rosa lentini

Rosa Lentini • Monográfico •

Rosa Lentini, originaria de Barcelona y nacida en 1957, se ha desempeñado en la traducción, en la crítica, en la edición, pero su faceta fundamental es la de ser poeta, y en este estudio me centraré en su evolución poética, sin omitir referencias a sus otras actividades.

Jaime Parra, en su excelente análisis Rosa Lentini: El origen y el fin*, destaca que la autora mencionó en “Poética” (1998), que su inclinación hacia la poesía podría haberse originado en la asignatura “Recitation” del Liceo Francés de Barcelona, donde memorizó “Las Fábulas” de La Fontaine y otros clásicos franceses. Las instituciones educativas francesas le ofrecieron un refugio ante la homogeneización cultural durante la época franquista. Junto a su pareja, Ricardo Cano Gaviria, fundó las revistas: Asimetría (1986-88) y Hora de Poesía (1979-95), en esta última, realizando traducciones de destacados autores como Pierre Reverdy, Guillaume Apollinaire, Max Jacob y Gabriel Ferrater, así como de poetas contemporáneos como Hugues Labrusse, Gerard Macé y Lou Dubois. Más adelante, Lentini mostró interés por la poesía en inglés, traduciendo a autoras norteamericanas como Elizabeth Bishop y Sylvia Plath, y colaborando en la traducción de May Swenson y Adrienne Rich, en Siete poetas norteamericanas. Posteriormente, continuará traduciendo y publicando a poetas norteamericanas en su propia editorial. Las poetas norteamericanas, como se verá más adelante, tendrán gran influencia en su poesía.

Para analizar su obra poética, utilizaré la “Poesía Reunida (1994-2014)” por dos motivos: en primer lugar, la dificultad para localizar sus primeros libros, y en segundo lugar, y más importante, el hecho de que la poeta revisó toda su producción anterior a 2014, modificando algunos poemas y eliminando o incorporando palabras o versos. Esta revisión se originó tras la creación de “Tuvimos” (2013), momento en el que la autora se percató de que los poemas surgían casi de forma espontánea, impulsados por su necesidad de explorar temas que habían permanecido ocultos durante largo tiempo, lo que la llevó a reevaluar los poemas de sus obras anteriores y a reconocer la necesidad de realizar ciertos ajustes al volver a leerlos. En la Nota introductoria de la “Poesía Reunida”, Rosa Lentini escribe: “Puede afirmarse que la presente Poesía reunida ha nacido bajo el signo de la reescritura. Al terminar de escribir Tuvimos los libros anteriores quedaron iluminados por éste, hasta el punto de sentir la necesidad de reescribirlos”.

En el mismo sentido, en la revista Turia, Esther Peñas interpela a Rosa:

  • La reescritura (y, por tanto, la relectura) es uno de los ejes de su trabajo. El poema, ¿nos habla o nos escucha?
  • Cuando Juan Pablo Roa me propuso reunir toda mi poesía para iniciar su futura editorial Animal Sospechoso, yo estaba a punto de publicar en Bartleby el libro que daría un giro fundamental, casi fundacional, a mi poesía. Digo fundacional porque, al revisarla para el volumen de la poesía reunida, mis libros anteriores quedaron iluminados por este. De ahí también que el tomo de la poesía reunida empiece por el último libro publicado por entonces hasta remontarse al primero. De esa forma rastreaba mejor lo que, aun siendo intuido desde el inicio, no había sido capaz de nombrar completamente. Así, los poemas revisados se reescribieron casi solos, como si no estuviera reelaborando, sino traduciendo a una poeta que había trazado su obra paralelamente a la mía. Clarificada la visión del pasado, los propios poemas me indicaban lo que debía modificar o dejar más explícito. Podría decirse que el poema nos escucha, si le das suficiente recorrido, antes de que seamos capaces de escucharlo a él, como si dándole vida pudiera acabar contándonos lo que de otro modo no somos capaces de explicarnos a nosotros mismos, es el misterio de la poesía. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).

Según lo mencionado por Rosa en la entrevista, la “Poesía Reunida” comienza con su obra más reciente en ese momento, “Tuvimos”, y avanza hacia sus creaciones anteriores hasta alcanzar su primera obra. Sin embargo, en esta ocasión, optaré por un orden cronológico que abarque desde sus comienzos hasta la actualidad.

Lentini incluye en esta recopilación los dos primeros poemarios bajo el título El origen y el fin: “La noche es una voz soñada” (1994) y “Cuaderno de Egipto” (2000). Se caracterizan por ser poemas en prosa influenciados por la literatura francesa. En la Poesía reunida los ha modificado, el primero retocándolo y ampliando y el segundo reduciéndolo.

“La noche es una voz soñada” (1994) incluye poemas de diversos años, algunos de la adolescencia. Está influenciado por la lectura del poemario “Del movimiento y la inmovilidad de Douve” (1953), de Yves Bonnefoy. Bonnefoy (de hecho unos versos suyos introducen el poemario). En su libro, Yves tenía en mente a poetas como Baudelaire, Mallarmé o Valéry, junto a la influencia del surrealismo. En este sentido, los poemas de Lentini remiten a un universo soñador, muy propio del surrealismo, y de sus lecturas de “Poética de la ensoñación” y “El derecho a soñar”, ambos ensayos de Gaston Bachelard. En algunos poemas el agua es un elemento recurrente (que ya anunciara Bachelard) y también la noche, como en el poema Noches insomnes… El insomnio y el deseo en la noche, se hacen presentes.

El agua y la noche tienen lugar en el poema Voces que os unís… que nos recita la propia poeta.

