Recientemente ha estrenado Mubi una película alemana que me ha vuelto a sorprender. Ya he comentado en entradas anteriores, que de un tiempo a esta parte, el cine alemán independiente, tiene las propuestas más interesantes dentro del panorama europeo. Se añade, en este caso, el mérito de ser la primera película rodada por su director, Jonas Bak.
En las primeras imágenes, observamos a una mujer madura, Anke —madre del director, Jonas Bak—, acceder por una puerta interior a una capilla. Meditará unos instantes y saldrá al exterior, donde se subirá a una bicicleta, camino de su casa. En un picado de la cámara, vemos a Anke en la bicicleta y de paso el bello paraje en el que vive, un pueblo de la Selva Negra, rodeado de naturaleza.
Ya en casa, la escuchamos hablar por teléfono con su hija Theresa, anunciándole su jubilación —ha estado trabajando para la iglesia—. Ante el inminente verano, quiere quedar con ella y su otro hijo, Max —quien trabaja en Hong Kong—, para pasar las vacaciones en un lugar del Báltico, al que solían acudir los veranos. Abre la ventana y sin solución de continuidad, de modo inteligente, Bak nos traslada al Báltico, donde Anke se ha reunido con su hija.
Pasea con su hija en bicicleta y mantiene con ella una conversación, en la cual manifiesta sensaciones agridulces. La casa de veraneo para ella, representa la ausencia de su marido y la pérdida de un tiempo familiar feliz:
«Simboliza algo que falta en mi o en nuestra vida. Papá simplemente ya no está aquí. Aquí es donde pasé un tiempo maravilloso con él. Y con ustedes dos… Ese tiempo se fue… y no volverá.»
— Anke Bak, “Wood and Water”
Reciben la llamada de Max, anunciado que no podrá viajar al estar cerrado el aeropuerto por las protestas democráticas en Hong Kong. Se reúnen algunos familiares más, junto a Anke, su hija Theresa y su prima Lena. Entre las conversaciones mantenidas, se habla de la ausencia de Max, pero Theresa es rotunda al afirmar que puede que esta vez su hermano no haya podido reunirse con ellos, pero que la situación viene de lejos, pues lleva tres años sin verlas.
Con otro familiar en el anochecer, son interesantes las conversaciones. Transmiten cierto tono nostálgico. Se habla de los cambios a través de los años, en definitiva, del paso del tiempo. Ante la pregunta del familiar sobre dónde siente que tiene un hogar, Anke responde:
«¿Una sensación de hogar? Realmente no tengo eso. Vivo en la Selva Negra, pero no lo llamaría hogar, a pesar de vivir allí desde hace tiempo. »
— Anke Bak, “Wood and Water”
Es muy sugerente cómo el director introduce en la pantalla, unas fotos familiares reales, de cuando Jonas y Theresa, eran niños y sus padres jóvenes. De regreso de las vacaciones, Anke ocupa el tiempo en la lectura o la práctica de taichí, pero la ausencia de la actividad laboral, la sume en la soledad. En la casa, su madre vive con ella, pero Jonas apenas desarrolla el personaje. En alguna entrevista, explicaba que su abuela no aparece más porque estaba atravesando delicados momentos durante el rodaje y después. De hecho, la película está dedicada a su abuela, la madre de Anke.
Max comunica a su madre que no podrá ir a verla, definitivamente. Anke, al estar desocupada decide viajar a Hong Kong, para estar un tiempo junto a él.
Es muy hábil el montaje que el director establece en la transición del viaje, desde la salida de Alemania a la llegada a Hong Kong, con el nexo de unión de un túnel y una especie de fundido en negro, para ir reapareciendo poco a poco la pintura plástica reflectante de la carretera. Ha explicado el director que el aeropuerto, por las protestas, estaba cerrado e idearon esa solución. Sugerente, sin duda.
La entrada nocturna en Hong Kong, ofrece un aspecto fantasmal, hostil, que el director acrecienta con unos contrapicados extremos de los rascacielos de la ciudad y sus luces inquietantes.
Es clara la división que Jonas Bak establece entre una primera parte, donde prevalece el contacto con la naturaleza y el espacio rural y una segunda, que va a comenzar a acontecer en un espacio urbano, en una gran urbe, inmensa división en zonas, como lo es Hong Kong. Es un cambio abrupto el que se presenta a Anke, un desafío para una persona acostumbrada a la tranquilidad del medio rural.
El primer contratiempo tiene lugar al intentar acceder al apartamento de su hijo, que se encuentra ausente, en viaje de negocios. El portero, debido a las horas, tampoco parece encontrarse trabajando.
En medio de la noche, Anke tiene que buscar un alojamiento, que consigue en una pensión compartida. Tendrá que pasar la noche junto a otras personas. Hay varias jóvenes que compartirán la habitación. Estando acostadas, una de ellas mantendrá una especie de monólogo dirigido a Anke, la cual pacientemente escucha. Explica como estuvo anteriormente en la ciudad y cómo ahora regresó en busca de un trabajo, pero que al no conseguirlo, tendrá que irse al día siguiente. Aconseja a Anke, que tenga cuidado, porque son tiempos extraños y hay revueltas en la ciudad.
