Tomando como base el libro recientemente editado, «La Rebelión del Ángel», magnífica publicación de Ediciones el Gallo de Oro sobre la vida y la poesía de Blas de Otero, con guion del poeta José Fernández de la Sota e ilustrado excelentemente por Pablo Gallo; seguiré el itinerario de su vida y obra, incluyendo en cursiva algunos textos de José Fernández, completándolo con algunas apreciaciones personales y las poesías que tomo de la no menos excelente publicación de la Obra completa, editada por Galaxia Gutenberg.
En el nacimiento del poeta, ocurrido el 15 de marzo de 1916 en Bilbao, el guionista, nos deja unos fragmentos del poema «Biotz-Begietan», del libro, Pido la paz y la palabra (1955), que por no descomponer, dejo completo:
Biotz-Begietan Ahora voy a contar la historia de mi vida en un abecedario ceniciento. El país de los ricos rodeando mi cintura y todo lo demás. Escribo y callo. Yo nací de repente, no recuerdo si era sol o era lluvia o era jueves. Manos de lana me enredaran, madre. Madeja arrebatada de tus brazos blancos, hoy me contemplo como un ciego, oigo tus pasos en la niebla, vienen a enhebrarme la vida destrozada. Aquellos hombres me abrasaron, hablo del hielo aquel de luto atormentado, la derrota del niño y su caligrafía triste, trémula flor desfigurada. Madre, no me mandes más a coger miedo y frío ante un pupitre con estampas. Tú enciendes la verdad como una lágrima, dame la mano, guárdame en tu armario de luna y de manteles. Esto es Madrid, me han dicho unas mujeres arrodilladas en sus delantales, este es el sitio donde enterraron un gran ramo verde y donde está mi sangre reclinada. Días de hambre, escándalos de hambre, misteriosas sandalias aliándose a las sombras del romero y el laurel asesino. Escribo y callo. Aquí junté la letra a la palabra, la palabra al papel. Y esto es París, me dijeron los ángeles, la gente lo repetía, esto es París. Peut-être, allí sufrí las iras del espíritu y tomé ejemplo de la torre Eiffel. Esta es la historia de mi vida, dije, y tampoco era. Escribo y callo. De: Pido la paz y la palabra, 1955
El abuelo paterno, era capitán de barco, el materno, médico famoso, pero murió el año en que nació el poeta. El padre había estudiado en Inglaterra y tenía un negocio de metales en Bilbao. Habitarán en la casa de Hurtado de Amézaga, 52, con terraza y pérgola, construida por su padre cuando la Primera Guerra. Estamos hablando de una familia de vida burguesa, viviendo en una casa amplia y disponiendo de varias mujeres a su servicio.
Blas tiene una educación francesa, a cargo de la institutriz, mademoiselle Isabel, morena y no rubia, como en el poema del libro, Ángel fieramente humano (1950):
Mademoiselle Isabel Mademoiselle Isabel, rubia y francesa, con un mirlo debajo de la piel, no sé si aquel o esa, oh mademoiselle Isabel, canta en él o si él en esa. Princesa de mi infancia: tú, princesa promesa, con dos senos de clavel; yo, le livre, le crayon, le… le…, oh Isabel, Isabel…, tu jardín tiembla en la mesa. De noche, te alisabas los cabellos, yo me dormía, meditando en ellos y en tu cuerpo de rosa: mariposa rosa y blanca, velada con un velo. Volada para siempre de mi rosa, mademoiselle Isabel, y de mi cielo. De: Ángel fieramente humano, 1950
Gratos recuerdos del Colegio María de Maeztu. «De allí pasé a los Jesuitas de Indautxu, donde permanecí dos años. Yo no tengo la culpa de que el recuerdo sea tétrico», nos indica el guionista e introduce el fragmento de «Biotz-Begietan», «Madre, no me mandes más…«
Su madre nació en Orozco, lugar del que tendrá gratos recuerdos, como podemos leer en el poema del mismo nombre:
Orozco El valle se tendía al pie del Gorbea, daba la vuelta alrededor de Santa Marina, ascendía hacia Barambio, doblaba hasta la línea del ferrocarril en Llodio, valle delineado por la lluvia incesante, liviana, dando molde, en el lodo, a las lentas ruedas de las carretas tiradas por rojos bueyes, tras la blusa negra o rayada del aldeano con boina, pequeña patria mía, cielo de nata sobre los verdes helechos, la hirsuta zarzamora, el grave roble, los castaños de fruncida sombra, las rápidas laderas de pinares. He aquí el puente junto a la plaza del Ayuntamiento; piedras del río que mis pies treceañeros traspusieron, frontón en que tendí, diariamente, los músculos de muchacho, aires de mis campos y son del tamboril, atardeceres en las tradicionales romerías de Ibarra, Murueta, Luyando, mediodía en el huerto de la abuela, luz de agosto irisando los cerezos, pintando los manzanos, puliendo el fresco peral, patria mía pequeña, escribo junto al Kremlin, retengo las lágrimas y, por todo lo que he sufrido y vivido, soy feliz. De: Que trata de España, 1960-1964
El negocio de su padre quiebra en 1927 y deciden trasladarse a Madrid. Allí estudia en el colegio de la calle Atocha, «donde conocí a María del Carmen, Jarroncito de porcelana, que tanto iba a suponer en toda mi vida sentimental y hasta poética».
El bachillerato también transcurre en Madrid y se producen las primeras lecturas de Juan Ramón Jiménez, Maragall, los Machado…
En Septiembre de 1928 tiene lugar el incendio del teatro Novedades. Blas asistía a la función junto a su familia, salvándose todos milagrosamente. Perecieron más de trescientas personas.
El 4 de abril de 1929, fallece su hermano mayor José Ramon, de muertes tifoideas. Contaba tan sólo con dieciséis años. Blas cambia su idea de estudiar Letras por Derecho el curso 1931–32, obligado moralmente a continuar los estudios iniciados por su hermano fallecido.
Junto a su padre acude a la Puerta del Sol a festejar la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931.
La adversidad vuelve a golpear a la familia poco tiempo después, con la muerte del padre, suponiendo el regreso de nuevo a Bilbao, «En 1932, sin haber podido rehacer su fortuna en Madrid, murió mi padre. Nos dejaba en la ruina total. El regreso de Madrid a Bilbao fue deprimente. Tuvimos que vender hasta la última silla para sacar el billete de vuelta».
Prosigue el estudio del Derecho, pese a no gustarle. Reciben la ayuda económica de un tío suyo. Lee también mucho por su cuenta: Alberti, Salinas, Lorca, Jammes, Tagore, Shakespeare, Wilde, El Romancero, Fray Luis de León y San Juan de la Cruz.