Su padre, Javier Lentini, médico, coleccionista de arte, poeta, editor y traductor, sería su principal referencia en el principio, además de impulsor de su actividad poética. Javier, editaba la revista Hora de poesía, pasando por ella autores como Celan, Mandelstam y Klebnikov. Falleció en 1995 y Rosa publicó en la editorial Ígitur, en 2005, dos libros en honor a él: “La sal y otros poemas (Antología poética 1973-1995)” y Poemas en homenaje”.

En 1997, Rosa y su compañero Ricardo Cano Gaviria (escritor, traductor, editor y crítico), fundan la editorial Ígitur. La faceta de editora tiene gran importancia dando a conocer a un buen número de escritoras y poetas, muchas traducidos por ellos mismos. De esta manera, Rosa traduce a Bishop, Sharon Olds, Adrienne Rich y Djuna Barnes. La lectura y traducción de estas poetas norteamericanas le abrió un horizonte nuevo, lejos del encorsetado panorama español femenino. Resultarían igualmente enriquecedoras en el futuro, la lectura y traducción de otras autoras como Anne Michaels, Tess Gallagher y Anne Carson.

El siguiente libro de Rosa es un cuadernillo de poemas llamado “Cuaderno de Egipto” (2000). Es el resultado de la fascinación de un viaje a Egipto. Introducen el poemario unas palabras de Ismaíl Kadaré. El agua del río Nilo, la arquitectura egipcia, la muerte, la eternidad o el recuerdo al poeta de Alejandría, Kavafis (Monográfico), son algunos de sus temas.

Bajo el ciclo Linaje Río Abajo (de nuevo la importancia del agua), la autora engloba los libros de poemas: “El sur hacia mí” (2001 y 2013), la plaquette “Las cuatro rosas” (2002) y “El veneno y la piedra” (2005). En esta nueva etapa, Rosa Lentini abandona la ciudad de Barcelona para ir a vivir a Montblanc, un pueblo relativamente pequeño de Tarragona.

Los poemas de “El sur hacia mí” (2001 y 2013) poseen un carácter simbólico, destacando especialmente el elemento del agua en su contenido. El libro a su vez, se encuentra dividido en tres partes: Tsunami, Intermedio y Leyendo a Alejandra Pizarnik.

Sobre el elemento del agua en la poeta, recojo un fragmento del artículo realizado por el compañero de Rosa, Ricardo Cano Gaviria, en su artículo La cólera del mar en la poesía de Rosa Lentini *: “Como el lector podrá apreciar, el agua de Rosa Lentini discurre no a través de la anécdota, sino del discurso fragmentario, en una especie de rastreo bajo la superficie del texto en el que van aflorando fragmentos verbales que son como los restos de un naufragio. Con el sueño, ese segundo escenario, siempre al acecho en la poesía de la autora: muchos pasajes de Tsunami parecen salidos de una pesadilla: las palabras deambulan por esos escenarios como almas en pena que piden ser prohijadas, apadrinadas, pronunciadas. Pues sólo al serlo se redimen; sólo al ser incluidas en el poema alcanzan la plenitud de su significado”.

El caso de Tsunami y la serie de poemas que lo acompañan es curioso. Rosa recuerda haber visto un documental sobre tsunamis y sus efectos, en ese periodo. Influenciada por esta experiencia, compuso una colección de poemas relacionados con este fenómeno natural. Posteriormente, tras el devastador tsunami en Japón en 2011, amigos y conocidos se sorprendieron al pensar que Rosa había previsto el evento, aunque ella aclaró el origen casual de los mismos. Presento la recitación de Rosa de la versión original del poema y añado la nueva versión que se encuentra en la Poesía Reunida.

En el poema Los dos sueños vuelve a tomar protagonismo el agua, pero como afirmab a Ricardo Cano Gaviria, en el escenario pesadillesco de los sueños.

Intermedio actúa como un puente entre la primera y la tercera parte. En este segmento, la autora realiza un ejercicio de memoria que la lleva a revivir su infancia, al mismo tiempo que se reflejan las pérdidas experimentadas. Un buen ejemplo es La Ceniza. Rosa recita el poema original y yo incluyo el poema revisado por la poeta para su Poesía Reunida.

Leyendo a Alejandra Pizarnik se centra principalmente en las obras que en ese momento estaba explorando Rosa, las cuales reflejan la profunda poesía de la poeta argentina y su impacto en su propia vida. Así, Rosa presenta sus propios temas en relación con los motivos recurrentes en la obra de Pizarnik, siendo la muerte uno de los más destacados.

“Las cuatro rosas” (2002) es una plaquette con cuatro poemas, cada uno enmarcando en una estación del tiempo, bajo un elemento esencial. En todos ellos, la autora emplea la rosa bajo un sentido simbólico. Rosa Lentini recita el poema Invierno.

“El veneno y la piedra” (2005) es un poemario hermético que juega con el simbolismo del ovillo rojo, ejerciendo un doble significado, como símbolo de la sangre y como símbolo de la escritura. El sueño tiene presencia como también la tiene el cuerpo y el dolor. Nuevamente está dividido en tres partes: El veneno, La piedra y Dominar el miedo.

El veneno, introducido por unos versos de Blanca Varela, se encuentra bajo el influjo del mito de Dafne. En la mitología griega, Dafne era una dríade o ninfa de los árboles, hija del dios río Ladón. Eros disparó una flecha dorada a Apolo para que se enamorara de Dafne, pero Apolo se jactó de haber matado a la serpiente Pitón y de ser un gran arquero, lo que provocó la ira de Eros. En respuesta, Eros lanzó una flecha a Apolo y otra con punta de plomo a Dafne, destinada a hacerla huir de su perseguidor. Ante esta angustiosa situación, Dafne solicitó la ayuda de su padre, el dios río Ladón, quien la transformó en un laurel. Desde entonces, el laurel se convirtió en el árbol sagrado de Apolo, quien lo utilizó para adornar su lira de siete cuerdas. La corona de laurel también es símbolo de los poetas.

