El primer cómic que llegó a mis manos de Jacques Tardi, estaba dentro de la colección Cimoc de Norma Editorial, allá por 1982, perteneciente a la serie: “Las Aventuras extraordinarias de Adèle Blanc-Sec“, en concreto, el primero, Adèle et la Bête (Adèle y la Bestia), originalmente publicada en Francia en 1976. Tardi recrea una detective intrépida en el personaje de Adèle, a principios del siglo XX. Se mueve la historia y sucesivamente ocurrirá con toda la serie, dentro del folletín y el detectivesco. La aventura no da tregua, entremezclándose realidad y fantasia. Destacaba la originalidad del dibujo de Tardi y una trama entretenida. Ni que decir tiene que fui completando la saga poco a poco. Norma, editó un integral hará unos años en tres tomos que todavía seguro que podéis encontrar.
Comencé desde entonces a comprar todo lo que veía de Jacques. Conseguí “Brouillard au pont de Tolbiac” de 1982, editada en España por Norma (Niebla en el puente de Tobliac, 1985). Era la primera colaboración de Jacques con Léo Malet, conocidísimo y apreciado escritor de policial en Francia. La adaptación que el tándem Tardi–Malet, recrean de la novela con Néstor Burma como detective y personaje principal; es magnífica.
Tuve que esperar cuatro años para poder leer la segunda colaboración de los dos autores, su “120, Rue de la Gare” (1988). En España llega en 1989 de la mano de Norma: “Calle de la Estación, 120“. Es el cómic que propongo. Al igual que en Tolbiac, la integración entre Tardi y Malet no puede ser más productiva. A mí, incluso me gusta más. El haber ya colaborado anteriormente, origina un álbum más fluido.
Nacido en Valence en 1946 el historietista francés cursó estudios de Bellas Artes en Lyon y posteriormente en París, Artes Decorativas. Su padre estuvo muy atormentado por su participación en primera línea en la II Guerra Mundial y ver de lleno los horrores que tuvo que presenciar. Ese hecho marcó, sin lugar a dudas a Jacques y lo ha plasmado en otra línea suya en la que explora las dos grandes guerras en cómics tan excelentes como “La Guerra de las Trincheras” o “Puta Guerra“. De hecho, Tardi ha recreado varios libros autobiográficos sobre su padre y las experiencias traumáticas como prisionero en los campos alemanes o Stalags.
Tardi como ocurría con Eisner (Ver Aquí), propugna otorgar al cómic el estatus que merece. El cuidado narrativo y visual de sus creaciones es indiscutible. Cuando se une a Léo Malet, parten de una obra literaria, cuidando el guión y aplicando Jacques esos contrastes entre el blanco y negro tan característicos suyos, creando esa atmósfera tan sugerente de las grandes películas clásicas del cine negro.
En 2010 en una entrevista en El País muy interesante, podemos conocer más acerca de su opinión sobre el cómic como medio artístico:
Borja Hermoso: Esas voces tan solemnes a las que les parece fatal que el “arte secuencial” descrito por Will Eisner en 1985 y cuyos orígenes se remontan a las tiras cómicas de la prensa popular estadounidense de los primeros años del siglo XX encuentre su lugar bajo el sol en librerías (fenómeno creciente) y en medios de masas.
A lo que vamos: Jacques Tardi encuentra su medio camino entre las prescindibles solemnidades de uno y otro bando en esto de los tebeos, y explica:
“Ya es tarde para despreciar al cómic como género, está ahí desde hace tiempo y es indiscutible su potencia y eficacia narrativa; si el cómic es un arte o no, si es arte menor o mayor, o si se llama tebeo, cómic o novela gráfica, me da exactamente igual, no me interesa nada el debate, sólo el placer que experimento ejerciendo el oficio”.
Tardi
Borja Hermoso: ¿Y cómo ejerce ese oficio en un país como el suyo, Francia, donde los grandes autores llegan a convertirse en auténticas estrellas en vez de tener que emigrar o dedicarse a la publicidad o al ostracismo, como ocurre en España?:
“Por la mañana me levanto, me siento en la mesa de dibujo, veo lo que hice la noche anterior, me rasco la cabeza, pienso si está bien o si hay que repetirlo o retocarlo, y así paso mis días… sin que nadie me toque las narices”.
Tardi
Borja Hermoso: Él supo lo que quería ser -pensador y dibujante de tebeos- muy de pequeñito, quizá porque enseguida le vio a la cosa un aire de contracorriente:
“Durante mucho tiempo también hubo en Francia ese desprecio al medio; cuando yo iba al cole tenía un profesor que se divertía destrozando en el estrado delante de toda la clase los tebeos que encontraba en mi carpeta… y un buen día me dije: ‘Coño, a lo mejor es que los tebeos son algo subversivo’, y me dije también: ‘Coño, esto puede ser una profesión”.