Es un tiempo de fervor religioso.
También de lluvia y lluvia en Bilbao, como reflejará Blas de Otero en algunos poemas, como «Parece que llueve», de su etapa final.
Parece que llueve Ahora sí que está lloviendo en Bilbao, es el siete de agosto y llueve como en mi infancia, delicadamente e insistentemente, llueve llenando el aire de eees, de leves letras débiles, indecisas como aquella mañana de tus trece años en Barambio cuando no te atreviste a decirle a Charito que la querías, pero llueve y aquello y tantas vicisitudes más, que fueron descendiendo sobre tu vida como una mansa lluvia, ya no tienen remedio, ni dios lo remedia igual que aquella mañana en que no te decidiste del todo en Herrera de Pisuerga junto a sus senos tan frescos, llueve veladamente, admirablemente, un poco transversalmente, ah este Bilbao puñetero que si no fuese porque llueve nos ahogaríamos todos de aburrimiento, humo y beatería, pero llueve contra las torres de la quinta parroquia, y qué le vamos a hacer si llueve insistentemente y, debes decirlo, delicadamente. De: Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977
Recuerdos de la visita de Lorca con Margarita Xirgú, en enero de 1936, con motivo del estreno de Bodas de sangre en el teatro Arriaga.
Recuerdo que en Bilbao —recuerdo y no recuerdo- apareciste ante mí —muchacho de trece años- de la mano de la Xirgu —«la luna va por el cielo con un niño de la mano»— apareciste tal un niño con la cara terriblemente seria. Recuerdo y no recuerdo que en el teatro Arriaga ondeaban banderas republicanas alrededor de tus Bodas de sangre. Pero recuerdo perfectamente que tus auténticas bodas de sangre se celebraron se acribillaron se consumaron en Víznar, y no se pueden borrar. En este momento llama el teléfono a mi memoria y mi memoria se yergue como un fusil como un fusil como un fusil en paz. Mas no hay paz todavía, ni podrá haberla en tanto tus huesos no resuciten en la tumba de la luna, donde tú, niño terriblemente serio, después de expulsar a los astronautas de tu Poeta en Nueva York, te asomas a la ventana abierta del aire y ves un niño comiendo naranjas un segador segando y a todos los que aquí estamos intentando borrar la sangre y escribir con tu sonrisa escandalosa, rodeada de banderas blancas verdaderamente blancas verdaderamente rojas verdaderamente verdaderas. De: Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977
En febrero forma junto a «unos cuantos amigos, firmemente católicos y apasionados por la poesía, la música y la cultura…», el grupo literario Álea, todos muy admiradores del poeta Juan Ramón Jiménez. Pero poco dura el tiempo de actividades culturales ante la sublevación del 18 de julio, «Voy a hablar de esa gran cabronada que nos armaron cuatro militares, ocho terratenientes y cinco curas, con el respaldo del hijo de puta de Hitler…». Blas se incorpora a los batallones vascos.
Tiempo terrible de la guerra. Te recuerdo en Alcañiz, montados en los horribles camiones que nos llevaron hasta Vinaroz, bajando junto a Morella y las hoscas hondonadas de piedra, espino y hierbajos, bajo un cielo duramente azul. ¿Voy a hablar de la guerra, de esa gran cabronada que nos armaron cuatro militares, ocho terratenientes y cinco curas, con el respaldo del hijo de puta de Hitler? No, no voy sino a recordar Bilbao asediado por los requetés, yo en mi batallón vasco, acaso sólo por la fina y triste lluvia que tanto amé siempre. De: Historia (casi) de mi vida, 1969
En el fin de la Guerra Civil, el poeta regresa a Bilbao. Se reúne con los pocos miembros supervivientes del grupo Álea, «Pablo Bilbao se había ordenado sacerdote… y el pobre Lauaxeta había sido fusilado por las tropas franquistas en 1937, el mismo año en el que Jaime Delclaux moría en Albacete sirviendo en el otro bando… absurdos de la guerra».
Y poco después de nuevo Hitler y la Segunda Guerra Mundial.
A la inmensa mayoría Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre aquel que amó, vivió, murió por dentro y un buen día bajó a la calle: entonces comprendió: y rompió todos sus versos. Así es, así fue. Salió una noche echando espuma por los ojos, ebrio de amor, huyendo sin saber adónde: a donde el aire no apestase a muerto. Tiendas de paz, brizados pabellones, eran sus brazos, como llama al viento; olas de sangre contra el pecho, enormes olas de odio, ved, por todo el cuerpo. ¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces en vuelo horizontal cruzan el cielo; horribles peces de metal recorren las espaldas del mar, de puerto a puerto. Yo doy todos mis versos por un hombre en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso, mi última voluntad. Bilbao, a once de abril, cincuenta y uno. De: Pido la paz y la palabra, 1951-1954
Consigue un empleo en una industria de forjas de Vizcaya, como Secretario del Consejo de Administración. Allí, en la fábrica, escribirá su primer libro de poemas, «Cántico espiritual», como homenaje a San Juan de la Cruz. En el poema, «Liberación», trata las composiciones como «un entretenimiento». La obra podemos encuadrarla dentro de su etapa religiosa y mística. En su libro podemos apreciar el empleo de la lira y el soneto, pero todavía es una poesía impersonal.
Liberación La historia de mis libros está escrita claramente en mis libros. El comienzo fueron cientos y cientos de poemas a borbotones. Luego, cántico espiritual o mejor dicho un entretenimiento en una fábrica. Y ¿para qué seguir? Mis libros fluyen a compás de mi vida. Mi palabra a compás de los años: va variando por sí misma, sucediéndose y revolucionándose. He llegado hasta aquí: estas hojas en que hablé con entera libertad de todo, de todo al mismo tiempo, liberando el pensamiento, la imaginación y la palabra. De: Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977
Su vocación era literaria y tras dos años y medio en la fábrica, se traslada a Madrid en 1943 para estudiar Filosofía y Letras. Primeros amigos, «Allí trabé amistad con los poetas Carlos Bousoño, José Luis Cano y Eugenio de Nora, que me presentaron a Vicente Aleixandre».
La dicha en los encuentros literarios duró poco, porque tuvo que regresar a Bilbao por enfermedad grave de su hermana mayor. Para sobrevivir imparte clases particulares de Derecho. Cabe decir que experimentó desilusión con la carrera, porque de letras tenía mas bien poco y la enseñanza era de manera mecánica y rígida.
Empezó a salir con una joven, Ana María Isasi, hija del compositor Andrés Isasi. Los padres se opusieron a la relación con su hija. Eso y sus depresiones desde la adolescencia provocaron la ruptura de ambos. «Tenía que llegar y llegó la gran galerna del 44. Fue mi gran depresión. Desde entonces, llamo a mis depresiones galernas. No pude más». Estalla y rompe y quema sus poemas. En el poema que dejé más arriba, «A la inmensa mayoría», alude a ello. Ingresa de manera voluntaria en el hospital psiquiátrico de Usúrbil.