Encabeza el apartado el poema Dafne. La poeta se identifica con la huida y el dolor de Dafne y la desesperación de Apolo. En relación con ello, la poeta se lamenta por sus pérdidas y el fin de su propia saga familiar. Rosa Lentini recita el poema en su origen y a continuación despliego el poema reescrito.

A dicho poema le siguen una serie de poemas breves reflejando la temática de la fragilidad, el dolor, la resistencia del cuerpo, la fragmentación de las palabras.

La piedra es el segundo apartado y su epígrafe es de Antonella Anneda: “Escribe porque nada está defendido”. Según Jaime Parra, en los poemas de este apartado: “La piedra es un cuerpo sobre el que se escribe lo que permanece”.* Y en este sentido, en el primer poema de la sucesión queda clara esta interpretación. Rosa recita el poema original, al que apenas modificó en la recopilación de su poesía.

Dafne era la protagonista de la primera parte, mientras que Ariadna se presenta en La piedra, nuevamente asociada al símbolo del ovillo, que se entrega a Teseo para que pueda salir del laberinto tras derrotar al Minotauro. En este contexto, Ariadna interviene a través de la madeja, para ilustrar tanto el origen como el desenlace de la historia.

En algunos poemas se pueden observar temas como la fragilidad, el paso del tiempo, la memoria o la persistencia el lenguaje, como en el siguiente poema.

La tercera parte, Dominar el miedo, se abre con citas de Else Lasker-Schüler y Anne Michaels. La primera sobre no poder dominar el miedo y la segunda en la que se trata de conseguir dominarlo. Los poemas son mas extensos que en los dos apartados anteriores. Diferentes temas lo pueblan, como lo son la memoria, la escritura y el símbolo del agua.

Tras la publicación de este poemario, se establece un intervalo de ocho años. Se lanzan algunas antologías de su obra y se incluye en recopilaciones junto a otras poetas. Hablando de objetos rotos marca el inicio de un nuevo ciclo de tres poemarios, inaugurado con “Tuvimos” (2013). Rosa mencionó que no tenía claro qué libros formarían parte de este nuevo ciclo. Sin embargo, después de los dos primeros volúmenes, sintió la necesidad de añadir un tercero para completarlo. En las portadas de los tres libros de la trilogía, Rosa seleccionará cuadros del pintor José María Guerrero Medina. En este primer libro, ocupa su portada un detalle del cuadro Mediterráneo. El poema del libro Habitación con vistas, es una reflexión teniendo en mente el mismo cuadro.

Tuvimos Rosa Lentini

“Tuvimos” (2013), es quizás el poemario más relevante de todos, en el sentido de que en su constitución, los poemas los componía con facilidad, posibilitándole abordar temas tabú que habían permanecido ocultos a lo largo del tiempo. Además de revelar estos asuntos poco explorados, también se adentra en una nueva línea de poesía, tanto en la nueva óptica con la que explora las diferentes temáticas, como en el apartado formal, donde encontraremos una disposición de las palabras dentro de los versos, con una particular simetría, pues Rosa aplicará diferentes sangrías dentro de los mismos, y tampoco empleará el punto, como signo de puntuación. Algo de todo esto ya lo hemos observado en los poemarios anteriores, y es que no debemos olvidar, que éstos ya se encuentran revisados y, en su caso, modificados por la autora.

Jaime Parra, en el momento de analizar el nuevo ciclo se refiere a los dos primeros libros editados hasta ese momento, pero que bien se pueden aplicar a los tres: “Tienen características similares, entre ellas su enlace con la poesía hispanoamericana y norteamericana, lo que no es nada extraño, pues la poeta ya señaló que entre sus modelos estaban algunas de las poetas de este continente, como Bishop o Pizarnik, además de haber realizado, como ya se ha dicho, una antología de la poesía norteamericana. Se trata, en todo caso, de un ciclo especial, nuevo, muy moderno, que participa de varios de los rasgos de la poesía actual: distanciamiento del sujeto poético, empleo de varias voces, ruptura con la concepción estrófica del verso, aproximación al ritmo de la prosa, aprovechamiento de ciertas técnicas narrativas, renovación léxica, inmersión en ciertas problemáticas del entorno, invención de una nueva poética del personaje, acercamiento al lenguaje directo pero con una gran vigilancia de su tratamiento, insistencia en el papel de la memoria, perspectiva del presente, ampliación de ciertos motivos y mitos, acercamiento al transcurrir cotidiano, dignificación del sujeto femenino, tratamiento de la atmósfera familiar, reelaboración de ciertos mitos, interés por Eros y Thánatos”.*

“Tuvimos” lo escribe Rosa tras una serie de pérdidas familiares y personales. El epígrafe del libro son unos versos de la poeta norteamericana que ella mismo tradujo con anterioridad, Tess Gallagher: “Qué extraños nosotros, / envueltos en el aire azul que alberga / su noche. / Extraños como figuras expulsadas / de la memoria”. El libro lo divide la autora en tres partes: Las Premisas, Las Crisálidas y Así el mundo.

Es muy apropiada la definición de Manuel Rico sobre el poemario, recogida en su artículo Algunas notas sobre Tuvimos de Rosa Lentini*: “Tuvimos podría perfectamente llevar como subtítulo algo así como “Libro de familia” (parafraseando el título del último libro de Félix Grande). Porque de eso se trata: de la familia y sus aledaños, de los límites de la vida y la felicidad, de los rastros que deja en la existencia de quienes, en ella, inevitablemente, habitaron. De las heridas y de su imposible curación”.

