Erri de Luca es un escritor tardío. Escribió este primer libro con casi cuarenta años.
La narración son más bien recuerdos de la infancia, tamizados con una escritura muy personal.
Embed from Getty ImagesEn el Nápoles de postguerra recuerda la época de pobreza y las mudanzas:
“Fue aquélla una época de desplazamientos, entre mis nueve años y los diecinueve, cuando hubo mudanzas a barrios mejores y la pobreza acabó de improviso a la vez que la infancia”.
Los recuerdos más gratos tienen que ver más con su pobre primer hogar, a pesar de la escasez:
“A nosotros, niños, por orden de aparición primero yo y después mi hermana, se nos impartió una educación que a mí me pareció siempre acorde con la escasez de medios y de espacio: hablábamos en voz baja, estábamos a la mesa comedidos, tratando de no ensuciar los pocos trapos decentes. Nos movíamos con disciplina en el pequeño aposento. Se prestó menos atención a estas costumbres en la casa nueva, pero yo las retuve siempre en el corazón como signo de una mesura que ya no poseería nunca más entre yo y la porción de mundo que se me había asignado”.
Nos habla del estigma de la tartamudez, que no superó hasta edad avanzada:
“…mi tartamudeo, que terminó en edad avanzada, me hacía sudar en el colegio durante los exámenes orales. Aquél agua servía para lavarme la cara de los estallidos súbitos de carcajadas de los que en clase me miraban a la boca. Se observa el pie ultrajado del cojo, el ojo blanco del tuerto, el muñón de la extremidad amputada: el defecto concita tanto la atención que por sí solo da la definición de la persona toda. Pero el tropiezo de la palabra, de entrada y de salida, en el sordo y en el tartamudo, da risa como la da uno que cae, que pierde el equilibrio. Hablar es recorrer un hilo. Escribir, en cambio, es poseerlo, devanarlo.”
En el libro quien adquiere mayor protagonismo es su madre. La recuerda autoritaria, repitiendo la frase que da título al libro, pero sabedor de las adversidades que tuvo que atravesar en aquellos tiempos de carestía:
“Me miras con el gesto severo en el que permanece el eterno reproche que nos hacías de niños: aquí no, ahora no.
No puedo obedecerte, ya no me da tiempo. Va a llegar justo ahora y en este extraño lugar. «Aquí no, ahora no». Tenías razón, muchas de las cosas que me han ocurrido fueron errores de tiempo y de lugar, cosas como para decir: aquí no, ahora no”.
En el libro hay mucho más: recuerdos de amigos, de su asistenta Filomena, de su padre, de aspectos religiosos o de su propia vida conyugal. La infancia como tamiz, una infancia en la que quedarse:
“La infancia podía durar eternamente, no me hubiera cansado nunca de ella”.
Erri plantea un evocador ejercicio de memoria, sin complacencia, meditando comportamientos, principalmente el suyo personal, ejerciendo la autocrítica.
El cantautor también napolitano, Marano, con influencias de Fabrizio de André o Brassens; ilustra la banda musical, en un álbum contenido, donde se abandona lo electrónico y digital en favor del sonido acústico más íntimo:
Radici Music Records 2019
Editorial: Booket, edición 2014
Ttaducción: César Palma