Está claro que Blas, desde el fallecimiento de su hermano y de su padre tenía sobre él, el peso de mantener a su familia y además la renuncia a su inclinación literaria. Esa tensión lo llevó al colapso mental con la reclusión final en Usúrbil. El poema «La casa a oscuras», es escalofriante y refleja la angustia que pasó en el sanatorio.
Aunque no se refleja en el guion de Fernández de la Sota, estuvo mes y medio en el Psiquiátrico, pero su regreso no mejoró su situación, quizás por la presión familiar para trabajar de nuevo en la fábrica. Volvió a ingresar en Usúrbil para evitar la presión familiar y parece que en esta ocasión se reencontró consigo mismo, saliendo a fines de 1945 o principios de 1946, con la firme convicción de ser poeta. Prosiguió de nuevo la impartición de clases particulares a la par que la escritura.
La casa a oscuras Usúrbil viene de dar la mano a un niño no sé si me entendéis quiero estar solo sacarme el corazón por la garganta mandar a hacer gárgaras a los liminares y a los tundras la casa a oscuras Dios qué miedo dónde estás Hermana Rosa Hermana Rosa nadie me pregunto quién toca mi rodilla izquierda quién hará que suene la campana por sí sola por si falla la campanilla Hermana Rosa no sabes qué miedo da tener miedo y no poder decírselo a nadie Hermana a nadie don Luis está llorando seguramente llora sin saberlo sin enterarse sin llorar siquiera de memoria vaya usted a ver qué le pasa Hermana no puedo dormir con esas lágrimas encima goteando goteando lágrima a lágrima y gota a gota es horrible vaya usted Hermana vea dónde tiene el pinchazo me dijeron que hoy le tocaban las fíbricas corra Hermana es horrible eso es horrible véalo usted misma llame a la Madre no hay quien aguante esta gotera Hermana Rosa dicen que Dios es bueno bueno bueno! la casa a oscuras y los curas como si tal cosa no fuera con ellos no fuera malo no apearse en marcha Mañana con sol Antonia está en el jardín cortando las flores de mayo y yo aquí hecho polvo por la maldita insulina la Superiora no me quiere dar café con leche que la echen a la Superiora que le echen sopas con honda a la Superiora un pedacito de café con leche en su puñetera vida le den a la Superiora ahora estoy llorando yo don Luis delirando mordiendo las sábanas sacando los pies por la boca estoy en coma desde hace dos horas me han puesto en la sien la sierpe me han puesto en la sien la sierpe he pegado un salto atroz no sé dónde estoy Hermana Hermana si me habré muerto no veo a Dios por ninguna parte Hermanita Rosa qué triste es haber nacido loco la casa a oscuras cómo sabe lo que pasa en la casa cada uno en la suya y Dios en la del vecino Hermana Rosa rece usted por este pobre ciego De: Ciclo, 1947-1952
Hace nuevas amistades, como el pintor José Barceló y los poetas Javier de Bengoechea, Eduardo Abásolo y Javier de la Iglesia. Nuevas lecturas, César Vallejo, Paul Eluard, Nietzsche, Kierkegaard, Sartre, Unamuno…
Escribirá entre 1947 y 1949, «Ángel fieramente humano», que inaugura su etapa existencial centrada en la angustia del hombre, que inquiere a Dios sobre su alejamiento y abandono hacia él.
«Arreciaba mi querella con el Dios heredado… Cada poema era como una lucha cuerpo a cuerpo… No podía soportar su silencio».
En un replanteamiento de sus convicciones, expresa el poeta la angustia por la ausencia y el silencio de Dios.
Poderoso silencio Oh, cállate, Señor, calla tu boca cerrada, no me digas tu palabra de silencio; oh Señor, tu voz se abra, estalle como un mar, como una roca gigante. Ay, tu silencio vuelve loca al alma; ella ve el mar, mas nunca el abra abierta; ve el cantil, y allí se labra una espuma de fe que no se toca. ¡Poderoso silencio, poderoso silencio! Sube el mar hasta ya ahogarnos en su terrible estruendo silencioso. Poderoso silencio con quien lucho a voz en grito: ¡grita hasta arrancarnos la lengua, mudo Dios al que yo escucho! De: Ángel fieramente humano, 1947-1949
«Y seguía llamándole a voz en grito…»
Igual que vosotros Desesperadamente busco y busco un algo, qué sé yo qué, misterioso, capaz de comprender esta agonía que me hiela, no sé con qué, los ojos. Desesperadamente, despertando sombras que yacen, muertos que conozco, simas de sueño, busco y busco un algo, qué sé yo dónde, si supieseis cómo. A veces, me figuro que ya siento, qué sé yo qué, que lo alzo ya y lo toco, que tiene corazón y que está vivo, no sé en qué sangre o red, como un pez rojo. Desesperadamente, lo retengo, cierro el puño, apretando el aire, sólo… Desesperadamente, sigo y sigo buscando, sin saber por qué, en lo hondo. He levantado piedras frías, faldas tibias, rosas, azules, de otros tonos, y allí no había más que sombra y miedo, no sé de qué, y un hueco silencioso. Alcé la frente al cielo: lo miré y me quedé, ¿por qué, oh Dios?, dudoso: dudando entre quién sabe, si supiera que sé yo qué, de nada ya y de todo. Desesperadamente, ésa es la cosa. Cada vez más sin causa y más absorto qué sé yo en qué, sin qué, oh Dios, buscando lo mismo, igual, oh hombres, que vosotros. De: Ángel fieramente humano, 1947-1949
Dámaso Alonso, incluiría a Blas de Otero dentro de la corriente de la «Poesía desarraigada», a raíz de la publicación del libro. Dámaso sería su precursor, con «Hijos de la ira», 1944. Se cuestiona a un Dios que ha abandonado al hombre a su soledad y a la angustia existencial ante el tiempo y la muerte. Se opone a la «Poesía arraigada» de los poetas afines al Régimen y cuyos poemas no tenían en cuenta los problemas del hombre y versaban sobre temas más banales en un tiempo de subsistencia general.
Blas explica el cuestionamiento de sus creencias religiosas en «Historia (casi) de mi vida», 1969.