El primer poema de Las Premisas (la primera parte), es una declaración de intenciones de lo que nos espera en los siguientes poemas. Contundente es La boca de Mahalia Jackson, donde hay unos versos cruciales, imaginando a sus padres, todavía sin hijos y las grietas que vendrían después: “Y eran una fe una luz, / antes de que ellos pensaran / tener hijos o hacerles daño, /
antes de que pudieran tenerse / el uno contra el otro”
. En este sentido, Noni Benegas en su excelente artículo Abusos infantiles: el infierno familiar*, a raíz de estos versos, escribe: “La autora asienta la premisa de la que parte, y no es otra que el conflicto que trajo consigo el desengaño y la pérdida de la confianza en los padres, junto al sufrimiento causado por la guerra sin cuartel entre ellos”.

Selecciono de esta primera parte, el impactante poema sobre su padre, que enmarca el nuevo ciclo de Rosa Lentini, Hablando de objetos rotos. Noni Benegas, en el artículo citado, refiere sobre el poema: “Se muestra la inconmensurable relación con el padre, cuya ambivalencia obliga a la poeta a fragmentarlo físicamente -visto ahora a la distancia: un pie, una cabeza- para poder aprehenderlo e intentar reunir el puzzle en: “Hablando de objetos rotos”, entre otros poemas”.*

Igualmente, se percibe una imaginería de estilo surrealista y cierta influencia del psicoanálisis en dicho poema y en general, en gran parte de la poesía de Rosa Lentini. Sobre este punto, en la revista Turia, Esther Peñas, interroga a la poeta:

  • Hay mucho de psicoanalítico, de autoconciencia, en sus versos. ¿Cómo saber que la narración que hacemos de nosotros mismos es la adecuada, la verdadera?
  • Hay un movimiento en mi poesía que Edgardo Dobry califica de “espiralado”, esto es, parecería que se está en el mismo lugar, pero es pura apariencia, se retoman los temas una y otra vez, pero siempre a través de un movimiento en espiral, por lo que nunca se está realmente en el mismo sitio, ni se cuenta lo mismo, y ese movimiento es propio del psicoanálisis. Más que revisitarlo, reconstruyo el pasado, porque cuando fue vivido tenía claves propias, desconocidas para la niña. Ahora, con una información acumulada, se recompone y completa el cuadro que no se entendió entonces. Supongo que la clave está en tratar de ser lo más sincero posible, aun si esa verdad puede herirnos —y seguro que lo hace—. Y volvemos al misterio de la poesía cuanto más nos adentramos en una historia personal, cuanto más desvelamos nuestras propias claves, nuestra experiencia se vuelve más comunitaria. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).

Es muy pertinente recurrir a la entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini, en Turia, porque precisamente Rosa habla sobre el poema anterior, en una pregunta en la que se citan a poetas norteamericanas:

  • Siguiendo la estela de poetas como Sharon Olds o Linda Pastan, la suya es una poesía que convoca lo telúrico. ¿De qué modo “un cuerpo se entrega a su destino”?
  • De ambas poetas he traducido un libro, Satán dice de la primera, en colaboración con mi marido, y una antología de la segunda, en colaboración con Jonio González. La traducción es el más exhaustivo aprendizaje que se pueda hacer de la obra de un poeta, así que ambas me han influido, pero no son las únicas. Lo que intento hacer es una poesía basada en lo que llamo “imaginación visionaria orgánica”, esto es, basada en lo imaginario diurno, oponiéndose por tanto a lo puramente onírico y a la fantasía —donde el yo quedaría encerrado—, y que además tenga un recorrido casi físico en el poema. Lo que se propone es tanto un recorrido de imágenes diurnas como una organicidad de los sentimientos. Tendría que poner un ejemplo. En mi libro Tuvimos, hay un poema muy representativo, que es el que da nombre a toda la trilogía titulado “Hablando de objetos rotos”; en él, el sujeto poético implícito protagoniza la acción de encontrar la cabeza del padre entre la basura. Decirlo así queda raro, es una imagen extraña, fuera de lo acostumbrado, pero si además se cuenta que la recoge, que la transporta a hombros, que la gente en la calle la toca para que les de suerte, que le hace unos esponsales y luego la entierra en el jardín junto a las osamentas de los gatos, y que después esa cabeza descarnada, junto con los huesos de los animales, nos miran a los vivos cuando encendemos la luz en la habitación antes de acostarnos, como un teatro de añoranzas que teme las despedidas, estoy dándole un recorrido en imágenes al sentimiento de ausencia y de separación. Le doy una organicidad y un relato. Otro de los temas que trato es el de la enfermedad, el cuerpo se “entrega a su destino” en la página, siempre dialogando con el poema. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).

