El 4 de octubre de 2024 se cumplirán cincuenta años del fallecimiento de Anne Sexton, una de las poetas más destacadas de la llamada poesía “confesional”. Surgida en la década de 1950 en Estados Unidos, esta corriente se caracterizaba por exteriorizar sus sentimientos íntimos, sus estados de ánimo y su visión del mundo, por medio de los poemas. En ellos desvelaban temas privados, relacionados con la sexualidad, la maternidad e incluso clínicos, de sí mismos. Además de Anne, debemos citar a Robert Lowell, W. D. Snodgrass, Sylvia Plath, John Berryman, James Merrill y Adrienne Rich, como poetas más representativos.
Lumen ha editado su poesía completa con motivo de esta conmemoración. Es una excelente noticia porque la única edición de su poesía completa en español fue publicada por Linteo en 2013, con una tercera edición en 2016, pero actualmente se encuentra agotada y es imposible conseguirla en librerías de segunda mano.
Para hablar de Anne, por tanto, emplearé la cuidada edición bilingüe de Lumen, seleccionando algunos de sus poemas más representativos, que complementaré, siempre que sea posible, con los conmovedores recitados de Anne. Por otra parte, la magnífica biografía de Diane Wood es esencial para profundizar en la personalidad de Anne Sexton, al igual que el primordial rescate de sus cartas de Linteo, que aún pueden conseguirse en librerías de viejo.
Anne afirmaba que su segundo despertar a la vida tuvo lugar a los 29 años, cuando el psiquiatra halló el tratamiento adecuado tras su primera crisis psíquica e intento de suicidio. Tuvo lugar a partir de ahí, su iniciación en la poesía. En una entrevista declaró: “Cuando escribo sé que hago aquello para lo cual estaba destinada al nacer” (“Anne Sexton” Diane Wood M., traducción de Roser Berdagué, Circe ediciones, 1998). Sin embargo, se enfrentó a numerosos retos en su papel de esposa y madre, resultando su enfermedad un tormento para ella y para quienes vivían con ella.
Anne Gray Harvey nació el 9 de noviembre de 1928 en Newton, Massachusetts, como tercera hija. Sus dos hermanas eran Jane (1923) y Blanche (1925). Procedía de una familia acomodada, en consonancia con la época de los “locos años veinte”. Su padre, Ralph Churchill Harvey, nació el 7 de febrero de 1900 en Chelsea, Massachusetts, pero creció en un barrio acomodado de Boston. Creó su propia empresa de comercio de lana, R. C. Harvey Company, y viajaba con frecuencia entre Nueva Inglaterra y Nueva York. El abuelo paterno de Anne, Ralph Louis Harvey, era un banquero adinerado e incluso llegó a ser presidente del Wellesley National Bank. Tenía costumbres estrictas, a diferencia de su hijo. En cambio, la abuela paterna de Anne, Elizabeth Irene Anderson, era sociable y atractiva. Le gustaba ir de compras y pasar tiempo con su nuera. El padre de Anne también tenía una hermana llamada Frances, que criaba caballos y se casó con un vaquero. El suicidio de Anne en 1974 la afectó profundamente. Un año después, a la edad de sesenta y nueve años, se quitó la vida de un disparo en la cabeza.
En 1916, Ralph abandonó su hogar debido a la severidad de su padre y se alistó en el ejército, pero tuvo que regresar y completar sus estudios de bachillerato. Su padre le impidió cursar estudios superiores. Se incorporó a la industria de la lana como viajante de comercio.
La madre de Anne, Mary Gray Staples, nació el 14 de marzo de 1901. Era hija única de una familia acomodada. Su abuelo fue el fundador del Lewiston Evening Journal, periódico del cual su padre, Arthur Gray Staples, sería editor y director. La madre de Mary, Jane Dingley Staples, sentía devoción por su hija, pero ella en cambio sentía más complicidad con el padre, con el que compartía bromas, libros, escuchas radiofónicas, beisbol o los crucigramas. Anne Sexton también se aficionaría a ellos. Su padre quería que estudiara, pero cuando estaba en primer año de universidad conoció a Ralph, abandonó la universidad y se casó, teniendo a las hijas joven, la última, Anne, con veintisiete años.
Cada una de las hermanas tenía aficiones distintas. Jane estaba muy apegada al padre, compartía la pasión por los bull terriers y los coches deportivos, y disfrutaba jugando al béisbol con sus compañeros. Blanche era muy inteligente, le encantaba leer y fue la única que asistió a la universidad. Anne la describía como una mujer que atravesó por una ferviente fase política. Blanche fue la única que alcanzó la estabilidad, ya que sus dos hermanas se suicidaron. Anne, al ser la pequeña, era la más mimada, pero ella se recuerda solitaria en su infancia. Se imagina encerrada en una de las habitaciones en su infancia, viéndose reflejado en su creación poética, como observamos en el poema “Para el año de los dementes” (For the Year of the Insane) o en “Aquellos tiempos…” (Those Times…), un regreso a la infancia con una visión que se torna traumática, donde aparece la sombría figura de su madre (veremos más adelante las exigencias corporales).
Aquellos tiempos… (Those Times…)
A los seis,
vivía en un cementerio lleno de muñecas,
huyendo de mí misma,
de mi cuerpo, ese sospechoso
en su grotesca casa.
Me encerraban en mi cuarto el día entero tras una reja,
una celda.
Era la exiliada
que se pasaba el día entero hecha un ovillo.
Hablaré de las pequeñas crueldades infantiles,
al ser la tercera hija,
la última dada
y la última tomada…
de las humillaciones nocturnas cuando Madre me desvestía,
de la vida diurna, encerrada en mi cuarto…
al ser la no deseada, el error
que Madre empleó para apartar a Padre
del divorcio.
¡Divorcio!
Ese amigo del romántico,
románticos que vuelan por mapas
de otros países,
caderas y narices y montañas,
hasta Asia o la Selva Negra,
o pillados en 1928,
el año del yo,
por error,
no por el divorcio
sino todo lo contrario.
El yo que se negaba a mamar de pechos
que no podía complacer,
el yo cuyo cuerpo creció inseguro,
el yo que pisaba la nariz de las muñecas
que no podía romper.
Pienso en las muñecas,
tan bien hechas,
tan perfectas y compactas
cuando las apretaba contra mí,
besando sus boquitas imaginarias.
Recuerdo su piel fina,
esas recién llegadas,
su piel fina y los serios ojos azul porcelana.
Llegaban de un misterioso país
sin la punzada de un parto,
nacían tranquilas y bien.
Cuando quería viajar,
el armario era donde ensayaba mi vida,
el día entero entre zapatos,
lejos de la mirada de la bombilla del techo,
lejos de la cama y de la pesada mesa
y de la misma tormentosa rosa repetida en las paredes.
No lo cuestionaba.
Me escondía en el armario como una se esconde en un árbol.
Crecí allí dentro como una raíz
y al mismo tiempo planeaba tales vuelos,
creía que podría elevar el cuerpo al cielo,
arrastrándolo conmigo como una inmensa cama.
Y aunque sin experiencia,
estaba segura de que llegaría allí o al menos
subiría como un ascensor.
Con tales sueños,
acumulando energía igual que un toro,
planeé mi crecimiento y mi edad adulta, de mujer,
igual que se coreografía un baile.
Sabía que si esperaba entre zapatos
seguro que al final no me cabrían,
los pesados oxfords, los rojos de puntera dura,
zapatos que yacían juntos como parejas,
las fuertes zapatillas con colirio Griffin
y luego los vestidos meciéndose sobre mí,
siempre sobre mí, vacíos y sensatos
con fajas y mangas de globo,
con cuellos de tela y dobladillos anchos
y amenazas en los cinturones.
Allí me sentaba el día entero
apresando mi corazón en una caja de zapatos,
evitando la preciosa ventana
como si fuese un ojo horrendo
a través del cual tosían las aves,
encadenadas a los agitados árboles;
evitando el empapelado de la habitación
donde unas lenguas se expandían más y más,
brotando de los labios como flores marinas…
Y de ese modo esperaba a que pasara el día
hasta que mi madre,
la imponente,
venía para obligarme a desvestirme.
Me quedaba allí en silencio,
protegiendo mi pequeña dignidad.
No preguntaba por la reja o el armario.
No cuestionaba el ritual de ir a dormir,
en el que, sobre las frías baldosas del baño,
ella me extendía brazos y piernas a diario
y examinaba mis defectos.
No sabía
que mis huesos,
esos sólidos, esas piezas de escultura
no se astillarían.
No sabía en qué mujer me convertiría
ni qué sangre brotaría de mí
cada mes como una flor exótica,
ni que unas hijas,
dos monumentos,
irrumpirían de entre mis piernas,
dos niñas arrugadas de respiración tranquila,
ambas dormidas en su diminuta belleza.
No sabía que mi vida, al final,
aplastaría la de mi madre como un camión
y que lo único que quedaría
del año en que tenía seis
sería un agujerito en el corazón, un punto sordo,
para que pudiera oír
lo callado más claramente.
Junio de 1963
De: Vive o muere (Live or die, 1966) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
Las niñas estudiaban en la escuela de Wellesley Congregational Church de Wellesley Hills, quizás por influencia del abuelo, ya que ambos padres se mantenían a distancia de las prácticas religiosas. La propia Anne no era practicante, pero más tarde exploró la espiritualidad a través de la amistad, más que institucionalmente. En cuarto curso pasaron a la escuela elemental Brown. Las niñas en casa estaban a cargo de una cuidadora, Helen Dealand, que ejerció prácticamente como tía. Ralph hacía mantener un código pulcro en las vestimentas y Anne parece que en ese aspecto era desaliñada. A Anne tampoco le gustaba comer en familia, soliendo hacerlo junto a Helen en la cocina. Incluso siendo madre, desvela Diane Wood, que comía apartada. Esto podía deberse, entiendo yo, a las inseguridades que ya manifestaba bajo influencia de su madre (como bien expresaba en el anterior poema) y como veremos más adelante, la actitud de su padre e incluso ciertos comportamientos de su tía abuela, Nana.
Las vacaciones de verano las pasaban en la isla Squirrell hasta que murió el abuelo Arthur, vendiéndose en 1940. Tenían dos casas enormes, una con un teatro que Anne adoraba porque le gustaba actuar en público. Anne conservaba recuerdos amables de la familia de su madre, encontrándose muy unida a su tía abuela Anna Ladd Dingley, a la que llamaban Nana, una mujer nada convencional, periodista en el periódico de su padre, llegando a ser propietaria parcial y también fue editora de revista.
Los Harvey se trasladarían en 1941 a la cercana Weston. Fueron tiempos de bonanza, sin embargo, la situación se complicó cuando el padre coimenzó a beber, generando constantes discusiones en el hogar. Mientras tanto, Mary Gray prefería evadirse saliendo a tomar cócteles (Anne más adelante se identificaría con su madre bebedora y recordaba cómo ella bromeaba diciendo que habría que llamarla más borracha que alcohólica). Ralph despilfarró en coches lujosos y otros excesos, hasta su entrada a un centro de desintoxicación en 1950. Anne recordaba con desagrado la fase alcohólica de su padre. Le extrañaban sus bruscos cambios de humor e inquina especial hacia ella, sin ningún miembro de la familia que la defendiera. Estos años fueron muy traumáticos para ella, repitiendo varios cursos en los estudios. La dinámica cambió cuando Nana se mudó a vivir con ellos cuando Anne tenía once años. Se convirtió en su refugio, pasando el mayor tiempo posible con ella. Nana jugaba con ella y le contaba cuentos a menudo.
A los trece años Anne prescindió más de Nana, ocupando más tiempo con chicas y chicos de su edad. Nana perdió audición y paulatinamente la cordura. La ingresaron en un psiquiátrico aplicándole tratamiento de electrochoques. Cierta mejora la devolvió a casa. Coincidió una etapa muy agitada para Anne: el abuelo paterno tenía demencia senil, su padre bebía y su hermana Jane iba a tener un niño. En 1944 ingresaron a Nana en una residencia privada cercana. Cuando tuvo Anne su primera crisis nerviosa, sintió pánico a ser ingresada en un centro psiquiátrico por lo vivido con su tía abuela. Se culpaba de lo que le había ocurrido por haberse alejado de ella.
Son varios los poemas en los que evoca a Nana, uno precisamente con ese título, pero me gusta especialmente “Paseo por París” (Walking in Paris). Hace referencia a las cartas de Nana. Anne siempre las llevaba consigo, sin embargo, durante un viaje por Europa, lamentablemente se las robaron en Bélgica, lo cual le causó un profundo dolor.
Paseo por París (Walking in Paris)
Regreso a tu juventud, mi Nana,
como si pudiera borrar así
a la loca que fuiste luego,
atrofiada y enferma,
aullando a tu propio audífono.
Vengo, con treinta y tantos,
a encontrarte con veinte años y el pelo cardado y largas faldas victorianas
pateando veinticuatro kilómetros al día por París
porque no podías pagarte un carruaje.
Hoy yo he caminado veinticinco.
He mantenido el ritmo.
Leo tus cartas de París de 1890.
Cada noche me las llevo a mi estrecha cama
y me las aprendo como una actriz se aprende el guion.
«Querida familia en el hogar», escribías,
sin saber que yo sería tu último hogar,
sin saber que yo pelaría tu vida hasta la casilla de entrada.
¡No hay nada más real que recorrer tus calles!
