Rosa Lentini y su evolución poética.
Rosa Lentini, originaria de Barcelona y nacida en 1957, se ha desempeñado en la traducción, en la crítica, en la edición, pero su faceta fundamental es la de ser poeta, y en este estudio me centraré en su evolución poética, sin omitir referencias a sus otras actividades.
Jaime Parra, en su excelente análisis Rosa Lentini: El origen y el fin*, destaca que la autora mencionó en “Poética” (1998), que su inclinación hacia la poesía podría haberse originado en la asignatura “Recitation” del Liceo Francés de Barcelona, donde memorizó “Las Fábulas” de La Fontaine y otros clásicos franceses. Las instituciones educativas francesas le ofrecieron un refugio ante la homogeneización cultural durante la época franquista.
Junto a su pareja, Ricardo Cano Gaviria, fundó las revistas: Asimetría (1986-88) y Hora de Poesía (1979-95), en esta última, realizando traducciones de destacados autores como Pierre Reverdy, Guillaume Apollinaire, Max Jacob y Gabriel Ferrater, así como de poetas contemporáneos como Hugues Labrusse, Gerard Macé y Lou Dubois. Más adelante, Lentini mostró interés por la poesía en inglés, traduciendo a autoras norteamericanas como Elizabeth Bishop y Sylvia Plath, y colaborando en la traducción de May Swenson y Adrienne Rich, en “Siete poetas norteamericanas“.
Posteriormente, continuará traduciendo y publicando a poetas norteamericanas en su propia editorial. Las poetas norteamericanas, como se verá más adelante, tendrán gran influencia en su poesía.
Para analizar su obra poética, utilizaré la “Poesía Reunida (1994-2014)” por dos motivos: en primer lugar, la dificultad para localizar sus primeros libros, y en segundo lugar, y más importante, el hecho de que la poeta revisó toda su producción anterior a 2014, modificando algunos poemas y eliminando o incorporando palabras o versos.
Esta revisión se originó tras la creación de “Tuvimos” (2013), momento en el que la autora se percató de que los poemas surgían casi de forma espontánea, impulsados por su necesidad de explorar temas que habían permanecido ocultos durante largo tiempo, lo que la llevó a reevaluar los poemas de sus obras anteriores y a reconocer la necesidad de realizar ciertos ajustes al volver a leerlos. En la Nota introductoria de la “Poesía Reunida”, Rosa Lentini escribe:
“Puede afirmarse que la presente Poesía reunida ha nacido bajo el signo de la reescritura. Al terminar de escribir Tuvimos los libros anteriores quedaron iluminados por éste, hasta el punto de sentir la necesidad de reescribirlos”.
En el mismo sentido, en la revista Turia, Esther Peñas interpela a Rosa Lentini:
La reescritura (y, por tanto, la relectura) es uno de los ejes de su trabajo. El poema, ¿nos habla o nos escucha?
Cuando Juan Pablo Roa me propuso reunir toda mi poesía para iniciar su futura editorial Animal Sospechoso, yo estaba a punto de publicar en Bartleby el libro que daría un giro fundamental, casi fundacional, a mi poesía. Digo fundacional porque, al revisarla para el volumen de la poesía reunida, mis libros anteriores quedaron iluminados por este. De ahí también que el tomo de la poesía reunida empiece por el último libro publicado por entonces hasta remontarse al primero. De esa forma rastreaba mejor lo que, aun siendo intuido desde el inicio, no había sido capaz de nombrar completamente.
Así, los poemas revisados se reescribieron casi solos, como si no estuviera reelaborando, sino traduciendo a una poeta que había trazado su obra paralelamente a la mía. Clarificada la visión del pasado, los propios poemas me indicaban lo que debía modificar o dejar más explícito. Podría decirse que el poema nos escucha, si le das suficiente recorrido, antes de que seamos capaces de escucharlo a él, como si dándole vida pudiera acabar contándonos lo que de otro modo no somos capaces de explicarnos a nosotros mismos, es el misterio de la poesía. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).
Según lo mencionado por Rosa Lentini en la entrevista, la “Poesía Reunida” comienza con su obra más reciente en ese momento, “Tuvimos”, y avanza hacia sus creaciones anteriores hasta alcanzar su primera obra. Sin embargo, en esta ocasión, optaré por un orden cronológico que abarque desde sus comienzos hasta la actualidad.
Rosa Lentini incluye en esta recopilación los dos primeros poemarios bajo el título El origen y el fin: “La noche es una voz soñada” (1994) y “Cuaderno de Egipto” (2000). Se caracterizan por ser poemas en prosa influenciados por la literatura francesa. En la Poesía reunida los ha modificado, el primero retocándolo y ampliando y el segundo reduciéndolo.
“La noche es una voz soñada” (1994) incluye poemas de diversos años, algunos de la adolescencia. Está influenciado por la lectura del poemario “Del movimiento y la inmovilidad de Douve” (1953), de Yves Bonnefoy. Bonnefoy (de hecho unos versos suyos introducen el poemario). En su libro, Yves tenía en mente a poetas como Baudelaire, Mallarmé o Valéry, junto a la influencia del surrealismo.
En este sentido, los poemas de Rosa Lentini remiten a un universo soñador, muy propio del surrealismo, y de sus lecturas de “Poética de la ensoñación” y “El derecho a soñar”, ambos ensayos de Gaston Bachelard. En algunos poemas el agua es un elemento recurrente (que ya anunciara Bachelard) y también la noche, como en el poema Noches insomnes… El insomnio y el deseo en la noche, se hacen presentes.
NOCHES insomnes
como horas desasidas
se llenan con tus formas,
con tu frente herida por el aire
tu espalda que el aire explora
con tu boca entreabierta y tus manos huecas
oreadas en la densidad de la noche
Te siento arder en largos gestos desvelados
mientras tus muslos tensos guardan para sí
su propio deseo;
siempre me quedan tus ojos
cerrados al misterio del aire
De: La noche es una voz soñada (1994)
Rosa Lentini
El agua y la noche tienen lugar en el poema Voces que os unís… que nos recita la propia poeta. Aquí Rosa Lentini convoca una pluralidad de voces que emergen desde la tierra, desde la memoria, desde el lenguaje quebrado. Hay una tensión entre lo ancestral y lo presente, entre el polvo y el deseo de arraigo, que se expresa con una cadencia casi ritual.
VOCES que os unís
como hilos ciegos a la noche,
acercaos a nuestra mano
que surge desde la tierra hacia esa
historia zurcida en las tinieblas,
donde nuestra piel
abraza el nombre del día
como lo hizo antes con el del
agua y reconoce esta llamada vuestra
cubierta de polvo
y cieno de sueño;
decidme si una manera de arraigar
son estas palabras que insisten
en coser nuestras voces,
responded si una manera de nombrarnos
es este lenguaje de signos
rotos en el recuerdo
De: La noche es una voz soñada (1994)
Rosa Lentini
Su padre, Javier Lentini, médico, coleccionista de arte, poeta, editor y traductor, sería su principal referencia en el principio, además de impulsor de su actividad poética. Javier, editaba la revista Hora de poesía, pasando por ella autores como Celan, Mandelstam y Klebnikov. Falleció en 1995 y Rosa Lentini publicó en la editorial Ígitur, en 2005, dos libros en honor a él: “La sal y otros poemas (Antología poética 1973-1995)” y “Poemas en homenaje”.
En 1997, Rosa Lentini y su compañero Ricardo Cano Gaviria (escritor, traductor, editor y crítico), fundan la editorial Ígitur. La faceta de editora tiene gran importancia dando a conocer a un buen número de escritoras y poetas, muchas traducidos por ellos mismos. De esta manera, Rosa Lentini traduce a Bishop, Sharon Olds, Adrienne Rich y Djuna Barnes. La lectura y traducción de estas poetas norteamericanas le abrió un horizonte nuevo, lejos del encorsetado panorama español femenino.
Resultarían igualmente enriquecedoras en el futuro, la lectura y traducción de otras autoras como Anne Michaels, Tess Gallagher y Anne Carson.
El siguiente libro de Rosa Lentini es un cuadernillo de poemas llamado “Cuaderno de Egipto” (2000). Es el resultado de la fascinación de un viaje a Egipto. Introducen el poemario unas palabras de Ismaíl Kadaré. El agua del río Nilo, la arquitectura egipcia, la muerte, la eternidad o el recuerdo al poeta de Alejandría, Kavafis (Leer el Monográfico), son algunos de sus temas.
El poeta de Alejandría
Un poema ocre como un atardecer de playa
en la costa del delta bordea el mediterráneo.
Poema quemado por el sol del mediodía
y por el viento del norte.
Poema que huele a yodo y a salina.
Un blanco entre los versos
acerca el dedo sobre los labios del poeta de Alejandría.
Él se tragó las sílabas finales de todas las estrofas.
Las lanzó a la hora en que el reflujo de la marea
las hundió en lo profundo de la arena,
bajo el vaivén de las olas…
Algún día, estas mismas dunas marinas
serán la única presencia sobre el suelo de Egipto.
Y entonces, erosionados por el paso del tiempo
cuya acción combinada de sal y agua pulió sus cantos,
los finales de estrofa volverán a nacer.
Romos, se encaminarán a su muerte natural,
como estos granos de sueño
sobre los que apoyamos la cabeza
en estas playas,
estas tempestades rojizas en el sueño…
Buenas noches arena,
sin un poeta que termine tu canción
De: El Cuaderno de Egipto (2000)
Rosa Lentini
Bajo el ciclo Linaje Río Abajo (de nuevo la importancia del agua), la autora engloba los libros de poemas: “El sur hacia mí” (2001 y 2013), la plaquette “Las cuatro rosas” (2002) y “El veneno y la piedra” (2005). En esta nueva etapa, Rosa Lentini abandona la ciudad de Barcelona para ir a vivir a Montblanc, un pueblo relativamente pequeño de Tarragona.
Los poemas de “El sur hacia mí” (2001 y 2013) poseen un carácter simbólico, destacando especialmente el elemento del agua en su contenido. El libro a su vez, se encuentra dividido en tres partes: Tsunami, Intermedio y Leyendo a Alejandra Pizarnik.
Sobre el elemento del agua en la poeta, recojo un fragmento del artículo realizado por el compañero de Rosa Lentini, Ricardo Cano Gaviria, en su artículo La cólera del mar en la poesía de Rosa Lentini *:
“Como el lector podrá apreciar, el agua de Rosa Lentini discurre no a través de la anécdota, sino del discurso fragmentario, en una especie de rastreo bajo la superficie del texto en el que van aflorando fragmentos verbales que son como los restos de un naufragio.
Con el sueño, ese segundo escenario, siempre al acecho en la poesía de la autora: muchos pasajes de Tsunami parecen salidos de una pesadilla: las palabras deambulan por esos escenarios como almas en pena que piden ser prohijadas, apadrinadas, pronunciadas. Pues sólo al serlo se redimen; sólo al ser incluidas en el poema alcanzan la plenitud de su significado”.
El caso de Tsunami y la serie de poemas que lo acompañan es curioso. Rosa Lentini recuerda haber visto un documental sobre tsunamis y sus efectos, en ese periodo. Influenciada por esta experiencia, compuso una colección de poemas relacionados con este fenómeno natural. Posteriormente, tras el devastador tsunami en Japón en 2011, amigos y conocidos se sorprendieron al pensar que Rosa había previsto el evento, aunque ella aclaró el origen casual de los mismos.
Presento la recitación de Rosa Lentini de la versión original del poema y añado la nueva versión que se encuentra en la Poesía Reunida.