Yo me sentía oprimido por mis «ideas» religiosas y como pisando en falso. En mi niñez —S. J.— me inculcaron una piedad sentimentaloide y terrorífica. Luego padecí de escrúpulos religiosos, una de las mayores torturas que puede sufrir un espíritu. En mi madura juventud, me junté a algún amigo, cayeron en mis manos unos libros, al leer algunos de sus párrafos pensaba: Esto es lo que yo presentía, lo que descansa en mi verdad y me hace libre. Y, sobre todo, mi andadura y meditación por la vida, los hombres, el caos. Con un inmenso sentido de la justicia. Cuando vi claro, fue como si me arrancasen de un escenario —el gran teatro del mundo— y contemplara desde una incómoda butaca la monstruosa sociedad en la que convivía. Fui adentrándome en la historia, en la dialéctica. Y luego la comprobación, a prueba de toda clase de pruebas, en mis repetidos viajes al campo socialista. Con todos sus defectos, evitables o inevitables. De: Historia (casi) de mi vida, 1969
El libro lo presenta el poeta al premio Adonais, en 1949. Aunque el jurado admite que es el ganador, alegan vanos pretextos que tienen que ver con la censura de la época. Se publicaría en 1950. Su siguiente libro, «Redoble de conciencia», ganaría el Premio Boscán a fines de 1950 y haría la presentación el poeta en Barcelona en 1951. Continúa el ciclo existencial.
El claustro de las sombras … to the antique order of the dead (Francis Thompson) En este momento, tengo treinta y tres años encima de la mesa del despacho y un pequeño residuo de meses sobre el cenicero de plata. He preguntado a mis hermanas si saben quién es este hombre que viene, entre mi hombro y mi hombro, a donde yo vengo, y vuelve el rostro si yo lo torno… Siento frío, y no sé qué ponerme por dentro de la muerte, qué trozo de tierra es el mío, qué noche es la noche de echarme a morir, qué látigo verde me heñirá bajo el mar. A veces me acomete un largo vértigo y quisiera ser nada más que un humilde lego en la orden antigua de los muertos, servirles el silencio con mis propias manos y meditar en un rincón del claustro de las sombras… Del claustro de las sombras, allí donde los sueños exaltan sus luces cándidas, eternas. De: Redoble de conciencia, 1947-1950
Traba amistad por esta época con el escultor Jorge Oteiza y afianza la que ya tenía con el matrimonio Gabriel Celaya y Amparitxu Gastón. Mantiene también correspondencia con la poeta bilbaína, Ángela Figuera.
Comienza una relación con una joven llamada Concepción, «Pronto le cambié el nombre y la rebauticé como Tachia. Quería ser actriz.
Toda la vida me estuvo repitiendo que yo también era distinto, ella también distinta ya cuando estuvimos a punto de enlazarnos después de no sé cuántos años…».
Paso a paso Tachia, los hombres sufren. No tenemos ni un pedazo de paz para aplacarles; roto casi el navío y ya sin remos… ¿Qué podemos hacer, qué luz alzarles? Larga es la noche, Tachia. Oscura y larga como mis brazos hacia el cielo. Lenta como la luna desde el mar. Amarga como el amor: yo llevo bien la cuenta. Tiempo de soledad es este. Suena en Europa el tambor de proa a popa. Ponte la muerte por los hombros. Ven. Alejémonos de Europa. Pobre, mi pobre Tachia. No tenemos una brizna de luz para los hombres. Brama el odio, van rotos rumbo y remos… No quedan de los muertos ni los nombres. Oh, no olvidamos, no podrá el olvido vencer sus ojos contra el cielo abiertos. Larga es la noche, Tachia. … Escucha el ruido del alba abriéndose paso —a paso— entre los muertos. De: Ancia, 1947-1954
A pesar de que se le empieza a valorar como poeta, siente la necesidad de salir del país. Su primer destino será París, «Para pagar el billete a París tuve que vender mi biblioteca».
Antes de la partida, cena en San Sebastián con Celaya, Amparitxu y Eugenio de Nora, quien le confiesa que está afiliado al Partido Comunista. Blas confirma su interés en la afiliación y Eugenio le proporciona los contactos en París.
«Me recibió en París Manuel Azcárate, dirigente del Partido Comunista, en cuya casa me aloje tres meses. La misma tarde de mi llegada me presentó a Jorge Semprún en un café del Barrio Latino. El Partido le había designado como mi lazarillo en Francia».
Blas queda deslumbrado de París. Paseos por los bulevares, por el Sena…
Por medio de Semprún, por fin se afilia al Partido Comunista.
Escribe en París un libro que se iba a titular «En el nombre de España», pero no lo vio claro y no se publico. En el año que pasó allí, tuvo sus altibajos y una nueva «galerna», regresando a Bilbao. Se alojará en casa de su madre en Bilbao. Su hermana pequeña se había metido monja y la mayor, para sostener a la familia, trabajaba como mecanógrafa.
Impreso prisionero He aquí mis libros: cuánto tiempo impreso, prisionero entre líneas. Cántico espiritual, tiempo agraz y hondo y duradero como el Duero, soterrado en mis años azules de Palencia, torre de San Miguel hiriendo el cielo, vestido verde de la Monse, noches de agosto de mil novecientos cuarenta y uno. Oíd el verso de Góngora, «suspiros tristes, lágrimas cansadas», terco, rabioso ángel fieramente humano, llamando al arma, desalmando el cuerpo a golpes de pasión o de conciencia. Veo pasar el Sena, palpo el aire gris que se enreda en los puentes. Vuelvo a la espaciosa y ardua España, entro en la mina comida por el hambre, camino Tierra de Campos, torno a mi villa de hierro al rojo. Pido la paz y la palabra, cerceno imágenes, retórica de árbol frondoso o seco, hablo para la inmensa mayoría, pueblo roto y quemado bajo el sol, hambriento, analfabeto en su sabiduría milenaria, «español de pura bestia», hospitalario y bueno como el pan que le falta y el aire que no sabe lo que ocurre. ¡Ira de Dios, espanto de los siglos venideros! Hablo en español y entiéndese en francés. ¡Oh qué genial trabucamiento del diablo! ¿Hablar en castellano? Se prohíbe. Buscar España en el desierto de diecinueve cegadores años. Silencio. Y más silencio. Y voluntad de vida a contra dictadura y contra tiempo. De: Que trata de España, 1960-1964
«Viajaba mucho dando recitales y conferencias… San Sebastián, Madrid, Salamanca, Santander… Pero siempre tenía que volver a casa. Y siempre sin dinero».
Junto a los pintores Agustín e Ismael Ibarrola y para convivir con los trabajadores de vida dura, se emplean varias semanas en la mina de hierro «El Alemán» en el pueblo de Vizcaya, La Arboleda. «Mi poesía debía estar con ellos. Con La Inmensa Mayoría». Los tres se embarcarán en un viaje por las tierras de Castilla.