Yo también tengo una ampolla en el pie y me la curo con algodón.
París en 1890 fue ayer
y 1940 no ha sucedido nunca:
el uniforme sucio del nazi
ha sido deshecho, retejido y revendido.
Ser ocupado o conquistado no es nada…
¡Permanecer lo es todo!
Ya que he llegado hasta aquí,
iré un poco más lejos.
Tú eres mi historia (esa ladrona de niños)
y he entrado en ti.
He abandonado a mi marido y a mis hijas,
la cuestión negra, las últimas noticias y los baños calientes.
Mi habitación de París, poco más que una celda,
está abarrotada con 26 kilos de libros.
Son lo único americano y está olvidado.
En lugar de eso, leo tus cartas,
introduzco tus palabras en mi vida.
Ven, vieja,
¡seamos hermanas!
Compararemos los menús de los pequeños cafés, contaremos francos,
observaremos la torre donde María Antonieta esperó a que la decapitaran,
nos arrodillaremos junto al rosetón de Notre Dame,
y dejaremos que el tiempo nublado nos lleve pronto a casa
para apretujarnos junto al débil fuego de la cocina de madame.
Mañana saldremos con zapatos fuertes
a comprarnos unos manguitos de piel para los dedos amoratados.
Te cojo de los brazos con descaro,
cada día una nueva excursión.
Ven, hermana mía,
somos dos vírgenes,
nuestras vidas una vez más perfectas
e intactas.
Octubre de 1963
De: Vive o muere (Live or die, 1966) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
En secundaria perdió la timidez y se convirtió en una de las líderes de los grupos de compañeros. Vestía a la moda de los cuarenta. Se enamoró de un muchacho inglés, Michael Bearpark. Años después, en 1964, al ver la portada de su libro de poesía, decidió escribirle para contarle que se había convertido en psiquiatra y seguía soltero. De manera jocosa, le mencionó que aún no se había recuperado de su rechazo en el pasado. Anne respondió irónicamente que debía haberse casado con él porque se hubiera ahorrado el dinero de las sesiones de los psiquiatras.
La casa de Anne era un centro social donde participaban muchos de sus compañeros de la escuela pública, a diferencia de sus hermanas que asistían a la escuela privada. Jack McCarthy fue su novio durante cinco años, desde octavo al instituto. Hablaban de religión (Jack era católico) y de literatura porque Jack escribía poemas. Anne parecía mayor, era delgada y muy alta (llegaría a medir cerca del metro ochenta). Comenzó a fumar y a frecuentar junto a él, bares y salas de fiestas. Los padres viendo esta tendencia la enviaron en 1945 al pensionado femenino de Roger Hall en Lowell, dando al traste con su relación con el joven y su ritmo desenfrenado de vida.
En el último curso, Anne escribió algunos poemas donde primaba la técnica formal. Alguno se publicó en la revista del centro. Su madre, que también escribía poesía, sospechaba que los poemas fueran un plagio y los envió a un profesor para revisarlos. El profesor los consideró originales y prometedores. A Anne le disgustó la actitud de su madre, lo que provocó que dejara de escribir poesía durante diez años. Pero el comportamiento de su padre, cuando Anne en 1958 envió algunos poemas al Christian Science Monitor, tampoco fue alentador, al afirmar que las poesías se parecían a cómo escribía su mujer y considerando mejor a Mary Gray. Estos comentarios también disgustaban a Anne.
Las notas de Anne no fueron buenas y no pudo acceder a la universidad. Pasó a una escuela femenina de tipo social en Boston. En el verano de 1948 conoció a Alfred Muller “Kayo” Sexton (1928) y se fugó con él. Su padre tenía problemas con la bebida, al igual que el de Anne. En 1947 había comenzado a estudiar medicina en la Universidad Colgate de Hamilton, en N. York. Por medio de una amiga de los dos habían comenzado a cartearse en mayo de 1948. Ante el retraso menstrual, Anne creyó que estaba embarazada, escapando juntos y casándose en Sunbury (Carolina del Norte), el 16 de agosto de 1948. Un tiempo después, Kayo dejó la universidad y se instalaron en casa de su padre, George Sexton. Encontró trabajo en una empresa lanera. Anne se llevaba muy bien con su cuñada Joan, tres años menor que ella. Ambas se emplearon ocasionalmente de modelos de grandes almacenes y comercios. Billie, la suegra, estaba contenta con este empleo de las chicas, guardando todas las fotos, aunque no era partidaria de las libertarias costumbres de Anne: como fumar, levantarse tarde, etc. Kayo y Anne vivieron un año allí hasta instalarse en un apartamento en Cochituate.
La madre de Anne le consiguió un trabajo en una tienda de lencería. Pasaban muchos ratos con una pareja casada. Johnny, el marido, era cirujano. Anne y él se enamoraron. Su madre la persuadió para que no rompiera su matrimonio y le recomendó acudir a la terapia de la psiquiatra Martha Brunner-Orne, quien la trató durante tres meses.
En 1950 estalló la Guerra de Corea y Kayo fue enrolado, comenzando Anne a trabajar en una librería cerca de Wellesley College. Con su trabajo volvió a aficionarse a la lectura, pero la ausencia de Kayo le provocaba ansiedad, supliéndola con la relación con otros chicos.
Kayo arribó con un permiso temporal en San Francisco y Anne lo pasó allí con él, quedando embarazada. Durante esta época Nana estaba más estable y Anne la visitaba a menudo. Su primera hija, Linda Gray Sexton, nació el 21 de julio de 1953. Kayo volvió de San Francisco tres días después. Compraron una casa en Newton Lower Falls y Kayo se incorporó a la R. C. Harvey Company de su suegro. Dos años después nació Joyce Ladd Sexton, el 4 de agosto de 1955. Al nombre se añadió Ladd en honor a Nana, fallecida el 15 de julio de 1954, con 86 años.
Años más tarde Kayo se arrepentiría de haber aceptado el trabajo que le ofreció su suegro debido a su difícil carácter. Tampoco favoreció al principio a Anne, encontrarse cerca del influjo de su madre y de su suegra. Cuando tuvo a Joy se acrecentó su tristeza y desorientación, teniendo que acudir, de nuevo, a la psiquiatra Martha Brunner-Orne. La doctora le diagnosticó depresión postparto, tuvo algunas sesiones con ella y le recetó un tratamiento. Anne mejoró, pero en marzo de 1956, Kayo tuvo que viajar por negocios. Anne dejó a las niñas con una vecina y salió de fiesta con un compañero de su marido. Joy contaba con siete meses y tenía difteria. Al regresar de la fiesta pensó que su hija se ahogaba, pasando una noche angustiosa. Cada vez que su marido viajaba lo pasaba muy mal pagándolo con las niñas. Se optó por la ayuda de la familia en los casos en que Anne se quedara sola.
Cerca del aniversario de la muerte de Nana acostó a las niñas, cogió el diario de Nana y el frasco de pastillas que le había recetado la psiquiatra, pero no llegó a tomarlas. Kayo la encontró a oscuras sollozando y llamó a la psiquiatra, que recomendó la hospitalización en Westwood Lodge. Permanecería tres semanas internada, quedando a cargo de su madre y de su suegra las niñas. Al ir de vacaciones la doctora Brummer-Orne, Anne visitó a su hijo Martin Orne, también psiquiatra, por quien tenía simpatía. Anne prefirió que Martin siguiera tratándola, prolongándose sus tratamientos durante ocho años.
Joy quedó con Billie (su suegra), con la que viviría durante tres años y Linda con su hermana Blanche durante cinco meses. La enfermedad de Anne mejoró momentáneamente, pero en noviembre, un día antes de cumplir años tomó una sobredosis de Nembutal, al que comenzaría a llamar “mátame”. Llamó a Billie y fue atendida en el hospital y por consejo del doctor Orne, derivada a Glenside para apartarla de la incomprensión familiar. En este centro no se le aplicaron electrochoques y el médico mantenía sesiones de psicoterapia cinco días a la semana. Una vez de vuelta, la familia trató de adaptarse a la enfermedad de Anne, pero la situación entre ella y Billie se volvió tensa porque Anne ansiaba recuperar a Joy, pero sin enfrentarse a Billie. Las anotaciones del Dr. Orne dan buena cuenta del estado de desesperación de Anne: “Me siento tan sola. Creo que no hay nada que valga la pena.. Me parece que no quiero a nadie. Es una afirmación terrible y estoy llorando…”. (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.).
Martin Orne, un año mayor que Anne, era doctor en medicina y estaba finalizando su doctorado en filosofía por la rama de psicología en Harvard. Además, trabajaba como residente en psiquiatría en el Centro de Salud Mental de Massachusetts. Supo entender a Anne. Le propuso escribir todo lo que experimentaba en el tratamiento y fomentó su interés por la cultura. Anne le hizo caso y compró una antena de televisión que le permitía ver programas culturales. En uno de ellos, el profesor I. A. Richards hablaba sobre la estructura del soneto, lo que inspiró a Anne a escribir sonetos que compartía con el doctor Orne, quien la felicitaba y animaba a seguir escribiéndolos.
A pesar de este prometedor cambio, Anne intentó suicidarse nuevamente el 29 de mayo de 1957. Fue ingresada y el doctor Orne acudió a visitarla, explicándole que todo lo que escribía era de gran validez para personas en sus circunstancias y que no podía suicidarse. Este mensaje de Orne fue crucial para que Anne comprendiera “su utilidad en la vida”.
Anne visitaba dos veces a la semana al doctor Orne y charlaban amigablemente, sin ser una consulta en sentido estricto. Cuando se ausentaba Kayo en algún viaje, el doctor le proporcionaba fármacos para eliminar su ansiedad.
Anne se inventó un personaje externo, Elizabeth, al que identificó con “la perra”. Surgió cuando en el dorso del reloj de su abuela paterna vio las iniciales E. H., es decir, Elizabeth Harvey. La hizo aparecer en las terapias como mediadora suya. En un principio el Dr. Orne siguió el juego de Anne, pero vio un momento en que podía resultar peligroso y que pudiera desarrollar un trastorno de personalidad múltiple, con lo que él mostró cada vez menos interés por el personaje y Anne acabó por olvidarlo.
Anne quiso continuar sus estudios pero su madre se negó a facilitarle el dinero. Por ese tiempo a su madre se le detecta un bulto en el pecho, teniendo que realizarse una mastectomía. Mary culpó a Anne de la aparición de su cáncer. Ese sentimiento de culpa lo reflejará Sexton en algunos poemas.
Anne se inscribió en enero de 1957 a un taller de poesía en el Centro de Educación de Adultos de Boston, impartido por el profesor de literatura de Tufts, John Holmes. Entre los alumnos se encontraban Sam Albert, Ruth Soter y Maxine Kumin, quien recordaba el impactó que causó la llegada de Anne, con su imponente altura y los tacones, pendientes, brazaletes y perfumes. Anne sintió que ese era su lugar: “El aspecto más importante de la clase era que me infundía la sensación de que tenía un sitio en alguna parte” (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.). El taller también le proporcionaría herramientas para elaborar su poesía.
Comenzó a leer poesía, pero también libros de psicología y psiquiatría, de Freud y Jung, entre otros. Quería tener una idea clara de qué clase de paciente era.
En una sesión con el doctor Orne, Anne le detalló recuerdos de un encuentro íntimo con su padre ebrio en el que no quería que él se fuera. Nana estaba presente. No se sabe si fueron reales o una distorsión de la realidad, porque unas veces los situaba con cinco o seis años y otras con doce o trece. El doctor Orne tampoco podía confirmar su veracidad, pero en terapia lo tomaba como real porque Anne así lo creía y de está manera podía ayudarla mejor. Lois Ames, asistenta social psiquiátrica y amiga de Anne muchos años, estaba convencida de que fue víctima de abuso sexual tanto de Nana como de su padre. Lo cierto es que compondrá algunos poemas donde se refleja ese amor conflictivo, como en “Las campanas” (“The bells”).
Las campanas (The bells)
El cartel del circo se está
despegando de la pared de cemento
y los niños lo han olvidado
si es que alguna vez lo supieron.
Padre, ¿te acuerdas?
Solo queda el sonido,
la rotunda pisada lejana de los elefantes,
la voz de los leones de antaño
y cómo las campanas
temblaban ante el trapecista.
Yo, riéndome,
subida a tus altos hombros
o pequeña entre gruesas piernas de la gente,
no tenía miedo.
Me dabas la mano
y al instante me explicabas
los tres anillos de peligro.
Ay, mira al travieso payaso
y el loco desfile
mientras amor amor
amor creó anillos a mi alrededor.
Con este sonido empezó el acto:
nuestro aliento contenido para ver
al trapecista abrir los brazos
por el cielo de tablones
y trepar por el aire.
Recuerdo el color de la música
y que eternamente
todas tus temblorosas campanas
eran mías.
De: Al manicomio y casi de vuelta (To Bedlam and Part Way Back, 1960) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
Su madre le inspeccionaba frecuentemente los genitales cuando era más pequeña, tal vez por higiene, pero tanto la madre, como el padre y Nana pudieron excederse en los límites físicos con ella, lo que podría haberle ocasionado perturbación en su vida emocional.