Para el poema El final de una vida, conviene detenerse en la mirada de Noni Benegas: “Hay. por fin, una composición sobre la que me quiero detener: “El final de una vida”. Evoca un diálogo entre la abuela materna y la nieta, que probablemente muchas de nosotras reconocemos, aunque los roles difieran. Por el momento, retengamos a una adulta culpabilizando a una niña de delitos de los cuales no sólo no fue responsable, sino víctima. […] El poema de Lentini, escrito con una sobriedad que acentúa su veracidad, da una vuelta de tuerca, y presenta algo más o igual de perverso que se suma al abuso: la incomprensión de la madre u otras figuras de poder en el entorno de la menor, que asociamos con la actitud de muchos jueces que condenan a la mujer por llevar faldas cortas, por ejemplo, en vez de culpar al violador. Aquí es la abuela la que encara a la niña de siete años para recriminarle: “Vas detrás de tu padre” -subrayando ese “detrás”- y recordarle algo que ocurrió antes: “Piensa en algo sucio. Más sucio. Ahora no, hace varios años, cuando eras niña, niña”, es decir, menor aún, o sea, impúber, ¿4 o 5 años? Un interrogatorio tenaz que remacha el trauma inicial y empuja a la pequeña “a la introyección del sentimiento de culpa del adulto, pues el juego hasta entonces anodino aparece ahora como un acto que merece castigo”, según observa Sandor Ferenczi, en un esclarecedor artículo sobre las consecuencias de la seducción infantil”.*

La última Cena es otro desalentador poema sobre la desestructurada familia de la poeta. El paso del tiempo ha derivado en unos padres fallecidos, fantasmas de un pasado, y en un difuminado recuerdo, tanto de vivos como de muertos, de ahí los explícitos versos finales: “Nosotros olvidamos que llegamos a estar allí, / ellos olvidaron que allí estuvimos”

En Recuerdo del hombre tras la puerta, rememora siendo niña, a su abuelo, su carácter huidizo junto a sus extravagancias, como el hecho de levantar un muro dentro de la casa, dividiendo a la familia. Lo recuerda limpiando los cuadros, arreglando el jardín o regalándole una acuarela. Se acuerda también de la descompuesta caja de pinturas y de cómo ayudó a su abuelo a restaurarla. La última estrofa es extraordinaria, en el sentido de que si la familia hubiera estado más unida, hubiera cambiado el devenir de todos, con menos dolor, incluido el de la poeta: “Tuvimos, habríamos tenido, dos tiempos verbales…”.

Después de estos impresionantes poemas vuelvo a recoger las palabras de Manuel Rico: “Rosa Lentini ha construido un libro duro, emocionalmente intenso, que se nutre de los primeros recuerdos de la infancia, reconstruyendo incluso, las sensaciones previas al nacimiento, que avanza por algunos de los acontecimientos familiares más sentidos, que evoca el tiempo de la escuela sin desdeñar sus zonas más oscuras y lamentables, que tantea en el primer conocimiento del amor y del sexo culpable y que se llena de pesadumbre y de recapitulaciones cuando la muerte acecha a los seres más queridos, sobre todo al padre, y la mirada se llena de hospitales”.*

Las Crisálidas es la segunda parte del libro donde Rosa Lentini hace referencia a la fase de desarrollo de las mariposas, en las que sen envuelven en una cápsula. Merece especial atención el poema En el hospital. El poema se encuentra enmarcado por unos versos de la poeta Sharon Olds. El padre tuvo que visitar de manera frecuente en sus últimos años, los hospitales, de ahí que la enfermedad sea uno de los temas que frecuenten los poemas del libro.

Cierra esta parte el extraordinario poema Lluvia, cuya extensión impide que lo exponga por completo. En él, se produce una ruptura intermedia donde Rosa introduce una narración en prosa poética, que es la que me apetece incluir por lo explícita. Rosa parece querer renacer en el algodón de la crisálida, de los escombros de la memoria de su pasado. La cita del poema son unos versos de la poeta y novelista de origen rumano, Herta Müller.

En la tercera sección, titulada Y así el mundo, la voz poética, tras explorar en las dos partes previas, por un pasado repleto de luces y sombras, ha desarrollado la cualidad del autoconocimiento. Desde un presente tranquilo, logra asimilar su experiencia, buscando a la vez entender tanto su entorno como a sí misma. Es desde el presente, que trata de dar significado a los sucesos familiares y dar un sentido a su vida de niña. De alguna manera, también se enfrenta a las pérdidas, incluidas las propias de la poeta. La muerte es otro de los temas que recorre el libro. En este sentido, son esclarecedores los versos del poema Espacios sin ángeles: “Después de todo las vidas / se enfrentan a sus tumbas”

Sobre las pérdidas propias y los hallazgos, Esther, citando un poema de Elizabeth Bishop (Monográfico), interroga a nuestra poeta:

  • “La gran apuesta de la vida es asumir la pérdida”, escribió Bishop. Algo de esto hay en tu poesía. ¿Cómo incorporar lo vivido sin que la melancolía sea tan excesiva que paralice?
  • El poema de Bishop acaba hablando de esa pérdida como desastre, y dice concretamente “no es difícil dominar el arte de perder, por más que a veces/ pueda parecernos (¡escríbelo!) un desastre” (por cierto, tomo la traducción de Joan Margarit y Sam Abrams que publicamos en Ediciones Igitur ). Solo al final la poeta admite el desastre de toda pérdida y el poema entero cobra otro sentido tras ese último verso, y aunque lo dice una sola vez, resalta con cursiva el “escríbelo” previo a la palabra desastre, como diciendo “atrévete”. Ella dominaba muy bien la capacidad de distancia del poeta respecto a su poesía y a sus sentimientos. En mi caso, y como comenta Noni Benegas en su libro de ensayos Ellas resisten, en el texto que me dedica, frente a la locura de los mayores, la niña se convierte en una pequeña adulta, toma la «distancia» de una observadora. En el poema es lo mismo, es sobre todo la narración del testigo, del superviviente, y, por tanto, esta debe ser lo más objetiva posible, la melancolía siempre resulta una gran distorsionadora.
  • Aunque (creo) son dos momentos distintos de lo mismo, ¿qué sucede entre el hallazgo y la pérdida? ¿De qué cuesta reponerse más?
  • Siempre de la pérdida, y muchas veces una vida entera no es suficiente para reponernos, pero retomo de nuevo a Rilke, su idea de que la vida es un constante sobreponerse a la pérdida. En cambio, el hallazgo, incluso el doloroso, es algo que acabará formando parte de nosotros con el tiempo, una vez asimilado; la pérdida, por contra, es una resta, un vacío, algo insustituible, como todos los que han sufrido amputaciones en sus miembros y que dicen seguir sintiendo sus brazos o piernas. Sin embargo, la poesía más responsable —hablo de compromiso moral con la palabra—, lleva en sí una forma de consuelo, porque escribir nos va desvelando nuestra verdad.

