Dentro de los géneros de manga, el que suelo frecuentar en determinados momentos es el llamado “Seinen” o manga para jóvenes y adultos. Jirō Taniguchi es uno de los principales valedores en este género, dentro de una línea narrativa emparentada con la literatura y en lo visual, muy cercana al cine del maestro director japonés, Yasujirō Ozu.
Embed from Getty ImagesPara situarnos dentro de los parámetros en que se mueve nuestro creador nada más ilustrativo que una entrevista aparecida en L’indispensable, número 0, en 1998:
L’Indispensable: El manga no parece sujeto a la existencia de “escuelas” o de estilos gráficos, como conocemos en el cómic europeo.
“Es cierto que las diferencias de estilo no son tan marcadas, y muchos dibujantes se parecen. Es una pena que muchos autores se contenten con seguir la corriente y la moda. Su ambición se limita a imitar los mangas que han tenido un gran éxito comercial. Desde luego, estos estilos de dibujo responden a lo que esperan los lectores, pero no creo en esta vía; todavía es posible para nosotros progresar, hacer evolucionar nuestro propio sistema de expresión».
Jirō Taniguchi
L’Indispensable: ¿El acto de dibujar es para Ud. algo natural o una forma de autodisciplina?
“Como ya he dicho, los mangas me interesan desde mi infancia. He leído muchos y he dibujado muchos también. Adquirí la base mientras era asistente, y hoy solo me queda practicar para completar mi aprendizaje. Reflexiono mucho antes de dibujar. Pienso que la expresión del manga se sitúa entre el cine y la novela. Por lo que, si quieres crear un manga que sea personal, a largo plazo, hay que saber que será muy difícil, a menos que aprendas de todo ello y lo adaptes».
Jirō Taniguchi
L’Indispensable: ¿Tiene tabúes gráficos?
“De momento no, si bien es cierto que en Japón algunas leyes municipales prohíben la representación de sexos durante el acto sexual. Es por eso que me esfuerzo por emplear medios de representación que estimulen la imaginación de los lectores, y no me siento, así, jamás limitado».
Jirō Taniguchi
L’Indispensable: Celebra la belleza de la simplicidad, del instante, un respeto casi ceremonioso de la vida…
“Soy budista y me interesa especialmente uno de los principios enseñados por Buda que se llama mikkyô. Esta doctrina propone una visión profunda del universo. Pone en evidencia la influencia de los deseos sobre el hombre y nos enseña que lo importante para guiar a buen puerto nuestra existencia, reside en el principio esencial de la “virtud”».
Jirō Taniguchi
L’Indispensable:: ¿Duda a veces de su capacidad?
“A veces, siento limitaciones en el plano técnico. Pero creo que puedo superar esto con la práctica, como lo he hecho hasta ahora. Me estrujo el cerebro para tratar de encontrar el estilo gráfico y la puesta en escena que más conviene a las diferentes obras y temas. Pero no es precisamente al vencer las dificultades una a una que puedo progresar y crear nuevas formas de tebeos?”.
Jirō Taniguchi
L’Indispensable:: Tiene el temor, de dejar de amar lo que hace?
“Nunca he detestado mis dibujos, pero es cierto que a veces he sentido un cierto temor. Se manifiesta cuando constato los límites de mi capacidad y de mi técnica, en el momento de representar una nueva historia. Tengo la sensación de deber siempre aumentar mis posibilidades de expresión, ya sea del dibujo, de la puesta en escena o de la composición. Trabajo constantemente afrontando el dilema de que mis obras no serán jamás perfectas… Cuando me lanzo a un nuevo proyecto, necesito una gran concentración para superar la presión que siento. Tengo todavía un montón de cosas que aprender como mangaka».
Jirō Taniguchi
Hoy voy a hablar un poco del primer cómic que leí de él y desde luego uno de los fundamentales en su obra: “Chichi No Koyomi” original de 1994, traducido en español como “El Almanaque De Mi Padre” y publicado por Planeta entre 2001 y 2002 en tres tomos. Es la edición que yo leí. Planeta lo ha reeditado íntegramente en un volumen en 2020. Es la obra que podéis adquirir actualmente, pues las antiguas están descatalogadas.