Tuvo una aventura amorosa pasajera con Jerry, un compañero de taller que admiraba su poesía. Lo importante es que Anne se fue involucrando cada vez más en la poesía y a finales de 1957 firmaría como Anne Sexton en lugar de “Mrs. A. M. Sexton”, reafirmando su identidad. Se identificaba con otros poetas considerados como “locos”: Rimbaud, Baudelaire, Coleridge, Robert Lowell, John Berryman. “Descubrí que formaba parte de los poetas, que yo era real entre ellos y dije una vez más: “Esta es mi gente” (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.). Escribir poesía era de alguna manera entender mejor su enfermedad al expresar sus sentimientos. Le envió a su madre una tarjeta de navidad en la que le decía que una de las razones por las que escribía era porque ella era su madre. Incluía un manuscrito con treinta y siete poemas escritos a finales de 1957. Sólo se conserva una copia en una carpeta en la que Anne indicaba que NO se podían ver nunca porque los consideraba iniciales y titubeantes.
La poeta Maxine Kumin (1925-2014) asistía al taller de poesía junto a Anne. En un principio no hubo acercamiento porque un amigo de Maxine se había suicidado y sabía los problemas que tenía Anne. Anne por su parte, también mantenía las distancias. Pero al iniciarse el segundo curso en septiembre de 1957, coincidieron en la biblioteca pública de Newton. Charlaron y se dieron cuenta de que vivían las dos muy cerca. A partir de ahí, ambas mantendrían una gran amistad.
Poco días después, Anne llamó a Kumin para que le leyera un poema que había compuesto y le diera su opinión. Se trataba del poema “La música vuelve a mí” (Music Swims Back to Me), un borrador del que con pocos cambios, incluirá en su primer libro. En él habla desde la perspectiva como paciente en una institución psiquiátrica, tal como ella misma había vivido en varias ocasiones. Anne Sexton, con su impresionante entonación y voz, nos recita el poema.
Music Swims Back to Me /// Wait Mister / Which way is home? / They turned the light out / and the dark is moving in the corner. / There are no sign posts in this room, / four ladies, over eighty, / in diapers every one of them. / La la la, Oh music swims back to me / and I can feel the tune they played / the night they left me / in this private institution on a hill. // Imagine it. A radio playing / and everyone here was crazy. / I liked it and danced in a circle. / Music pours over the sense / and in a funny way / music sees more than I. / I mean it remembers better; / remembers the first night here. / It was the strangled cold of November; / even the stars were strapped in the sky / and that moon too bright / forking through the bars to stick me / with a singing in the head. / I have forgotten all the rest. // They lock me in this chair at eight a. m. / and there are no signs to tell the way, / just the radio beating to itself / and the song that remembers / more than I. Oh, la la la, / this music swims back to me. / The night I came I danced a circle / and was not afraid. / Mister?
La música vuelve a mí (Music Swims Back to Me)
Espere, señor. ¿Por dónde se va a casa?
Han apagado la luz
y la oscuridad se mueve en el rincón.
No hay señales en este cuarto,
cuatro señoras, octogenarias,
con pañales todas ellas.
La la la, oh, la música vuelve a mí
y percibo la melodía que tocaron
la noche que me dejaron
en esta institución privada de la colina.
Imagíneselo. Una radio encendida
y aquí todos estaban locos.
Me gustó y bailé en corro.
La música se vierte sobre el sentido
y, qué curioso,
la música ve más que yo.
Es decir, recuerda mejor;
recuerda la primera noche aquí.
El frío estrangulado de noviembre;
incluso las estrellas estaban atrapadas en el cielo
y esa luna tan brillante
hincándose en las barras para apresarme
con una cantinela en la cabeza.
He olvidado el resto.
Me ataron a esta silla a las ocho de la mañana
y no hay señales para indicarme el camino,
solo la radio con su ritmo marcado
y la canción que recuerda
más que yo. Oh, la la la,
esta música vuelve a mí.
La noche que llegué bailé en corro
y no tuve miedo.
¿Señor?
De: Al manicomio y casi de vuelta (To Bedlam and Part Way Back, 1960) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
Si el doctor Orne representaba un firme apoyo en su creatividad y personalidad, no lo fue menos el brindado por Maxine Kumin. Ella sí había asistido a la universidad y estudiado poesía. Completó sus estudios en Radcliffe en 1946, se casó con Victor Kumin y obtuvo su licenciatura en historia y literatura antes de formar una familia. Participó en seminarios y se sumergió en la poesía de Auden, Spender, Karl Shapiro y Randall Jarrell, entre otros. Aunque se dedicó a su familia, antes del nacimiento de su tercer hijo, publicó su primer poema en 1953 y comenzó a enviar nuevos trabajos a revistas.
La aprobación de su poema por Kumin, una persona dedicada a la literatura y la poesía, representaba un respaldo significativo, especialmente para su convicción poética.
Si bien la poesía suponía una vía de escape, las responsabilidades domésticas y la presión familiar la abrumaban. Linda vivía con ella y a menudo se sentía culpable por no tratarla debidamente. Dispuso en el comedor de un rincón para dedicarlo como despacho y poder ver a la niña. Seguía con sus ejercicios de rimas para la composición de poemas y junto con los compuestos en el taller, disponía de unos sesenta poemas. Dos de ellos se los publicaron en julio de 1958 en el Christian Science Monitor, ganándose el respeto de parte de la familia. Un fármaco antidepresivo le produjo un efecto positivo durante varios meses, aumentando su capacidad de trabajo y lectura. Estudió los poemas del libro antológico “The new poets of england and america” con prólogo de Robert Frost, que estaban leyendo sus compañeros de taller.
Leyendo la antología, hubo un poema que sacudió a Anne: “Heart’s Needle” (La aguja en el corazón), de W. D. Snodgrass. El poema trataba sobre la separación de su hija pequeña debido al divorcio. A Anne le ocurría algo similar con Joy (al cuidado de Billie). Unos versos del poema de Snodgrass: Winter again and it is snowing; / Although you are still three, / You are already growing / Strange to me. (Otra vez el invierno y está nevando; / Aunque todavía tienes tres años, / ya estas creciendo / Extraña a mí.).
El poema fue reconocido por Robert Lowell de inmediato. Snodgrass había sido alumno suyo en la Universidad de Iowa. Lowell, estaba hablando sobre temas personales, pero reconocía que “Heart’s Needle”, iba un paso más allá. Está considerado el primer poema “confesional”. Anne le escribiría una carta más tarde reconociendo la importancia que había tenido en ella. El poema había despertado en ella un instinto de recuperación de su hija. Comenzó a llevar a Joy cada vez más tiempo a su casa, y ese verano de 1958 regresó al hogar. En cuanto a su poesía, implicaría la enfermedad mental junto a la maternidad en algunos de sus poemas, como en “Chica desconocida en el pabellón de maternidad” (Unknown Girl in the Maternity Ward), en el que una joven con enfermedad mental, experimenta el fuerte vínculo maternal y el sentimiento de perdida de su hija “ilegítima”. Unos versos del poema: “Y ahora ya está. No hay nada más / que yo pueda decir o perder. / Otras han vendido la vida sin pensar / y sin poder hablar. Me tenso al rechazar, ¿el qué? / Tus ojos de búho, mi frágil visitante, mas / te toco las mejillas, como flores. Te estampas sin querer / contra mí. Desaprendemos. Soy una costa capaz / de empujarte. Al romper te alejas de mí. Elijo, lo sé, / tu único camino, mi pequeña heredera voraz, / y te entrego, temblando el ser que perdemos a la vez. / Vete, criatura, que es mi pecado y nada más”. [De: Al manicomio y casi de vuelta (To Bedlam and Part Way Back, 1960), traducción de Ana Mata Buil, Op. cit.].
Poco antes de terminar el taller de Holmes, The Antioch Review le había publicado el poema “Para Johnny Pole en la playa abandonada” (For Johnny Pole on the Forgotten Beach). Su editor era Nolan Miller y Anne le solicitó una beca para costear un curso en Antioch impartido por Snodgrass. Nolan le prestó toda su ayuda para que pudiera acudir. Esa mayor implicación de Anne en la poesía no parecía agradar a Kayo, que quería disfrutar más tiempo junto a ella. Anne manifestó a Orne su soledad física e intelectual al lado de su marido. Según Anne, su marido odiaba la poesía, sin embargo, reconocía que era un buen padre y había tenido paciencia con ella. Todo llegó a un punto crítico cuando volvieron a discutir sobre poesía y Anne rompió las hojas que tenía en la mesa y lanzó la máquina de escribir contra el suelo. Al termino de la discusión Kayo la pegó, a pesar de luego arrepentirse. Kayo finalmente cedió y Billie se quedó con las niñas, mientras Anne, acompañada de Ruth Soter, poeta y buena amiga, viajaba a Ohio.
Snodgrass comprobó que Anne se encontraba a menor nivel que Jack Matthews o la propia Ruth Soter, aunque reconocía su empeño y que en lo que escribía, uno o dos versos tenían mucho ingenio. Era lógico porque apenas había publicado cuatro o cinco poemas todavía (el año siguiente publicaría unos cuarenta en revistas). Lo que más preocupaba a Anne era encontrar “su voz” y preguntaba a menudo a Snodgrass si reconocía su voz en los versos que componía. Por otra parte, tuvo un flirteo con un compañero que derivó en una relación epistolar de varios meses. Jack Matthews le reveló a Diane Wood: “Era obscena y divertida. Vistosa. Fulgurante. Espectacular. Un edificio en llamas. Estaba en un estado de exhaltación, […] siempre a tope”. (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.).
El taller de Holmes había establecido los cimientos de la poesía de Anne y el de Snodgrass supuso una evolución hacia una poesía “confesional” y autoanalítica. Iniciará una correspondencia con Snodgrass. El poeta le contestaba ofreciéndole su aprobación o crítica y le brindaba consejos.
En comentarios grabados por Snodgrass en 1985 para Diane Wood, manifestaba sobre Anne: “Es mucho más fácil hablar de sus fallos cuando terminan mal. Encuentro difícil describir la sensación de lo bueno en mi relación [con Anne Sexton]. Supongo que era su energía y la sensación que uno tenía -quizá en parte desorientadora- de que estaba ávida de experimentar y de saber. Tenía cosas excitantes e interesantes que decir y era un placer leer sus cartas”. (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.).
En septiembre de 1958, por mediación de Snodgrass, se inscribió en un seminario que impartía Robert Lowell en la Universidad de Boston. Una de las técnicas de Lowell era desconcertar a sus alumnos, y Anne, tras un mes de clase, escribió a Snodgrass expresando su descontento al sentirse una poeta mediocre. Lowell solía calificar de mayor a menor la poesía de los alumnos, y las mujeres, salvo Elizabeth Bishop (ver estudio), entraban en la categoría “menor”. También tenía fama de mujeriego, pero Anne no se dejaba intimidar y rechazaba la sumisión que tenían los compañeros de curso. La poesía de Lowell tampoco influía en la de Anne, porque según admitió a Snodgrass por carta, no la había leído. Aún así, valoró positivamente la experiencia afirmando haber aprendido muchísimo y tener más claro lo que NO tenía que escribir. En sus clases comenzaría a componer los esbozos de “La doble imagen” (The double image), poema que le llevaría tres meses de borradores. Ahora volveré con él.
Todo parecía encaminado en el plano literario, no así en el familiar, con una intervención quirúrgica a su padre debida a un desfallecimiento y el empeoramiento del cáncer de su madre. La misma Anne tuvo que internarse dos días en Westwood Lodge al escuchar voces interiores, como refleja en el poema antes citado, “La doble imagen” (The double image), un poema desgarrador, una carta de justificación y solicitud de perdón dirigida a su hijita pequeña, Joy, que merecería leerse por completo aquí, pero es extensísimo. En él expone su sentimiento de culpa y frustración como madre y como hija, ya que también menciona a su madre y los reproches que le hace, pensando que le había causado el cáncer y provocando su segundo intento de suicidio. Sus dos primeras estrofas siguen así: “Cumplo treinta este noviembre. / Tú aún eres pequeña, apenas cuatro años. / Contemplamos las hojas amarillas que se desprenden, / aletean con la lluvia invernal, / caen planas y mojadas. Y recuerdo / sobre todo los tres otoños que no viviste aquí. / Decían que nunca volvería a tenerte. / Te diré lo que nunca sabrás del todo: / todas las hipótesis médicas que insistían / en que mi mente nunca será tan sincera como estas / hojas atascadas que se sueltan. // Yo, que dos veces decidí / matarme, había dicho tu apodo / en los quejosos meses después de tu llegada; / hasta que una fiebre se sacudió / en tu garganta y me moví como un mimo / sobre tu cabeza. Unos feos ángeles me hablaron. La culpa, / oí que decían, era mía. Murmuraban / como brujas verdes en mi mente, dejando que la fatalidad / goteara como un grifo roto; / como si la fatalidad hubiera rebasado mi vientre y llenado tu capazo, / una vieja deuda que debo asumir”. [De: Al manicomio y casi de vuelta (To Bedlam and Part Way Back, 1960). Traducción de Ana Mata Buil, Op. cit.].
El poema, aunque salvando la poética especial de Anne, en la que se implica su enfermendad mental en la maternidad, sigue un poco la línea de “Heart’s Needle”, que tanto le había removido por dentro y según ella, había provocado el afloramiento de sus sentimientos de culpa y necesidad de perdón que anidaban en su subconsciente. “La doble imagen” era un poema conmovedor “confesional”, sin duda.