El poema titulado Accidente es el cierre de la obra, en el cual se entrelazan los recuerdos y sueños del pasado con la realidad actual.

El final del libro son unas palabras muy pertinentes para el sentido de la obra, que Rosa toma del escritor y compositor Samuel Butler, en las que se manifiesta la conexión entre los fallecidos y los que permanecen en el presente: “Habremos perdido hasta la memoria de / nuestro encuentro… / Y sin embargo nos reuniremos, para separarnos / y reunirnos de nuevo, / Allí donde se reúnen los hombres muertos: / sobre los labios de los vivos”. SAMUEL BUTLER

Después del poemario “Tuvimos”, Rosa, como ya dije con anterioridad, revisó y modificó algunos poemas para su edición de la “Poesía Reunida” que se publicaría en 2015. El libro abarcaría desde sus inicios en 1994, hasta el propio Tuvimos, de 2013.

El segundo libro de la Trilogía se titula “Hermosa nada” (2019). En una conferencia, Rosa revelaba de donde provenía su título. Hace referencia a un fragmento del libro de Katherine Ann Porter, “La nave de los locos”, donde una de las protagonistas afirmaba: “Nada, no tengo nada. Solamente tengo nada. Pero no importa, es hermosa y es toda mía”. Dicho fragmento, cierra el libro. Un cuadro de José María Guerrero Medina, vuelve a ilustrar la portada, en este caso es Arlequín.

Hermosa nada Rosa Lentini

Unos versos de la poeta Tess Gallagher, son el epígrafe del libro: “…como quien prolonga / el momento con su muerte intacta, / con su corazón, demasiado sabio, / limpio de los deshechos que llamamos esperanza”.

El poema El soplo del diablo 1, abre el libro, cerrándolo El soplo del diablo 2. Entre ambos, engloba poemas la autora en tres apartados: Familia, Luto de Gigantes. La Lejanía y Viajes al Otro Lado. Rosa recita los poemas El soplo del diablo 1 y Desierto (poema perteneciente a Viajes al otro lado).

En Familia, Rosa continúa la exploración que ya iniciara en “Tuvimos”. En un ejercicio de memoria vuelve a recordar al padre, la madre, al hermano, los abuelos o a ella misma, como en el poema El primer día, en el que asistimos a su visión de su nacimiento.

Última visita es un poema estremecedor de la agonía de su padre, siendo la poeta testigo de ella y de la impotencia de su madre ante la situación. Como ya ocurriera en “Tuvimos”, la enfermedad y la muerte vuelven a tener presencia en “Hermosa nada”.

En el poema Lirios, la poeta se refleja llevando flores a la tumba de un ser querido. Impresionan los versos: “Por tener más cosas en común / con los ausentes que con los vivos / creamos el alma / ideando la sombra de un diálogo”. La relación con los que ya no están, similar a lo que se observa en su obra anterior, se vuelve esencial en este poemario.

Luto de Gigantes. La Lejanía constituye la segunda parte de la obra. En esta sección, la autora utiliza cuentos infantiles como pretexto en varios poemas, para explorar el yo poético y enriquecer el significado, como se observa en Gigantes 5 con la historia de Alicia. A lo largo de esta serie de poemas, se aprecia una cierta relajación en Lentini, donde se evidencian destellos de humor.

Cierra el segmento central el excelente poema Imaginando el cielo, el cual se encuentra enmarcado por unos versos del poeta norteamericano Robert Lowell. Como en el poema anterior, la ironía se hace presente.

Viajes al Otro Lado, es la tercera y última parte del libro y está compuesto por una serie de poemas de viajes reales de la propia poeta, o imaginarios. En el poema La travesía. Egipto, sus impresiones en el presente del viaje se entremezclan con evocaciones de un pasado histórico de Egipto.

El poema Biblia infantil ilustrada, gira alrededor de la expulsión del jardín del edén. El poema presenta un matiz crítico e irónico de manera sutil.

Cierra la trilogía Hablando de objetos rotos, el último libro publicado hasta la fecha por la poeta, “Fuera del día” (2022). Dama en azul, del pintor fetiche de la autora, José María Guerrero Medina, es la ilustración elegida para la portada del libro. Divide el libro la poeta en cinco apartados.

Fuera del día Rosa Lentini

El primer apartado del libro se encuentra bajo el título Donde debería haber una perla (La madre). El epígrafe a los poemas son unos versos de R. M. Rilke: “No capturo recuerdos. / oh, vida, vida: estar afuera”. De nuevo la poeta indaga en la familia, en facetas que aún le quedaban por explorar y exorcizar, en este caso comienza con la madre, siendo testigo de niña, pero tratando de asimilar desde el presente.