Tsunami
1
Basta el temor a la fuerza del agua
doblegando a las ciudades
que erigen muros de contención
y diseñan puentes colgantes
como avisos
para hacer de un lugar la elegía
Como un arco hacia mí
el sur-a-mí
(que es del azul intenso
de un ópalo)
aleja el sosiego
y diez metros de piedras superpuestas
no nos protegen
Indiferentes al cambio
en fila india vamos
para morir
2
El tsunami trenza su palabra
a todas las demás
casas personas animales aceras
son su punto de destino
polvo de incendio
en el mar
Dejamos de sostener una mano
y los sueños que aún la encarnan
templan sus venas
la buscamos
bajo las casas derruidas bajo las piedras
sin consagración sin realidad
todavía lo intentamos
bajo la transparencia
de un agua intacta
el amor acabado
contesta
con peces más fríos
en la mano
que no conseguimos despertar
De: El Sur Hacia Mí (2001 y 2013)
Rosa Lentini
En el poema Los dos sueños vuelve a tomar protagonismo el agua, pero como afirmaba Ricardo Cano Gaviria, en el escenario pesadillesco de los sueños. Rosa Lentini vuelve a invocar el mar como símbolo de memoria, desarraigo y búsqueda de identidad.
Los dos sueños
1
No consigo despertar de las visiones
de costas batidas por la espuma
de los susurros ahogados
como buriles que pule la grava
de la cera líquida
abriéndose paso
en las calles
imprevista
avasallando
en una noche de labios fríos
llevando salitre a la herida
formas de la angustia en los sueños
de un desahogo
que no vivimos
2
Qué saben de la ciudad que desconoce sus márgenes
las gaviotas que regresan
en su rutina la ola
reconoce sólo el lomo de la ola
y los gestos sin identidad
se abandonan bajo las rocas
3
El mundo apenas vuelve
de un asombrado latido de adiós
con una luna
que platea las lenguas
de una gravedad sin respuesta
cuando el viento desafiante
le pasa la página
al libro de registros
4
pero qué si respirar consiste
en pedirle al pasado
un apunte con nuestro nombre
De: El Sur Hacia Mí (2001 y 2013)
Rosa Lentini
Intermedio actúa como un puente entre la primera y la tercera parte. En este segmento, la autora realiza un ejercicio de memoria que la lleva a revivir su infancia, al mismo tiempo que se reflejan las pérdidas experimentadas. Un buen ejemplo es La Ceniza. Rosa Lentini recita el poema original y yo incluyo el poema revisado por la poeta para su Poesía Reunida.
La Ceniza
1
Cuarenta años saldan sus momentos felices:
el recuerdo del afilador calado en un día lluvioso
mientras su tonada filtra el brillo del acero;
aquellos refrescantes bloques de hielo
portados a hombros en mediodías de verano
dejando un sumidero de agua,
y sobre cada cosa
nuestra identidad construyéndose
en un diálogo ficticio con los objetos inanimados,
cuando una infantil ambición de ser ángeles,
decepcionada de sí misma,
anula las palabras que tanto nos deslumbran…
2
¿Cómo separar la ceniza de los muertos
y la ceniza de las hojas
en los ojos de un niño?
De: El Sur Hacia Mí (2001 y 2013)
Rosa Lentini
Leyendo a Alejandra Pizarnik se centra principalmente en las obras que en ese momento estaba explorando Rosa Lentini, las cuales reflejan la profunda poesía de la poeta argentina y su impacto en su propia vida. Así, Rosa presenta sus propios temas en relación con los motivos recurrentes en la obra de Pizarnik, siendo la muerte uno de los más destacados.
Leyendo a Alejandra Pizarnik
I
Sólo un nombre se murmuraba Alejandra a sí misma en 1956,
el año en que yo fui concebida.
Cuarenta años más tarde leo el nombre en minúscula “alejandra”,
en boca de quien poseyó la muerte
como la niña que en vientos grises espera la otra orilla,
y escribe:
“debajo estoy yo
alejandra”
A su lado otra, enamorada de la niebla,
dice no creer en el cuerpo que nunca existió
Pienso ahora en la eternidad que sus palabras,
en ese estar por debajo, despliegan en mi lectura
II
Antigua sombra de un centro,
donde en la oscuridad
el doble es el contrario,
ambas desgarraduras en la música
de la última sobreviviente
juego cercando la avenida
deshojada, de una poeta
que adensa su niebla;
más tarde el lugar se precipita
tras mucho escribir;
los fragmentos
suceden a los silencios:
irse sin quedarse
o hablar por los desmemoriados
el hueco o el exceso,
el poema imponderable, alguna vez
en equilibrio cósmico
o con más flores,
el cuaderno escolar en el agua,
donde una bandada de pájaros
con antifaz golpea el aire.
“Y yo soy el temblor de todo lo azul,
la caída”, decía
III
“Caer hasta tocar el fondo desolado”
Palabras del otro lado del lazo mortal
sin para qué ni para quién
Hay que escribir en la promesa
cavando en la sombra, luz adentro
Y dice: “el invierno sube por mí”
y es más en el interior consigo
El silencio poseyó tu puerta
zanja y hueco. Pasa alguien
como lobo gris en la noche
con su camada desollada
mientras la muerte talla sus huesos
como esculturas como flautas
El silencio es de plata, la música
de diamante y la muerte no es
un puñal de oro.
IV
De cara al cielo
se clausura
al terminar al recomenzar
lo que no es otro
ni es nada;
buscar fue un vértigo
ángel petrificado
o privación de lluvia,
palabras adolescentes que
maleza entre escombros
no quieren volverse;
gira la ausencia
en los colores del bosque
voz lejana
o alas que cruzan
“Hablo del lugar en el que se forman
los cuerpos poéticos” dijo
V
La vida no desplegó su término
en una sola mañana, alguna vez
el mundo se ausenta de ella
lugar de metamorfosis
en contra, saliva de los árboles
Una cosa es ella misma si
no sabemos ocultarla. Restos,
como un duelo muriendo de orfandad.
Ojos, muriendo de espejos
La viajera visitando la mirada.
VI
La forma de alejarse de la rada
cuando empezaba a aprender
en la luz mortecina de su rostro
y a escuchar como si pudiera oírse
bajo el agua; criatura del fondo
Una voz
y otra voz detrás
los lentos pliegues de la doble memoria
Con dormidas cortezas de árbol sobre el pecho
ahora es fácil saberla abrazada a la tierra,
mirar el jardín por donde decía no venir
sus palabras en cuevas
de espaldas a las nubes
Verla transformarse en Virgen de las Rocas.
De: El Sur Hacia Mí (2001 y 2013)
Rosa Lentini
“Las cuatro rosas” (2002) es una plaquette con cuatro poemas, cada uno enmarcando en una estación del tiempo, bajo un elemento esencial. En todos ellos, la autora emplea la rosa bajo un sentido simbólico, ofreciendo una reflexión sobre la dualidad del hielo y el fuego, así como la capacidad de la belleza para perdurar en medio del frío. Rosa Lentini recita el poema Invierno.
Invierno
(agua)
1
LA ROSA DE HIELO
La rosa esculpe
sus violentos colores en el frío
y no es sino quimera de la rosa
en la nieve, rosa de invierno
agua helada, blanco en lo blanco
ofreciéndose
2
La rosa crepita en la llama
y en la desolación de la nieve
no hay deshielo demasiado lento
De: Las Cuatro Rosas (2002)
Rosa Lentini
“El veneno y la piedra” (2005) es un poemario hermético que juega con el simbolismo del ovillo rojo, ejerciendo un doble significado, como símbolo de la sangre y como símbolo de la escritura. El sueño tiene presencia como también la tiene el cuerpo y el dolor. Nuevamente está dividido en tres partes: El veneno, La piedra y Dominar el miedo.
El veneno, introducido por unos versos de Blanca Varela, se encuentra bajo el influjo del mito de Dafne. En la mitología griega, Dafne era una dríade o ninfa de los árboles, hija del dios río Ladón. Eros disparó una flecha dorada a Apolo para que se enamorara de Dafne, pero Apolo se jactó de haber matado a la serpiente Pitón y de ser un gran arquero, lo que provocó la ira de Eros.
En respuesta, Eros lanzó una flecha a Apolo y otra con punta de plomo a Dafne, destinada a hacerla huir de su perseguidor. Ante esta angustiosa situación, Dafne solicitó la ayuda de su padre, el dios río Ladón, quien la transformó en un laurel. Desde entonces, el laurel se convirtió en el árbol sagrado de Apolo, quien lo utilizó para adornar su lira de siete cuerdas. La corona de laurel también es símbolo de los poetas.
Encabeza el apartado el poema Dafne. La poeta se identifica con la huida y el dolor de Dafne y la desesperación de Apolo. En relación con ello, la poeta se lamenta por sus pérdidas y el fin de su propia saga familiar. Rosa Lentini recita el poema en su origen y a continuación despliego el poema reescrito.
Dafne
El primer aliento
exaltado de la tierra
expectante hasta entrar
en los murmullos
que sacuden la tarde
meticuloso hasta guardar las facciones
busca el pie que despierta sobre la grava
silenciosas cepas
Un olor de hojas bate el viento
trayendo ondas tórridas
lo húmedo en cambio sale del fondo
sin escalas, a pequeños brotes desiguales
se ensamblan como espigas los ríos
se borran las montañas
estilizadas como palacios lejanos
y la huida gana terreno
cuando abrazamos el laurel
y nos miramos en las plantas
como en un espejo
Todo lo que tocamos es tiempo
y debajo, nosotros, el final
de una genealogía
Tras la savia
sombra adentro
seguimos
De: El Veneno y la Piedra (2005)
Rosa Lentini
A dicho poema le siguen una serie de poemas breves reflejando la temática de la fragilidad, el dolor, la resistencia del cuerpo, la fragmentación de las palabras.
LO FRÁGIL lo interminable:
entrar en la resistencia del cuerpo
como en una ciudad sitiada
de cristal
tras años de ausencia
***
EL OVILLO
frío que se vacía
reventando la arteria
o tal vez veneno
más caro que la existencia
la erosionada existencia
***
VA a nevar
tal vez
los copos se fragmentan
al posarse las palabras
toman la forma de objetos
palpitan fugaces
la manera en que se difunden
y recogen
los pasos perdidos
de su voz
De: El Veneno y la Piedra (2005)
Rosa Lentini
La piedra es el segundo apartado y su epígrafe es de Antonella Anneda: “Escribe porque nada está defendido”. Según Jaime Parra, en los poemas de este apartado: “La piedra es un cuerpo sobre el que se escribe lo que permanece”.* Y en este sentido, en el primer poema de la sucesión queda clara esta interpretación. Rosa recita el poema original, al que apenas modificó en la recopilación de su poesía.
Dafne
El primer aliento
exaltado de la tierra
expectante hasta entrar
en los murmullos
que sacuden la tarde
meticuloso hasta guardar las facciones
busca el pie que despierta sobre la grava
silenciosas cepas
Un olor de hojas bate el viento
trayendo ondas tórridas
lo húmedo en cambio sale del fondo
sin escalas, a pequeños brotes desiguales
se ensamblan como espigas los ríos
se borran las montañas
estilizadas como palacios lejanos
y la huida gana terreno
cuando abrazamos el laurel
y nos miramos en las plantas
como en un espejo
Todo lo que tocamos es tiempo
y debajo, nosotros, el final
de una genealogía
Tras la savia
sombra adentro
seguimos
De: El Veneno y la Piedra (2005)
Rosa Lentini
Dafne era la protagonista de la primera parte, mientras que Ariadna se presenta en La piedra, nuevamente asociada al símbolo del ovillo, que se entrega a Teseo para que pueda salir del laberinto tras derrotar al Minotauro. En este contexto, Ariadna interviene a través de la madeja, para ilustrar tanto el origen como el desenlace de la historia.
CEDE el rencor
en lo que creía
su derecho
Ariadna no es sólo
la que ofrece el hilo
sino la que explica
en la madeja
el origen y el fin
escritos
De: El Veneno y la Piedra (2005)
Rosa Lentini
En algunos poemas se pueden observar temas como la fragilidad, el paso del tiempo, la memoria o la persistencia el lenguaje, como en el siguiente poema.
EL LENGUAJE
alabarda
si se impregna
de no ser
en cambio todo
se confiesa
en el lastre
de la piedra
el veneno
pigmento
de otra ficción
De: El Veneno y la Piedra (2005)
Rosa Lentini
La tercera parte, Dominar el miedo, se abre con citas de Else Lasker-Schüler y Anne Michaels. La primera sobre no poder dominar el miedo y la segunda en la que se trata de conseguir dominarlo. Los poemas son mas extensos que en los dos apartados anteriores. Diferentes temas lo pueblan, como lo son la memoria, la escritura y el símbolo del agua.