Conoce en León a Antonio Gamoneda y en Zamora a un joven poeta, Claudio Rodríguez, reciente ganador del Adonáis con «Don de la ebriedad». Se hicieron amigos, pasando varias semanas en Zamora junto a él.
Canción cinco Por los puentes de Zamora, sola y lenta, iba mi alma. No por el puente de hierro, el de piedra es el que amaba. A ratos miraba al cielo, a ratos miraba al agua. Por los puentes de Zamora, lenta y sola, iba mi alma. Canción once Crepúsculo y aurora. Puentes de Zamora. El alba se enreda entre los troncos de los álamos verdes, orillados de oro. Puentes de Zamora. De oro del poniente tienes la frente roja; la brisa cabecea, cecea entre las hojas. Crepúsculo y aurora. Puentes de Zamora. De: Que trata de España, 1960-1964
Cierra el ciclo existencial el libro, «Ancia», que aunque escrito entre 1947 y 1954, no se publicará hasta 1958. Integra «Ángel fieramente humano» y «Redoble de conciencia» e incluye algunos poemas nuevos no existentes en aquellos.
Cántico Bajo todas las invocaciones a la muerte…, se pone el acento sobre el valor y precio de la vida. A. F. G. BELL, Literatura castellana. Es a la inmensa mayoría, fronda de turbias frentes y sufrientes pechos, a los que luchan contra Dios, deshechos de un solo golpe en su tiniebla honda. A ti, y a ti, y a ti, tapia redonda de un sol con sed, famélicos barbechos, a todos, oh sí, a todos van, derechos, estos poemas hechos carne y ronda. Oídlos cual al mar. Muerden la mano de quien la pasa por su hirviente lomo. Restalla al margen su bramar cercano y se derrumban como un mar de plomo. ¡Ay, ese ángel fieramente humano corre a salvaros, y no sabe cómo! De: Ancia, 1947-1954
«Pido la paz y la palabra», publicado en 1955, inaugura el período llamado de «Poesía social». Blas prefiere llamarlo «Poesía histórica». «Cantos Íberos», publicado el mismo año por Gabriel Celaya, se inscribe en la misma corriente. Se centran en la problemática social de los hombres, en conjunto. Desplaza la temática existencial, más centrada en el hombre como individuo, al conjunto de los hombres que padecen una etapa histórica conjunta de privaciones y penurias, además de censura en la libre expresión. Ya no existe ningún rasgo del espíritu religioso de «Cántico espiritual» o del Dios silente y ausente de su anterior etapa.
En el principio Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra. Si abrí los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra. De: Pido la paz y la palabra, 1951-1954
Es el tiempo de la solidaridad y la denuncia para la poesía de Blas de Otero, los hombres unos a otros deben apoyarse para sentirse unidos y avanzar en las luchas por el cambio.
Juntos Esta tierra, este tiempo, esta espantosa podredumbre que me acompañan desde que nací (porque soy hijo de una patria triste y hermosa como un sueño de piedra y sol; de un tiempo amargo como el poso de la historia): esta tierra, este tiempo que tiran de mis pies hasta arrancar los huesos a mi esperanza última, ¡ah, no podrán, jamás podrán vencerme, porque mi mano se me va y se agarra a otra mano de hombre y a otra mano que me encadenan, madre inmensa, a ti! De: Pido la paz y la palabra, 1951-1954
En general el libro tuvo buena acogida, salvo las críticas conservadoras. También la censura intervino en algunos poemas.
En la inmensa mayoría Podrá faltarme el aire, el agua, el pan, sé que me faltarán. El aire, que no es de nadie. El agua, que es del sediento. El pan… Sé que me faltarán. La fe, jamás. Cuanto menos aire, más. Cuanto más sediento, más. Ni más ni menos. Más. De: Pido la paz y la palabra, 1951-1954
Tampoco económicamente mejora la situación de Blas a pesar de los libros publicados y tiene que proseguir con las clases particulares y las conferencias.
«Había conocido al poeta José Agustín Goytisolo cuando gané el Premio Boscán en Barcelona. Allí inicié una buena amistad con él, que se haría extensiva a su familia…, su mujer y su pequeña hija, la Julia de Palabras para Julia».
En el verano de 1956 se traslada a Barcelona, alojándose primeramente en casa de los Goytisolo, más tarde en otros domicilios, hasta 1959.
En esos tiempos, Barcelona era la capital cultural de España. Contacta por medio de José Agustín, con los poetas Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Alfonso Costafreda, José María Castellet… «…Componían la que sería llamada Escuela de Barcelona, una especie de club de poetas… Exclusivo y a menudo excluyente. Yo era algo mayor que ellos y me aceptaron de buena gana y con admiración».
No salgas, paloma, al campo Sé muchas cosas y otras que me callo. Cómo decir españa, patria, libre. España libre. (Violentas carcajadas.) Anda jaleo, jaleo No dejan ver lo que escribo, porque escribo lo que veo. Sé que Castilla es ancha. Cómo decir azul, ayer, morada. Ayer. Mañana. Anda jaleo, jaleo. … lo que veo con los ojos de la juventud y el pueblo. De: En castellano, 1951-1959
El editor Alberto Puig Palau, propietario de la editorial «Barna», se convirtió en mecenas suyo. Tan sólo le pidió escribir poemas.
Entre 1951 y 1959 tenía ya poemas para un libro, «En castellano», pero debido a la censura no pudo publicarlo en España y por mediación del hispanista y poeta francés, Claude Couffon, quien también lo tradujo, lo publicaría en Francia en edición bilingüe. Continúa la línea de «Pido la paz y la palabra», pero en una entrevista, Otero subraya las diferencias:
Mis preocupaciones de En castellano son las mismas que me inspiraron
Pido la paz y la palabra. Sin embargo, he eliminado toda alusión a las
circunstancias personales, todo aquello que no tenía relación directa con los
hombres de mi patria. Llamo, en cambio, la atención sobre esta misma patria en
la medida en que refleja un estado de cosas frecuente en el mundo actual: la
miseria y la grandeza de los campesinos, de las clases trabajadoras, del
proletariado en particular.
Claude Couffon, «Encuentro con Blas
de Otero», 1959.
Pluma que cante Sin embargo, el aire (esta obsesión de aire alegre y libre) entra en el libro, abre las páginas, mueve el verso diecisiete, silba entre sus sílabas, y si supierais cómo me ahogo en la O, es como si España toda fuese una sola horrorosa plaza de toros, blanca de sol comido poco a poco por un espantoso abanico negro. (Sin embargo, se mueve algo de aire, mira aquel álamo…) De: En castellano, 1951-1959
«Ancia», como ya expliqué, se publica en 1958 y consigue el Premio Nacional de la Crítica.
