Samsara cártel

Lois Patiño “Samsara” (2023)

Lois Patiño, originario de Vigo y nacido en 1983, además de formación en cine posee estudios de psicología. Comenzó su carrera cinematográfica realizando cortometrajes, y posteriormente los ha ido alternando con el largometraje, siendo sus dos primeros trabajos, Costa da Morte (2013) y Lúa vermella (2020). Los cortometrajes y sus dos largos mencionados, presentan una base documental, en la que Patiño trata de incluir un hilo narrativo. En su trabajo, se destaca la relevancia que el director concede al paisaje y a la interacción de los habitantes locales con su entorno.

Samsara (2023) es su actual tercer trabajo largo y, a pesar de que se puede observar su enfoque documental, incluye una narrativa más clara que en sus anteriores proyectos. La obra ha sido interpretada por residentes locales sin formación actoral. La película ha alcanzado diversos premios: Premio Especial del Jurado de la sección Encounters de la Berlinale 2023, Mejor Película en la Competición Film Forward (Festival Internacional de Tesalónica 2023), Premio del Público en el Ficunam (Festival de Cine UNAM 2023), Mejor Música Original (Festival de Cine Independiente de Burdeos 2023) y Mejor Película en la Competencia Iberoamericana (Lima Alterna Festival de Cine 2023).

En su página personal, que resulta muy interesante, se destaca la sinopsis de la película: “Samsara es el ciclo budista de muerte y reencarnación. Desde los templos de Laos, conviviendo con monjes adolescentes, acompañamos a un alma en su tránsito de un cuerpo a otro, a través del bardo. Las palabras del “Libro tibetano de los muertos” nos sirven aquí de guía para no perdernos por el más allá. Un recorrido lumínico y sonoro que nos llevará a reencarnarnos en las playas de Zanzíbar, donde grupos de mujeres trabajan en granjas de algas”.

“Samsara” Trailer Oficial

Sigo rescatando palabras del propio director en su página. En las Notas de Intención, detalla: “Samsara profundiza en algunas constantes que he ido explorando en mi trabajo: la reflexión sobre la relación entre el ser humano y el paisaje, un interés antropológico centrado especialmente en lo mítico y espiritual o la voluntad de llevar al espectador a una experiencia íntima y meditativa. En mis películas anteriores, he desarrollado conceptos que tienden a “vaciar” la imagen, como la distancia, la duración o la inmovilidad. Las figuras humanas aparecen en estas películas muy alejadas o paralizadas, sugiriendo, de alguna manera, una desaparición, un diluirse del ser humano en el paisaje. En Samsara sigo trabajando desde este concepto freudiano de “sentimiento oceánico”: sentirse formar parte del Todo, como la gota de agua forma parte indivisible del Océano; una idea de comunión espiritual presente también en el concepto de Iluminación budista que el proyecto explora”.

La intención permanece, como mencioné al inicio y él mismo aclara, en la exploración de esta conexión entre el ser humano y el paisaje. En Samsara, Lois explora un ámbito espiritual en el que el ser humano se integra o se amalgama con su entorno, con el propósito de lograr una cohesión. Asimismo, su objetivo es que el espectador asuma un papel activo, participando de manera similar en el ámbito espiritual.

En la película observamos dos partes diferenciadas, fundidas por un segmento central. La primera parte tiene lugar en Laos. Patiño nos refleja la rutina de unos jóvenes monjes budistas, sus meditaciones, sus faenas comunitarias… Durante los momentos de descanso, se evidencia la llegada de la modernidad a estos lugares remotos, ya que algunos de los monjes son vistos utilizando smartphones.

Samsara 1

Posteriormente, se centra en un novicio (Toumor Xiong), quien observa a un joven ajeno a la congregación, Amid (Amid Keomany). Amid realiza encargos para los monjes y frecuentemente cruza un río en una barca para visitar a la anciana Mon (Simone Milavanh). Esta mujer, que se encuentra en un estado de salud muy frágil, apenas puede ver y tiene escasas fuerzas para levantarse. Amid suele leerle todos los días el Bardo Thödol o Libro tibetano de los muertos, con el fin de preparar a la anciana para su inminente muerte. Su intención es terminar de leérselo antes de su fallecimiento.