El periódico de renombre de Nueva York, The Hudson Review, bajo la dirección de Frederick Morgan como editor, había declinado 16 poemas previamente, pero finalmente en octubre de 1958, decidió publicar “Usted doctor Martin” (You, Doctor Martin) y “Elizabeth se ha ido” (Elizabeth Gone).
Tanto demandaba Anne la aprobación y el afecto de Snodgrass, que se presentó en su casa en su cumpleaños, el 9 de noviembre de 1958, pernoctando en ella. Parece que Anne se insinuó a Snodgrass, el cual se mostró desconcertado. En una carta posterior, Anne le pediría disculpas por su comportamiento.
Justo el 30 de diciembre, Frederick Morgan volvió a sorprender a Anne al anunciar la aceptación del poema “La doble imagen” (The double image), convirtiéndose en el regalo de Navidad perfecto. Robert Lowell se mostró impresionado.
En enero de 1959, Snodgrass le envió una carta entusiasmado porque todo el material que presentaba Anne, era publicado. Anne respondió exultante, afirmando echarle de menos. Le mencionó que se encontraba disfrutando de los libros que recibió en Navidad de Philip Larkin, Randall Jarrell y Robert Frost. Poco después, le pidió a Lowell, con quien todavía tenía clases, que revisara un manuscrito de 122 páginas de poemas, cuyo título estaba inspirado en el poema “La doble imagen”, llamado “Al manicomio y casi de vuelta” (To Bedlam and Part Way Back). Escribió a Snodgrass comunicándole que Lowell había sido muy amable al revisar el manuscrito, sugiriendo algunas correcciones y compartiéndolo con varios colegas. Según Maxine Kumin, Anne por aquel tiempo “tenía una tenacidad sin parangón posible” (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.). Podía redactar hasta veinte borradores de un poema, pasaba todo a maquina y se comenzó a relacionar con personas vinculadas a periódicos y revistas, como la poeta Carolyn Kizer de Poetry Northwest, con quien iniciaría correspondencia. En febrero se produjo la primera aceptación de The New Yorker y comenzaría a relacionarse con su editor, Howard Moss.
Inició su asistencia a reuniones de poetas. En casa de John Holmes, al finalizar la velada, se formó un círculo con alrededor de cincuenta personas y leyeron sus poemas Wilbur, Holmes, Dave Ferry, Phil Booth, George Starbuck, Maxine y Anne. El editor de The Hudson Review, Frederick Morgan la invitó a su redacción. El día que pasó por allí, después de ver la oficina, Morgan y su esposa Rose la invitaron a cenar y tomaron martinis. Morgan reconocía que Anne era encantadora, que no tenía mucha cultura, pero sí mucha chispa y personalidad. En el vuelo de vuelta en estado de exaltación escribió un poema dedicado a Rose. Pero ya en casa escribió a Snodgrass comunicándole que quizás se había mostrado desinhibida.
Su primer recital de poesía tuvo lugar en marzo en el Poets’ Theater de Cambridge, junto a Arthur Freeman, Kumin y Starbuck, entre otros. Se llevaron a cabo dos recitales, y en el segundo, la asistencia fue aún mayor. Al recitar “The double image”, logró emocionar al público, quienes la ovacionaron con entusiasmo.
Comienzan a reunirse con regularidad John Holmes, Sam Albert, George Starbuck, Maxine Kumin y Anne. La mujer de Holmes recuerda como desde el piso de arriba se escuchaban los estallidos de alegría de Anne, quien solía sentarse en el suelo mientras los demás estaban en sus asientos. Alternaban las casas y en la de Anne, acudió un joven poeta, Joseph DeRoche, que al terminar la reunión quedó entusiasmado con la manera de ser de Anne y su poesía.
Anne continuaba considerando la publicación del manuscrito, pero John Holmes le solicitó que lo reestructurara y no lo publicara con ese título, ya que ese período de su vida en el manicomio podría superarlo y luego avergonzarse de haberlo publicado. Por lo visto, esa petición de Holmes se debía, según su viuda, a un pasado terrible: había sido alcohólico y su primera esposa se había suicidado ensangrentando sus papeles del despacho. Él, después superó el alcoholismo y se había vuelto a casar, viviendo de manera tranquila en la actualidad. Maxine Kumin afirmaba que John jamás superó el suicidio de su mujer y temía el suicidio de Anne, por eso trato de disuadirla. Pero Anne le respondió y adjuntó un poema, “Para John, que me pide que no indague más” (For John, Who Begs Me Not to Enquire Further), cuyos versos finales dicen así: No es que fuera hermoso, / sino que hallaba cierto orden allí. / Debería haber algo especial / para alguien / en esta clase de esperanza. / Es algo que jamás hallaría / en un lugar más bello, querido mío, / aunque tu miedo es el miedo de cualquiera, / un velo invisible entre todos nosotros… / y a veces en privado, mi cocina, tu cocina, / mi cara, tu cara. [De: Al manicomio y casi de vuelta (To Bedlam and Part Way Back, 1960). Traducción de Ana Mata Buil, Op. cit.].
Anne había tenido que internarse dos días en Westwood en enero de 1959, pero aprovechó para componer “Tocar las campanas” (Ringing the bells). De nuevo, Anne, nos habla del hospital psiquiátrico, la posible deshumanización y la participación en actividades en las que el paciente se encuentra fuera de lugar. Anne recita el poema de manera insuperable.
Ringing the bells /// And this is the way they ring / the bells in Bedlam / and this is the bell-lady / who comes each Tuesday morning / to give us a music lesson / and because the attendants make you go / and because we mind by instinct, / like bees caught in the wrong hive, / we are the circle of the crazy ladies / who sit in the lounge of the mental house / and smile at the smiling woman / who passes us each a bell, / who points at my hand / that holds my bell, E flat, / and this is the gray dress next to me / who grumbles as if it were special / to be old, to be old, / and this is the small hunched squirrel girl / on the other side of me / who picks at the hairs over her lip, / who picks at the hairs over her lip all day, / and this is how the bells really sound, / as untroubled and clean / as a workable kitchen, / and this is always my bell responding / to my hand that responds to the lady / who points at me, E flat; / and although we are no better for it, / they tell you to go. And you do.
Tocar las campanas (Ringing the bells)
Y así es como tocan
las campanas del manicomio
y esta es la señora de las campanas
que viene el martes por la mañana
a darnos clase de música
y como los cuidadores te hacen ir
y como nos importa por instinto,
como abejas pilladas en la colmena equivocada,
somos el corro de mujeres locas
que se sientan en el salón del manicomio
y sonríen a la mujer sonriente
que da una campana a cada una,
que me señala la mano
y sujeta mi campana, mi bemol,
y este es el vestido gris a mi lado
que rezonga como si fuese especial
ser vieja, ser vieja,
y esta es la chica menuda y encorvada, una ardilla
a mi otro lado
que se arranca los pelos del labio superior,
que se arranca los pelos del labio superior sin parar,
y así suenan de verdad las campanas,
tan despreocupadas y limpias
como una cocina funcional,
y así es como responde siempre mi campana
a mi mano, que responde a la señora
que me señala, mi bemol;
y aunque no mejoramos por hacerlo,
te dicen que toques. Y lo haces.
De: Al manicomio y casi de vuelta (To Bedlam and Part Way Back, 1960) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
Por contra, en febrero, su madre se encontraba en fase terminal. Anne la visitaba regularmente tratando de animarla. Le comunicaba las buenas noticias, como que Lowell le había dicho que muchos poemas suyos aparecerían en antologías. Su madre no entendía cómo lo había conseguido, pero se mostraba contenta. Su madre murió el 10 de marzo de 1959, el día antes de cumplir cincuenta y ocho años. Anne escribió a Anne Wilder contándole lo mal que se encontraba: “El dolor contó más y, santo Dios, fue el dolor el que la acunó. No yo. Pese a todos mis anhelos y mis deseos, no yo. Y ahora ella no es nada. Salvo para mi… para mí es algo grande… algo que amo y odio y que todavía me hace reaccionar y algo con lo que hablo”. (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.).
Anne tardó un tiempo en superarlo. Trató de terminar el manuscrito de poemas e incluyó una elegía a su madre, el poema “La división de las partes” (The division of parts). Una estrofa sigue así: “Te leía The New Yorker, tomaba cenas / que tú no probabas, alababa / tus flores, / bromeaba con tus enfermeras, como si yo / fuera el bálsamo entre leprosos, / como si pudiera deshacer / una vida en horas / si nunca decía adiós”. [De: Al manicomio y casi de vuelta (To Bedlam and Part Way Back, 1960). Traducción de Ana Mata Buil, Op. cit.].
En el seminario de Lowell se incorpora una oyente nueva, Sylvia Plath. Tenía veintiséis años cuando se instaló en Boston con su marido, el poeta británico Ted Hugues. En el seminario de Lowell, Sylvia escribiría diez o doce poemas que integraría en su primer poemario, “The Colossus” (1960). Para acudir al seminario, como manifestó más adelante en una entrevista, lo que más le había influido era la manera de abordar tanto Lowell como Sexton, los “temas tabués privados y peculiares”. (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.). Después de marzo, Lowell comenzó a comparar a una y otra, y fue como comenzaron a fijarse las dos. Según contaba Lowell, “Anne era más auténtica pero sabía menos. Sylvia aprendió de Anne”. (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.). El poema de Anne “Mi amiga, mi amiga” (My friend, my friend), que sería comentado en la clase, sirvió para las rimas y el tema del reconocido poema de Plath, “Papaíto” (Daddy).
En abril de 1959 las dos poetas habían congeniado plenamente y a la salida solían tomar unas copas. A veces Starbuck iba con ellas, ya que era con el que más conectaban, porque el resto de los alumnos era muy comedido. Fue una lástima que Sylvia regresara poco después a Inglaterra con su marido Ted.
El 19 de mayo fue aceptado por la editorial Houghton Mifflin el manuscrito de Anne, justo el día que se publicaba “Life Studies” de Lowell, libro que conseguiría el Premio National Book. El día que se publicó, Robert se encontraba ingresado en el Hospital McLean, de Belmont. Lowell era maniaco-depresivo y tenía frecuentes crisis. Anne escribe a Snodgrass y le comunica la crisis de Lowell y le adjunta un poema, “Elegía en clase” (Elegy in the Classroom), referido a Robert, que luego incluiría en su primer libro. No es de sus mejores poemas, pero algunos versos son destacables: “Tu locura es tan elegante. / Nos removemos en las tediosas sillas / y fingimos enumerar / hechos para tu poderosa magia”. [De: Al manicomio y casi de vuelta (To Bedlam and Part Way Back, 1960). Traducción de Ana Mata Buil, Op. cit.]. A mediados de junio, Lowell regresó a casa y lo celebró junto a su esposa Elizabeth Hardwick y otros invitados, entre los que se encontraba Adrienne Rich, quien manifestó a Diane Wood que todos hablaban de Anne Sexton y se sintió celosa. Cuando Anne entró a la fiesta, Rich quedó impresionada: “No me la había imaginado tan deslumbrante: alta, morena, vestida de blanco y con un aspecto maravilloso. Me di cuenta que sabía que no era una persona cultivada, ni tampoco una intelectual. Era como si hubiera caído en una habitación llena de gente de Harvard y de críticos literarios, es decir, gente absolutamente realizada”. (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.).
El padre de Anne los visitaba con frecuencia. Había cortejado a una viuda y pretendía casarse con ella, pero las hijas, principalmente Jane, aunque también Anne y Blanche, le persuadieron temiendo que su herencia fuera a manos de ella. Anne comenzó a sentir remordimientos y tuvo una fase nerviosa, teniendo que internarse tres días en Westwood Lodge. Regresó a casa la noche del 2 de junio y justo al día siguiente, el 3 de junio de 1959, falleció su padre, Ralph Harvey, de modo repentino.
Kayo esperaba heredar las acciones para suceder a su suegro en la empresa, pero Ralph las había vendido a un socio que quería colocar a su hijo en la dirección. Al saber esto, Anne tiró el retrato de su padre al suelo, pisoteándolo. De la casa de sus padres, Anne se quedó con el escritorio de su madre, una buena cantidad de libros y un brazalete que su padre había regalado a su madre y a partir de ese momento, Anne no se quitaría jamás. Tras ello, tuvo que internarse de nuevo, por sus impulsos suicidas. El 9 de junio escribió a Snodgrass, comunicándole sus sentimientos: “Algún dios oscuro me ha quitado la escalera y ahora soy mi propia heredera… ¿Cómo puedo escribir algo positivo? Mis antiguos dioses han caído como un juego de bolos. Todo es un caos emocional. La poesía, sólo la poesía, me ha salvado la vida… Lo malo de alguien que acaba de morir y de esa manera es que no quedan rostros a los que arrojar tus sentimientos: amor u odio”. (“Anne Sexton: Un autorretrato en cartas” Ed. Linteo, 2015).
Buscó refugio en los amigos poetas. Anne y Kumin se telefoneaban por las mañanas. Ambas comenzaron a reunirse en las habitaciones de Arthur Freeman (estudiante de Harvard) en Adams House o en la librería Grolier Book Shop, junto a Starbuck. Holmes, Kumin, Anne y Starbuck seguían acudiendo a un taller en semanas alternas. Anne y Starbuck estaban enamorados. George estaba separado y Kayo continuaba con sus prolongados viajes de negocios. Anne dejaba las niñas a cargo de Billie, que sabía de las actividades literarias de Anne y no solía preguntar. Starbuck acompañaría a Anne en los recitales que ofreció en el último trimestre de 1959.