En 1959 se celebra en Colliure y La Sorbona un homenaje a Antonio Machado, más bien un acto de oposición al Régimen de Franco. El cartel lo diseñó Picasso y acudió la Generación de los 50 prácticamente en su totalidad, José Ángel Valente, Goytisolo, Ángel González, Caballero Bonald, Gil de Biedma, Alfonso Costafreda, Carlos Barral… Y por supuesto, nuestro autor.
Conoce en París a la joven Claire, pero la relación apenas duró.
En 1960 la Sociedad Internacional de Escritores lo invitó a viajar a la Unión Soviética y China.
Bicis de Pekín Equilibristas del Código de la Circulación. Aquí se cumple el reglamento, vamos. ¡Qué ojos los de los chinos para pupilear! Una chica, dos chicas, cuatro chicas, como si tal cosa. Las conductoras, las conductoras de los autobuses siguen la línea general. (A mí, a mí se me da mu poco que er pájaro en la alamea se mue de un árbo a otro.) Aquí se cumplen las profecías, mira las guardias del tráfico. (Como si tal cosa.) Y toda China pedalea, burla la ley del enemigo, se dirige a su casa. Y la construye. De: Poesía e Historia, 1960-1968
«Sin embargo las galernas no entienden de mares y sufrí otra gran crisis depresiva».
Tras la cura en un sanatorio, viaja a París y se instala en casa del pintor Agustín Ibarrola. En septiembre de 1961, regresa a Bilbao.
Tiene un encuentro con un joven poeta vasco, Gabriel Aresti, al que le había entusiasmado «Ancia». Por mediación de Agustín Ibarrola, que había regresado a Bilbao, se acercarán a Sestao para conocer a una joven que será decisiva en su vida:
«— Te voy a presentar a una chica que conoce tu poesía mejor que tú mismo: Sabina de la Cruz».
«Agustín no mentía. Sabina trabajaba en el laboratorio de una empresa química, escribía poesía y, más que leer, analizaba mis versos. Luego se haría filóloga».
Comienza una relación con Sabina. Paseos, excursiones y la poesía de por medio.
S. de la C. Entre el vivir y el cesar, sale un pájaro chillando hasta hundirse allá en el mar. Un aguacero de nieve entre pinos que no saben, pueden ni quieren moverse. Aquí se está bien, contigo, mujer de vida incesante entre las ondas del río. De: Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977
«En Puerto Rico publiqué «Esto no es un libro», recordando a Walt Whitman…». Es una antología y Blas de Otero había tomado el título de Walt Whitman, que venía de su frase: «Esto no es un libro, quien vuelve sus páginas toca a un hombre».
En 1964, Ruedo Ibérico edita en París «Que trata de España». En España fue imposible publicarlo por la censura.
Noticias de todo el mundo A los cuarenta y siete años de mi edad, da miedo decirlo, soy sólo un poeta español (dan miedo los años, lo de poeta, y España) de mediados del siglo XX. Esto es todo. ¿Dinero? Cariño es lo que yo quiero, dice la copla. ¿Aplausos? Sí, pero no me entero. ¿Salud? Lo suficiente. ¿Fama? Mala. Pero mucha lana. Da miedo pensarlo, pero apenas me leen los analfabetos, ni los obreros, ni los niños. Pero ya me leerán. Ahora estoy aprendiendo a escribir, cambié de clase, necesitaría una máquina de hacer versos, perdón, unos versos para la máquina y un buen jornal para el maquinista, y, sobre todo, paz, necesito paz para seguir luchando contra el miedo, para brindar en medio de la plaza y abrir el porvenir de par en par, para plantar un árbol en medio del miedo, para decir «buenos días» sin engañar a nadie, «buenos días, cartero» y que me entregue una carta en blanco, de la que vuele una paloma. De: Que trata de España, 1960-1964
Blas de Otero es un símbolo de la oposición franquista, por ello es invitado como jurado a La Habana para fallar el Premio Casa de las Américas de 1964. Asumía también la ruptura con Sabina de la Cruz y aceptó la invitación. Conoce a Fidel y al Che. Queda prendado de La Habana.
SI Vallejo viviera, diría, exclamaría en son de amor: Cuídate, Cuba, de tus propios hijos! Cuídate de la patria y de la muerte! Cuídate del ignorante engreído! Cuídate del culto ignorante! Cuídate, Cuba, del abusador! Cuídate del sectario! Cuídate del sistema y del laurel! Cuídate por la espalda y por la frente! Cuídate desde dentro! De: Poesía e Historia, 1960-1968
Vicente Aleixandre le presentó a una joven secretaria cubana, Yolanda. Inician una relación.
«El 25 de marzo de 1964 Yolanda Pina y yo nos casamos civilmente en La Habana. Ella tenía un hijo de un matrimonio anterior».
Obras completas Aquella muchacha que se casó conmigo, un poco mulata y muy sentimental, se compró las Obras de Platón. Tenía labios de mulata, tenía al hablar un dejo de mulata, tenía caderas de mulata, se compró las Obras de Platón. El día de nuestro encuentro, estuvimos paseando a altas horas de la noche por La Habana vieja, y luego comenzó a conversarme y conversarme en el Malecón, hasta el filo de la madrugada, no recuerdo de qué me hablaba hablaba hablaba, se compró las Obras de Platón. Yo la quise, muchachos, y continúo un poco emocionado por varios motivos, pero acaso lo principal sea que aquella pobre muchacha, que escribía versos y era mulata y muy sentimental, se compró las Obras de Platón. De: Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977
Regresa a Bilbao con Yolanda y su hijo y se instalan tres meses en casa de Gabriel Aresti. Al no estar casados por la iglesia, su madre y hermanas no aceptaban el casamiento civil, «Sus presiones se hicieron insoportables y acepté. Nos casamos (o quizás nos casaron) en la Iglesia de San Antón, el día 12 de agosto de 1964. Antes hubo que bautizar a Yolanda. Actúo de padrino Gabriel Aresti. Fue algo carnavalesco».
Antes de regresar a La Habana, viajan a Praga y Rusia con la intención de editar un libro. Las relaciones con Yolanda se tornan complicadas y aparece una nueva galerna. «Tuvieron que ingresarme nuevamente en un hospital psiquiátrico en las afueras de Moscú». En Moscú conoce a Pablo Neruda y Matilde. Hablarán de libros de uno y otro.