A propósito de la memoria del pasado, me detengo en la entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini:

  • En su poesía, usted propone más que el fulgor de lo contingente, la acumulación vital de quien escribe (esto también se advierte en la extensión de los poemas). ¿Pesa más la memoria que el deseo?
  • Depende de la memoria de cada uno, de lo vivido por cada uno; en mi caso, la memoria pesa y el poema suele alargarse, aunque no siempre. Al igual que los amerindios, pienso que lo que tenemos delante no es el futuro, sino el pasado, y que todo lo acumulado en la vida sirve para clarificarlo más que para revivirlo, y esa transfiguración desde el presente de un pasado menos revisitado que reconstruido, nos ofrece, poco a poco, un cuadro más completo de quiénes somos; la poesía de la memoria no es nunca la sola narración de los hechos, es necesaria también una elaboración poética, una máscara, que ayude a acercarla al lector. El poeta camina sobre una cuerda floja, equilibrando contenido y forma. Desde mi codirección en la revista Hora de Poesía, hasta la de Ediciones Igitur, ambas con mi marido, el escritor Ricardo Cano Gaviria, he leído mucha poesía. Y solo por esa cantidad de lecturas espero saber reconocer los límites, hasta dónde se puede llegar en la narración personal. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).

El extenso Cartografía de una madre, es otro destacado poema que viene enmarcado por unos versos del poeta polaco Czeslaw Milosz. En el prólogo del libro, Edgardo Dobry reflexiona sobre la figura materna presente en el poema: “La madre joven, cartografiada, en otro de los poemas, con su “oscura capa de maquillaje”, con su “cajita ovalada de plástico azul” de la que emergen las pestañas postizas, que la niña ve con sorpresa y un aguijón de rencor. La madre como mujer que circula erotizada, que es “botada… al mar de los sargazos””.*

Continúa Dobry, en relación con el inquietante poema Remando hacia la luz (Mujer acechando en el pasillo)-, refiriéndose a la madre : “Y que, a su vez, erotiza a la niña y casi la entrega, como ofrenda para que el hogar familiar no colapse, al padre”.*

De un lugar equivocado a otro (El hijo), segundo apartado del libro, viene enmarcado por unos versos de Paul Celan: “Yo estoy fuera, sustituyo la ciudad, la patria, / la lengua incluso por la poesía”.

En la primera parte, la atención se enfocaba en la madre, con quien la autora experimentaba una relación ambivalente de amor y odio, especialmente debido a ciertas actitudes que dejaban a la niña vulnerable ante el padre. En este segundo segmento, la autora dirige su mirada hacia su hermano, considerado el hijo preferido de la madre. Desde el momento del nacimiento del hermano, la niña experimenta un doloroso desplazamiento gradual que la poeta siente la necesidad de sanar tantos años después. Los poemas de esta sección son profundamente desoladores, pero principalmente lo es, por lo menos en lo que a mi respecta, el poema Sueño del Dios caído, que inicia con una cita de la escritora Louise May Alcott.

Soñar era una misión es la tercera división del libro. Dos citas preceden a los poemas: como un dragón dulce como / una cruz con su cola circular / ella se fugó en los sueños de todas”. (MARY NORBERT KÖRTE). Si en mi arrogancia humana demando leerle / los ojos, no encuentro allí más que mis propios pensamientos animales: / que las criaturas deben encontrarse para consuelo del cuerpo”. (ADRIENNE RICH).

Ante la adversidad, la poeta necesita evadirse mediante el sueño y la imaginación, como en Noche de Hospital. Cirugía

En la misma sección, bajo un verso de la poeta francesa Martine Broda, se encuentra el excelente poema Notas para un viejo poeta (El sueño del ave).

Llegamos a la sección cuarta Al Final… / Esa hermosa esquina que se encuentra bajo el epígrafe de dos citas: como si un brazo barriera el pasado de su pedestal / y lo arrojara a la papelera“. (MARY JO BANG). “Cerró con llave la puerta a su pasado, / una exiliada por fin”. (CHAVA ROSENFARB)

El extensísimo poema Preludio y viaje es un ejercicio de memoria de la poeta extremadamente doloroso, en el que se produce una escena de abuso del padre para con la niña. Lentini alterna la prosa poética con versos libres.

En la entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini, se resalta el compromiso ético y moral de la poeta. En este contexto, Rosa desvela los abusos infantiles sufridos, tratando de entenderlos a través de la poesía:

  • El compromiso del poeta, ¿queda más allá del lenguaje, queda fuera del día?
  • El compromiso ético, moral, del poeta va más allá de lo contingente, pero también más allá de una poesía social tal como se entendía en el periodo de los años 50 a los 70 del siglo pasado. En Estados Unidos saben encontrar el punto medio entre lo personal y lo social. Es un compromiso con lo real, entendiendo por real no la realidad, sino la narración personal que hacemos de ella. Hacer poemas de experiencias íntimas contadas desde la interioridad, pero no calcando la realidad, sino interpretándola a través de la mediación de la poesía, poemas íntimos sí, pero no confesionales. El compromiso ético del poeta también llega fuera de la palabra, aunque es sobre todo con la palabra. En la trilogía que acabo de cerrar con el libro Fuera del día, y de la que previamente publiqué, también en Bartleby, Tuvimos y Hermosa nada —por cierto, con tres portadas preciosas del pintor José María Guerrero Medina—, incido principalmente en los abusos infantiles dentro de la familia, aunque no es el único tema, si bien es cierto que no la tenía proyectada previamente, y que la fui completando a medida que asumía lo que iba entendiendo. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).

De nuevo, su protagonista es el padre. En anteriores libros, Lentini entregó los poemas El hombre rana I y El hombre rana II. Así, concluye la serie con El hombre rana III. Este poema manifiesta la ambivalencia de la poeta hacia su padre -similar a la que siente por su madre-, evidenciando tanto la fascinación que siente por él como el rechazo que también le provoca.