Antes del 1 de agosto tenía que entregar el manuscrito para que se llevara a la imprenta. Anne estuvo reordenando los poemas, quitando y añadiendo. Estableció dos partes. La primera estaba compuesta por sus poemas más antiguos del manuscrito y la segunda, los tres recientes. Uno antiguo,“De su calaña” (Her kind), lo reformó pasando por 19 borradores. Sería un poema emblemático y con el que Anne abriría todos los recitales. El poema habla de una mujer con múltiples personalidades que no se adapta a las normas que impone la sociedad. Anne se identifica con la bruja, mujer que siempre ha sido perseguida e incomprendida, acabando en la hoguera. Pasa por tres papeles: la bruja propiamente dicha, temida por su individualismo y cierta parte de locura, la madre ama de casa, bruja en cuanto a que su casa es como una cueva, ordenando a su manera sus elementos y por último, la adúltera, que como la bruja, es ultrajada, despreciada por la sociedad y quemada en la hoguera. Representa como se sentía Anne: la sociedad esperaba que fuera una madre abnegada y ama de casa, que no mantuviera relaciones fuera del matrimonio y que se comportara conforme a las reglas sociales. No teme morir al entender que no ha actuado de modo incorrecto. Es un poema muy reivindicativo de un nuevo papel de la mujer en igualdad con el hombre. Recita Anne.
Her kind /// I have gone out, a possessed witch, / haunting the black air, braver at night; / dreaming evil, I have done my hitch / over the plain houses, light by light: / lonely thing, twelve-fingered, out of mind. / A woman like that is not a woman, quite. / I have been her kind. // I have found the warm caves in the woods, / filled them with skillets, carvings, shelves, / closets, silks, innumerable goods; / fixed the suppers for the worms and the elves: / whining, rearranging the disaligned. / A woman like that is misunderstood. / I have been her kind. // I have ridden in your cart, driver, / waved my nude arms at villages going by, / learning the last bright routes, survivor / where your flames still bite my thigh / and my ribs crack where your wheels wind. / A woman like that is not ashamed to die. / I have been her kind.
De su calaña (Her kind)
Yo, bruja poseída, he salido al mundo,
valiente de noche, rondando el negro aire;
soñando el mal, me he dado impulso,
luz a luz, sobre las casas normales:
solitaria, con doce dedos, desquiciada.
Una mujer así no es mujer del todo.
He sido de su calaña.
He hallado cálidas cuevas en el bosque,
las he llenado con cazos, estantes, grabados,
armarios, sedas, innumerables bienes, botes,
he hecho cenas para los elfos y gusanos:
gimiendo, ordenando cosas desaliñadas.
Una mujer así es una incomprendida.
He sido de su calaña.
He montado en tu carreta, cochero,
movido los brazos desnudos ante las aldeas,
superviviente, he vivido las últimas rutas de fuego
donde tus llamas aún los muslos me queman
y mis costillas crujen al girar tus ruedas extrañas.
Una mujer así no teme la muerte.
He sido de su calaña.
De: Al manicomio y casi de vuelta (To Bedlam and Part Way Back, 1960) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
Anne cada vez era más reconocida. La revista Audience le concede un premio. Para el 30 de octubre tenía pendiente un recital en Nueva York, pero en septiembre tuvieron que intervenirla de un quiste ovárico benigno y en la convalecencia escribió la narración breve “Dancing the jig”, que será publicada en el New World Writing, y el extenso poema “The operation”, que incluirá en su próximo libro. Finalmente acudió al recital de Nueva York y Morris Gray la invitó para otro recital en Harvard, que tuvo lugar el 10 de diciembre, el mismo mes en que se grabaría su audición en Yale.
En el mes de marzo de 1960, George Sexton, suegro de Anne, falleció trágicamente en un accidente automovilístico. A Anne le afectó considerablemente su pérdida, ya que constituyó un gran apoyo para ella, y así se lo expresó por carta a Snodgrass: “El padre de Kayo fue más paternal de lo que fue mi padre a lo largo de toda su vida. De hecho, lleva cuatro años pagando la mitad de las facturas de mi tratamiento psiquiátrico y esa vez que intenté suicidarme fue él el que se quedó en el hospital. No te dejaban sola si habías intentado suicidarte y no permitían que una enfermera tuviera que hacerse responsable de ti. Kayo estaba fuera y mi madre y mi padre dijeron que no vendrían… Bueno, eso no importa… Sólo quería explicarte por qué me afecta tanto que se haya muerto”. (“Anne Sexton: un autorretrato en cartas” Linteo, 2015).
Por fin, el 22 de abril de 1960, la editorial Hougton Mifflin publicó el primer libro de poemas de Anne y que he mencionado repetidamente, “Al manicomio y casi de vuelta” (To Bedlam and Part Way Back). El libro. en general, no fue mal recibido para ser primerizo. Recibió crónicas atentas y alguna negativa. Al crítico Irving Howe le gustó y se lo pasó al poeta Allen Grossman, que lo valoró mucho al plasmar los momentos vividos en difíciles circunstancias. Elizabeth Bishop escribió a Lowell diciéndole que veía cosas buenas en Anne aunque le parecía egocéntrica y que “Life Studies” (de Lowell) era más elaborado. Seguramente Anne no supo de esta opinión de Bishop, por lo menos la biógrafa Diane Wood no dice nada al respecto. La crítica que más afectó a Anne fue la de James Dickey en Poetry, donde comentaba que le parecía el trabajo de una alumna aplicada de una clase de redacción. Se lo comentó en terapia al doctor Orne y el doctor le contestó que estaba empezando y que debería tener paciencia. Quizás por las críticas negativas, Anne decidió estudiar, matriculándose en verano en el Instituto de Literatura Brandeis, donde realizaría dos cursos de literatura moderna.
Es cierto que no todos los poemas tienen la misma calidad, pero los que he seleccionado por aquí son excelentes.
Escribió a Frederick Morgan en mayo y le contó la división de opiniones sobre su libro, tanto positivas como negativas. También lo hizo con Snodgrass en junio, felicitándole por haber ganado en mayo el Premio Pulitzer. Le habló también sobre la publicación de su libro y su delicado estado de ánimo: “Poca gente lo ha comprado. A algunos les ha gustado. La vida poética me está salvando (espero) ya que muchas cosas van peor que nunca. A veces estoy totalmente perdida del mundo. A lo mejor estoy loca y no me curaré. Dios sabe que me estoy esforzando durante mucho tiempo”. (“Un autorretrato…”, Op. cit.).
Ese bajo estado de ánimo en el que se hallaba y contó a Snodgrass, además de por la muerte de su suegro, se debía a que le habían practicado en mayo un aborto ilegal. Anne temía que el hijo no fuera de Kayo y acabó convenciéndolo para no tenerlo. Como le explicó a Snodgrass, Anne se evadió escribiendo poemas para su siguiente poemario, como “Viejo corazón enano” (Old dwarf heart), “Fantasmas” (Ghosts), “El aborto” (The abortion), poema crudo que refleja la amarga decisión que tomó de deshacerse del bebé y su sentimiento de culpa. Sus versos finales siguen así: “Alguien que debería haber nacido / se ha ido. / Sí, mujer, esa lógica llevará / a la pérdida sin muerte. O di lo que querías decir, / vamos, cobarde… Este bebé del que me desangré”. Escribió varios de índole religiosa, “Para Dios en sueños” (For God While Sleeping), “En el profundo museo” (En el profundo museo) y “Con piedad por los avaros” (With mercy for the greedy), dedicado a Ruth Soter, quien se había convertido al catolicismo. Se había trasladado a Japón con su marido, pero mantenían su amistad por carta. Anne le había contado lo del aborto y Ruth le instó a buscar el perdón por medio de los sacramentos de la iglesia. La respuesta de Anne fue a través del citado poema. En él le expresa cuánto le gustaría acercarse a Jesús, pero no puede y cómo sus culpas trata de expiarlas por medio de sus poemas. Nos lo recita la propia Anne con la intensidad acostumbrada.
With mercy for the greedy /// For my friend, Ruth, who urges me to make an appointment for the Sacrament of Confession // Concerning your letter in which you ask / me to call a priest and in which you ask / me to wear The Cross that you enclose; / your own cross, / your dog-bitten cross, / no larger than a thumb, / small and wooden, no thorns, this rose — // I pray to its shadow, / that gray place / where it lies on your letter… deep, deep. / I detest my sins and I try to believe / in The Cross. I touch its tender hips, its dark jawed face, / its solid neck, its brown sleep. // True. There is / a beautiful Jesus. / He is frozen to his bones like a chunk of beef. / How desperately he wanted to pull his arms in! / How desperately I touch his vertical and horizontal axes! / But I can’t. Need is not quite belief. // All morning long / I have worn / your cross, hung with package string around my throat / It tapped me lightly as a child’s heart might, / tapping secondhand, softly waiting to be born. / Ruth, I cherish the letter you wrote. // My friend, my friend, I was born / doing reference work in sin, and born / confessing it. This is what poems are: / with mercy / for the greedy, / they are the tongue’s wrangle, / the world’s pottage, the rat’s star.
Con piedad por los avaros (With mercy for the greedy)
Para mi amiga, Ruth, que me insta a acercarme al Sacramento de la Confesión
A propósito de tu carta en la que me pides
que llame a un cura y en la que me pides
que me ponga la Cruz que me mandas;
tu propia cruz,
tu cruz mordida por el perro,
del tamaño del pulgar,
pequeña y de madera, sin espinas, esta rosa…
rezo a su sombra,
ese lugar gris
donde se dibuja en tu carta… intensa, intensa.
Detesto mis pecados e intento creer
en la Cruz. Toco sus tiernas caderas, su oscura cara huesuda,
su sólido cuello, su pardo sueño.
Cierto. Existe
un bello Jesús.
Está congelado hasta los huesos como un trozo de ternera.
¡Con qué ansia deseaba él mover los inertes brazos!
¡Con qué ansia toco sus ejes vertical y horizontal!
Pero no puedo. La necesidad no equivale a la fe.
Toda la mañana
he llevado
tu cruz, colgada del cuello con un cordel.
Repicaba en mi pecho igual que un corazón infantil,
latido de segunda mano, esperando a nacer.
Ruth, aprecio la carta que me escribiste.
Amiga mía, amiga mía, nací
haciéndome experta en el pecado, y nací
confesándolo. Eso son los poemas:
con piedad
por los avaros,
son la pelea verbal,
el potaje del mundo, la estrella de la rata.
De: Todos mis tesoros (All My Pretty Ones, 1962) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
En consonancia con un “anhelo espiritual”, se encuentra el poema “La noche estrellada” (The Starry Nitht), en el que el hablante tiene ante sí el cuadro de Van Gogh (con el mismo título del poema) y siente lo mismo que el artista cuando lo pintó. Anne se identifica con las penalidades que tuvo que atravesar Van Gogh, incomprendido como ella. Habla también de la muerte, tema que sería central en su poesía. Ante la belleza de esa noche estrellada, no le importaría desaparecer, morir. Declama nuestra querida Anne.
The Starry Nitht ///Vincent Van Gogh in a letter to his brother: «That does not keep me from having a terrible need of — shall I say the word — religion. Then I go out at night to paint the stars». // The town does not exist / except where one black-haired tree slips / up like a drowned woman into the hot sky. / The town is silent. The night boils with eleven stars. / Oh starry starry night! This is how / I want to die. // It moves. They are all alive. / Even the moon bulges in its orange irons / to push children, like a god, from its eye. / The old unseen serpent swallows up the stars. / Oh starry starry nightl This is how / I want to die: // into that rushing beast of the night, / sucked up by that great dragon, to split / from my life with no flag, / no belly, / no cry.
La noche estrellada (The Starry Nitht)
Eso no impide que siga sintiendo una terrible necesidad de (no sé si atreverme a decir la palabra) religión. Entonces salgo por la noche y pinto las estrellas.
Vincent Van Gogh en una carta a su hermano
La ciudad no existe
salvo donde un árbol de pelo negro se desliza
como una mujer ahogada en el cielo caliente.
La ciudad calla. La noche hierve con once estrellas.
¡Oh, noche estrellada, estrellada! Así es como
quiero morir.
Se mueve. Todos están vivos.
Incluso la luna sobresale entre sus hierros naranjas
para apartar a los niños, como un dios, de su ojo.
La vieja serpiente camuflada se traga las estrellas.
¡Oh, noche estrellada, estrellada! Así es como
quiero morir:
dentro de esa apresurada bestia nocturna,
engullida por ese gran dragón, para separarme
de la vida sin rastro,
ni vientre,
ni llanto.