Tardi
Y qué decir del autor nacido en Montpellier, Léo Malet (1909–1996); cuya agitada vida daría para un sólo artículo dedicado a él. Se considera en Francia uno de los principales escritores de novela negra o polar, como es llamado en nuestro país vecino. En España es menos conocido, de hecho, la editorial Asteroide es la única que está mostrando interés en publicar sus obras y hasta el momento ha lanzado las dos citadas anteriormente y “Ratas de Montsouris“.
La historia de su infancia es trágica. Con dos años, fallece su padre, dos días después su hermano de seis meses y un año más tarde, su madre; los tres murieron por tuberculosis. Es acogido por sus abuelos.
Otro hecho que marca su vida es el descubrimiento del periódico anarquista “Le Libertaire“, en 1923. Se une a partir de ese momento al Grupo Libertario de Montpellier.
Apenas con 100 francos en el bolsillo llega a París a finales de 1925. Sigue frecuentando los círculos anarquistas. Se gana la vida como puede: cantante de cabaret, oficinista, obrero, periodista ocasional… Es recluído en una prisión juvenil por vagancia.
Conoce a Paulette Doucet que lo ayuda en la pobreza, sustentando a Léo; desde entonces será un pilar en su vida.
El encuentro con Breton en 1931 influirá en su poesía, imbuida en el surrealismo (Léo ha escrito algunos libros de poesía, siendo esta faceta suya menos conocida). Flirteará también con el Trotskismo. Regentará una pequeña tienda de periódicos entre la calle Sainte-Anne y Les Petits-Champes. Por allí cerca, establece la oficina de su detective Nestor Burma. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial es arrestado por conspiraciones subversivas. Estará preso en Rennes y Sandbostel en Alemania hasta mayo de 1941.
A su regreso a París comenzará a escribir novelas de kiosko bajo seudónimos. A pesar de que va ganándose la vida, no parece estar convencido y basándose en París como fondo, crea al detective Néstor Burma, publicando su primera novela, Calle de la Estación, 120 en 1943. Como trasfondo figura La Segunda Guerra Mundial y la ocupación alemana en Francia. Léo es habil en sortear la censura impuesta, ya que la trama principal se mueve en un caso donde se producen una serie de asesinatos e incognitas dentro de la novela negra.
Centrándonos en la obra que nos ocupa, nadie mejor que Tardi para recrear al detective cínico y libertario, Néstor Burma. Junto a los anteriores rasgos, el detective aparece en el dibujo con su gabardina y su omnipresente pipa como una prolongación de su creador, Léo Malet.
Parte la historia en 1940 en un stalag o campo de prisioneros alemán, de modo autobiográfico (Malet estuvo prisionero y también lo estuvo el padre de Tardi). Jacques adjunta una foto de su padre como prisionero y le dedica el álbum. Por su parte Malet lo dedica a sus compañeros de cautiverio en el Stalag XB.
Nuestro detective conoce a un prisionero amnésico, con los pies quemados y antes de expirar pronuncia a su oído: “Diga a Hèléne, calle de la Estación, 120”. Néstor toma sus huellas y recoge de la cartera una foto para proceder a encontrar a la tal Hèléne y comunicarle la frase pronunciada una vez esté en libertad.
Liberado, es enviado a Lyon y cuando está el tren llegando a la estación, en primer plano ve a una hermosa mujer que parece ser una conocida actriz. Poco antes de bajar se ve envuelto en otro incidente donde vuelve a escuchar de nuevo la frase pronunciada por el amnésico y observa a la supuesta actriz empuñando una pistola.
La acción transcurrirá desde ese momento en Lyon. Tardi, consumado detallista nos dibuja el aspecto que la ciudad tiene en tiempos de ocupación alemana. La niebla de la ciudad, las calles adoquinadas, los carteles alusivos al colaboracionista Petain y los aclamatorios al general De Gaulle.
Una serie de personajes van entrando en escena. El comisario Bernier que comienza a investigar el suceso, el periodista Covet, amigo de Burma. El abogado Montbrison. Otros detectives privados, como Lafalaise.
La historia tendrá una nueva ambientación a partir de un momento determinado. Burma tendrá que desplazarse a París para continuar la investigación. Su secretaria también se llama Hèléne, nombre pronunciado por el amnésico y desea interrogarla por su vinculación en la trama. Nuestro detective ha estado maldiciendo continuamente la ciudad de Lyon y desea llegar a su añorada París, a pesar de los omnipresentes alemanes.
La trama se va complicando cada vez más, como en toda buena novela negra, transcurriendo la historia en medio de las alertas aéreas de la guerra.
Os he dejado unas pinceladas y unas imágenes para que os hagáis una idea de la trama y el dibujo de Tardi. El resto os queda a vosotros en conseguiros el cómic y disfrutarlo tanto como yo ahora en la nueva revisión. Desde que lo compré hace treinta años, creo haberlo leído cuatro o cinco veces. Norma, recientemente ha editado un integral de Néstor Burma 🔗, con las cuatro colaboraciones entre Tardi y Malet. Aconsejable si queréis haceros con toda la serie.
Para finalizar dejo un vídeo donde Tardi perfila su creación de Néstor Burma.