El agua
Sobre un mar agitado
duermen los hombres
oculta el viento en sus ropas
niños no deseados
pero ni un eco recorre
los paseos de acacias
de la ciudad
El cielo cambia
tan pronto de un gris azulado
a un azul plomizo
bajo el que los peces
aturdidos palidecen
y los ahogados parecen querer subir
azuzados por invisibles espuelas
mientras sus nombres flotan
en círculos
Aquí el arte de escribir
no es refugio contra el huracán
pasado y futuro son un sonido
de raíces desasidas
nada que ver con el deseo
de querer saber más
nada que ver con el resplandor
de las grandes palabras
De: El Veneno y la Piedra (2005)
Rosa Lentini
Tras la publicación de este poemario, se establece un intervalo de ocho años. Se lanzan algunas antologías de su obra y se incluye en recopilaciones junto a otras poetas. Hablando de objetos rotos marca el inicio de un nuevo ciclo de tres poemarios, inaugurado con “Tuvimos” (2013). Rosa Lentini mencionó que no tenía claro qué libros formarían parte de este nuevo ciclo. Sin embargo, después de los dos primeros volúmenes, sintió la necesidad de añadir un tercero para completarlo.
En las portadas de los tres libros de la trilogía, Rosa Lentini seleccionará cuadros del pintor José María Guerrero Medina. En este primer libro, ocupa su portada un detalle del cuadro Mediterráneo. El poema del libro Habitación con vistas, es una reflexión teniendo en mente el mismo cuadro.
“Tuvimos” (2013), es quizás el poemario más relevante de todos, en el sentido de que en su constitución, los poemas los componía con facilidad, posibilitándole abordar temas tabú que habían permanecido ocultos a lo largo del tiempo.
Además de revelar estos asuntos poco explorados, también se adentra en una nueva línea de poesía, tanto en la nueva óptica con la que explora las diferentes temáticas, como en el apartado formal, donde encontraremos una disposición de las palabras dentro de los versos, con una particular simetría, pues Rosa Lentini aplicará diferentes sangrías dentro de los mismos, y tampoco empleará el punto, como signo de puntuación.
Algo de todo esto ya lo hemos observado en los poemarios anteriores, y es que no debemos olvidar, que éstos ya se encuentran revisados y, en su caso, modificados por la autora.
Jaime Parra, en el momento de analizar el nuevo ciclo se refiere a los dos primeros libros editados hasta ese momento, pero que bien se pueden aplicar a los tres:
“Tienen características similares, entre ellas su enlace con la poesía hispanoamericana y norteamericana, lo que no es nada extraño, pues la poeta ya señaló que entre sus modelos estaban algunas de las poetas de este continente, como Bishop o Pizarnik, además de haber realizado, como ya se ha dicho, una antología de la poesía norteamericana.
Se trata, en todo caso, de un ciclo especial, nuevo, muy moderno, que participa de varios de los rasgos de la poesía actual: distanciamiento del sujeto poético, empleo de varias voces, ruptura con la concepción estrófica del verso, aproximación al ritmo de la prosa, aprovechamiento de ciertas técnicas narrativas, renovación léxica, inmersión en ciertas problemáticas del entorno, invención de una nueva poética del personaje, acercamiento al lenguaje directo pero con una gran vigilancia de su tratamiento,
insistencia en el papel de la memoria, perspectiva del presente, ampliación de ciertos motivos y mitos, acercamiento al transcurrir cotidiano, dignificación del sujeto femenino, tratamiento de la atmósfera familiar, reelaboración de ciertos mitos, interés por Eros y Thánatos”.*
“Tuvimos” lo escribe Rosa Lentini tras una serie de pérdidas familiares y personales. El epígrafe del libro son unos versos de la poeta norteamericana que ella mismo tradujo con anterioridad, Tess Gallagher: “Qué extraños nosotros, / envueltos en el aire azul que alberga / su noche. / Extraños como figuras expulsadas / de la memoria”. El libro lo divide la autora en tres partes: Las Premisas, Las Crisálidas y Así el mundo.
Es muy apropiada la definición de Manuel Rico sobre el poemario, recogida en su artículo Algunas notas sobre Tuvimos de Rosa Lentini*: “Tuvimos podría perfectamente llevar como subtítulo algo así como “Libro de familia” (parafraseando el título del último libro de Félix Grande). Porque de eso se trata: de la familia y sus aledaños, de los límites de la vida y la felicidad, de los rastros que deja en la existencia de quienes, en ella, inevitablemente, habitaron. De las heridas y de su imposible curación”.
El primer poema de Las Premisas (la primera parte), es una declaración de intenciones de lo que nos espera en los siguientes poemas. Contundente es La boca de Mahalia Jackson, donde hay unos versos cruciales, imaginando a sus padres, todavía sin hijos y las grietas que vendrían después: “Y eran una fe una luz, / antes de que ellos pensaran / tener hijos o hacerles daño, /
antes de que pudieran tenerse / el uno contra el otro”.
En este sentido, Noni Benegas en su excelente artículo Abusos infantiles: el infierno familiar*, a raíz de estos versos, escribe: “La autora asienta la premisa de la que parte, y no es otra que el conflicto que trajo consigo el desengaño y la pérdida de la confianza en los padres, junto al sufrimiento causado por la guerra sin cuartel entre ellos”.
La boca de Mahalia Jackson
He encontrado mi pasado
escondido en una partícula de saliva
escapada de la boca de Mahalia Jackson
cuando cantaba:
«This is my faith, this is my light»
Y eran una fe……una luz,
antes de que ellos pensaran
tener hijos o hacerles daño,
antes de que pudieran tenerse
el uno contra el otro
He salido rápido
como un corredor de fondo
acelerando a la entrada del parque
levitando casi a la altura del lago
a grandes zancadas ardientes en la avenida,
bajo las copas de los árboles en flor,
antes del primer baile juntos,
cuando al otro lado de las alambradas
que ribeteaban el camino, a la espalda
de los carcomidos bancos de madera listada,
él salía de entre los setos, el cabello revuelto
y las rodillas arañadas, en las manos
un balón de color calabaza,
y ella intercambiaba con una amiga cromos
y cotilleos envileciendo en el musgo
sus cortas calzas de niña
Mi fe mi luz: una gota de saliva
pasa por el tracto humano
donde el pasado es engullido
Llamadas y lotos como soportes de un juego,
mi fe en su oscuridad,
ceremonias de un canto de ranas
para atraer a la pareja, y lo que no fue
lo que no llegó a definirse,
como un tallo que crece
bajo la luz modélica
De: Tuvimos (2013)
Rosa Lentini
Selecciono de esta primera parte, el impactante poema sobre su padre, que enmarca el nuevo ciclo de Rosa Lentini, Hablando de objetos rotos. Noni Benegas, en el artículo citado, refiere sobre el poema: “Se muestra la inconmensurable relación con el padre, cuya ambivalencia obliga a la poeta a fragmentarlo físicamente -visto ahora a la distancia: un pie, una cabeza- para poder aprehenderlo e intentar reunir el puzzle en: “Hablando de objetos rotos”, entre otros poemas”.*
Igualmente, se percibe una imaginería de estilo surrealista y cierta influencia del psicoanálisis en dicho poema y en general, en gran parte de la poesía de Rosa Lentini. Sobre este punto, en la revista Turia, Esther Peñas, interroga a la poeta:
Hay mucho de psicoanalítico, de autoconciencia, en sus versos. ¿Cómo saber que la narración que hacemos de nosotros mismos es la adecuada, la verdadera?
Hay un movimiento en mi poesía que Edgardo Dobry califica de “espiralado”, esto es, parecería que se está en el mismo lugar, pero es pura apariencia, se retoman los temas una y otra vez, pero siempre a través de un movimiento en espiral, por lo que nunca se está realmente en el mismo sitio, ni se cuenta lo mismo, y ese movimiento es propio del psicoanálisis. Más que revisitarlo, reconstruyo el pasado, porque cuando fue vivido tenía claves propias, desconocidas para la niña.
Ahora, con una información acumulada, se recompone y completa el cuadro que no se entendió entonces. Supongo que la clave está en tratar de ser lo más sincero posible, aun si esa verdad puede herirnos —y seguro que lo hace—. Y volvemos al misterio de la poesía cuanto más nos adentramos en una historia personal, cuanto más desvelamos nuestras propias claves, nuestra experiencia se vuelve más comunitaria. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).
Hablando de objetos rotos
Teñida de lodo, tan ajena
en sus últimos meses de vida
la cabeza de mi padre
asoma bajo bolsas de desperdicios
abandonada en el asfalto
tras su larga enfermedad
Sin un cuerpo que la sostenga
ensartada en un alambre
como un hombre -planta de Odilon Redon,
con un semicírculo de piedras parecido
a una mandíbula de castradores dientes
cerrándose sobre su garganta
La levanto y la llevo
sobre mi hombro lejos del acecho
de los bloques de granito, como un cántaro,
cuidando de no verterla,
de no vaciarla todavía más;
una danza de Salomé triste en la calle
sin Tetrarca que la observe
Cabezas menos vivas en la vuelta a casa
se giran para acariciar sus ondas grises con su mirada
como si de una carabela
o una joroba que dan suerte se tratase
Después de una prédica sobre los nombres rotos
que cubre la tierra del jardín, se queda allí,
en un brillante silencio borrándose
junto a las osamentas de los gatos
Algunas noches me despierta el leve crujido
de pequeños huesos arrastrándose hacia ella,
una cabeza descarnada…
Pienso entonces en cómo
reciben a los nuevos inquilinos
los objetos abandonados tras la mudanza
Así observan los muertos a los vivos,
con gestos de complicidad
miran desde su penumbra la luz
que encendemos en la habitación al acostarnos
y hablan de nosotros bajo la superficie,
sombras de un teatro de añoranza
que teme las despedidas
De: Tuvimos (2013)
Rosa Lentini
Es muy pertinente recurrir a la entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini, en Turia, porque precisamente Rosa habla sobre el poema anterior, en una pregunta en la que se citan a poetas norteamericanas:
Siguiendo la estela de poetas como Sharon Olds o Linda Pastan, la suya es una poesía que convoca lo telúrico. ¿De qué modo “un cuerpo se entrega a su destino”?
De ambas poetas he traducido un libro, Satán dice de la primera, en colaboración con mi marido, y una antología de la segunda, en colaboración con Jonio González. La traducción es el más exhaustivo aprendizaje que se pueda hacer de la obra de un poeta, así que ambas me han influido, pero no son las únicas. Lo que intento hacer es una poesía basada en lo que llamo “imaginación visionaria orgánica”, esto es, basada en lo imaginario diurno, oponiéndose por tanto a lo puramente onírico y a la fantasía —donde el yo quedaría encerrado—, y que además tenga un recorrido casi físico en el poema.
Lo que se propone es tanto un recorrido de imágenes diurnas como una organicidad de los sentimientos. Tendría que poner un ejemplo. En mi libro Tuvimos, hay un poema muy representativo, que es el que da nombre a toda la trilogía titulado “Hablando de objetos rotos”; en él, el sujeto poético implícito protagoniza la acción de encontrar la cabeza del padre entre la basura.
Decirlo así queda raro, es una imagen extraña, fuera de lo acostumbrado, pero si además se cuenta que la recoge, que la transporta a hombros, que la gente en la calle la toca para que les de suerte, que le hace unos esponsales y luego la entierra en el jardín junto a las osamentas de los gatos, y que después esa cabeza descarnada, junto con los huesos de los animales, nos miran a los vivos cuando encendemos la luz en la habitación antes de acostarnos, como un teatro de añoranzas que teme las despedidas, estoy dándole un recorrido en imágenes al sentimiento de ausencia y de separación.
Le doy una organicidad y un relato. Otro de los temas que trato es el de la enfermedad, el cuerpo se “entrega a su destino” en la página, siempre dialogando con el poema. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).
