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Patrick Modiano “Recuerdos Durmientes” Anagrama 2018

En el libro, Modiano en el momento actual, rememora estampas de su época de juventud en el transcurso de varios años, avanzando y retrocediendo en el tiempo.

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Recuerdos melancólicos del anochecer dominical anunciando la inminente vuelta al internado:

“Podría empezar por recordar los domingos por la noche. Me daban aprensión, como a todos los que han sabido lo que es volver a un internado, en invierno, a última hora de la tarde, esa hora en que va cayendo el día. Más adelante, es algo que los persigue en sueños, durante toda la vida a veces”.

Internado obligatorio debido a las ocupaciones de sus padres. En varios libros se refiere a ellos de manera aséptica, debido al escaso contacto hacia él. Desde temprana edad deambulaba solo por las calles:

“A eso de los catorce años me había acostumbrado a andar solo por las calles en los días libres, cuando el autocar del internado nos dejaba en la puerta de Orléans. Mis padres no estaban; mi padre se dedicaba a sus negocios y mi madre trabajaba en una obra en un teatro de Pigalle. Descubrí aquel año –1959– ese barrio, Pigalle, los sábados por la noche, mientras mi madre estaba en el escenario; y volví con frecuencia durante los diez años siguientes. Ya daré más detalles si tengo valor para ello”.

Envuelve cierto aura enigmática los lugares y compañías que frecuenta:

“Mucho más adelante me enteré de que por el cabaret de la calle de Les Saints-Pères y por La Rose des Sables iban por entonces miembros de una policía paralela que tenía que ver con la Guerra de Argelia”.

Incluso en algún momento se ve envuelto en episodios sombríos con la posibilidad de acabar en la cárcel por complicidad con conocidos:

“En el salón del piso estaba tendido en la alfombra el cuerpo de Ludo F., el personaje más turbio de aquella pandilla de «noctámbulos». Lo había matado «por accidente», me decía, al manipular un revólver que había «encontrado en una de las baldas de la estantería de los libros». Me alargaba el arma, que había vuelto a meter en la funda de ante. Pero ¿por qué estaba aquella noche sola con Ludo F. en el piso? Me lo explicaría todo «en cuanto estuviéramos lejos de allí, al aire libre»”.

Modiano durante gran parte de su juventud fue un maestro en fugas, de las que ahora siente arrepentimiento:

“En esta época de mi vida y desde la edad de once años desempeñaron un papel importante las fugas. Fuga de los internados, fuga de París en un tren nocturno el día en que tenía que presentarme en el cuartel de Reuilly para el servicio militar, citas a las que no acudía o frases rituales para escurrir el bulto: «Un momento, que voy por cigarrillos…», y esa promesa que tuve que hacer cientos y cientos de veces sin cumplirla nunca: «Vuelvo enseguida».
Ahora siento remordimientos. Aunque no se me dé muy bien la introspección, me gustaría entender por qué la fuga era, como quien dice, mi forma de vida. Y me duró bastante tiempo, diría que hasta los veintidós años”.

En la actualidad ante el paso frente a lugares que frecuentó en el pasado, parecen remitir al “eterno retorno”, volviendo a manifestar similares sensaciones:

“Incluso anduve por allí, por casualidad, hace quince días. Y era la misma hora a la que entrábamos por la verja Geneviève Dalame y yo. Las cinco de la tarde, en invierno, cuando anochecía y se veía ya luz en las ventanas. Tuve la certidumbre de haber vuelto al pasado por un fenómeno que podríamos llamar el eterno retorno o, sencillamente, para mí el tiempo se había detenido en determinado período de mi vida”.

Adquieren gran importancia para el autor nombres, objetos y lugares del pasado, en un intento desesperado de recuperación memorística:

“Durante esa labor que se hace a tientas, algunos nombres brillan intermitentemente como señales que franquearan el paso a un camino escondido.
Por ejemplo, «Señora Hubersen», que había escrito al azar poniendo luego un signo de interrogación, despertó primero en mí un recuerdo inconcreto. Intenté asociar «Señora Hubersen» a otros nombres que aparecían en mi lista. Esperaba que entre ellos y «Señora Hubersen» surgiera una línea luminosa como esa –verde, roja o azul– que indicaba las estaciones y los transbordos si querías ir de Corvisart a Michel-Ange-Auteuil o de Jasmin a Filles-du-Calvaire. Había llegado ya casi al final de la lista y me daba la impresión de que era un amnésico que intentaba desesperadamente horadar una capa de hielo y de olvido”.

Patrick sigue entregándonos parte de su pasado. Junto a él adquieren vida nombres y lugares recuperados en un intento de arrancarlos del olvido. Tiene también cabida el mundo onírico confundido con la realidad y las lecturas y vivencias esotéricas, los ambientes marginales, sombríos y peligrosos de la ciudad. Todo narrado con una escritura hipnótica muy personal.

De apoyo en la lectura, “3 pianos”, trabajo entre el jazz y la música clásica contemporánea con elementos experimentales; fruto de la unión de tres pianistas: Ayumi Tanaka, Johan Lindvall y Christian Wallumrød; donde varias composiciones están dedicadas a Patrick Modiano:

Nakama Records 2016

Editorial: Anagrama, Edición 2018
Colección: Panorama de Narrativas
Traducción: María Teresa Gallego Urrutia

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