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Raymond Chandler “La Hermana Pequeña” Alianza 2001

Han transcurrido seis años desde su anterior libro, el destacado “La Dama del Lago” (Ver Aquí). A Chandler le ha costado cristalizar el siguiente, “La Hermana Pequeña”. Ello queda reflejado en el resultado. La trama es más confusa que en sus obras anteriores. Pero si bien el resultado no es igual que la anteriormente citada o la excelente “Adiós, Muñeca”; la maestría de Chandler en la narración la convierte en otra estimable novela.El argumento inicial comienza cuando la joven Orfamay Quest requiere los servicios de Marlowe para que localice a su hermano Orrin. La presentación a través de Marlowe es magnífica:

“Allí estaba ella. No hacía falta que abriera la boca para que yo supiera quién era. Nunca ha habido nadie que se pareciera tan poco a lady Macbeth. Era una muchachita menuda, pulcra, de aspecto bastante relamido, con pelo castaño liso y muy repeinado y gafas sin montura. Vestía un traje de chaqueta marrón, y de una correa que llevaba al hombro colgaba uno de esos ridículos bolsos cuadrados que te hacen pensar en una hermana de la caridad llevándoles los primeros auxilios a los heridos. Sobre su liso pelo castaño llevaba un sombrero al que debieron de separar de su madre cuando era muy pequeño. No llevaba maquillaje, ni pintura de labios ni joyas. Las gafas sin montura le daban un aire de bibliotecaria”.

Marlowe según avanza el caso se irá percatando de que su cliente se ha reservado algunos detalles necesarios para avanzar en la investigación.

El escenario de la obra transcurre entre Hollywood y Bay City. Orfamay pregunta a Marlowe si conoce Bay City, la contestación no tiene desperdicio:

—Puede que no conozca Bay City, señor Marlowe.
—¡Ja! —dije—. Lo único que sé de Bay City es que cada vez que voy tengo que comprarme una cabeza nueva. ¿Quiere que termine yo su historia?
—¿Quéeee?
Sus ojos se abrieron tanto que, a través de las gafas, parecían una de esas cosas que se ven en los acuarios de peces de las profundidades”.

Chandler deja alguna puya contra la violencia policíal de Bay City, personificada en este caso en el inspector Moses Maglashan. el diálogo siguiente con Marlowe es muy representativo:

“—Contigo podría hacer un bonito trabajo —dijo, sin quitarme los ojos de encima—. Un trabajo muy bonito.
—Seguro que sí, inspector. Yo siempre me lo he pasado de maravilla en Bay City… mientras he estado consciente”.

Pero el centro de las críticas de Chandler se centran en Hollywood. Todo ello se debía al tiempo que había trabajado en los Estudios de cine, de los que no guardaba opinión favorable, salvo el haber conocido algunas personas brillantes y a la vez perfeccionado su labor en la confección de guiones. El resto lo despreciaba, de hecho fue él quien se despidió abruptamente.

Visitando Hollywood, Philip mantiene una conversación con el excéntrico jefe de los estudios, donde Chandler pone de manifiesto la frivolidad que domina el lugar:

“—¿Qué hacen? —pregunté.
—Mear —dijo él—. Parece que es cuestión de antigüedad. Por riguroso orden. Primero Maisie, que es la madre. Luego Mac. Tiene un año más que Jock el cachorro. Siempre igual. Incluso en mi despacho.
—¿En su despacho? —dije, y nadie tenía una cara más idiota que yo en aquel momento… Aquello me pareció puro Hollywood. Encendí un cigarrillo y me senté en el banco.
—En su despacho, ¿eh? —dije—. Bueno, nunca te acostarás sin saber una cosa más”.

Intervienen en la narración otras dos damas. La insinuante actriz de segunda fila, Gonzales, a la que nos describe así Marlowe:

“Decir que era sexy es no decir nada. Sus pantalones, igual que sus cabellos, eran de color negro azabache. Llevaba una blusa de seda blanca y un pañuelo rojo al cuello. El rojo no era tan vivo como el de su boca. Sostenía un cigarrillo pardo muy largo con un par de pinzas doradas. Los dedos con que lo sostenía estaban más que suficientemente enjoyados. El pelo negro estaba peinado con raya en medio, y una línea de cuero cabelludo blanca como la nieve recorría la cabeza y se perdía de vista por detrás. A cada lado de su cuello delgado y moreno caía una gruesa trenza de pelo negro y reluciente. En cada trenza llevaba un lacito escarlata. Pero ya hacía mucho tiempo que había dejado de ser una niña”.

Y la actriz de prometedora carrera y con mayor peso en la narración, Mavis Weld, con la que mantiene un jugoso primer encuentro:

“—Si tiene la intención de quedarse tan cerca de mí —dije—, tal vez sería mejor que se pusiera algo de ropa.
Echó la mano hacia atrás y me sacudió un buen bofetón. Sonó tan fuerte como el portazo de la Gonzales, y dolió. Me hizo acordarme del chichón que tenía en la cabeza.
—¿Le he hecho daño? —preguntó con suavidad.
Asentí.
—Me alegro.
Tomó impulso y me abofeteó de nuevo, sólo que más fuerte.
—Sería mejor que me besara —susurró”.

Sobresalen los policias profesionales de turno, centrados en Los Ángeles. Destacan el teniente inspector Christy French y su compañero Fred Beifus. Marlowe se las verá con ellos, debido principalmente a la ocultación de pruebas por la protección a sus clientes.

No falta como en otros libros el doctor implicado en actividades ilegales. Se da cita también algún mafioso con propiedades, amparado por algún policía de Bay City.

El chantaje y la ambición por el dinero, sin importar la manera fraudulenta de conseguirlo es otra de las críticas en las que se centra el libro.

Se aprecian síntomas de decaimiento en Marlowe. El siguiente fragmento ilustra perfectamente su desencanto:

“Esta noche no eres humano, Marlowe. Tal vez nunca lo hayas sido y nunca lo serás. A lo mejor soy un ectoplasma con una licencia de detective privado. A lo mejor todos somos así en este mundo frío y en penumbras donde siempre sucede lo que no debería suceder”.

Si bien ha bajado un peldaño el nivel mantenido en “La Dama del Lago”, es otra dignísima muestra del buen hacer de Raymond Chandler, acercándose al libro que la crítica más ensalzó, “El Largo Adiós”.

Como fondo de música para el libro, el formidable álbum publicado este año por el saxofonista y compositor canadiense, Cory Weeds, en directo y con formación de quinteto, con destacados nombres como Harold Mabern o Terell Stafford:

Cory Weeds – alto saxophone
Terell Stafford – trumpet
Harold Mabern – piano
Michael Glynn – bass
Julian MacDonough – drums. Cellar Music Group, 2019

Editorial: Alianza, edición 2001
Colección: Biblioteca Chandler
Traducción: Juan Manuel Ibeas

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