Para el poema El final de una vida, conviene detenerse en la mirada de Noni Benegas:
“Hay. por fin, una composición sobre la que me quiero detener: “El final de una vida”. Evoca un diálogo entre la abuela materna y la nieta, que probablemente muchas de nosotras reconocemos, aunque los roles difieran.
Por el momento, retengamos a una adulta culpabilizando a una niña de delitos de los cuales no sólo no fue responsable, sino víctima. […] El poema de Lentini, escrito con una sobriedad que acentúa su veracidad, da una vuelta de tuerca, y presenta algo más o igual de perverso que se suma al abuso: la incomprensión de la madre u otras figuras de poder en el entorno de la menor, que asociamos con la actitud de muchos jueces que condenan a la mujer por llevar faldas cortas, por ejemplo, en vez de culpar al violador.
Aquí es la abuela la que encara a la niña de siete años para recriminarle: “Vas detrás de tu padre” -subrayando ese “detrás”- y recordarle algo que ocurrió antes: “Piensa en algo sucio. Más sucio. Ahora no, hace varios años, cuando eras niña, niña”, es decir, menor aún, o sea, impúber, ¿4 o 5 años? Un interrogatorio tenaz que remacha el trauma inicial y empuja a la pequeña “a la introyección del sentimiento de culpa del adulto, pues el juego hasta entonces anodino aparece ahora como un acto que merece castigo”, según observa Sandor Ferenczi, en un esclarecedor artículo sobre las consecuencias de la seducción infantil”.*
El final de una vida
Mi abuela materna solía plantarse
en una esquina del jardín,
al pie de dos abetos gigantes
de chorreante resina que brotaban
de la corteza olorosa de su piel,
no lejos de la maraña de hierbas
amontonadas para la quema
Yo dormía todavía en la hamaca veteada del sol y sombra,
inmersa en el sopor
de una tarde de agosto
cuando ella dispara la pregunta a sangre y fuego:
¿Vas detrás de tu padre?
Su ¡Ajá! de satisfacción ante mi respuesta
no me altera y le explico
que mis piernas más cortas de niña
me llevan siempre detrás de sus largas zancadas
No es eso replica, detrás insiste
Piensa en algo sucio, dice
Pienso en una mierda de perro,
en una cagada de pájaro en mi pelo
Más sucio, continúa
Su voz sugiere una mano
desde el pasado profundo llegando hasta un cuerpo
Ajá, confirma, Ahora no, hace varios años, cuando eras niña, niña
Y mis siete años de adulta se resienten de pronto
se aleja la visión del perro
huye la serpentina de luz del ave
se transforma en una lente de hielo
Un cuerpo sin peso
como el rostro de esa niña de pocos años
y el halo satánico que se disuelve
en las venerables canas de la anciana
cuando las dos se miran en mí
al final de su vida
De: Tuvimos (2013)
Rosa Lentini
La última Cena es otro desalentador poema sobre la desestructurada familia de la poeta. El paso del tiempo ha derivado en unos padres fallecidos, fantasmas de un pasado, y en un difuminado recuerdo, tanto de vivos como de muertos, de ahí los explícitos versos finales: “Nosotros olvidamos que llegamos a estar allí, / ellos olvidaron que allí estuvimos”
La última Cena
Como fantasmas reunidos a la mesa,
los platos estampados en azul frente a cada uno
nos distraían con los motivos paisajísticos del siglo XVIII:
una casa de campo cercana al río,
y árboles junto a la carreta tirada por las mulas
A la derecha los servilleteros de madera rodeaban
con suavidad los paños de algodón,
nadie podría decir que no simpatizáramos
con la idea de estar muertos
Aprendimos a leer la historia de nuestro pasado,
cuando la intimidad desprendió
un humor amargo y durante años las suturas
tironearon de una mujer, de un hombre,
de sus dos hijos, hasta que de la vida en común en la barricada
quedó una única hilacha
Todavía hoy un pie debajo de la mesa se estira
y estira hasta golpear mi rodilla…
Pienso en el viento frío
que nos arrastra a todos hacia la noche,
pienso en la intemperie, el río helado,
el temporal de nieve,
o en el hombre desnudo que ara sobre la mujer
y clava en su vientre
el misterio que somos mi hermano y yo
saliendo de sus cuerpos
Nosotros olvidamos que llegamos a estar allí,
ellos olvidaron que allí estuvimos
De: Tuvimos (2013)
Rosa Lentini
En Recuerdo del hombre tras la puerta, rememora siendo niña, a su abuelo, su carácter huidizo junto a sus extravagancias, como el hecho de levantar un muro dentro de la casa, dividiendo a la familia. Lo recuerda limpiando los cuadros, arreglando el jardín o regalándole una acuarela.
Se acuerda también de la descompuesta caja de pinturas y de cómo ayudó a su abuelo a restaurarla. La última estrofa es extraordinaria, en el sentido de que si la familia hubiera estado más unida, hubiera cambiado el devenir de todos, con menos dolor, incluido el de la poeta: “Tuvimos, habríamos tenido, dos tiempos verbales…”.
Recuerdo del hombre tras la puerta
El arte del perdón ya no vivía en él.
Guardé en mi huida sus puños apretados
de blancos nudillos, la indignación
que teñía de rojo las venas de su frente
y el deseo de tocarle la mano
Su forma de arrastrar los pies
al quitar el polvo de los cuadros
o al desbrozar los rosales con la podadora
en verano, un gesto que yo amaba
Pero él prefería huir resoplando, como un gran búfalo
mudando la piel cuando la trama
urdida por la esposa
hacía mella en las nietas, y la llama
de su anciano cuerpo tras la puerta
lo consumía
Con la determinación
de un marinero alejándose de tierra,
un albañil a sus órdenes erigió un día en el corredor
un muro de ladrillo y cemento
dejando la mitad de la casa a salvo,
y la otra mitad desconcertada
Con el tiempo mis visitas al lado
donde el padre de mi madre se quedó
restauraron los pedazos de su vieja caja de pinturas,
mientras, inmovilizado sobre una tabla,
aceptaba mi rol de bruñidor
Al año me sorprendió regalándome
una acuarela, estudio de dos jóvenes,
una morena alta, la otra pequeña y rubia
que recibían clase de dibujo, tan parecidas
a las mujeres paternas
Tuvimos, habríamos tenido,
dos tiempos verbales en la historia dividida
de las familias, la espiral de los hijos
que baila, baila su triste vals sobre ellas,
escucha esa música, muro, escúchala…
De: Tuvimos (2013)
Rosa Lentini
Después de estos impresionantes poemas vuelvo a recoger las palabras de Manuel Rico:
“Rosa Lentini ha construido un libro duro, emocionalmente intenso, que se nutre de los primeros recuerdos de la infancia, reconstruyendo incluso, las sensaciones previas al nacimiento, que avanza por algunos de los acontecimientos familiares más sentidos, que evoca el tiempo de la escuela sin desdeñar sus zonas más oscuras y lamentables, que tantea en el primer conocimiento del amor y del sexo culpable y que se llena de pesadumbre y de recapitulaciones cuando la muerte acecha a los seres más queridos, sobre todo al padre, y la mirada se llena de hospitales”.*
Las Crisálidas es la segunda parte del libro donde Rosa Lentini hace referencia a la fase de desarrollo de las mariposas, en las que sen envuelven en una cápsula. Merece especial atención el poema En el hospital. El poema se encuentra enmarcado por unos versos de la poeta Sharon Olds. El padre tuvo que visitar de manera frecuente en sus últimos años, los hospitales, de ahí que la enfermedad sea uno de los temas que frecuenten los poemas del libro.
En el hospital
Como esa tierra húmeda en
la que caen las cosas que amas
y se pierden para siempre.
SHARON OLDS
Las gotas doradas de sudor
señalan ya en tu cuello
un color de crisálida
La vida es una sucesión de lazos
que tensan gradualmente su nudo
Ecos de una voz alterada llegan del pasillo
acompasando un corazón que abismas
como quien ahonda los ojos azules de un extraño;
el latido, una fallida orquesta
en una vibración de platillos que se aleja
Nos hacemos promesas, nos recuperamos
de las que no cumplimos en el humo
de una nueva que también incumpliremos
Ninguna voz interior nos emplaza
como si nuestra fe brotara, virgen,
a cada vuelta del camino,
hasta el día en que una segunda voz
nos invite al silencio y acentúe el peso
de las cosas que sólo nos adornan
Te vuelves hacia mí, con los ojos señalas
una tornasolada esfera que asoma del baño
y parece adquirir conciencia
Y como el globo rojo en la película de Lamorisse
sigue una ruta secreta cuando sobrevuela
la lámpara o esquiva el radiador
Abajo la ciudad bulle lejana como si sólo
estuvieran vivos los dardos de luz anaranjada
de las lunas de los coches
lavados por la lluvia reciente,
proyectados sobre tus coronas de esmalte gris
La blanca mata aplastada de tu pelo
la coronilla apenas recién humedecida
en la pila bautismal, tu mano y tu vientre
inconscientes de su renuncia
parecen sostener toda la vida
El misterio llega reorientando su marea sobre nosotros
Tiempo de ingravidez,
áureo tiempo de la entrega
Con un suave balanceo la gota de agua saturada
de jabón se pierde en el cielo raso
a falta de espacios abiertos y de respuestas
De: Tuvimos (2013)
Rosa Lentini
Cierra esta parte el extraordinario poema Lluvia, cuya extensión impide que lo exponga por completo. En él, se produce una ruptura intermedia donde Rosa introduce una narración en prosa poética, que es la que me apetece incluir por lo explícita. Rosa Lentini parece querer renacer en el algodón de la crisálida, de los escombros de la memoria de su pasado. La cita del poema son unos versos de la poeta y novelista de origen rumano, Herta Müller.
Lluvia
Nosotros de todos modos
ya no podemos andar y sólo
podemos bailar, […] somos
algodón grueso con agua que
se balancea y huesos maltrechos […].
HERTA MÜLLER
Trago corazones y hago el recuento de mis muertos.
Sopla un viento fuerte y me balanceo y ya soy algodón
grueso sobre el agua que fluye como la leche y en la resaca
después de la leche todo gira y no es preciso entender
nada. Empujo mi nostalgia con mis pies, ¿por dónde
estarán ahora? Empujo el ¿dónde estarán ahora? en
la convicción de que los ausentes viajan, se parecen a
nosotros balanceándonos y fluyendo en el agua como en
una tumba
Una casa se suma a la corriente, claro que sí. Hay
un tilo, hay un banco de piedra, allí me quedaré toda la
vida. Dame un amor más débil y un viento fuerte donde
no sea preciso entender nada. Dame rostros angulosos,
manchas en la piel, dame la tonalidad parda de los atardeceres
en primavera, focos lunares sobre las risas dame,
unas cuantas noches más, charol negro en mi sueño
Podemos bailar ahora como si viniéramos al mundo
o nos alejáramos de él, podemos, y las parejas bailan y
se balancean en el viento fuerte, las parejas tienen su
instrumento, su anillo metálico en el anular, se balancean
como algodón grueso en el agua, fluyen y tamborilean
empujando su nostalgia como un pesado arcón,
arrastran los pies y empujan
Todo gira, todo es disponibilidad en el compás del
baile y ya no es preciso entender nada
[…]
Ante la usura, la exigencia
del patrón del baile baila, baila
-susurra la lluvia-
todo lo que puedas
De: Tuvimos (2013)
Rosa Lentini
En la tercera sección, titulada Y así el mundo, la voz poética, tras explorar en las dos partes previas, por un pasado repleto de luces y sombras, ha desarrollado la cualidad del autoconocimiento. Desde un presente tranquilo, logra asimilar su experiencia, buscando a la vez entender tanto su entorno como a sí misma.