Lérmontov Un hombre apasionado pisa el césped. Era el verano de 1965. Partimos hacia la colina donde, loco de lealtad, te desmoronaste. Cimas lejanas, viento azul. Aroma de muerte joven. Nostalgia. (Ella arranca una breve flor, la oscila entre sus dedos.) Bate un tambor por el camino. Cimas azules, tenue neblina. Voces. Canciones. … Un hombre apasionado cayó en el césped piadosamente. El pueblo ruso lo incorporó y escucha su herida gloriosa a través de los siglos. De: Poesía e Historia, 1960-1968
«En La Habana escribí, en la casita que el Partido me dio en el barrio de Santos Suarez, «Historias fingidas y verdaderas», mi primera prosa madura, sopesada pero fluida y sin apercibirme apenas de lo que decía… llena de asociaciones insólitas…».
Collioure Ocurrió en el Pirineo oriental, frente al Mediterráneo. Una lenta pena latía en el fondo: nuestro más noble, nuestro más querido poeta quedó allí, serenamente fiel hasta su final. Pero nadie quiere remover ni avivar otro triste tiempo de nuestra patria. Nadie, y menos que nadie las nuevas vidas que desde entonces fueron pujando. Ninguno de ellos vuelve la cabeza hacia el hacha y el tajo. Todos miran, desean, exigen el retoñar de un tronco único. Abierto al libre aire de una justicia ineludible. Como lo soñó siempre don Antonio Machado. De: Historias fingidas y verdaderas, 1966-1968
«Historias fingidas y verdaderas», escrito entre 1966 y 1968, inicia su etapa experimental, en una búsqueda de nuevas formas de expresión. Incursiona en la prosa. Son piezas breves por lo general. Algunas centradas en el ámbito literario, pero por lo general, heterogéneas. Pero Blas en su publicación en 1970, aclaraba sobre el libro:
Historias fingidas y verdaderas no son poemas en prosa, sino prosa
estructurada en tres partes y seis capítulos, que ordenan varios temas sobre
estética, viajes, política…, en un estilo que pudiéramos matizar a un tiempo de
clásico e insólito, con una sintaxis peculiar y caracteres diversos, desde el
meditativo, al humor, un tanto sarcástico a veces.
El poeta vuelve a sentir la presión, presentándose una nueva galerna. Ingresa en el Hospital Naval de la Habana. Se hizo muy amigo del poeta cubano Herberto Padilla. Vivirá un tiempo en el Hotel Habana Libre, sin Yolanda. Allí se encuentra un día con Caballero Bonald. Poco después se divorcia.
«Y como las desgracias nunca vienen solas, poco después me fue diagnosticado un tumor canceroso. Era el momento de volver a España».
Adiós, Cuba Estas son de las líneas más serias que he tenido que escribir en mi vida. Aguardad un momento, voy a ponerme un jersey. Dicho y hecho. Y si dije «jersey», lo mantengo, porque si olvidamos lo poco que aprendimos de niños, ¿con qué derecho vamos a pretender dirigirnos a los hombres? Hay que haber vivido por lo menos tres años en Cuba, hay que tener la pretensión de decir la verdad, toda la verdad y parte de la mentira. He aquí la situación límite de una isla rodeada de viento por todas partes. Aquí han ocurrido grandes y terribles esperanzas, han halado con todas sus fuerzas sin varar en el vacío. Adiós, Cuba. Tú sabes que con la misma facilidad me pongo un suéter que me quito la retórica de encima. Agur. Mucho me enseñaste, mucho descubrí por mí mismo. Que mi despedida salga a la calle, que sea publicada y recogida por el mayor número de lectores posible. Nos movemos siempre entre situaciones límite, pero yo limito sólo con el viento. Volveré. No mires atrás. Adiós, Cuba. De: Historias fingidas y verdaderas, 1966-1968
Regresa a España en la primavera de 1968. «Un grupo de amigos del partido me buscó alojamiento y me facilitaron la consulta de un especialista. En Cuba me habían dado 9 meses de vida… Tenía un seminoma».
Se programó la operación a finales de Mayo. Mientras, trataba de animarse reuniéndose con amigos, visitando exposiciones, acudiendo a recitales y conferencias. Y de nuevo se encuentra casualmente con Sabina, «Precisamente en una conferencia en el Instituto Internacional de la calle Miguel Ángel, coincidí con Sabina una tarde de mayo. Ella me vio pero fingió no verme. Habían pasado casi cinco años… Fui yo quien me acerqué. Nos abrazamos como dos viejos amigos, aunque había algo más… No estaba todo muerto ni enterrado».
Con Sabina asistió al recital de Raimon en la Facultad de Económicas. Abarrotada la Facultad, se recordó el mayo francés. Y se coreó «Al vent». Parecía que se vislumbraba en el horizonte el cambio que Blas siempre soñó.
Le operaron a finales de mayo y se iniciaron después las radiaciones.
Cojeando un poco En una clínica. Recién operado en una clínica, fumo, me peino, pienso en nada. Entran dos enfermeras. Una morena y una rubia, hijas del pueblo de Valladolid. Fumo, me peino, pienso en La Habana, con un barco violeta alejándose hacia la Unión Soviética. Son las once. A las doce y cuarto, vendrá el médico, me dará de alta, miraré Madrid desde la ventana, me despeinaré un poco, colocaré la camisa, los libros, la colonia y las babuchas en la jaba, y saldré de la clínica silbando y cojeando un poco. De: Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977
Tras unos meses de dura recuperación, en la revisión no se detectaron restos del cáncer. Contra todo pronóstico parecía superado.
Comienza una etapa de bonanza en la vida de Blas. En enero de 1969 comienzan a vivir juntos, Sabina y él. Se instalan cerca del campus universitario.
Sabi Un apartamento en mi vida. Un apartamento frailuisiano. El ventanal como un alma esparcida. El Guadarrama al alcance de la mano. Y Sabina laboriosa. Y Sabina estudiosa y cariñosa. La cocina de azulejo y metal. El estudio de madera, cobre y paredes enjalbegadas. Las sábanas azules. La redonda mesa de paja. El martillo. Cuidado con el martillo que muerde. De: Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977
Comienza a escribir en 1968, «Hojas de Madrid con la galerna». Se prolongará su escritura hasta 1977. Sabina facilitará la publicación póstumamente. Continúa Blas de Otero explorando las posibilidades de la poesía. A modo de diario, sus poemas reflejan el devenir diario, pero no únicamente de lo que le ocurre al poeta y su entorno, sino también fuera de su ámbito. Nos habla de lecturas, de músicas que escucha, de sus preocupaciones y anhelos. Hay poemas de contenido social o político, revisita el pasado de manera nostálgica y refleja el paso del tiempo. El tono general es sereno, desenfadado, liberado de la tensión en su concepción. Emplea el verso libre generalmente y en ocasiones, se asemeja a la prosa poética.