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En el templo budista apreciamos conversaciones sugerentes. A partir de ellas, se infiere que el novicio proviene de un entorno modesto y pertenece a la etnia hmong, de creencia animista, pero su deseo es profundizar en su comprensión del budismo. Otro joven que también comparte las mismas creencias animistas, revela similar origen humilde, su procedencia de una región apartada y su interés por el budismo, ya que este promueve la noción de “ser buenas personas”.

En un momento determinado, el novicio solicita a Amid que lo acompañe, junto a otros monjes, en una barca para visitar unas impresionantes cataratas. La experiencia en las cascadas resulta muy reveladora, ya que se puede observar a los monjes disfrutando de la naturaleza sin inhibiciones y presenciar las conversaciones entre Amid y el novicio. Amid comparte que ha encontrado en línea información sobre la creencia de que el cuerpo, después de la muerte, puede percibir lo que se dice a su alrededor durante varias horas. Durante esta conversación, los jóvenes comparten sus aspiraciones futuras. Amid manifiesta su deseo de hacerse un nombre en el ámbito del rap, mientras que el novicio revela que, al concluir su tiempo en el templo, planea continuar sus estudios en la universidad, enfocándose en el área de la informática.

Amid recibe una llamada requiriéndole con urgencia pues ha fallecido la anciana. Al llegar y tal como le había confiado al novicio sobre la escucha de las personas fallecidas, termina de leerle el libro de los muertos a Mon.

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A partir de ese momento, se introduce un elemento inesperado por parte de Lois, quien invita a los espectadores a participar activamente cerrando los ojos. Esta acción nos permite entrar en un estado meditativo donde principalmente percibimos destellos visuales y una sugerente variedad de sonidos. A mi parecer, no es relevante revelar esta sorpresa central, pues lo verdaderamente interesante es vivirlo de manera personal. Aquí, en esta parte, entiendo que lo ideal sería que lo experimentáramos en un cine junto a más personas. De no ser así, sugiero que en este momento central, se apaguen las luces dejando que los destellos visuales se reflejen en nuestros párpados, además de aumentar un poco el volumen del sonido para escuchar atentamente los diferentes sonidos que emanan de la película.

En las Notas de Intención Lois Patiño refleja su propósito con esta experimentación: “En Samsara quería llevar el “vaciamiento” de la imagen un paso más allá y explorar más profundamente la idea y la representación de lo invisible en el cine. Así es como pensé en hacer una película para ver con los ojos cerrados. Quería también aproximar aún más la experiencia cinematográfica a la meditativa y que la sala se convirtiera en un espacio de meditación colectiva. Me interesa, por otro lado, la multiplicación de la imagen que provoca el gesto de cerrar los ojos, ya que el sonido evocará imágenes diferentes a cada espectador. Así como la experiencia perceptiva singular derivada del hecho de que sea el párpado, empapado de luz, el que se convierta en pantalla. El ‘Libro tibetano de los muertos’ -una descripción detallada de lo que nos encontraremos en el más allá- me pareció un lugar óptimo para desarrollar esta propuesta cinematográfica de ojos cerrados, por ser un espacio espectral, donde lo evanescente y fugaz adquiere mayor presencia”.

La transición desde el estado meditativo que hemos experimentado tras la muerte de Mon y la lectura de Amid del Bardo Thödol, nos lleva a África, específicamente a Zanzíbar. Se trata del segundo escenario de la película. El primer ciclo se ha cerrado para dar paso al segundo en el que la niña Juwairiya (Juwairiya Idrisa) es despertada con gotitas de agua (tal como Amid había despertado a Mon) por su madre Mariam (Mariam Vuaa). En este contexto, Mariam le informa sobre el nacimiento de la cabrita Neema. Este evento no es trivial, ya que Mon había manifestado su deseo de renacer como una cabra a Amid, lo que añade un matiz especial a la llegada de este nuevo ser.