Es desde el presente, que trata de dar significado a los sucesos familiares y dar un sentido a su vida de niña. De alguna manera, también se enfrenta a las pérdidas, incluidas las propias de la poeta. La muerte es otro de los temas que recorre el libro. En este sentido, son esclarecedores los versos del poema Espacios sin ángeles: “Después de todo las vidas / se enfrentan a sus tumbas”
Espacios sin ángeles
Hay una zona sin aire
en la que el olor
de almizcle último
en el pliegue de la almohada
concentra lo exacto de un cuerpo
pero es pálpito de frontera
mera apariencia
de brazos y manos
que no se formarán en otro espacio
inmovilizados incumplidos
Hay huecos que algún día deberían
doblarse sobre sí mismos
y formar nuevos huecos
donde perderse
caras tapiadas, vacíos
ausentes o no,
siempre habrá alguien
que los recuerde
incompletos o no
Después de todo las vidas
se enfrentan a sus tumbas
sin tiempos confusos
sin improvisados regresos
a la hora del ángelus
De: Tuvimos (2013)
Rosa Lentini
Sobre las pérdidas propias y los hallazgos, Esther, citando un poema de Elizabeth Bishop (Monográfico), interroga a nuestra poeta:
“La gran apuesta de la vida es asumir la pérdida”, escribió Bishop. Algo de esto hay en tu poesía. ¿Cómo incorporar lo vivido sin que la melancolía sea tan excesiva que paralice?
El poema de Bishop acaba hablando de esa pérdida como desastre, y dice concretamente “no es difícil dominar el arte de perder, por más que a veces/ pueda parecernos (¡escríbelo!) un desastre” (por cierto, tomo la traducción de Joan Margarit y Sam Abrams que publicamos en Ediciones Igitur ).
Solo al final la poeta admite el desastre de toda pérdida y el poema entero cobra otro sentido tras ese último verso, y aunque lo dice una sola vez, resalta con cursiva el “escríbelo” previo a la palabra desastre, como diciendo “atrévete”. Ella dominaba muy bien la capacidad de distancia del poeta respecto a su poesía y a sus sentimientos.
En mi caso, y como comenta Noni Benegas en su libro de ensayos Ellas resisten, en el texto que me dedica, frente a la locura de los mayores, la niña se convierte en una pequeña adulta, toma la «distancia» de una observadora. En el poema es lo mismo, es sobre todo la narración del testigo, del superviviente, y, por tanto, esta debe ser lo más objetiva posible, la melancolía siempre resulta una gran distorsionadora.
Aunque (creo) son dos momentos distintos de lo mismo, ¿qué sucede entre el hallazgo y la pérdida? ¿De qué cuesta reponerse más?
Siempre de la pérdida, y muchas veces una vida entera no es suficiente para reponernos, pero retomo de nuevo a Rilke, su idea de que la vida es un constante sobreponerse a la pérdida. En cambio, el hallazgo, incluso el doloroso, es algo que acabará formando parte de nosotros con el tiempo, una vez asimilado; la pérdida, por contra, es una resta, un vacío, algo insustituible, como todos los que han sufrido amputaciones en sus miembros y que dicen seguir sintiendo sus brazos o piernas.
Sin embargo, la poesía más responsable —hablo de compromiso moral con la palabra—, lleva en sí una forma de consuelo, porque escribir nos va desvelando nuestra verdad.
El poema titulado Accidente es el cierre de la obra, en el cual se entrelazan los recuerdos y sueños del pasado con la realidad actual.
Accidente
1
Una opción contiene a otra
la verdad a la mentira
la mentira a tu sueño
Tu cicatriz un lugar
donde asentarse
devora el sello el recuerdo
y luego nada
el frasco explica al velero
embotellado viaje
de regreso
La voz era esto
decir “perdida” y contemplarse
un frasco en busca
de su olor
Una opción contiene a otra
la vida que llevamos nos lleva
nosotros habitantes
de un vientre
2
Los negros, negros
nubarrones de tormenta
se cierran sobre el campo donde
el coche ha derrapado
Y nada se alcanza a ver salvo
un contorno de voces quietas
a la espera
como postales para el recuerdo
en sus olvidadas maderas
Una garza se salva con un gran
movimiento majestuoso
Oímos el flap flap de su migración
dirigiéndose a poniente
atrapados en esta atmósfera
a punto de descarga;
y el vuelo sobre nuestras cabezas
ese tiempo de sueño recién creado
que toda promesa falsamente contiene
la órbita en su curva de regreso
como si pudiéramos…
De: Tuvimos (2013)
Rosa Lentini
El final del libro son unas palabras muy pertinentes para el sentido de la obra, que Rosa Lentini toma del escritor y compositor Samuel Butler, en las que se manifiesta la conexión entre los fallecidos y los que permanecen en el presente: “Habremos perdido hasta la memoria de / nuestro encuentro… / Y sin embargo nos reuniremos, para separarnos / y reunirnos de nuevo, / Allí donde se reúnen los hombres muertos: / sobre los labios de los vivos”. SAMUEL BUTLER
Después del poemario “Tuvimos”, Rosa Lentini, como ya dije con anterioridad, revisó y modificó algunos poemas para su edición de la “Poesía Reunida” que se publicaría en 2015. El libro abarcaría desde sus inicios en 1994, hasta el propio Tuvimos, de 2013.
El segundo libro de la Trilogía se titula “Hermosa nada” (2019). En una conferencia, Rosa Lentini revelaba de donde provenía su título. Hace referencia a un fragmento del libro de Katherine Ann Porter, “La nave de los locos”, donde una de las protagonistas afirmaba: “Nada, no tengo nada. Solamente tengo nada. Pero no importa, es hermosa y es toda mía”. Dicho fragmento, cierra el libro. Un cuadro de José María Guerrero Medina, vuelve a ilustrar la portada, en este caso es Arlequín.
Unos versos de la poeta Tess Gallagher, son el epígrafe del libro: “…como quien prolonga / el momento con su muerte intacta, / con su corazón, demasiado sabio, / limpio de los deshechos que llamamos esperanza”.
El poema El soplo del diablo 1, abre el libro, cerrándolo El soplo del diablo 2. Entre ambos, engloba poemas la autora en tres apartados: Familia, Luto de Gigantes. La Lejanía y Viajes al Otro Lado. Rosa Lentini recita los poemas El soplo del diablo 1 y Desierto (poema perteneciente a Viajes al otro lado).
El soplo del diablo 1
Se sienta sigiloso en un banco del paseo marítimo
donde espero el autobús
tiritando bajo la niebla
No me ronda un aliento mortal
sino ardientes esquirlas que enturbian el cristal del aire
mientras el gusano de la lengua se mueve
entre sus dientes
como señuelo de la siguiente presa
Empiezo a dormitar como sobre una espada, peligrosamente,
él concentra su soplo
su cayado
su broche de diamante
yo me pliego a la amenaza y dejo el papel moneda
sobre la piedra
No basta. Vuela un poco más dice
abriéndose paso en mi cabeza
Al ver mis tarjetas borra el esfuerzo
y el dolor de media vida
y la piel que me impedía crecer cae al suelo
Ni el móvil ni el pañuelo bordado le convencen
su rosada lengua emerge
y despide una bocanada de azufre
cuando su pezuña hiende mi corazón
Mi entraña es ya el humo de su boca
Sobre las vetas del pedernal los objetos forman
una pequeña dote huérfana
que engrosan gafas, lápices
borradores de poemas manuscritos
en una libreta con iniciales en relieve
Cortante, sin leerlos, insiste: No es eso,
y dice, apuntando su dedo
hacia la llave de casa:
Ya nadie te espera
Nada nos revisita, pero algo regresa
y desgrana su sueño
por el lugar vacío
Miro mi casa con gratitud
su forma de resguardarme
de las grandes palabras de añoranza:
“ayer” y “nunca más”
y cerrando los ojos acudo a la cita
El autobús no ha llegado
Nada interrumpe la noche
que poco a poco recupera
su apariencia mineral
la niebla que propagó el fuego de la codicia
desvía su ojo denso
y un cielo de nubes dispersas
deja ver un halo de estrellas ingrávidas
casi virginales
en su oscuro universo
De: Hermosa Nada (2019)
Rosa Lentini
En Familia, Rosa Lentini continúa la exploración que ya iniciara en “Tuvimos”. En un ejercicio de memoria vuelve a recordar al padre, la madre, al hermano, los abuelos o a ella misma, como en el poema El primer día, en el que asistimos a su visión de su nacimiento.
EL PRIMER DÍA
Ella era una reina y ahora sabe de teorías
sus tres largos días de dolor
de nada le sirvieron para dilatar
como decían los libros tras el nacimiento
la parte dañada y abierta de su carne
dejaría una mínima cicatriz
en una silueta más esbelta
Su interior se ha vaciado
lo que se mantenía a la espera
rompe aguas hacia la salida
expuesto derramado
vasos comunicantes descompensados
y aquel ordinario pringoso fétido charco
donde nadé por primera vez
Dos ramas los brazos de la criatura que fui
pulsaciones desgajadas
de otro corazón que dejó de compartir
su ritmo para siempre
Ella descansa ahora
cual princesa del guisante
mi madre en su cuna duerme duerme
mientras una primera luz cautiva flota
sobre el nuevo ser
y el amor que debería empezar termina
Ese ojo que gira constante en el tiempo
agranda la habitación más fría quizás debido
a una primera conversación con las sombras
y allá lejos o cerca
las aves atraviesan un cielo translúcido
y su batir de alas
abre un silencio
que crecerá en soledad
compañero de sí mismo
De: Hermosa Nada (2019)
Rosa Lentini
Última visita es un poema estremecedor de la agonía de su padre, siendo la poeta testigo de ella y de la impotencia de su madre ante la situación. Como ya ocurriera en “Tuvimos”, la enfermedad y la muerte vuelven a tener presencia en “Hermosa nada”.
ÚLTIMA VISITA
Con su elegante mano sobre el bolso
la casi casi viuda convence al médico
de que ha llegado la hora
que ella no puede hacer más
su figura arqueada sobre la mesa se arrastra hasta él
como un ofidio
las escamas
brillantes
“…dejar la medicación” alcanzo a oír “mi familia agotada”
Mi protesta es en vano, ella sin mirarme se dirige
a los ojos bajos del neurólogo fijos en el escritorio
el lápiz y el bloc de las recetas inmóvil
En un rincón alejado
la niña que llora en silencio
sus lágrimas como inútiles saetas
atraviesan el cuerpo alto moreno frío animal
de la que habla y decide
mientras el cuarto da vueltas
en un vértigo infinito
Con unos ojos distintos
miro la escalera
enfrente un pasillo, a la izquierda una salita
hay allí un hombre solo con la cabeza ladeada
los ojos aletean por la habitación sin rumbo
como polillas atraídas por reflectores enfrentados
un buen chico esperando su muerte
las manos apoyadas una sobre otra
las alas mutiladas de ángel caído
te acercas y agarras sus tobillos
tiras de los dos esquejes abandonados
sin decir palabra
ese ser
frágil frágil frágil
y amenazado
se gira hacia ti
mi padre
De: Hermosa Nada (2019)
Rosa Lentini
En el poema Lirios, la poeta se refleja llevando flores a la tumba de un ser querido. Impresionan los versos: “Por tener más cosas en común / con los ausentes que con los vivos / creamos el alma / ideando la sombra de un diálogo”. La relación con los que ya no están, similar a lo que se observa en su obra anterior, se vuelve esencial en este poemario.
LIRIOS
A los dos años le llevo flores
como si meciera a un niño enfermo
las alzo para colocarlas con cuidado
en el centro exacto de su tumba
los frágiles cuellos de los lirios
se ladean como recién nacidos
sobre la fría piedra
Por tener más cosas en común
con los ausentes que con los vivos
creamos el alma
ideando la sombra de un diálogo
La luz cenital de la luna en un cielo
cada vez más claro nos desnuda
como cada madrugada
pero hoy parece enarbolar una nueva plenitud
y brilla hasta que los pensamientos
se vuelven transparentes
Los veo deslizarse por mis hombros
y caer a tierra
Me agacho, recojo los restos
vulnerables como la seda antigua
y un viento ritual enseguida los esparce
por algún extinto lugar
como equivocados deseos
De: Hermosa Nada (2019)
Rosa Lentini
Luto de Gigantes. La Lejanía constituye la segunda parte de la obra. En esta sección, la autora utiliza cuentos infantiles como pretexto en varios poemas, para explorar el yo poético y enriquecer el significado, como se observa en Gigantes 5 con la historia de Alicia. A lo largo de esta serie de poemas, se aprecia una cierta relajación en Rosa Lentini, donde se evidencian destellos de humor.