La Fuga ocupa el último segmento de poemas del libro. Su epígrafe son unos versos de la poeta norteamericana Adrienne Rich: “No es la distancia quien me concita / sino yo que soy distancia”. Forman parte del mismo, dos poemas, el extensísimo El sueño bajo la escafandra y Desde una habitación de hotel (Hablando con el fantasma de mi abuela centenaria). A propósito del poema, Edgardo Dobry en el prólogo, escribe: “Aparece, al final, la abuela como la única que es capaz de ofrecer amparo. Y si, como recuerda Benegas, la poesía última de Lentini debe leerse a la luz de una fuerte consigna del feminismo americano -“lo personal es político”-, la figura de la abuela protectora se vincula con el único momento del libro en que el mundo exterior deja ver su huella: “Srebrenica, Alepo, Mariúpol / cien rostros, ocho mil, veinte, una cara…”. La abuela es la instancia materna, la que llora los abusos e injusticias, la que devuelve amor frente al dolor”.*

Cierran el libro unos versos de la poeta checa Kateřina Rudčenková, que sugieren que Lentini ha logrado exorcizar todos los fantasmas de su pasado a través de su poesía y no necesita volver a enfrentarlos: “El polvo ya no hace ningún mal, / No lo limpies más”.

Sirvan los versos anteriores y esta última pregunta de Esther Peñas a Rosa Lentini, para finalizar el artículo:

  • “El horizonte desvía los barcos / de cualquier tierra prometida”. ¿Lo que preside (o debería hacerlo) en nuestra biografía es el deseo o su persecución?
  • En mi caso, más la persecución que el deseo mismo, no cabe duda. El dramatismo viene siempre determinado entre lo que deseamos que ocurra y lo que ocurre realmente. Es la base de la poesía ese no alcanzar nunca nuestros propósitos, la base de toda escritura y de toda creación es esa frustración. Escribimos como un modo de compensar esa falta, esa fantasía que todos hemos tenido, ese todo inalcanzable, y aunque esa compensación que es el poema nunca puede salvarnos ni cambiar nada, aunque no es una victoria, siempre acaba siendo una ganancia, porque donde antes no había sino una página en blanco, ahora hay un poema o un libro. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y AUDIOVISUALES

Poesía completa Rosa Lentini

Rosa Lentini publicó en 2013 el poemario “Tuvimos”. Un libro vital para la autora, porque logra confrontar un pasado de claroscuros con una mirada desde el presente y tratando de comprender a la niña de entonces dentro de un complicado entorno familiar. A raíz de este libro, la autora siente la urgencia de revisar y reestructurar toda su poesía anterior, lo que la lleva a publicar en 2015 una recopilación de su obra hasta ese momento, incluyendo el libro antes mencionado, Tuvimos”. Así, casi toda la obra de la poeta es presentada de nuevo, lo que la convierte en una lectura esencial. Además, el prólogo de Eduardo Milán brinda comentarios valiosos que ayudan a adentrarse en la poesía de Lentini.

Ciclo de poemarios “Hablando de Objetos Rotos”

Aunque “Tuvimos” (2013) ⬈ ya se encuentre incluido en su Poesía Reunida”, es el libro con el que inicia su último y definitivo ciclo sobre su pasado, Hablando de Objetos Rotos. “Hermosa Nada” (2019)⬈ es el segundo poemario y “Fuera del Día” (2022)⬈ es el tercer y definitivo libro con el que concluye el ciclo. A su vez, es la última obra hasta la fecha compuesto por Rosa Lentini. Las portadas de los libros las podéis observar más arriba. Los tres libros contienen unos prólogos o epílogos excelentes.

“La máscara del poeta: Ensayos sobre la poesía de Rosa Lentini” Ígitur, 2023

La máscara del poeta

Es un libro de ensayos editado por la propia editorial de Rosa Lentini y su compañero Ricardo Cano Gaviria, Ediciones Ígitur. Editorial muy interesante, pero desgraciadamente desaparecida. En el libro, de manera acertada, han recopilado todos los prólogos y epílogos de los poemarios de Rosa Lentini, añadiendo algunos artículos que se han acercado a la poesía de la poeta. Completan el libro tres entrevistas realizadas a Rosa Lentini, una de las cuales es la concedida a la Revista Turia, la cual he ido desgranando en el artículo. Libro, por tanto, indispensable para conocer en mayor profundidad a la poeta y su poesía.

Poetas en la radio: Rosa Lentini (© UNED)

El documento sonoro de la UNED es indispensable para conocer y escuchar a Rosa Lentini disertar sobre su poesía. Poetas en la radio: es un espacio creado por Ana Isabel Zamorano Rueda, profesora del Departamento de Filologías Extranjeras, Facultad de Filología UNED. Coordinadora del Seminario permanente sobre literatura y mujer, UNED. Y junto a ella, Rosa María García Rayego, profesora de Filología Inglesa, poeta y crítica literaria, Universidad Complutense de Madrid. Miguel Minaya Vara ejerce como redactor – locutor, CEMAV, UNED. Ambas profesoras nos acercan a la poesía de Rosa Lentini, y a su vez, conversan con ella. Este documento tiene una Licencia: Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España (CC BY-NC-SA 3.0 ES).

Documentos visuales

En los dos vídeos siguientes, además de las presentaciones sobre la obra poética de Rosa Lentini, tendremos la oportunidad de escuchar a la poeta en persona disertando sobre su propia poesía y recitando diversos poemas extraídos de sus poemarios.

Rosa Lentini en el ciclo “Cita con la poesía”, organizado por Ángela Serna
Rosa Lentini presenta “Fuera del día” junto a Noni Benegas y Rosana Aquaroni, en la Librería Alberti.

Imagen de la Entrada: Rosa Lentini, Ediciones Ígitur.

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