Apenas comenzada la narración nos indica que vive en un antiguo convento convertido en hotel debido a la expulsión del hogar por parte de su mujer.Llop propone una obra singular, a medio camino entre la ficción y el ensayo. Salen a relucir diversos autores y sus conexiones con el amor. Nos enteramos, por ejemplo, que el más antiguo tratadista es Ovidio con su Ars Amandi. Cita a Choderlos de Laclos o Giacomo Casanova, y a los “poetas del amor”, Cavalcanti y Petrarca. La pintura tiene también cabida en el ensayo, enlazando el amor con el erotismo. Remontándose a las pinturas rupestres, como más antiguas y citando a pintores como Toulouse-Lautrec o los bocetos de Rodin. También el cine, con obras como Novecento de Bertolucci o Besos Robados de Truffaut.
El narrador es un escritor frustrado. Palía a través de los estudios biográficos y el propio diario, su vocación. Estudia la biografía de Rilke y sus amantes, como también el diario de Ernst Júnger, su esposa y su amante Sophie Ravoux. Indaga también en la vida de Ian Flemming y de Graham Greene. Junto a ellos, estudia el pararelismo entre su madre y el marido de su amiga Sara Gorydz, Paolo Zava.
Lo verdaderamente característico en el libro es el estudio del vínculo existente entre el lenguaje y el amor. Según el narrador (coincidiendo con Llop), sin el lenguaje no existiría el hecho amoroso. Cuando no hay conexión textual entre dos amantes finaliza el amor:
“Toda historia de amor es una conversación y cuando entre ambos se instala el silencio o la conversación se convierte en susceptibilidad y variaciones sobre la primera persona del singular, el amor está dando señales de su fin y llega la afasia o el diálogo de sordos, encastillado, inaccesible, brusco.”
Según él, el sexo no es únicamente un diálogo de los cuerpos:
“La pasión interviene en el lenguaje; el sexo se apodera del lenguaje y éste lo ennoblece y se abre un continente distinto y ese continente es el territorio de los amantes: el verbo se hace carne; la palabra, coito. Su vía de acceso poco importa: un breve encuentro, el teléfono, una carta, un mensaje escueto, un imperativo que es súplica amorosa…”
La escritura y el amor se complementan:
“Y es desde el tiempo de los trovadores que escritura y amor, que literatura y amor se alimentan una al otro buscando su refinamiento, aunque beban en Catulo y en Safo y sepan que el deseo necesita de una arquitectura propia para enriquecerse.”
El narrador y su padre simbolizan a las personas que no han entendido el amor. Su padre, con una vida por la que han pasado infinidad de amantes, acaba sintiéndose solo al final de sus días. El hijo, llevando el amor siempre al terreno de la razón, es incapaz de sentirlo, acabando también alejado y solo.
El libro ofrece más, adentrándose en la historia ficcional e insertando a su vez reflexiones que afectan al propio personaje. Por momentos, se confunde la voz del narrador con la del propio autor.
Obra pues, madura, como los buenos vinos; donde Llop demuestra una admirable capacidad narradora, tanto ficcional como ensayística.
Al igual que otras artes, la música se da cita en la obra, en la conexión que mantiene con el amor. Tienen cabida autores clásicos, como Mozart o Wagner; también modernos, como P. J. Harvey o Leonard Cohen. Y Kevin Ayers, que llegó a residir en la Mallorca de Llop. Cita Shouting In A Bucket Blues, del album Bananamour de 1973. Incluyo tambíen otra favorita mía, May I?, del Album Shooting At The Moon de 1970, con The Whole World:
“«Lovers come and lovers go», canta Kevin Ayers, como si no fuera con él la cosa. De ahí que lady Catherine Walston no se separara nunca de su marido y tampoco lo hicieran la condesa Podewils o Jünger —el único hombre entre ellas, Sophie Ravoux se habría ido con él—, ni la amante de Ian Fleming, Maud Russell. (Una judía y tres aristócratas; un oficial de la Wehrmacht y tres escritores middle-class.) De ahí, supongo, que no lo hicieran mis padres tampoco, aunque desde hacía años su vida pareciera la de un matrimonio separado. Una partida de mah-jong en una casa vacía. El sonido de las fichas de dominó al caer sobre la mesa.”
Editorial: Alfaguara (Penguin Random House), edición 2019