Jirō desafortunadamente falleció en 2017, cuando contaba con 70 años de edad. Todavía podía habernos entregado alguna obra maestra más, pero lo que nos legó, afortunadamente en buen número; son obras inolvidables.
Centrándonos en la obra que nos ocupa, Jirō mezcla en una historia intimista, detalles autobiográficos con otros ficcionales. Youichi es el personaje central sobre el que gira el relato y en alguna medida, ejerce de alter ego del autor.
Es un diseñador acomodado que vive en Tokio con su mujer. Recibe la noticia del fallecimiento de su padre, teniendo que viajar a Tottori para el velatorio y posterior entierro.
Youichi tiene remordimientos por no haber acudido al hospital y no visitar con frecuencia a su padre. Su mujer incluso le recuerda que hace 14 o 15 años que no viaja a Tottori.
En el Epílogo de la obra, Taniguchi nos cuenta sus sentimientos en relación con el alejamiento de sus padres, ambos viviendo en el momento de crear el cómic a diferencia del padre fallecido en la obra:
“Estuve mucho tiempo sin ir a Tottori, mi pueblo natal; tanto que llegué a olvidar cuando había sido la ultima vez que fui. No había en mi vida ninguna complicación que me impidiera ir al pueblo. Era sólo debido a que tenía mucho trabajo y me daba un poco de pereza salir. Yo soy el hermano menor y mis padres, que están en el pueblo, viven con la familia de mi hermano mayor y están bien. Para mí el pueblo era un lugar al que, si no iba, no pasaba nada. Creo que en este sentido, no me he portado demasiado bien con mis padres».
Jirō Taniguchi en el Epílogo de la obra
Youichi presenta un rechazo visceral hacia su padre, debido a la salida temprana de su madre del hogar y consiguiente divorcio. Siempre se sintió muy apegado a su madre y este hecho produjo un alejamiento hacia su padre. Estos elementos sí parecen ficcionales teniendo en cuenta las declaraciones del autor.
Youichi tiene cierto temor al rechazo de su familia por no haberse preocupado más de su padre. En cambio, se sorprende gratamente, pues en su regreso es acogido de manera cordial por la familia, integrándose de esta forma con ellos de una manera natural. Se sorprende a su vez por el cambio experimentado por el pueblo tras tanto tiempo.
Taniguchi nos cuenta su regreso al pueblo, sus primeras impresiones y la acogida de su familia, muy en conexión con el personaje del cómic:
“Aquel año, aprovechando que tenía que ir a Kioto a hacer unas localizaciones para un manga, decidí sacudirme la pereza e ir a Tottori después de tanto tiempo. Creo que, cuando de repente supo la noticia, mi familia se sorprendió muchísimo. Antiguamente en tren se tardaban ocho horas, pero ahora hay vuelos directos desde Tokyo tres veces al día y en aproximádamente una hora se llega al aeropuerto. La distancia se ha hecho mucho más corta. Me quedé asombrado al ver cuánto había cambiado mi pueblo en estos quince años. El paisaje de la ciudad era totalmente distinto. Fue entonces cuando me di cuenta de cuánto tiempo había estado lejos de allí.
Sin embargo, cuando estaba hablando y tomando unas copas con mi familia, mis parientes y mis amigos, vi que ellos no habían cambiado mucho, quizás solamente habían envejecido un poco; y esto me tranquilizó. En ningún momento me hicieron sentir que había estado lejos tanto tiempo; me recibieron con enormes muestras de cariño. Será porque viven en ese ambiente cálido de campo. Puede que el que más había cambiado fuera precisamente yo».
Jirō Taniguchi en el Epílogo de la obra
Nos sigue explicando Jirō, como ese regreso se torno tan agradable como para originar la creación del cómic, estableciendo la localización en Tottori:
“Probé a pasear por aquel pueblo tranquilo que tantos recuerdos me traía. Entre los edificios modernos, quedaban todavía hileras de casas que yo recordaba haber visto de pequeño. Sentado en un banco de las ruinas del castillo, miré la vista panorámica de la ciudad y sentí que era mágico que yo estuviera allí en aquel momento. Me venían a la mente recuerdos muy variados de cosas que yo había olvidado. Aquí es donde todo empezó para mí. Nunca hubiera imaginado que el paisaje de mi pueblo me hiciera sentir tan bien y me enterneciera tanto.