De: Todos mis tesoros (All My Pretty Ones, 1962) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
Anne inició los cursos de literatura inglesa en Brandeis. Uno lo impartió el crítico Irving Howe y el otro Philip Rahv, editor de The Partisan Review. Por mediación de ellos conoció al poeta y editor británico del Encounter, Stephen Spender, quien le solicitó que le enviara poemas. Howe concedió una beca a Anne para solventar económicamente los cursos. En carta a Snodgrass le comunica su alegría por el aprendizaje en los cursos, teniendo lecturas muy productivas como “Crimen y castigo”. En la lista de lecturas de los cursos figuraban los autores europeos: Kafka, Mann, Brecht, Pirandello, Gide, Rilke, Sartre y Camus, y en el curso de autores en lengua inglesa: Henry James, T. S. Eliot, Wallace Stevens, Allen Tate, N. West y William Faulkner. Refiere que el New Yorker le ha pagado por un poema 250$ y le puede dejar dinero (parece que Snodgrass requería dinero para tratamiento médico). Es encantadora su reacción a una pregunta de Rahv, tal como le cuenta a Snodgrass: “Rahv me preguntó si me gustaba tener éxito… y me puse a temblar tanto que ni siquiera podía encender un cigarro. Todo muy neurótico. Mi médico dice que estoy obsesionada con el miedo al fracaso así que no se te ocurra enviar mis poemas ya que podrían no ser tan buenos”. (“Un autorretrato…”, Op. cit.). Los poemas que le menciona a Snodgrass para que no envíe, son los más recientes y no se encontraba satisfecha de ellos.
Este año tuvo la oportunidad de conocer al poeta James Wright, por quien desarrollaría un profundo amor. Durante un año, mantuvieron una relación epistolar. Anne le escribió expresándole lo mucho que le había gustado su libro, “The Green Wall”. Wright atravesaba una crisis en su matrimonio y estaba preparándose para una traumática separación de su mujer y sus dos hijos pequeños. Anne supuso para él un bálsamo. Se escribían hasta dos cartas diarias y Wright le indicaba lecturas y obras musicales de sus compositores preferidos. Estaba también traduciendo a Neruda. Wright le envió el libro de Rilke, “Cartas a un joven poeta”, con una dedicatoria y Anne lo atesoraría como un objeto sagrado de Wright, releyéndolo a menudo. Por mediación de él, comenzó a leer “La Biblia”.
Hy Sobiloff era un financiero que quería ser poeta e invitó a mediados de verano a Wright a su mansión en Montauk. Wright y Anne pasarían una semana allí. También se encontraba el editor Oscar Williams. Wright y Anne compartirían habitación. Una de las noches discutieron porque Wright le había pedido que se divorciara, a lo que Anne se había negado, desmayándose poco después. Cuenta Wright su angustia durante una hora para hacerle recobrar el sentido. Al día siguiente, Anne no se acordaba de nada.
A la vuelta del viaje, Wright dedicó a Anne el poema “Lazy on a saturday morning”. Anne por su parte, compondría tres poemas de amor para su próximo libro: “Desde el jardín” (From the garden), “Canción de amor para K. Owyne” (Love song for K. Owyne) y “Carta escrita en un ferry mientras cruzo el canal de Long Island” (Letter Written on a Ferry While Crossing Long Island Sound), con la potente imagen de cuatro monjas en la cubierta del barco, elevándose. Una estrofa: Dios mío, / aunque estoy muy triste, /
por favor, ¿podrías / hacer que estas cuatro monjas / se desprendiesen de las botas de piel / y de las sillas de madera / para elevarse / sobre esta cubierta grasienta, / sobre esta barandilla metálica, / ladeando la cabeza rosada, / volando las cuatro en fila / con la anticuada brazada lateral; / cada boca abierta y redonda, / respirando a la vez / como los peces, / cantando en silencio? [De: Todos mis tesoros (All My Pretty Ones, 1962) Traducción de Ana Mata Buil, Op. cit.].
La presencia de Wright sirvió de apoyo a Anne en un verano en el que el doctor Orne se encontraba ausente en Australia. Además, Anne podía dedicarse a la poesía y a sus estudios, ya que contaba con Billie y su hija Joan para cuidar de las niñas, especialmente después del fallecimiento de su suegro. Aunque Wright y Anne eran conscientes de que su relación amorosa entraba en un terreno poco real, sabían que la interconexión que había entre los dos sí lo era, beneficiándose ambos de los respectivos consejos. Anne lo reflejaría en el espléndido poema “El arte negro” (The black art).
El arte negro (The black art)
Una mujer que escribe siente demasiado,
¡tales trances y portentos!
Como si ciclos y niños e islas
no bastaran; como si plañideras y rumores
y verduras no bastaran nunca.
Cree que puede advertir a las estrellas.
Una escritora es en esencia una espía.
Amor mío, yo soy esa chica.
Un hombre que escribe sabe demasiado,
¡tales fetiches y hechizos!
Como si erecciones y congresos y productos
no bastaran; como si máquinas y galeones
y guerras no bastaran nunca.
Con muebles usados construye un árbol.
Un escritor es en esencia un tramposo.
Amor mío, tú eres ese hombre.
Sin una pizca de amor propio,
odiando incluso nuestros zapatos y sombreros,
nos amamos el uno al otro, precioso, precioso.
Nuestras manos son azul celeste y suaves.
Nuestros ojos rebosan terribles confesiones.
Pero cuando nos casamos,
los niños se marchan indignados.
Hay demasiada comida y nadie queda
para acabarse esta peculiar abundancia.
De: Todos mis tesoros (All My Pretty Ones, 1962) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
Al regresar el Dr. Orne en octubre, quiso dar un enfoque nuevo a sus terapias al notar la dispersión de Anne. Primero le pidió que después de la sesión le escribiera su conclusión. Lo escribió algunas semanas hasta que dejó de hacerlo y se le ocurrió a Orne grabar las sesiones y dejárselas a Anne para que tomara notas y le llevara sus conclusiones. Anne se sentía incapaz de salir sola a librerías y bibliotecas o a supermercados (porque temía las miradas), teniendo que ir acompañada de Maxine Kumin normalmente. El doctor Orne con las terapias y las cintas grabadas trataba de hacerle perder ese miedo.
1961 sería un año de recitales como consecuencia de la nominación de su primer libro, junto a otros doce, para el Premio National Book. En enero fue invitada a Nueva York en emisión radiofónica. En febrero, Arthur Freeman la invitó a Adams House, Harvard, para que leyera poemas y debatiera sobre su libro. Especialmente importante fue el hecho de que el poeta, ensayista y antólogo, Louis Untermeyer, le pidiera permiso para incluir poemas en su antología poética “Modern American Poetry”, con prólogo de Lowell, quien lo había elegido como libro de texto y él era de los pocos poetas vivos que estaban incluidos. Maxine Kumin estaba entusiasmada de que Anne figurara junto a Yeats y Hardy en un libro del que dispondrían todas las universidades. Sin embargo, Anne se sentía desconcertada, como le explicó a Snodgrass: “… Esto, por supuesto, me gusta y me sorprende… De hecho, me asusta. Será como abrir la Biblia y leer mi nombre impreso… Supongo que tú estarás acostumbrado a este tipo de cosas…”. (“Un autorretrato…”, Op. cit.)
En abril fue nombrada miembro de una Comisión del Boston College, donde su antiguo amor, Jack McCarthy, ocupaba la cátedra de inglés. Snodgrass y John Holmes también formaban parte de la Comisión. Anne habló de “Cartas a un joven poeta” de Rilke, pero estaba muy nerviosa y tuvo que tomar antes dos martinis. Estuvo sobresaliente. Ese mes dio otro recital en un festival en la Universidad de Cornell. Fue acompañada de George Starbuck y el joven poeta y editor del Atlantic Monthly, Peter Davison, quien quedó asombrado con la elegancia de Anne. Recuerda cómo cruzaba las largas piernas, recitaba y fumaba creando una atmósfera envuelta en humo. Posteriormente, Anne confesó a Orne que, para sobrellevar el festival, tuvo que recurrir a varias bebidas y asegurarse de que su temblor no fuera evidente.
Durante ese año siguió asistiendo al taller de John Holmes, que había escrito “The fortune teller” y sería nominado para el Premio National Book el año siguiente. Kumin también asistía y escribió “Halfway”, candidato al Premio Lamont. Anne no conseguiría el Premio National Book ni con su primer libro ni con su siguiente, “Todos mis tesoros”, sin embargo, el taller le había permitido desarrollar y perfeccionar su destreza poética.
Anne contactaba a menudo con Kumin, leyéndose ambas sus respectivos poemas. Afirma Kumin que se podían estar horas al teléfono. Se alentaban mutuamente y el apoyo de Anne a Maxine fue muy importante para ella, agradeciéndoselo en el poema “For Anne at Passover” del poemario “Halfway”. Anne, por su parte, le reconoció la ayuda en la dedicatoria de su ejemplar para Kumin, de su segundo libro.
En la primavera conoce al poeta de Hudson Review, Anthony Hecht. Hecht acababa de separarse de su esposa y en una lectura de Anne en Nueva York quedó impresionado. Anne quería ir más lejos con él, pero Hecht mantuvo unos límites, respetando que Anne estaba casada. En el verano visitó en varias ocasiones a la familia y las hijas de Anne lo adoraban.
En el verano comenzó a recibir correspondencia de un monje de California al que le había gustado mucho “Letter Written on a Ferry …”, el poema antes citado, donde aparecían cuatro monjas. Se trataba del Hermano Dennis Farrell. A Anne la religión le interesaba: el mito, el misterio, la Cristiandad… pero era incapaz de creer y así se lo manifestó: “Si rezas por mí y sé que lo haces, entonces deberías saber que eres la única persona que reza por mi… ya que yo no puedo… así que, por tanto, te ofrezco un sentido de confianza que no puedes rechazar. No te dejo elección… tienes que aceptar mi fe en tu fe”. (“Un autorretrato…”, Op. cit.)
En septiembre se reencontró con James Wright, pero éste sólo se dedicó a beber, rehuyendo a Anne. Un tiempo después, Anne se enteraría de que James mantenía una relación íntima con el poeta Robert Bly, de ahí su reticencia. Al regresar a casa, Anne escribió el poema “Lamento” (Lament), cuya primera estrofa inicia así: “Alguien ha muerto. / Incluso los árboles lo saben, / esos pobres y viejos bailarines que siguen con lascivia, / con sus fulares verdes claros y su columna retorcida”. [De: Todos mis tesoros (All My Pretty Ones, 1962) Traducción de Ana Mata Buil, Op. cit.]. En enero siguiente escribiría “Carta escrita en enero durante una tormenta del noreste” (Letter Written During a January Northeaster), donde conecta a su abuelo con Wright, sus padres, la muerte, la isla (Squirrell, Montauk, Manhatan) y Dios. Finaliza el poema de esta manera: “Lunes / Querido mío, / ¿dónde están tus cartas? / El cartero es un impostor, / en realidad es mi abuelo. / Flota a lo lejos en la tormenta / con su bigote de nicotina y una bolsa llena de monedas. / Sus piernas tropiezan entre / cestas de pestañas. / Igual que todos los muertos / elige su disfraz, / le quita el polvo y poco a poco se pone la máscara, / se desvanece cual película antigua. / Ahora ya no está / y tú tampoco estás. / Pero es tan mío como una maleta perdida”. [De: Todos mis tesoros (All My Pretty Ones, 1962) Traducción de Ana Mata Buil, Op. cit.].
En otoño de 1961 la presidenta de Radclife Scholar, Mary I. Bunting, apareció en la portada del Times y Newsweek incluyó el reportaje “Mujeres de talento” con la foto de Anne Sexton. Bunting concedió una beca a Anne de dos mil dólares. El dinero lo empleó para reformar el porche trasero de la casa y construirse un estudio y una pequeña piscina en el patio. Parece que esa utilización aparentemente frívola del dinero, escandalizó a los círculos de Boston, pero en realidad, Anne argumentó que no disponía de estudio y que podía dedicarse más cómodamente a escribir, además de rodearse de sus libros. En cuanto a la piscina, argumentaba no venirle mal al tener miedo de salir sola y mezclarse con la gente.
Anne tenía ciertos celos de su suegra, Billie, porque iba a menudo a su casa para estar con las niñas y discutió con Kayo, quien la volvió a pegar, como tiempo atrás. Siguieron algunas peleas más y Anne se plantó ofreciéndole un ultimátum: o iba a terapia o se divorciaban. Kayo accedió y estuvo acudiendo a terapia cerca de dos años, lo que resultó en un cambio de actitud significativo. De manera sorprendente, Anne confesó al doctor Orne que tenía sueños de estar encadenada y recibir castigos, y que cuando se sentía deprimida, tenía deseos de autolesionarse, algo que Kayo solía hacer por ella en el pasado. Sin embargo, poco a poco comenzaron a disfrutar de la vida en familia. Las niñas se bañaban en la piscina y Kumin, junto a su hijo de tres años, se unía a ellos. Kayo se bañaba y preparaba la barbacoa. Anne compuso el poema dedicado a Linda, “El fuerte” (The fortress), presentándolo en el seminario de las Radclife Scholars.
El fuerte (The fortress)
mientras duermo la siesta con Linda
Bajo las mantas de cuadros rosas
sujeto el pulso que cuenta tu sangre.
Creo que fuera el bosque
está medio dormido,
abandonado desde el verano
como una pila de libros tras una inundación,
abandonado como esas promesas que nunca cumplo.
A la derecha, el pino de Virginia que vemos hoy
espera como una verdulería
que ofrece ramos de peludo brócoli.
Observamos el viento desde nuestra cama cuadrada.
Aprieto con el dedo índice
—medio en broma, medio aterrada—
el lunar marrón
que hay bajo tu ojo izquierdo, heredado
de mi mejilla derecha: un punto de peligro
donde un gusano hechizado entró a bocados hasta nuestra alma
en busca de belleza. Hija mía, desde julio las extrañas
hojas se han alimentado
en secreto de un charquito de tinte rojo remolacha.