GIGANTES 5
No me llamo Alicia. No caí
por el tronco hueco de un árbol
siguiendo al conejo que llegaba tarde
a su cita con la reina de corazones
No atravesé el cristal
Las flores no me hablaron
Ninguna sonrisa dibujada predijo mi futuro
Pero cuando mordisqueé aquella seta
crecí crecí llené todo el espacio
la cabeza traspasó el agujero de la chimenea
el cuello encallado
los brazos saliendo por las ventanas
hasta que toda la casa se convirtió en mi vestido
lo llevé puesto durante semanas que fueron meses
durante meses que fueron años
Hay un brillo que me pertenece
cuando el sol da sobre los tejados
Un vacío tentador cuando se despide
tras las lomas
Los enanos rondan a mis pies
Me he convertido en un santuario
para la falsa esperanza de sus noches
Volver a mi tamaño es imposible
sin vaciar los recuerdos
anudada a una grandiosidad
dure lo que dure este exceso
mientras el sombrerero me ofrece
una diminuta taza de té
que nunca consigo beber
De: Hermosa Nada (2019)
Rosa Lentini
Cierra el segmento central el excelente poema Imaginando el cielo, el cual se encuentra enmarcado por unos versos del poeta norteamericano Robert Lowell. Declaración de fidelidad al recuerdo, al cuerpo, a lo vivido. Como en el poema anterior, la ironía se hace presente.
IMAGINANDO EL CIELO
…¿puedo acaso olvidarte
por toda la eternidad, y no tener alternativa?
Robert Lowell
La larga cola de candidatos se apiña
en una interminable escalera de nubes
crecen los murmullos de cansancio
y el sopor apremiante
debido al lento recuento de los nombres:
Lender, John; (…) Abdelkabir, Mustafá; (…) Chao, Suqin;
(…) (…) Lentini, Rosa…
Lo mundano avanza en mis agarrotados músculos
frente al no-tiempo de un idílico hogar
tan alejado como yo estoy cerca de un San Pedro
que asiente
por cada aspirante aceptado
Ante mí aprueba de nuevo, su mirada me sobrevuela
apenas un segundo sin individualizarme
sin la larga charla de absolución que esperaba
Solo un parpadeo de bondad absoluta
Cabezas oscilantes a mi espalda,
péndulos de última hora,
arrinconan a mi frágil terco y carnal esposo
y por la puerta entornada del cielo
una atemporal luminiscencia
de una ligereza y un bienestar
anodinos y estériles
desvela que dar el paso
será también perder la memoria
y yo me niego a olvidar
Improviso Vuelvo a la cola
En la escalera interior de la renuncia
las almas con sus recuerdos grabados a fuego
me siguen
desplegadas en barandilla
a pesar de su rígida indolencia
las demás nos tienden
sus pálidas manos anónimas
mientras bajamos y bajamos
De: Hermosa Nada (2019)
Rosa Lentini
Viajes al Otro Lado, es la tercera y última parte del libro y está compuesto por una serie de poemas de viajes reales de la propia poeta, o imaginarios. En el poema La travesía. Egipto, sus impresiones en el presente del viaje se entremezclan con evocaciones de un pasado histórico de Egipto. Rosa Lentini entrelaza lo mítico con lo físico, lo celta con lo árido, y lo íntimo con lo épico. Es un poema que se despliega como una corriente, con remolinos de imágenes que arrastran al lector hacia una contemplación profunda.
LA TRAVESÍA. EGIPTO
Al bajar el Nilo el color
de las piedras de río
se aclara destilando tonos grises
y cubre el fondo del agua
la memoria
La hélice deja una gran V
abre en popa dos espirales agitadas
de líneas confundidas en ciclos
que se entrecruzan y se desposeen
No durará esta mirada que se asoma a los años
variable como un cielo clásico
–literario al estilo irlandés–
con nubes cargadas de lluvia que electrizan el paisaje
aves rezagadas volviendo a sus nidos a resguardarse
la campiña de un verde musgo avanzando plomiza
Pero esto es Egipto
El vigor y la belleza de su cielo claro contrastan
con las tonalidades sombrías de las leyendas celtas
un momento generoso
sin linaje concluido
Un clima que desnuda la historia
hasta el hueso
gestos inacabados
pensamientos rastros
y unas pocas nubes descosidas por el viento
ponen en circulación los reales
embates del pasado
su impacto de carros
los cascotes que caen en un colapso de piedras
los hombres con arietes que derriban
las puertas de entrada de una fortaleza
que imaginaban inexpugnable
Por creer en el infinito el humo
de las descargas nos alcanza
Sólo cuando el frescor de la noche extiende
su gran carpa de incendio
y el lodo renueva los cultivos
la baba de animal
el picante orín
y la clorofila irradian
Estoy pidiendo lo que sigue a todo lo demás
esos ojos al acecho
sobre el fuego que nos articula
su atención de arqueros puesta en las llamas
que trazarán en el aire nuestros corazones
Había una canción para cada uno de vosotros
que no recordamos, dirán los muertos
cuando al flotar como pavesas
disueltos los pensamientos y los rastros
el tiempo de los cuerpos
se vuelva un acto de memoria
Sin temor ya de hacernos livianos
y con la fuerza justa
cuando ellos miren de nuevo
les espera un hermoso espectáculo
De: Hermosa Nada (2019)
Rosa Lentini
El poema Biblia infantil ilustrada, gira alrededor de la expulsión del jardín del edén. El poema presenta un matiz crítico e irónico de manera sutil. Rosa Lentini juega con la idea de la expulsión como un ciclo, como una imagen que se pasa página tras página, sin verdadero drama, sin verdadero castigo. La serpiente duerme, indiferente, porque ya ha cumplido su papel.
BIBLIA INFANTIL ILUSTRADA
Abrir el paraíso cerrar el paraíso
las hojas pasaban
y tan pronto estábamos dentro
–las narinas de las manadas de ñus
exhalaban su soplo
perlado de gotas húmedas–
tan pronto la severa orden de destierro
clamaba por la incomprendida insumisión
de comer una manzana
Una vez y otra volvíamos desnudos
a un edén libre de insectos y bacterias
y un momento después, volvíamos
al ángel castigador espada en mano,
un exilio que no nos afectaba
La eternidad, un músculo del ojo
con el poder del indulto o el castigo
Míranos ahora, aún siendo pacíficos, ese “otro lado”
imposible de cruzar
ese lugar del que nos fuimos para siempre
y el regreso una flecha
de dirección única
En la estampa todo se sostiene por un instante:
el verde intenso de las lianas que cuelgan
sobre frondas colmadas de perennes frutos en sazón
las aves con entrecortados chillidos de advertencia
surcando un cielo donde el sol irradia su calor
sobre los animales de tierra que sacian su sed
en el espejo del lago
y allí, en una esquina –descúbrelo–
enroscada en una rama de fresno
el cuerpo de la serpiente
que duerme con indiferencia
tras haber cumplido
sobradamente su propósito
De: Hermosa Nada (2019)
Rosa Lentini
Cierra la trilogía Hablando de objetos rotos, el último libro publicado hasta la fecha por la poeta, “Fuera del día” (2022). Dama en azul, del pintor fetiche de la autora, José María Guerrero Medina, es la ilustración elegida para la portada del libro. Divide el libro la poeta en cinco apartados.
El primer apartado del libro se encuentra bajo el título Donde debería haber una perla (La madre). El epígrafe a los poemas son unos versos de R. M. Rilke: “No capturo recuerdos. / oh, vida, vida: estar afuera”. De nuevo la poeta indaga en la familia, en facetas que aún le quedaban por explorar y exorcizar, en este caso comienza con la madre, siendo testigo de niña, pero tratando de asimilar desde el presente. Es una crítica feroz y poética al vínculo materno cuando se convierte en control, en mascarada, en herencia de obediencia.
Rosa Lentini lo transforma en una escena de cuento invertido, donde las hijas deben cruzar el espejo para reconocerse, y el palacio —símbolo de poder y fantasía— se convierte en refugio utópico para el niño que aún no ha sido moldeado por el afecto condicionado.
EL AMOR MATERNO
Crees de verdad que esa persistencia en el estribillo
justifica vestir a las hijas con trajes multicolores
confeccionados para avergonzar,
los cascabeles del capuchón
ideados para aturdirlas con el movimiento
y así saber a cada paso
dónde se encuentran
Si piensas que el ardor de sus manos es lo peor de todo
y la obediencia atávica de las pequeñas sirvientas
al barrer su reino
fregar a su paso ir a la compra
de los ingredientes para sus convites
o hacer las camas reales
les resulta a sus madres suficiente
…imagínalas en este poema
que ellas no pueden leer
sin cruzar el espejo
desconocidas para sí mismas
castigadas en la mascarada
mientras los dorados ojales saltan histriónicos,
los botones se abren como granos maduros,
las dudosas capuchas incongruentes
quedan silenciadas en el suelo,
cuando cada hija, al tomar a la adulta desprevenida
y siempre deshojando la flor preguntándose
:
“qué soy yo si te sueño qué soy si no te sueño”,
desde un cuerpo que todavía no es el obsequio de alguien,
pero tampoco
una olvidada criatura en su nombre de agua,
crea la utopía, el consuelo
que al niño cansado de desafectos
le susurra
:
entra en palacio
tus dientes de leche te esperan,
deja que haya cuatro soldados dormidos
apoyados en columnas de piedra,
las lanzas
caídas en el suelo,
deja que en la antecámara el perro guardián sueñe su hueso
y que en el largo pasillo que lleva a la sala del trono
los mayordomos abandonen las bandejas
y las copas,
deja sobre los tronos a los reyes
sin exigencias con sus súbditos,
sumidos
en el espíritu del vino,
deja la armería desguarnecida
las caballerizas despobladas
mientras las columnas de la heredad
caen unas tras otras
deja a tus párpados cerrarse
y que por la única torre en pie de celosías
entreabiertas
entre el horizonte por destino
… deja entonces que la erosión
se extienda una vez más
sobre cualquier evidencia
De: Fuera del día (2022)
Rosa Lentini
A propósito de la memoria del pasado, me detengo en la entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini:
En su poesía, usted propone más que el fulgor de lo contingente, la acumulación vital de quien escribe (esto también se advierte en la extensión de los poemas). ¿Pesa más la memoria que el deseo?
Depende de la memoria de cada uno, de lo vivido por cada uno; en mi caso, la memoria pesa y el poema suele alargarse, aunque no siempre.
Al igual que los amerindios, pienso que lo que tenemos delante no es el futuro, sino el pasado, y que todo lo acumulado en la vida sirve para clarificarlo más que para revivirlo, y esa transfiguración desde el presente de un pasado menos revisitado que reconstruido, nos ofrece, poco a poco, un cuadro más completo de quiénes somos; la poesía de la memoria no es nunca la sola narración de los hechos, es necesaria también una elaboración poética, una máscara, que ayude a acercarla al lector.
El poeta camina sobre una cuerda floja, equilibrando contenido y forma. Desde mi codirección en la revista Hora de Poesía, hasta la de Ediciones Igitur, ambas con mi marido, el escritor Ricardo Cano Gaviria, he leído mucha poesía. Y solo por esa cantidad de lecturas espero saber reconocer los límites, hasta dónde se puede llegar en la narración personal. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).