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Asistiremos a la rutina cotidiana de esta familia, la niña jugando con la cabrita, yendo al colegio y aprendiendo en él o pasando el rato con sus amigas, pero siempre cerca de su cabrita. La madre y la abuela trabajando en las faenas de la casa o interesándose por el refinado de las algas porque pretenden instalar una máquina en casa para producir y vender jabón. Lois refleja las faenas de las mujeres recogiendo algas y pone de manifiesto la problemática que enfrentan las mujeres que recogen algas, quienes protestan por la contaminación provocada por los hoteles que vierten aguas residuales después de agosto, afectando tanto a las algas como a los peces. Estas quejas también incluyen la falta de remuneración justa por su arduo trabajo.

Un momento significativo es el encuentro de la niña con dos jóvenes masáis. Es fundamental subrayar la manera en que Lois Patiño sugiere una comprensión intercultural. En Laos, la religión budista predominante incluye a animistas, mientras que en Zanzíbar, de mayoría musulmana, se busca entender a los masáis. Lois Patiño invita a reflexionar sobre cómo las diversas tradiciones y creencias pueden coexistir y enriquecerse mutuamente. Este enfoque está intrínsecamente vinculado al concepto de alteridad, que implica el esfuerzo por entender y colocarse en la perspectiva del “otro”. Sin embargo, esta noción no se limita exclusivamente a las interacciones humanas, sino que también se extiende al ámbito de los seres animales y vegetales (es muy bella la escena en la que se sugiere la identificación con un árbol).

Se hace necesario destacar el trabajo fotográfico. Las imágenes son hermosísimas, tanto en Laos como en Zanzíbar. No solo los paisajes naturales son impresionantes, sino que también los interiores, adornados con el vibrante color de las telas en ambas localizaciones, son dignos de mención. Otro elemento destacable son las bellas superposiciones de colores en la pantalla. Patiño ha contado con el director de fotografía Mauro Herce, en Laos y con Jessica Sarah Rinland, en Zanzíbar.

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El sonido merece otra mención y es que Lois se ha rodeado del artista sonoro Xabier Erkizia, quien se ha ocupado de manera deslumbrante de este apartado, con indudable mención al sonido envolvente del intermezzo central.

La puesta en escena de Lois es sobria y sutil, con predominio de los planos estáticos o leves movimientos de cámara que nos muestran tanto el colorido como la espiritualidad de los instantes reflejados. Los planos generales resaltan la impresionante naturaleza de los dos escenarios.

Es relevante señalar que Lois decidió utilizar el formato de 16 mm y la técnica analógica para su filmación. Todo un acierto. En una entrevista, manifestó su satisfacción con esta metodología, la cual consideraba adecuada para capturar la esencia espiritual de la película. Además, al asumir la responsabilidad del montaje (Lois monta siempre sus películas), la elección de un número más ajustado de tomas facilitó notablemente su tarea.

Patiño ha sido consultado acerca de las similitudes entre su película y la obra del director tailandés Apichatpong Weerasethakul, específicamente en relación a su filme Lung Boonmee raluek chat (2010). Él admite que tiene una gran admiración por este director y que la sección filmada en Laos puede evocar, de alguna manera, esa obra. Sin embargo, Patiño subraya que existen diferencias significativas, especialmente en el desarrollo central de su película y en las escenas grabadas en Zanzíbar. Estas variaciones marcan un contraste notable con el estilo y la narrativa de Weerasethakul.

En lo que respecta a los actores no profesionales, es importante destacar la labor de Patiño, quien ha logrado mantener un profundo respeto por cada uno de ellos. Ha conseguido que sus actuaciones no solo sean creíbles, sino que también transmitan una carga emocional auténtica y conmovedora.

Lois Patiño sigue avanzando en su exploración cinematográfica, y es nuestro deseo que continúe en esta dirección, asumiendo riesgos en cada uno de sus proyectos y evitando el camino más convencional que muchos directores/as españoles/as tienden a seguir. Es lamentable que sus obras tengan más cabida en festivales de cine que en las salas de cine, aunque al menos allí reciben el reconocimiento que merecen. Además, es importante resaltar que la plataforma Filmin es un espacio que ha acogido prácticamente toda su filmografía. Esto permite que su trabajo sea accesible a un público más amplio, lo que contribuye a su apreciación y difusión. Les animo a explorar su obra en esta plataforma, ya que cada uno de sus proyectos ofrece una experiencia única y enriquecedora que vale la pena descubrir.

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