Llegada la mañana, nada más salir de la pensión, encuentra a un grupo practicando Taichí. Posteriormente accederá al apartamento de su hijo. Transcurrido un tiempo, siente hambre y pide referencias al portero. Amablemente, éste la acompaña al ser su tiempo de almuerzo. Ambos tendrán una relajada conversación durante la comida china, emplazándose para practicar Taichí juntos, más adelante.
Anke deambulará por la ciudad, encontrándose con una manifestación pacífica, en favor de medidas democráticas para Hong Kong. Ella se interesa por lo que está sucediendo, por cómo la gente, mayoritariamente aúna esfuerzos en favor de los cambios políticos y sociales.
En el apartamento, encuentra un informe médico psicológico de su hijo. Concierta una cita con el psiquiatra de Max. En la charla, el psiquiatra confirma que está tratando a su hijo de ansiedad y depresión. No sólo a base de pastillas, sino también con conversaciones relajadas y consejos para afrontar la vida de manera más positiva. El médico confiesa a Anke, que por el ritmo de vida que se lleva en las ciudades, cada vez se producen más casos. Vemos como Anke, trata de comprender lo que le ocurre a su hijo, por medio de las explicaciones del psiquiatra sanador.
Anke, no va a pasar todo el tiempo solitaria en el apartamento. Para ello, se anima a explorar la ciudad. En otro contrapicado muy representativo, vemos como Anke, en un mirador moderno de la ciudad, se dedica a observar y fotografiar el entorno.
Llegada la noche de un día intenso, Anke tendrá su momento de reflexión en soledad. Pero en esta ocasión, la soledad no la sumerge en un pasado constante, como le sucedía en Alemania, sumida en una especie de inmovilismo; sino que la lleva a una meditación en el presente. Por un lado, la asimilación de las dificultades anímicas que atraviesa su hijo; por otro, y aún más importante, la consideración que su vida está adquiriendo. Comienza a pensar en ella misma. Así como siempre su pensamiento ha estado ocupado en las demás personas, tanto vivas, sus hijos, su madre; como ausentes, su marido fallecido; en el presente y futuro, es hora de abrirse a nuevas percepciones.
Anke sigue explorando Hong Kong. Contempla las estatuas sagradas y se involucra en la espiritualidad presente en las calles. Participa activamente del ritual, encendiendo bengalas purificadoras.
Más tarde y continuando con sus paseos por la ciudad, de forma azarosa —conviene resaltar la importancia que el azar adquiere en la película—, coincide con una especie de predictor y su amigo, que al hablar inglés, anima a Anke a escuchar las revelaciones de su amigo. Concluye el vidente, que sus hijos se irán de casa por sus trabajos pero que ella es una persona noble, y como tal necesita en su vida, más madera y agua —título de la película—. Es decir, vivir cerca y en contacto con los árboles y tener el agua más presente, sobre todo, beber más agua.
Amablemente el amigo del predictor, se ofrece a acompañarla al vivir no muy lejos de ella. Establecerán otra productiva conversación. Le revela que está jubilado, que ha sido profesor de arte y también se ha dedicado a la pintura, pero en el presente, se considera un activista social. Anke cuenta un poco su actividad antes de estar jubilada y ante la pregunta del activista, sobre si suele rezar, Anke contesta que sí, pero que no reza para que las cosas no sucedan sino que lo hace para ser más fuerte y poder hacer frente a lo que se le presente.
Anke, al día siguiente hace caso al predictor y visita un bosque cercano. Supone una vuelta a la parte primera de la película, donde Anke vivía inmersa en la naturaleza, pero parece ser que ella no era consciente de la importancia que adquiría. Es en el presente, a través de las palabras del predictor, cómo ella toma conciencia de su significado.
Posteriormente, nuestra protagonista se ha reunido con el portero para practicar taichí al aire libre.
El final, es abierto. Observamos por medio de un picado de la cámara, como Anke se aleja andando por la calle, confundida con la gente.
Contrariamente a lo que se pudiera pensar, en un ambiente totalmente ajeno, extraño, incluso amenazante en su entrada nocturna, a la gran urbe; Anke se ha abierto a nuevos horizontes, ha tomado conciencia de sí misma y parece que está encontrando un equilibrio interior, necesario para afrontar el presente y lo que quede por venir.
La película combina de manera perfecta, el documental con la ficción. Su madre en realidad no está actuando, ella simplemente es natural como si la película se tratara de su propia vida. De hecho, esta calma que transmite es propia de ella en su vida real. En una entrevista realizada a Jonas Bak, así lo confirmaba:
«Es totalmente ella. New Directors/New Films escribió algo hermoso como “ella viaja con gracia desde la Selva Negra a Hong Kong”. Pero esta gracia es mi madre. Es su ritmo y la forma en que hace las cosas y la forma en que se mueve por la vida. Es curioso que menciones la vida familiar normal y tranquila, porque ella todavía la tiene ahora. No ha cambiado mucho. La única diferencia es que en la película ella está sola, que tampoco es lo que es en la vida real.»