El extenso Cartografía de una madre, es otro destacado poema que viene enmarcado por unos versos del poeta polaco Czeslaw Milosz. En el prólogo del libro, Edgardo Dobry reflexiona sobre la figura materna presente en el poema:
“La madre joven, cartografiada, en otro de los poemas, con su “oscura capa de maquillaje”, con su “cajita ovalada de plástico azul” de la que emergen las pestañas postizas, que la niña ve con sorpresa y un aguijón de rencor. La madre como mujer que circula erotizada, que es “botada… al mar de los sargazos””.*
CARTOGRAFÍA DE UNA MADRE
La madre es un mapa
que no se pliega
ni se guarda
Sus líneas son ríos
que no desembocan
y sus montañas
no tienen cima
La madre es un mapa
que se dibuja
con la sangre
y se borra
con el olvido
Hay una frontera
entre su voz
y mi memoria
que nadie ha cruzado
sin perderse
La madre es un mapa
que no indica
el norte
pero señala
cada herida
Y yo, que la recorro
con los dedos
como quien busca
una ruta
hacia sí misma
Encuentro
solo
el temblor
de una tierra
que ya no responde
La madre es un mapa
que se extiende
más allá
del cuerpo
Y en sus márgenes
aún tiembla
mi nombre
De: Fuera del día (2022)
Rosa Lentini
Continúa Dobry, en relación con el inquietante poema Remando hacia la luz (Mujer acechando en el pasillo)-, refiriéndose a la madre : “Y que, a su vez, erotiza a la niña y casi la entrega, como ofrenda para que el hogar familiar no colapse, al padre”.*
REMANDO HACIA LA LUZ
(Mujer acechando en el pasillo)
La mujer que acecha en el pasillo
no sabe si es madre o hija
ni si la luz que la llama
es la misma que la empuja
Camina como quien ha olvidado
el número de puertas
y cada pomo le devuelve
una versión distinta de sí misma
Hay un vaso en la mesa
que nadie ha tocado
y sin embargo
tiene huellas
La mujer que acecha
no sabe si espera
o si ya ha llegado
Su sombra se adelanta
como si tuviera prisa
por alcanzar
lo que aún no ha sido
Remar hacia la luz
es también
alejarse del cuerpo
Y ella lo sabe
como se sabe
el frío
sin haberlo nombrado
La mujer que acecha
en el pasillo
no pregunta
solo escucha
Y en el silencio
reconoce
la voz
que no es suya
pero la llama
De: Fuera del día (2022)
Rosa Lentini
De un lugar equivocado a otro (El hijo), segundo apartado del libro, viene enmarcado por unos versos de Paul Celan: “Yo estoy fuera, sustituyo la ciudad, la patria, / la lengua incluso por la poesía”.
En la primera parte, la atención se enfocaba en la madre, con quien la autora experimentaba una relación ambivalente de amor y odio, especialmente debido a ciertas actitudes que dejaban a la niña vulnerable ante el padre. En este segundo segmento, la autora dirige su mirada hacia su hermano, considerado el hijo preferido de la madre.
Desde el momento del nacimiento del hermano, la niña experimenta un doloroso desplazamiento gradual que la poeta siente la necesidad de sanar tantos años después. Los poemas de esta sección son profundamente desoladores, pero principalmente lo es, por lo menos en lo que a mi respecta, el poema Sueño del Dios caído, que inicia con una cita de la escritora Louise May Alcott.
SUEÑO DEL DIOS CAÍDO
los hombres malos quieren el oro;
(…) y tú deberás levantar el vuelo
LOUISE MAY ALCOTT
En el acuerdo tácito entre ella y su decisión
de ocuparse solo del hijo
quedó dicho
:
“si uno de los polluelos engorda
al excedente se le echa del nido”
…y ningún testigo del crimen
…podría dejarlo ahí, soñar que no arde Zeus ni su cohorte
de sirenas de plata banaliza el futuro del olimpo,
cuando la tierra pasa el testigo al ambicioso niño convencido
de la versión de dioses menores que le corean
más para ti, todo para ti
…dejar que los titanes caídos le ofrezcan toda la luz
capaz de absorber su naciente rostro huraño,
sus ojos y cabello claros de bebé
parecido a otros en su impersonalidad
que a los tres años el niño gordo no mantenga
su imperturbable aspereza
:
más para él, todo para él
o a los siete no aprenda a sonreírle al padre de familia
–ese viejo gigante derrocado,
el oro de su corona con su brillo de desastre–,
ni a los catorce se eduque con los poderosos
que a los diecisiete no desquicie a los suyos
en un amago de guerra cruenta,
–Troya, oh Troya, ni Aquiles ni Héctor ni siquiera Áyax
solo el hombrecito Paris–
:
más para mí, todo para mí
o a los treinta y tres, acabando al fin la carrera
–su primera hazaña–,
el emperador codicioso no aprenda
solo estrategias más estrategias,
que se limite a no olfatear la muerte,
esa gran ruleta que todo lo evapora sin ruido
quién va más, quién va menos
si las manos se mueven con los dados, si las manos
están allí presentes y él con la lección aprendida
guardada
en los mofletes de niño sesentón
Que persiga el ensueño de su propio galope
dormido para sí mismo, dormido
en un silencio lunar de superficie helada
un lago sin fondo, espejo de monedas de plata
donde bañarse solitario bajo la luna
como el millonario personaje idolatrado en la infancia,
pobre infancia de niño engañado
Solo estrategias estrategias
y así cincuenta
sesenta
ochenta años a bordo de un delirio
siempre una sed de lo ajeno
nadie más supo de ella
en la garganta de su pichón
con el pico abierto como una tijera,
veía ella un retrato de sí misma
cuánta madera a su alrededor tintada y mohosa,
la casa repleta del botín de sus intrigas
así se hace hijo
trágame devórame
así se deshacía, y así el hijo se disolvía en la ausencia
de quien desalojaba impotente,
temiendo que el mundo no fuera para él
sino un pasar de sombras leves
para qué la poesía entonces para qué el cielo estrellado
para qué el vals triste de la vida sin música
si no hay ángeles ni héroes
solo el argente tintineo
de los ángeles de alas de plata…
Lo verán pasar silenciosas las gentes
Ese es ese es…
el que robó las alas en pleno vuelo…
Sueña con lo que le abandona,
inabarcable el mar de agua pura le replica
y se le atraganta al beberlo
–recuérdalo–
recuérdalo
recuérdalo
tú, que de niño querías
meter el mar en un cuenco
la vida será para ti
ese pasar de sobras leves
entre tintineos de plata
De: Fuera del día (2022)
Rosa Lentini
Soñar era una misión es la tercera división del libro. Dos citas preceden a los poemas: “como un dragón dulce como / una cruz con su cola circular / ella se fugó en los sueños de todas”. (MARY NORBERT KÖRTE). “Si en mi arrogancia humana demando leerle / los ojos, no encuentro allí más que mis propios pensamientos animales: / que las criaturas deben encontrarse para consuelo del cuerpo”. (ADRIENNE RICH).
Ante la adversidad, la poeta necesita evadirse mediante el sueño y la imaginación, como en Noche de Hospital. Cirugía… Meditación sobre el cuerpo intervenido, la pérdida, y la promesa de duración. Rosa Lentini transforma la cirugía en ritual, en mitología íntima, donde tres figuras de “David” operan sobre el cuerpo femenino como si fueran sacerdotes o jueces. La orquídea fantasma, símbolo de belleza y rareza, deja de moverse. Y la mujer, en su vulnerabilidad, se convierte en paisaje nocturno, en sabana habitada por animales ciegos y rugientes.
I. NOCHE DE HOSPITAL. CIRUGÍA
EL SUEÑO DE LA ORQUÍDEA FANTASMA
La banda elástica alrededor de la muñeca
me prepara para el silencio
que ha de llegar cuando las patas de la orquídea-estrella
dejen de moverse
El primer David ya ungido bajará mis pechos al sótano
el segundo David los dormirá
y el tercero los esconderá para siempre
Ellos te devuelven el vigor del día
Mi tiempo les pertenece
como si ellos fueran sus reyes,
mira si no el pasado
batiéndose a contracorriente
en el temor de perder mi huella
sobre la superficie de la tierra,
por un error, siempre en la genética
la persistencia
del único error que lo destruye todo…
Con qué facilidad una mujer prescinde de su cuerpo
Y esa mujer les hace la promesa de apurar sus días
tanto como consiga pertenecerse
si ellos salvan
del antaño no sus crepúsculos,
sino los jardines vírgenes
de sus veranos eternos,
por un solo gesto a tres
que preserve no el sueño de lo perdido
sino la luz que lo albergaba
Lo hacen
…y lo que había
cede en lo que
ella aún vaya a durar
Vivir así, cuando la casa es el llano
de las noches sin luna con
leones rugiendo a lo lejos
y elefantes ciegos, de rotos colmillos,
cruzando en manada las tierras secas
en busca de alimento
…solo su olfato los guía en las largas migraciones
De: Fuera del día (2022)
Rosa Lentini
En la misma sección, bajo un verso de la poeta francesa Martine Broda, se encuentra el excelente poema Notas para un viejo poeta (El sueño del ave). Es una reflexión sobre la memoria, el lenguaje y la ilusión. Rosa Lentini evoca la figura del poeta como alguien que camina con un loro en el hombro, confundiendo al mundo con sus sonidos, sus presagios, sus textos incompletos. El poema es un homenaje a la imaginación, a la confusión como forma de sabiduría, y al amor por las palabras que no siempre dicen lo que creemos.
10. NOTAS PARA UN VIEJO POETA
EL SUEÑO DEL AVE
El árido viento sobre la alegoría.
MARTINE BRODA
Piensa, amigo, en aquel hombre
que paseaba por la avenida
con un loro en su hombro
los equívocos ladridos del ave
nos hacían buscar al perro
en un lugar imposible
Mira ahora la vieja chistera:
los oros del atardecer
que en el ala de la memoria se marchitan
y los distintos presagios para el futuro
son polvo de esos días lejanos,
palabras entresacadas
como aullidos de un ave astuta
que se divierte con nuestra confusión
y, aún así, ama todas
esas extrañas palabras y sonidos,
un texto incompleto en el que te balanceas,
amigo,
con tus imaginarios
pero terrestres animales mágicos
como la única certeza en ese ideograma
la vida
De: Fuera del día (2022)
Rosa Lentini
Llegamos a la sección cuarta Al Final… / Esa hermosa esquina que se encuentra bajo el epígrafe de dos citas: “como si un brazo barriera el pasado de su pedestal / y lo arrojara a la papelera“. (MARY JO BANG). “Cerró con llave la puerta a su pasado, / una exiliada por fin”. (CHAVA ROSENFARB)
El extensísimo poema Preludio y viaje es un ejercicio de memoria de la poeta extremadamente doloroso, en el que se produce una escena de abuso del padre para con la niña. Lentini alterna la prosa poética con versos libres. El poema es un mapa de abuso, de complicidad silenciosa, de memoria sumergida. La metáfora del viaje se despliega en una geografía fantástica —del Mediterráneo al mar Muerto, de América a Japón— hasta que la barca queda varada en los pantanos de Estados Unidos, símbolo del naufragio emocional.
En la entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini, se resalta el compromiso ético y moral de la poeta. En este contexto, Rosa Lentini desvela los abusos infantiles sufridos, tratando de entenderlos a través de la poesía:
El compromiso del poeta, ¿queda más allá del lenguaje, queda fuera del día?
El compromiso ético, moral, del poeta va más allá de lo contingente, pero también más allá de una poesía social tal como se entendía en el periodo de los años 50 a los 70 del siglo pasado. En Estados Unidos saben encontrar el punto medio entre lo personal y lo social. Es un compromiso con lo real, entendiendo por real no la realidad, sino la narración personal que hacemos de ella.
Hacer poemas de experiencias íntimas contadas desde la interioridad, pero no calcando la realidad, sino interpretándola a través de la mediación de la poesía, poemas íntimos sí, pero no confesionales. El compromiso ético del poeta también llega fuera de la palabra, aunque es sobre todo con la palabra.
En la trilogía que acabo de cerrar con el libro Fuera del día, y de la que previamente publiqué, también en Bartleby, Tuvimos y Hermosa nada —por cierto, con tres portadas preciosas del pintor José María Guerrero Medina—, incido principalmente en los abusos infantiles dentro de la familia, aunque no es el único tema, si bien es cierto que no la tenía proyectada previamente, y que la fui completando a medida que asumía lo que iba entendiendo. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).
