapareció en el Golfo de México.

También habla de Duchamp y su abandono de la pintura más de cincuenta años, o el caso de De Quincey:

“En De Quincey el síndrome de Bartleby se manifestó en forma de opio. De los diecinueve a los treinta y seis años.”, para crear el famoso opúsculo “Confesiones de un comedor de opio inglés”.

De Felisberto Hernández, caso diferente; nos cuenta el autor:

“no es un escritor del No, pero sí lo son sus narraciones. Todos los cuentos que escribía los dejaba sin acabar, Le gustaba negarse a escribir desenlaces.”

Por supuesto aparece Salinger, con cuatro libros:

“lleva treinta y seis años de riguroso silencio que ha venido acompañado, además, de una legendaria obsesión por preservar su vida privada.”

Más huidizo es Thomas Pynchon que no se deja ver por ningún lado y sólo conocemos una foto juvenil suya.

El narrador nos habla de los dos relatos con el síndrome Bartleby, por excelencia: “Wakefield” de Hawthorne y el propio relato de Melville:

“En estos dos cuentos hay renuncias (a la vida conyugal en el primero, y a la vida em general en el segundo)”

Incluye reflexiones sobre la creación, como la expuesta por Julio Ramon Ribeyro, que escribe:

“Guardamos todos un libro, tal vez un gran libro, pero que en el tumulto de nuestra vida interior rara vez emerge o lo hace tan rápidamente que no tenemos tiempo de arponearlo.”

Casos raros como el de Henry Roth, que escribió su libro “Llámalo Sueño”, pasa desapercibido, lo reeditan años más tarde con grandes elogios y treinta años después del éxito de la reedición, escribe intensamente “A merced de una corriente salvaje” en cuatro extensas entregas; o el caso de Juan Ramón Jiménez, que al morir Zenobia dejó de escribir.

Por contra, el escritor antibartleby por excelencia es George Simenon:

“De 1919 a 1980 publicó 190 novelas con diferentes pseudónimos, 193 con su nombre, 25 obras autobiográficas y más de un millar de cuentos, además de artículos periodísticos y una gran cantidad de volúmenes de dictados y escritos inéditos.”

Obra muy original de Vila-Matas, que entre el juego de ficción y la aportación minuciosa de datos reales junto a observaciones propias; plantea un amenísimo ensayo en torno a la creación de una obra, centrándose principalmente en la renuncia a la misma; en todas sus variantes.

Desfila la música de Chet Baker por el libro:

“Hoy es 17 de julio, son las dos de la tarde, escucho música de Chet Baker, mi intérprete preferido”

“Time After Time”  Chet Baker (Belgium, 1964)

Chet Baker (flugelhorn, vocal),
Jacques Pelzer (alto sax, flute),
Rene Urtreger (piano),
Luigi Trussardi (bass)
Franco Manzecchi (drums)

En otro apartado del libro aparece Tony Fruscella, seguidor de la escuela de Chet Baker y Miles Davis:

“Me he levantado del sofá para poner de fondo música de Tony Fruscella, otro de mis artistas favoritos.”

“Metropolitan Blues”  Tony Fruscella, 1955

Tony Fruscella
– Trumpet.
Allen Eager – Tenor Sax.
Danny Bank – Baritone Sax.
Chauncey Welsch – Trombone.
Bill Triglia – Piano.
Bill Anthony – Bass.
Junior Bradley – Drums.

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