Y a veces son de un verde militar
con troncos tan mojados como botas de cazador,
atizadas por el viento, limpias
y relucientes. No,
el viento no viene del mar.
Sí, aulló en tu cuarto como un lobo
y la coleta te hacía daño. De eso hace mucho tiempo.
El viento hizo rodar la marea como una agonizante
mujer. Ella no podía dormir,
rodaba y rodaba la noche entera, suspirando a cada instante.
Amor mío, la vida no está en mis manos;
la vida con sus terribles cambios
te apresará, bombas o glándulas,
tu propia hija en
el pecho, tu propia casa en tu propia tierra.
Fuera lo agridulce se torna naranja.
Antes de morir, mi madre y yo recogimos esas gruesas
ramas y encontramos pezones anaranjados
en las hebras de alambre gris.
Desbrozamos el bosque, curando a los árboles como a lisiados.
Tus pies golpetean contra mi espalda
y murmuras para tus adentros. Hija,
¿qué deseos tienes? ¿Qué pacto
estás haciendo?
¿Qué ratón corre entre tus ojos? ¿Qué arca
puedo llenar para ti cuando el mundo se desboque?
El bosque está inundado, la maleza tiembla
con la marea; abedules como peces cebra
destellan en agitados bancos.
Hija, no puedo prometerte que tu deseo se cumpla con certeza.
No puedo prometerte gran cosa.
Te doy las imágenes que conozco.
Quédate tumbada conmigo y observa.
Un faisán se desplaza
igual que una foca, impulsado a través del mantillo
por su grueso cuello blanco. Se pasea
como un payaso. Arrastra una pluma beige que arrancó,
una vez, a una anciana del sombrero.
Nos reímos y nos tocamos.
Te prometo amor. El tiempo no se llevará eso.
De: Todos mis tesoros (All My Pretty Ones, 1962) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
A Anne le atraía también la novela, le gustaba Shirley Jackson, Henry Miller, Salinger y principalmente Saul Bellow, con el que le hubiera gustado dar clases. Le envío una carta diciéndole cuánto le gustaba “Henderson”. Saul le respondió muy amablemente y le envío un borrador de un fragmento de la novela que andaba escribiendo, la reconocida “Herzog”. Anne tomaría para un poemario posterior tres de aquellas palabras que le subrayó Bellow: “Love or die” (Vive o muere). Escribió el cuento “Cigarettes and Butternut Squash” pero no llegó a revisarlo ni enviarlo a ninguna revista. En diciembre escribió el cuento navideño “El último creyente” (The last believer). Sin embargo, Anne era consciente de que su mayor talento como escritora residía en la poesía..
Por su cumpleaños, en noviembre de 1961, comenzó a revisar su manuscrito de poemas y Wright le sugirió el título All My Pretty Ones, sacado de Macbeth. Distribuyó los poemas en cinco partes: la parte I, elegíaca, la II, religiosa, la III, el poema “The Fortress”, la IV, otros poemas y la V estaba dedicada a James Wright. En ese día, Kayo se tuvo que ausentar hasta la madrugada y el doctor Orne, se encontraba fuera. Anne se puso muy nerviosa y llamó al doctor Leiderman, terapeuta de Kayo. Anne quería que la ingresara pero el le pidió que esperara. Se entrevistó con él y la tranquilizó, pero al salir de la consulta volvió a sentir deseos suicidas. Tras ir a un bar y tomarse unas cervezas y un montón de pastillas, regresó a casa y las devolvió. Después se tomó un tranquilizante y se relajó hasta la llegada de Kayo.
A finales de noviembre, remitió el manuscrito de su segundo libro de poemas a la editorial Houghton Mifflin.
Nos encontramos a principios de 1962 y el Dr. Orne le anuncia que en febrero tendrá que ausentarse dos semanas para un viaje a México. Anne se encontraba desconsolada ante la noticia, llorando a menudo. Comprendió entonces que el Dr. Orne, Kayo, James Wright, “hacían de Nana” para ella. Cuando el doctor Orne se fue de viaje, visitó a su madre, la doctora Brunner-Orne, resultando muy positivo para ella, tal como le manifestó a Martin Orne a su regreso, es decir, su madre “le permitía hipotéticamente amar a su hijo”, por su fuerte complejo de Edipo.
Comenzó a asistir a un taller de teatro con su vecina Eleanor Boyla. Estaba fascinada y escribió una trama para una obra de teatro que tituló “The Cure”. El director de teatro Michael Murray le dijo que era interesante pero que no era teatro, guardando Anne la obra en la guantera para olvidarse de ella. Sin embargo, algunas de sus ideas estarán presentes en su siguiente libro de poemas y en “Mercy Street”, obra de teatro derivada de ella.
Anne montó un taller de poesía no oficial en una sala de Radclife, con reuniones los jueves. Se presentaron quince alumnos, la mitad de Harvard. Continuaba también en el taller de Holmes, con la ausencia de Starbuck, pero con la llegada del matrimonio formado por Ted y Renée Weiss, fundadores de la revista The Quaterly Review of Literature. Desgraciadamente a Holmes se le detectó en mayo un cáncer de garganta, falleciendo en junio. Kumin y Anne quedaron desoladas. Para Anne suponía la pérdida de su “padre literario”. Le dedicó el poema elegíaco “En algún lugar de África” (Somewhere in Africa). Las dos primeras estrofas dicen así: “¿Debes irte, John Holmes, con los rezos y salmos / que nunca dijiste, dichos por tu alma? ¿Muerte sin ira / que te oprima? Alabado por el buen Dios, su brazo / sobre el púlpito, así tan tímido, sin edad escrita, // encalado por la fe, ¡tan aburrido como el predicador! / Muerto de algo oscuro, John Holmes, te has perdido / en la capilla universitaria, llorado como padre y profesor, / llorado con piedad y gracia bajo la Cruz del Hijo”. [De: Vive o muere (Love or die, 1966) Traducción de Ana Mata Buil, Op. cit.].
En cuanto a las sesiones de terapia, el Dr. Orne le pidió más implicación, más sentido analítico en las notas de las cintas grabadas. Anne cada vez entraba más en trance y en ocasiones le costaba a Orne despertarla. En una de ellas, Orne la reprendió al ocupar más tiempo del debido y Anne salió llorando. Mirando en el bolso vio unas notas que había tomado de un poema de Rimbaud donde aparecía su nombre. Estos versos sirvieron de cita para su poema “Huye en tu burro”: “My faim, Anne, Anne, / Fuis sur ton âne”. Ingresó un día y medio en Westwood Lodge y compuso el primer borrador del citado, “Huye en tu burro” (Flee on your donkey), inspirado en el poema de Rimbaud. Lo integró en su libro siguiente. Es un extensísimo poema donde analiza sus seis años de enfermedad. En él habla de la locura y la creación poética a través de ella, la circularidad de la enfermedad, Cristo, el psiquiátrico, la muerte (sus padres muertos), los sueños, las terapias o el Dr. Orne. Leamos una estrofa que Anne centra en su médico: “Pasé casi todo el tiempo, / una desconocida, / maldita y en trance: esa cabañita, / ese lugar desnudo de venas azules, / mis ojos cerrados en el confuso despacho, / ojos que daban vueltas a mi infancia, / ojos recién cortados. Años de pistas / puestos en fila (una historia clínica por entregas) / treinta y tres años del mismo apagado incesto / que nos mantuvo a los dos. / Tú, mi analista soltero, / sentado en Marlborough Street, / compartiendo despacho con tu madre / y dejando de fumar cada Año Nuevo, / eras el nuevo Dios, / el líder de la Biblia de Gedeón”. [De: Vive o muere (Love or die, 1966) Traducción de Ana Mata Buil, Op. cit.].
El Dr. Orne comprendió que había exigido demasiado esfuerzo a Anne y convino con ella en tener unas sesiones menos rigurosas. Sin embargo, Anne se planteaba y así se lo expuso, la idea de cambiar de psiquiatra debido a su estancamiento, como describía en el anterior poema.
En octubre apareció su segundo poemario, “All my pretty ones” (1962), del cual ya he incluido unos poemas. Del poemario atrajo el tratamiento que Sexton hacía del cuerpo femenino. Charles Simmons en The Saturday Review, elogió la obra, observando conexiones con Simone de Beauvoir, cuyo libro, “El segundo sexo”, acababa de ser publicado en inglés. Sin embargo, de nuevo James Dickey en el New York Times Book Review, la calificó como obra mediocre por mostrar aspectos desagradables corporales. Anne recibió los elogios de otras poetas, comenzando por Sylvia Plath, a la que Anne le había enviado el libro. Elizabeth Bishop le envió una carta elogiosa en la que le señalaba que estaba encontrando su lugar. De su primer libro, dije que Bishop había comunicado a Lowell sus reservas, pero a Anne le mencionó que algunos poemas de aquel, eran desgarradores.
En noviembre de 1962, la revista Poetry le otorgó el Premio Levinson por siete poemas publicados en agosto en la revista. El libro encontró mayor público que de algunos colegas, como Starbuck. Hasta su muerte había ya vendido dieciocho mil ejemplares, nada mal para un libro de poesía en los años sesenta y setenta. Anne tampoco buscaba records de venta, tan sólo quería llegar a la gente que la comprendiera, tal como dijo en una emisión radiofónica: “No se escribe para un “público”, sino para “alguien” que te entenderá”. (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.). Poco a poco, fue ganando lectores, muchos de los cuales atravesaban dificultades similares a las suyas, como le hacían saber a través de cartas.
A comienzos de 1963, Anne recibió dos buenas noticias. Por un lado, su reciente libro “All my pretty ones”, fue nominado para el Premio National Book y, por otro lado, la Academia Americana de las Artes y las Letras le concedió una subvención de seis mil quinientos dólares para pasar un año en al extranjero. A pesar de sentir preocupación por alejarse de su familia, Anne fue animada por Kayo a aceptarlo. Propuso a su amiga Sandy Robart, quien trabajaba con niños con trastornos del desarrollo intelectual, compartir la subvención y viajar juntas después del verano. De esta manera, Sandy tendría la oportunidad de visitar instituciones mentales.
Para otorgarle la beca de viaje, la Academia planeaba en mayo una fiesta en Nueva York. Anne tendría que leer unos poemas. Manifestó sus inseguridades al Dr. Orne, tales sobre cómo vestirse o cómo comportarse, si como “niña pequeña” o como “vampiresa”. Orne la tranquilizó al respecto, pidiendo que se comportara de forma natural, tal como era ella. Además, Anne contaba con el apoyo de las mujeres del Instituto Radcliffe, principalmente de Maxine Kumin, pero también de la escritora Tillie Olsen, con quien había entablado una buena amistad. Tanto Anne como Tillie eran directas y no se andaban con hipocresías. No les importaba admitir, por ejemplo, que ambas disfrutaban de la poesía de Sara Teasdale y Edna St. Vincent, aunque a los demás no les gustaran tanto (caso de Lowell y seguidores). Olsen era considerablemente mayor que Anne, le llevaba dieciséis años, y aunque no había asistido a la universidad, había sido profesora de escritura creativa en la Universidad de Stanford.
Además de Tillie, Anne estableció un vínculo estrecho con la pintora titulada de Radcliffe, Barbara Swan. Tillie manifestó a Diane Wood que Anne y Barbara “establecieron una de las relaciones más hermosas que he visto entre mujeres”. (“Anne Sexton” Diane Wood M., traducción de Roser Berdagué, Circe ediciones, 1998). Anne le compró una de sus primeras litografías, “Los Músicos”, y la colgó en el estudio. Barbara recordaría muchos años después: “Anne entró en mi vida como un tornado. La llenó, la sacudió, la poseyó como un demonio”. (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.). Barbara pintaría varios retratos de Anne y portadas de sus libros.
Olsen impartió una conferencia en Radcliffe, cuyo material daría origen a su libro, “Silencios”. En los seminarios de los martes compartió muchas páginas de distintos libros, que Anne valoró profundamente. La escultora Marianna Pineda también se uniría a ellas.
El 12 de febrero de 1963 los periódicos reflejaron la muerte de la poeta Sylvia Plath. Se había asfixiado introduciendo la cabeza en el horno de gas. Anne le dedicaría el poema “La muerte de Sylvia” (Sylvia’s Death). En el poema, Anne evoca ideas y fantasías de sus conversaciones en sus encuentros del pasado con Sylvia, además de tildarla de ladrona por haberse adelantado y robado su muerte.
La muerte de Sylvia (Sylvia's Death)
Para Sylvia Plath
Ay, Sylvia, Sylvia,
con una caja muerta de piedras y cucharas,
con dos niños, dos meteoros
vagando sueltos en la minúscula sala de juegos,
con la boca metida en la sábana,
en las vigas del techo, en el absurdo rezo,
(Sylvia, Sylvia,
¿adónde fuiste
después de escribirme
desde Devonshire
sobre cultivar patatas
y criar abejas?)
¿en qué te apoyaste?,
pero ¿cómo te metiste ahí?
¡Ladrona!...
¿cómo te arrastraste dentro,
te arrastraste sola
hasta meterte en la muerte que yo ansiaba tanto y desde hace tanto,
la muerte que dijimos que ambas habíamos superado,
la que llevábamos sobre nuestros escuálidos pechos,
la que tanto nombrábamos cada vez que
nos ventilábamos tres dry martinis de más en Boston,
la muerte que hablaba de médicos y tratamientos,
la muerte que hablaba como recién casadas con planes,
la muerte por la que brindamos,
los motivos y luego el callado acto?