PRELUDIO Y VIAJE
¿Qué sabemos del joven matrimonio y de su lecho,
de la magia de las mutaciones en la mente de la niña
que en días festivos los padres incitan al juego,
un preludio en clave de sol sobre sus costillas,
niña-piano a cuyas notas añaden un trémolo las cosquillas?
Ellas la abren como una almeja risueña
que se entrega al largo viaje y a su remo
¿Quién sino su padre sabría quererla,
jugando con ella a la barca que espera entre sus rodillas,
con su remo al fondo, su remo…?
…el que necesita para escapar de cualquier fangal del recorrido,
un palo, vara, pértiga, madero, cualquier cosa,
que debe buscar, pero “siempre sin salir del bote”
dice con su voz de fuego
el figurón de proa
…siempre sin saber hacia dónde viaja el hombre,
con la cría remando entre sus rodillas,
hacia qué ignoto país, ni los familiares que se abordan unos a otros lo saben,
ni el ojo sideral que a todos los salvaría
gracias a una penitencia
incumplida y sin oremus
Porque nunca hubo un Dios, solo una mano
confiando a la corriente su mensaje,
mano infantil empuñando
la pala de carne embebida
rema
niña
rema
rema hacia el horizonte
que un amanecer añil te espera
como si aún le importara a alguien… –digámoslo así–
como si en el futuro de sus vidas alguien los viera en su juego
(…)
Pero por qué seguimos diciendo Sí,
renunciando a saltar de la cama,
por qué buscamos en el fondo de la quilla
algo blando que crece entre risas
que no son sino burlas
de un desconocido,
hasta el “basta ya” inesperado de la mujer que en sordina
redirige la barca, hacia el fondo del mar
donde la memoria la sepulta
Por qué asoma él desde su escondite milenario
en el extremo de un hilo
del que con miedo y sigilo tiramos
hasta que el palo, el remo, la vara emerge con la barca
y con ella el viaje imposible
…pero si miro a la niña ahora, yo puedo verla
muy bien desde este tiempo futuro
con su inútil, seca ternura
con qué facilidad alcanza
la muerte de la doncella
la fuente la muerte la fuente
la muerte
la barcaza
la doncella
De: Fuera del día (2022)
Rosa Lentini
De nuevo, su protagonista es el padre. En anteriores libros, Rosa Lentini entregó los poemas El hombre rana I y El hombre rana II. Así, concluye la serie con El hombre rana III. Este poema manifiesta la ambivalencia de la poeta hacia su padre -similar a la que siente por su madre-, evidenciando tanto la fascinación que siente por él como el rechazo que también le provoca.
EL HOMBRE RANA III
En enfermiza rivalidad
con el hombre pez de la leyenda
llevaba calados unos guantes
de pulgares palmeados
y fulgurantes escamas que en los muslos
delataban su posición…
Al batir el oleaje lo atraparon
marineros expertos, tan volátil
y temerario, tan fascinado por el mar abierto
mi padre…
Mira ahora en el tiempo la ficción
de un camino de regreso
El cristal es endeble, pero transfigura
la sal
donde las aletas de un Prometeo marítimo
desprendieron sus larvas
que la fuerza de la marea aún amontona
junto a la orilla
Mi padre y sus oscuras manos de tritón
pesas en cubierta piedras
de arenisca en playas acotadas,
su cuerpo de siluro un grito humano, gusanos,
y una apariencia de ola anónima
en busca de otra…
Mi padre de manos palmeadas,
su adorno entre las piernas, un capricho
de la evolución,
y yo, una hija ya anciana…
en cuyo cabello ralo duermen
los hilos de un mapa futuro,
sin ríos y valles
para el ensueño…
Una vez estuve tan cerca de un hombre que descubrí
su mentira
:
a través del espejo lo vi colocarse las gafas de buceo,
las aletas grises chapoteando en la noche
desaparecieron
…luego, en el agua viva, lo descubrí
inclinándose sobre su hija
como un pez abre la boca hacia un pez más pequeño
como un mar se abre a otro mar y lo absorbe
como un silencio se mantiene lejos del miedo
en nuestra sangre
De: Fuera del día (2022)
Rosa Lentini
La Fuga ocupa el último segmento de poemas del libro. Su epígrafe son unos versos de la poeta norteamericana Adrienne Rich: “No es la distancia quien me concita / sino yo que soy distancia”. Forman parte del mismo, dos poemas, el extensísimo El sueño bajo la escafandra y Desde una habitación de hotel (Hablando con el fantasma de mi abuela centenaria). A propósito del poema, Edgardo Dobry en el prólogo, escribe:
“Aparece, al final, la abuela como la única que es capaz de ofrecer amparo. Y si, como recuerda Benegas, la poesía última de Lentini debe leerse a la luz de una fuerte consigna del feminismo americano -“lo personal es político”-, la figura de la abuela protectora se vincula con el único momento del libro en que el mundo exterior deja ver su huella: “Srebrenica, Alepo, Mariúpol / cien rostros, ocho mil, veinte, una cara…”. La abuela es la instancia materna, la que llora los abusos e injusticias, la que devuelve amor frente al dolor”.*
DESDE UNA HABITACIÓN DE HOTEL
(Hablando con el fantasma de mi abuela centenaria)
Su rostro convertido en historia
…fibroso, sin rendirse, cavando todavía,
porque su canto siempre cree ganarle a la ruina
Si desea tener delante el pasado
en el mismo instante que dice “aquí”,
aquí está
…y luego me presento yo, y todo lo que necesita para
que su mundo permanezca intacto,
la certeza del cara a cara, la furia caudalosa
del alma antes del poema
…fragmentos de polvo metálico en los pulmones
como cualquier artesano relojero …desechos –pienso–
desechos
:
he comulgado
con más rostros de los que puedo recordar,
le confieso, y me mira intrigada
…he perdido partes de mí para seguir viva,
me he dejado en la arena, mutilada
y en mis sueños el asco era de color púrpura
y vivía las siguientes horas del día
esperando borrarme de mi recuerdo
Pero, al final, la pregunta hamletiana fue
:
¿contarlo o no contarlo?
Y así, aquí estoy
como si ese recuerdo pudiera ser lanzado
en una red por venir
desde el más incauto de los mundos perdidos
Estoy escuchando a la mujer que se pregunta
y mientras me vuelvo hacia el comienzo
me muevo como si todo fuera a acabar, aunque
ahora escucho cómo recita
:
Srebrenica, Alepo, Mariúpol
cien rostros, ocho mil, veinte, una cara
que es la tuya, allí también estás tú
¿y lo que tú viste también lo veré yo?
…la atención puesta en los hombros que se encogen,
en ese cordón umbilical
que va del árbol al bosque incendiado
o en la rigidez donde debería haber
una sola tradición de mil danzas…
Le digo que nos aferramos
a lo alineado ante nosotros
como una trinchera de futuro,
que volvemos al salto del ángel
y que a lo que florece como cicatriz en la piel
lo llamamos
persistencia de la vida, no polvo
…le digo que nunca dejamos de hablarle a la mujer
que aún ignora si resistirá,
como si su cuerpo no estuviera ya en el reverso de la luz
y sé que se lo estoy diciendo a alguien que ha vivido todo
lo que se puede vivir sin desencanto…
Aunque ocupemos habitaciones separadas,
puedo verla, hilando su cesta de mimbre,
que deja a un lado,
y con su expresión más secreta me responde
acercando a mis labios el dedo
que ha puesto antes en los suyos
De: Fuera del día (2022)
Rosa Lentini
Cierran el libro unos versos de la poeta checa Kateřina Rudčenková, que sugieren que Lentini ha logrado exorcizar todos los fantasmas de su pasado a través de su poesía y no necesita volver a enfrentarlos: “El polvo ya no hace ningún mal, / No lo limpies más”.
Sirvan los versos anteriores y esta última pregunta de Esther Peñas a Rosa Lentini, para finalizar el artículo:
“El horizonte desvía los barcos / de cualquier tierra prometida”. ¿Lo que preside (o debería hacerlo) en nuestra biografía es el deseo o su persecución?
En mi caso, más la persecución que el deseo mismo, no cabe duda. El dramatismo viene siempre determinado entre lo que deseamos que ocurra y lo que ocurre realmente. Es la base de la poesía ese no alcanzar nunca nuestros propósitos, la base de toda escritura y de toda creación es esa frustración.
Escribimos como un modo de compensar esa falta, esa fantasía que todos hemos tenido, ese todo inalcanzable, y aunque esa compensación que es el poema nunca puede salvarnos ni cambiar nada, aunque no es una victoria, siempre acaba siendo una ganancia, porque donde antes no había sino una página en blanco, ahora hay un poema o un libro. (Turia digital, entrevista de Esther Peñas a Rosa Lentini).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y AUDIOVISUALES
Rosa Lentini publicó en 2013 el poemario “Tuvimos”. Un libro vital para la autora, porque logra confrontar un pasado de claroscuros con una mirada desde el presente y tratando de comprender a la niña de entonces dentro de un complicado entorno familiar.
A raíz de este libro, la autora siente la urgencia de revisar y reestructurar toda su poesía anterior, lo que la lleva a publicar en 2015 una recopilación de su obra hasta ese momento, incluyendo el libro antes mencionado, “Tuvimos”. Así, casi toda la obra de la poeta es presentada de nuevo, lo que la convierte en una lectura esencial. Además, el prólogo de Eduardo Milán brinda comentarios valiosos que ayudan a adentrarse en la poesía de Lentini.
Ciclo de poemarios “Hablando de Objetos Rotos”
Aunque “Tuvimos” (2013) ⬈ ya se encuentre incluido en su “Poesía Reunida”, es el libro con el que inicia su último y definitivo ciclo sobre su pasado, Hablando de Objetos Rotos. “Hermosa Nada” (2019)⬈ es el segundo poemario y “Fuera del Día” (2022)⬈ es el tercer y definitivo libro con el que concluye el ciclo. A su vez, es la última obra hasta la fecha compuesto por Rosa Lentini. Las portadas de los libros las podéis observar más arriba. Los tres libros contienen unos prólogos o epílogos excelentes.
“La máscara del poeta: Ensayos sobre la poesía de Rosa Lentini” Ígitur, 2023
Es un libro de ensayos editado por la propia editorial de Rosa Lentini y su compañero Ricardo Cano Gaviria, Ediciones Ígitur. Editorial muy interesante, pero desgraciadamente desaparecida. En el libro, de manera acertada, han recopilado todos los prólogos y epílogos de los poemarios de Rosa Lentini, añadiendo algunos artículos que se han acercado a la poesía de la poeta.
Completan el libro tres entrevistas realizadas a Rosa Lentini, una de las cuales es la concedida a la Revista Turia, la cual he ido desgranando en el artículo. Libro, por tanto, indispensable para conocer en mayor profundidad a la poeta y su poesía.
* Los artículos mencionados a lo largo del monográfico, se encuentran recopilados en el libro de ensayos citado.
Poetas en la radio: Rosa Lentini (© UNED)
El documento sonoro de la UNED es indispensable para conocer y escuchar a Rosa Lentini disertar sobre su poesía. Poetas en la radio: es un espacio creado por Ana Isabel Zamorano Rueda, profesora del Departamento de Filologías Extranjeras, Facultad de Filología UNED. Coordinadora del Seminario permanente sobre literatura y mujer, UNED.
Y junto a ella, Rosa María García Rayego, profesora de Filología Inglesa, poeta y crítica literaria, Universidad Complutense de Madrid. Miguel Minaya Vara ejerce como redactor – locutor, CEMAV, UNED. Ambas profesoras nos acercan a la poesía de Rosa Lentini, y a su vez, conversan con ella. Este documento tiene una Licencia: Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España (CC BY-NC-SA 3.0 ES).
Documentos visuales
En los dos vídeos siguientes, además de las presentaciones sobre la obra poética de Rosa Lentini, tendremos la oportunidad de escuchar a la poeta en persona disertando sobre su propia poesía y recitando diversos poemas extraídos de sus poemarios.
Imagen de la Entrada: Rosa Lentini, Ediciones Ígitur.