Ergo sum A los cincuenta y dos años sigo pensando lo mismo que a los siete. Que las nubes son grandes, los monopolios enormes, los vietnamitas chiquitos e invencibles. A los cincuenta y dos años sigo pensando lo mismo que Carlos Marx, con la única diferencia de que le copio un poco pero lo digo más bonito. A los cincuenta y dos años, me planto en medio de los hombres y les espeto que me engañaron a los siete años, a los diecisiete y casi a los veintisiete. A los cincuenta y dos años, escribo y no escarmiento y me dedico exclusivamente a pasear, a leer, a trasladar maletas de un país a otro, y a conspirar. (Esto lo digo para confundir a la policía.) A los cincuenta y dos años sigo enamorado de Carmencita, de Merche, de Carmela y de la Niña de los Peines. A los cincuenta y dos años, Málaga. Y escribo como un autómata, corrijo como un robot, y publico lo que pienso (es un decir). A los cincuenta y dos años, ni tengo bicicleta, ni televisor, ni ganas de dormir, ni cuenta vulgar y corriente. A los cincuenta y dos años, chufas. A los cincuenta y dos años, escucho el agua de los montes, el fuego de los campos y el ruido de las batallas. Y sigo pidiendo la paz y, de momento, me la conceden en parte; y la palabra, y me mutilan la lengua. A los cincuenta y dos años, los caramelos son de más vivos colores y la bandera, más desteñida. Y me dedico fundamentalmente a silbar, a deambular y a pensar que existo puesto que pienso que existo. De: Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977
Refleja en algunas composiciones, la tranquilidad conseguida junto a Sabina y proclama su amor.
En voz baja A la noche se enciende la lámpara y se apaga el tocadiscos y se recoge el canario. A la noche, caen copos de sueño por dentro de la frente y se enturbian las paredes y se escucha el rodar de un coche. A la noche, estudias Filología y yo leo a Rimbaud y desciende un círculo desde la lámpara pronunciando en voz baja te quiero. De: Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977
Pasea, lee y escucha música. Ambos viajan por España, Portugal, Londres…
«Superado el peligro del cáncer, me amenazaban sólo las galernas, cada vez menos bravas y más espaciadas. Aunque seguían ahí…».
Poco amigo de los actos sociales, pero si del encuentro con amigos o poetas, Alfonso Grosso, Caballero Bonald, José Agustín Goytisolo o Gabriel Celaya y Amparitxu.
«Y murió Franco, el que me cercenara tantas veces la lengua y el papel».
«Suarez legalizó el Partido Comunista y yo participé recitando poemas en algunos mítines en la campaña de 1977. Aunque nunca fui un militante obediente, sino uno heterodoxo, sentí que había que apoyar el cambio de rumbo del país».
Blas fumó mucho a lo largo de su vida y le detectan insuficiencia cardíaca y enfisema pulmonar. Le aconsejan un aire más puro y se van a vivir a Majadahonda.
El 29 de junio de 1979 parece encontrarse mal y fallece por la noche de una embolia pulmonar.
«No sé por qué recuerdo estas líneas escritas en Cuba:»
Seguir siguiendo Ayer murió Blas de Otero, no lo sabe nadie todavía, pero es cierto; le vi pasar por la calle, iba como siempre, distraído y pensativo, llevando un periódico con muy mala gana, de vez en cuando miraba los escaparates, el cielo, el fondo de la calle… No, no ha muerto al lado de unos frascos y unas tabletas (ha muerto sólo de tiempo), eso de algún amigo que llega un momento, la incógnita del médico, la interdicción, desde luego, de la tos de turno. No se sabe exactamente por qué ha muerto, las circunstancias últimas; se sabe solo que unos minutos antes dijo, dijera: acerté el camino, con todos mis errores. Llueve, el valle está velado como tus ojos, la cima de Santa Marina se deslíe, llueve, entre nubes semiverdes, escurridas. Nada de cajitas, pastillas de plástico, la cama, la pared, la tos del cura. Todo natural, abierto a la tarde, oyéndose casi a lo último siete palabras: con todos mis errores, acerté… Las nubes se levantan, yo sigo echado como un río pero no nimbado como un mar. Consulten al médico, a Manrique, verán que todo es mentira, la vida sigue, nada es más verdad que sigue siguiendo. De: Historias fingidas y verdaderas, 1966-1968
«El 19 de julio, una inmensa mayoría —casi 40.000 personas— llenó la plaza de toros de Las Ventas para despedir al poeta».
Referencias bibliográficas y audiovisuales.
La Rebelión del Ángel. Vida y poesía de Blas de Otero. Guion de José Fernández de la Sota e ilustraciones de Pablo Gallo. Ediciones El Gallo de Oro, 2022 ⬈ Preciosa edición de Ediciones El Gallo de Oro. José Fernández ha elaborado de manera muy acertada la vida de Blas de Otero, tomando en cuenta sus palabras y versos. Por su parte, Pablo Gallo ha acomodado la ilustración al contenido del texto. El resultado es una edición excepcional para atesorar en la biblioteca.
Blas de Otero. Obra completa (1935-1977). Edición de Sabina de la Cruz con la colaboración de Mario Hernández. Galaxia Gutenberg, 2016 ⬈ Indispensable y definitiva edición sobre la obra completa de Blas de Otero. Mario Hernández elabora un prólogo excelente en torno al poeta. Sabina y Mario han cuidado todos los detalles y Galaxia Gutenberg lo ha llevado a efecto.
La palabra más tuya. Cantando a Blas de Otero y Celaya. (2003) Mondopolitan, 2014. Es un homenaje de varios artistas a los poetas Blas de Otero y Gabriel Celaya. Cantautores de la talla de Paco Ibáñez, Aguaviva, Hilario Camacho, Luis Pastor… cantan poemas de los dos poetas.
Juanjo Navas. Digo vivir. (Canta a Blas de Otero) Gaztelupeko Hotsak, 2021 ⬈ El cantaor flamenco Juanjo Navas, acomete diferentes poemas del poeta. Se acompaña de Curro Bermejo y Marco Borge en las guitarras, Darío Campos en las percusiones, Lidia de Lorenzo en el baile y palmas junto a Julen Biain, Jagoba Ormaetxea en la guitarra y teclados, Kike Mora en el bajo, Olaya Alcaraz, Mónica Muñoz e Isa Hernández en los coros.
Blas de Otero. La música y la palabra: Poemas musicados. 2001 Producciones artísticas, 2018. Joseba Solozábal e Iñaki Uranga participan en las locuciones de poemas de Blas de Otero. Guillermo Garmendia canta los poemas y toca el piano con ayuda de algunos invitados en otros instrumentos.
Radio Nacional de España dedicó un excelente documento sobre Blas de Otero, donde intervienen poetas como José Hierro y algunos especialistas en la obra del poeta o su compañera, Sabina de la Cruz, bien conocedora también de su obra. Lo incluyo a continuación. © Documentos R.N.E.