Esta obra, “El Almanaque de mi padre”, la he creado basándome en estos sentimientos que el pueblo me inspiró. Al principio no pensaba situar la obra en un pueblo concreto, pero como, desde el principio, había planeado que el gran incendio fuera la causa de que los lazos de aquella familia se rompieran, hice que la historia pasara en Tottori, lo que me permitió incluir experiencias de mi propia infancia».
Jirō Taniguchi en el Epílogo de la obra
Por medio de una serie de analepsis, Taniguchi, a través de Youichi rememora escenas de su infancia. Hábilmente, alterna los recuerdos del pasado con el instante presente en el velatorio de su padre.
La infancia de Youichi se desarrolla en los duros momentos de Japón tras la Segunda Guerra Mundial. A esto hay que añadir otra circunstancia adversa que realmente ocurrió en Tottori: un devastador incendio que arrasó parte del pueblo en 1952. Jirō como antes ha comentado en el extracto del epílogo quería que el incendio incidiera en la ruptura del matrimonio en el cómic.
El padre de Youichi, Takeshi; es peluquero y a raíz del incendio, con la peluquería arrasada por el fuego, necesita trabajar más horas para alimentar a la familia y devolver un préstamo a la familia de su mujer. Todo ello hace que el padre apenas pueda pasar tiempo con su mujer y los niños.
Taniguchi, como manifiesta en el Epílogo, plantea como punto de desestructuración familiar el incendio de la pequeña ciudad. Seguramente afectó a buena parte de sus habitantes en aquellos años, incluso a los propios padres del autor; supuestamente. Los niños apenas ven al padre por su continuado trabajo y únicamente se refugian en la madre. Con ella realizan actividades juntos, como ir al cine:
La compleja relación del padre con su mujer provoca la salida de ésta y un posterior divorcio.
En sus recuerdos, Youichi alberga pocos momentos de distensión y esparcimiento con su padre, salvo la felicidad de algunos instantes en el verano.
Pasado un tiempo entrará en la vida de Takeshi y sus hijos una segunda mujer que establece una relación conciliadora en la familia.
Recuerda Youichi la etapa adolescente, sus inicios en la fotografía y sus estudios universitarios en Tokio.
En el velatorio se desvelan aspectos desconocidos que Youichi desconocía de su padre. Se producen momentos intensos emocionalmente en la obra, un aspecto que Taniguchi desarrolla con maestría en sus obras, plenas de humanidad.
Taniguchi plantea un ejercicio de memoria emocional con implicaciones personales. Tanto en esta obra como en otras posteriores, desarrolla un costumbrismo con tendencias humanistas, teniendo predilección por los detalles y conjugando la influencia europea de la “línea clara” en sus trazos sencillos, simples y definidos, con el manga japonés de influencia clásica pero abierto de miras en la estructura y el pensamiento.
Taniguchi no juzga a sus personajes y plantea por medio del personaje principal un ejercicio de comprensión. Entenderá la difícil decisión de la salida de casa de su madre y el proceder de su padre. La desintegración familiar tiene su origen en una causa externa natural incontrolable. Ese progresivo cambio que va teniendo lugar a lo largo del cómic en Youichi, redunda en su propio autoconocimiento y también en el del autor. Comprenderán que su alejamiento de sus orígenes ha sido injusto. Ambos se reencuentran con un pasado necesario, estableciendo los pilares de un presente y futuro comprensivo y esperanzador.
“El Almanaque de Mi Padre” es una excelente manera para que comencéis a explorar la obra de un autor que siempre se esforzó en imprimir un sello de calidad en todas sus creaciones.
¡No esperéis más y adentraros en sus obras!
(“Chichi No Koyomi” Jirō Taniguchi 1994)
“El Almanaque de Mi Padre” Jirō Taniguchi
Editorial: Planeta, Edición 2020 🔗
Traducción: Daruma
Imágenes Procedentes de la edición 2001, 2002, salvo portada.