(En Boston
los moribundos
van en taxi,
sí, con la muerte otra vez,
ese trayecto a casa
con nuestro chico).
Ay, Sylvia, recuerdo el tamborilero adormilado
que tocaba sobre nuestros ojos con una vieja historia,
cuántas ganas teníamos de dejarlo entrar
como un sádico o un hada de Nueva York
para hacer su trabajo,
un anhelo, una ventana en un muro o una cuna,
y desde entonces esperaba
bajo nuestro corazón, bajo el armario de la cocina,
y ahora veo que lo teníamos encerrado,
año tras año, viejas suicidas,
y, al enterarme de tu muerte, noto
una terrible atracción, sabor a sal.
(Y yo,
yo también.
Y ahora, Sylvia,
tú otra vez
con la muerte otra vez,
ese trayecto a casa
con nuestro chico).
Y sólo digo
con los brazos extendidos hacia ese lugar de piedra,
¿qué es tu muerte
salvo una antigua pertenencia,
un topo que se cayó
de uno de tus poemas?
(¡Ay, amiga,
mientras la luna es mala
y el rey se ha ido
y la reina pierde el juicio,
la borracha debería cantar!)
¡Ay, madre en miniatura,
también tú!
¡Ay, graciosa duquesa!
¡Ay, cosita rubia!
17 de febrero de 1963
De: Vive o muere (Live or die, 1966) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
Anne se encontraba muy triste por la muerte de Sylvia y lo que es peor, volvió a rememorar sus impulsos suicidas. Trató el tema con el Dr. Martin Orne, con el que había decidido continuar sus terapias. Más tarde, escribió a Lois Ames hablándole sobre el suicidio de Plath y sus propias ideas suicidas: “Sylvia Plath tenía el suicidio dentro de ella. Como yo. Como tantas de nosotras. Pero, con un poco de suerte, lo esquivamos y algo o alguien nos fuerza a vivir”. (traducción de Roser Berdagué, Op. cit.).
La partida hacia Europa estaba prevista para el día 22 de agosto y Anne en julio se encontraba intranquila, teniendo un episodio convulso en la consulta de Orne el último día del mes, tirándose al suelo, llamando Nana al Dr., acurrucándose y entrando en trance. Al día siguiente, escribió el poema “Para el año de los dementes” (For the year of the insane), basado en esa experiencia. Anne en el poema vuelve a sumergirse en el tema de la locura, su lucha interior con ella, el aislamiento que produce. También trata el tema de la muerte y la búsqueda de consuelo por medio de la religión, a través de María.
Para el año de los dementes (For the year of the insane)
una oración
Oh, María, frágil madre,
escúchame, escúchame ahora
aunque no conozca tus palabras.
El rosario negro con su Cristo de plata
cuelga sin bendecir de mi mano
porque soy la no creyente.
Cada cuenta es redonda y dura entre mis dedos,
un pequeño ángel negro.
Oh, María, permíteme esta gracia,
este cambio,
aunque sea fea,
sumergida en mi propio pasado
y en mi propia locura.
Aunque haya sillas,
me siento en el suelo.
Solo mis manos están vivas,
tocando las cuentas.
Palabra a palabra, me tropiezo.
Una principiante, noto tu boca tocando la mía.
Cuento cuentas como olas,
que rompen y me azotan.
Me mareo con sus números,
enferma, enferma con el calor estival
y la ventana sobre mí
es la única que me escucha, mi extraño ser.
La que todo lo absorbe, la que calma.
La que da aliento,
murmura,
exhalando su ancho pulmón como un enorme pez.
Más y más
se acerca la hora de mi muerte
mientras recompongo mi cara, crezco al revés,
invierto mi desarrollo y me aliso el pelo.
Todo esto es la muerte.
En la mente hay un estrecho callejón llamado muerte
por el que me desplazo
como si fuera agua.
Mi cuerpo es inútil.
Yace ahí, ovillado como un perro en la alfombra.
Se ha rendido.
No quedan palabras salvo las medio aprendidas,
el Ave, María y el llena eres de gracia.
Ahora he entrado en el año sin palabras.
Me fijo en la peculiar entrada y en el voltaje exacto.
Sin palabras, existen.
Sin palabras, es posible tocar el pan
y recibir el pan
sin emitir sonido alguno.
Oh, María, tierna sanadora,
ven con polvos y hierbas
porque estoy en el centro.
Es muy pequeño y el aire es gris
como en una sauna.
Me ofrecen vino como se le ofrece leche a un niño.
Me lo presentan en una delicada copa
con un cuenco redondo y el borde fino.
El vino en sí es color alquitrán, rancio y secreto.
La copa se eleva sola hacia mi boca
y me percato y lo comprendo
solo porque ha ocurrido.
Tengo miedo de toser,
pero no hablo,
miedo de la lluvia, miedo del jinete
que entra cabalgando en mi boca.
La copa se inclina sola
y estallo en llamas.
Veo dos hilitos que bajan ardiendo por mi barbilla.
Me veo como se vería a otra persona.
Me han cortado por la mitad.
Oh, María, abre los párpados.
Estoy en el dominio del silencio,
el reino de los locos y los durmientes.
Aquí hay sangre
y me la he tomado.
Ah, madre del vientre,
¿habré venido solo por la sangre?
Oh, madrecita,
estoy atrapada en mi mente.
Estoy encerrada en la casa equivocada.
Agosto de 1963
De: Vive o muere (Live or die, 1966) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
El poema se lo envió al Hermano Dennis Farrell y le anunció su viaje a Europa. Anne tenía miedo de partir, pero el Dr. trató de convencerla de que estaba preparada. Le suministró medicamentos y se comprometió a mantener contacto semanal por carta. A favor se encontraba su compañera, la jovial Sandy Robart. Sentía alejarse de sus hijas, con las que se encontraba mejor que nunca. Tan sólo disgustaban a Linda por esta época, tal como explicó a Diane Wood, episodios en los que su madre simulaba y quería que la trataran como a una niña pequeña, echándose junto a ellas, apretándose fuertemente.
La familia de Anne y Robart las acompañaron a Nueva York hasta la salida del barco. Billie, su suegra, la mantenía al tanto del estado de las niñas, al igual que Kumin. Anne les enviaba cartas con frecuencia, explicándoles lo que iba viendo. En Bélgica les robaron el equipaje, perdiendo gran parte de la ropa, un diccionario de rimas y las cartas de Nana. Salvó dos poemas que había escrito desde su salida, “Cruzando el atlántico” (Crossing the Atlantic) y “Paseo por París” (Walking in Paris) —el cual podéis leer en la primera parte—, los había salvado por tenerlos junto a ella. Tuvieron que comprar ropa en un mercadillo. A quien más escribió Anne fue a Kayo, quien también había demostrado su elocuencia al escribir frecuentemente. Anne y Sandy viajaron además de Francia y Bélgica, por Holanda, Suiza e Italia, con estaciones en Florencia, Venecia, ciudad que más la impresionó y desde donde más cartas de amor escribió, y Roma, donde tuvo un flirteó con un barbero llamado Louis. Anne temió haberse quedado embarazada y precipitadamente tuvieron que salir hacia Estados Unidos. Anunció a Kayo su llegada a Boston el 27 de octubre.
Finalmente, Anne tuvo el periodo, pero el día 5 de noviembre, acudió a la consulta del Dr. Orne muy nerviosa ante la tensión acumulada y la proximidad de su cumpleaños. Llevaba consigo el Nembutal, una foto de Nana y una navaja. En dicho estado, Orne la remitió a Westwood Lodge, donde la trató la madre de Orne, cambiándole la medicación.
Parecía que Anne había desarrollado una adicción a las pastillas para dormir y al alcohol, ya que tomaba varios cócteles después de cenar. Martin Orne quería que Anne fuera consciente de sus adicciones. En la clínica, sin pastillas ni alcohol, Anne cargó contra el Dr. Orne. Similar recelo al doctor tenía Kayo, que prefería que Anne tomara algún cóctel junto a él y las pastillas de dormir para descansar bien. Kayo se presentó el 8 de noviembre y Anne y él mantuvieron una larga conversación, se plantearon que Anne cambiara de terapeuta y ella también propuso a Kayo seguir con sus terapias. Kayo solicitó el alta de Anne dado que al día siguiente era su cumpleaños. Recapacitando en casa, Anne proseguiría con la terapia del Dr. Orne.
En Westwood Lodge había escrito un borrador sobre el suceso italiano con Louis, “Menstruación a los cuarenta” (Menstruation at Forty). En el poema, las ideas de suicidio y muerte (que solían aparecer cerca de sus cumpleaños), se entremezclan con el periodo menstrual, la cercanía de los cuarenta, la posible menopausia y la fantasía de un posible hijo. Otras posibles imágenes tienen que ver con Louis, el italiano con quien tuvo el encuentro, quien le contó que sobrevivió de milagro a unos captores fascistas en Capri, en tiempos de la guerra. Nos lo recita Anne.
Menstruation at Forty /// I was thinking of a son. / The womb is not a clock / nor a bell tolling, / but in the eleventh month of its life / I feel the November / of the body as well as of the calendar. / In two days it will be my birthday / and as always the earth is done with its harvest. / This time I hunt for death, / the night I lean toward, / the night I want. / Well then — / speak of it! / It was in the womb all along. // I was thinking of a son… / You! The never acquired, / the never seeded or unfastened, / you of the genitals I feared, / the stalk and the puppy’s breath. / Will I give you my eyes or his? / Will you be the David or the Susan? / (Those two names I picked and listened for.) / Can you be the man your fathers are — / the leg muscles from Michelangelo, / hands from Yugoslavia, / somewhere the peasant, Slavic and determined, / somewhere the survivor, bulging with life — / and could it still be possible, / all this with Susan’s eyes? // All this without you — / two days gone in blood. // I myself will die without baptism, / a third daughter they didn’t bother. / My death will come on my name day. / What’s wrong with the name day? / It’s only an angel of the sun. / Woman, / weaving a web over your own, / a thin and tangled poison. / Scorpio, / bad spider — / die! // My death from the wrists, / two name tags, / blood worn like a corsage / to bloom / one on the left and one on the right — / It’s a warm room, / the place of the blood. / Leave the door open on its hinges! // Two days for your death / and two days until mine. // Love! That red disease — / year after year, David, you would make me wild! / David! Susan! David! David! / full and disheveled, hissing into the night, / never growing old, / waiting always for you on the porch… / year after year, / my carrot, my cabbage, / I would have possessed you before all women, / calling your name, / calling you mine. // November 7, 1963
Menstruación a los cuarenta (Menstruation at Forty)
Estaba pensando en un hijo.
El vientre no es un reloj
ni una campana tañendo,
pero en el undécimo mes de su vida
noto el noviembre
del cuerpo y no solo el del calendario.
Dentro de dos días será mi cumpleaños
y como siempre la tierra ha terminado su cosecha.
En esta época persigo la muerte,
la noche hacia la que tiendo,
la noche que ansío.
Bueno, pues entonces…
¡exprésalo!
Estaba en el vientre desde el principio.
Estaba pensando en un hijo…
¡Tú! El jamás obtenido,
el jamás plantado o liberado,
tú, el de los genitales que tanto temía,
el tallo y el aliento de cachorro.
¿Te daré mis ojos o los de él?
¿Serás el David o la Susan?
(Esos dos nombres que elegí y quise oír).
¿Puedes ser el hombre que son tus padres
—los músculos de las piernas de Miguel Ángel,
las manos de Yugoslavia,
en parte el campesino, eslavo y tenaz,
en parte el superviviente, rebosante de vida—
y, a la vez, acaso sería posible
ser todo eso con los ojos de Susan?
Todo esto sin ti…
Hace dos días te fuiste con la sangre.
Yo misma moriré sin bautizar,
la tercera hija que no les importaba.
Mi muerte llegará el día de mi santo.
¿Qué tiene de malo el día de mi santo?
No es más que un ángel del sol.
Mujer,
que tejes una red sobre la tuya propia,
un fino y enredado veneno.
Escorpio,
vil araña…
¡muere!
Mi muerte desde las muñecas,
dos pulseras con el nombre,
sangre llevada como un corsé
hasta que florece
una a la izquierda, otra a la derecha…
Es una sala cálida,
el hogar de la sangre.
¡Deja la puerta abierta en los goznes!
Dos días desde tu muerte
y dos días para la mía.
¡Amor! Esa enfermedad roja…
¡Año tras año, David, me volvías loca!
¡David! ¡Susan! ¡David! ¡David!
Llena y desgreñada, siseando a la noche,
sin envejecer jamás,
esperándote siempre en el porche…
Año tras año,
mi zanahoria, mi col,
yo te habría poseído antes que cualquier otra mujer,
llamando tu nombre,
llamándote mío.
7 de noviembre de 1963
De: Vive o muere (Live or die, 1966) Traducción de Ana Mata Buil, "Poesía completa", Ed. Lumen, 2024
Anne contactó a la Academia de las Artes y las Letras para devolver el dinero restante de la beca, ya que hasta primavera no viajaría, tal como había recomendado su médico. Le respondieron que lo quedara y viajara más adelante. Finalmente, en mayo del año siguiente, utilizaría esos fondos para viajar por Europa junto a Kayo.