— Jonas Bak a Anne-Katrin Titze, en Eye For Film
En otra entrevista le preguntan sobre el origen de la película:
«Tenía muchas ganas de hacer una película con mi madre sobre su vida y su situación en la vida en ese momento y sobre su jubilación, que se acercaba. Quería que hiciéramos algo juntos y necesitábamos tener un guion para comenzar a ensayar y encontrar gente y hacer que se interesaran en hacer esto con nosotros, pero lo bueno de ello es que la historia realmente sucedió y fuimos parte de ella. Todo el equipo de filmación siguió a mi madre de alguna manera sin soltarla y, a veces, perdí de vista de qué trataba realmente la película: ¿estaba buscando a su hijo ahora o está encontrando algo más? La idea de que una madre vaya a ver a su hijo en el otro extremo del mundo, eso fue desde el principio, pero todo lo que lo rodea: la política y [la idea de que] se descubre a sí misma y descubre todas estas cosas hermosas que sucedieron en Hong Kong, sucedieron a medida que avanzábamos.»
— Jonas Bak a Stephen Saito, en The Moveable Fest
Y ahondando en el tema, para Mubi, introduce Jonas la película:
«La historia de la película es en muchos sentidos la historia clásica del hijo pródigo y las relaciones familiares separadas resultantes. Naturalmente, tenderías a seguir al joven mientras se dirige al mundo, hace lo suyo y falla, aprende sus lecciones y regresa a casa con los bolsillos vacíos, llenos de remordimiento. Pero en este caso, estábamos más interesados en la perspectiva de los que quedaron atrás, en particular su madre, y queríamos preguntar: ¿Cómo se siente esta distancia, la distancia a lo que está más cerca de ti? ¿Y cuáles son las consecuencias? La soledad, nuestra propia soledad, pero también la soledad que infligimos a los demás.»
— Jonas Bak presenta su película en Mubi
En el fondo, Jonas Bak, ha admitido, que en cierto modo, es el alter ego del personaje Max. Un personaje que aparece un instante en la oscuridad de la noche, pero que está de alguna manera, muy presente en la película.
Jonas estuvo estudiando cine fuera de Alemania, en Edimburgo y seguidamente en 2015 se trasladó a Londres, para recalar en 2018 en Hong Kong. Sabe que durante ese tiempo dejó atrás a personas muy queridas, principalmente a su madre. Actualmente reside en Friburgo, cerca de ella.
El plantel de actores es prácticamente amateur, Anke y su hija Theresa era la primera vez que intervenían en una película. Patrick Lo, el portero, era precisamente portero del edificio en el que se alojó Jonas Bak, en 2018. Edward Chan, realmente trabajaba de predictor y actuaba en su lugar de trabajo y Patrick Shum también ejercía de psiquiatra. Los Actores y actrices son poco más que amateur, al haber participado en alguna película más. Tenemos a Alexandra Batten, como la joven de la pensión; Lena Ackermann como Lena, prima de Theresa. El profesor de arte jubilado y activista, Ricky Yeung, ha debido intervenir en alguna película, pero se graduó en literatura comparada y arte en Hong Kong y fue profesor de arte, además de seguir dirigiendo talleres creativos hoy en día. Conocido en el mundo académico como Yang Xiuzhuo, en realidad su nombre completo es Yang Xiuzhuo Ricky Yeung.
En el plano formal asistimos a una película basada en la sencillez, tan adecuada a las vivencias narradas; de ritmo pausado, con ligeros paneos en la parte que sucede en Hong Kong. Rodada de manera artesanal en 16 mm. Planos estáticos, con dominancia de los planos generales, los planos de conjunto —escena del almuerzo y conversación con el portero— o los planos medios conversacionales. Alguna que otra panorámica, como la vista del precioso pueblo donde vive Anke. Destacan también los distintos planos en picado; tanto al inicio, como en la parte rodada en Hong Kong, donde tienen lugar las manifestaciones democráticas o cuando vemos a Anke en la lejanía; los planos contrapicados predominan en el rodaje en Hong Kong, donde se resalta la magnitud de los rascacielos o los ingentes bloques de viviendas.
El trabajo de sonido adquiere especial relevancia. En la primera parte, donde domina la naturaleza, escuchamos los cantos de los pájaros, el sonido del agua, del viento. En la parte rodada en Hong Kong, hay una predominancia de los ruidos de la ciudad, aunque es de destacar como la gente es en general tranquila y no se observa el nerviosismo que sucede en otras grandes urbes. La mentalidad oriental produce esa especie de vida más relajada. Como sonido extra diegético incluye el director, en algunas escenas la canción, “New Space Music” de Brian Eno.
Merecen destacarse los silencios, que se manifiestan principalmente a través de las reacciones de Anke.
Wood and Water (Madera y Agua)
País y año, Alemania, 2021
Director y Guionista, Jonas Bak
Intérpretes, Anke Bak, Susanne Johnssen, Theresa Bak, Ricky Yeung, Patrick Lo, Alexandra Batten, Patrick Shum, Edward Chan
Música, Brian Eno, canción, “New Space Music”
Productora, Trance Films 🔗
Disponible como estreno en la Plataforma Mubi 🔗