Obra compleja de
Ricardo Piglia, gestada en plena dictadura de
Videla.El escritor
Renzi ha publicado un libro en 1976 en torno a un tío suyo,
Maggi, al que considera como un héroe por haber abandonado a su mujer
Esperanza llevándose gran parte de los ahorros de la adinerada.
Maggi, posteriormente escribe una carta a su sobrino afirmando que el libro apenas contiene rasgos verdaderos sobre su persona. Mantienen a partir de ese momento ambos, una correspondencia periódica.Se observan
dos partes bien
diferenciadas.Una
primera, de marcado
carácter epistolar, donde
Renzi se cartea con
Maggi, permitiendo al sobrino adquirir conocimiento en primera persona en torno a su tío. A su vez se introduce la figura de
Enrique Ossorio, que vivió en el siglo XIX, huído de
Argentina en la época de
Rosas. Buscador de oro en Norteamérica y escritor. Es abuelo del suegro de
Maggi, ex Senador, en silla de ruedas tras un disparo cuando pronunciaba un discurso.
Maggi está estudiándolo. Tiene todo su legado de correspondencia y escritura.Sospechamos que
Maggi no ha abandonado a su esposa simplemente por desavenencias o llevarse su dinero, mas bien por estar vinculado a
actividades clandestinas en la oposición.La
segunda parte cambia notablemente el discurso. Son
conversaciones que
Renzi mantiene con varios personajes, donde la
historia de la literatura Argentina adquiere su importancia, además de
discusiones filosóficas.La
primera parte mantiene un tono
marcadamente ficcional, en cambio
la segunda adquiere visos de realidad, con las
conversaciones en el momento presente entre varios interlocutores.En las dos partes subyace la idea de
hasta que punto la literatura puede intervenir en los procesos históricos. Adquiere el conjunto un
carácter policial en la obra, tan querido por
Piglia; en torno a
investigaciones en el pasado de algunos personajes.La obra se dirige a un
lector inteligente en el difícil momento de la
dictadura. Una especie de censor,
Arocena, dedicado a descifrar la correspondencia para encontrar elementos subversivos,
simboliza el estado represor argentino vigilante. El mismo libro de
Piglia se muestra
críptico, ofreciendo claves sueltas, capaces de burlar la propia censura del momento al conseguir publicarlo en 1980, todavía bajo mandato de
Videla.Los principales
personajes se mantienen en un
terreno semiclandestino.
Se cartean o visitan siempre de manera que puedan evitar la vigilancia oficial a la que somete el Estado argentino a sus ciudadanos.
Piglia en su
excelente diario, en el último libro (
ver aquí),
relata como se presentan miembros militares en su piso,
logrando escapar por la parte trasera y
teniendo que mudarse por un tiempo a su
Adrogué natal.
Enrique Ossorio escribe su correspondencia y su obra
pensando en un lector futuro. Deja todos sus escritos en manos de
Alberdi, exiliado opositor de
Rosas. Opositores eran también
Mitre y
Sarmiento, pero
Piglia y por ende su personaje,
se decantan por Alberdi. Éste depositó posteriormente el legado a
Maggi. Tanto
Maggi como
Renzi, están
interesados en el pasado familiar.
Maggi, en el abuelo de su suegro y
Renzi en su tío, el propio
Maggi.
La segunda parte, es el
viaje que Renzi inicia en un intento de
encontrarse personalmente con su tío. De
tono conversacional, son diálogos que
Renzi mantiene con otros personajes. Sobresalen las
conversaciones literarias con
Marconi. En ellas,
Renzi afirma el difícil momento de la literatura argentina. Salen a colación los nombres de
Borges y
Arlt, entre otros, el primero con una
escritura inmersa en el siglo XIX, el segundo,
precursor de la vanguardia literaria del siglo XX:
«La literatura argentina está difunta. Digamos entonces, dijo Marconi, que la literatura argentina es la difunta Correa. Sí, dijo Renzi, no está mal. Es una correa que se cortó. ¿Y cuándo?, dijo Marconi. En 1942, dijo Renzi. ¿En 1942?, dijo Marconi, ¿justo ahí? Con la muerte de Arlt, dijo Renzi. Ahí se terminó la literatura moderna en la Argentina, lo que sigue es un páramo sombrío. Con él ¿terminó todo?, dijo Marconi. ¿Qué tal? ¿Y Borges? Borges, dijo Renzi, es un escritor del siglo XIX. El mejor escritor argentino del siglo XIX.»El encuentro con
Tardewski, íntimo amigo de
Maggi, domina ampliamente la segunda parte.
Tardewski es un polaco que
en la guerra se exilió a Cambridge donde cursó estudios de filosofía, siendo
discípulo de Wittengstein, en un homenaje de
Piglia a uno de sus filósofos preferidos. De él cuenta
Tardewski:
«Wittgenstein era un hombre de genio, si es que eso existe, pero en su vida fue desdichado como pocos y vivió atormentado hasta su muerte. Atormentado por sus ideas, no por otra cosa; atormentado porque quería pensar bien y porque tenía enormes dificultades para escribir. De hecho publicó un solo libro antes de su muerte el Tractatus logico-philosophicus en 1922, concluido, por lo demás, a los 29 años. Pocas obras produjeron en la historia de la filosofía el efecto de ese libro de 60 páginas.»Tardewski posteriormente se trasladará a
Buenos Aires, eligiendo un camino marginal, renunciando a un puesto de profesor en la Universidad. En cierto modo, en
Tardewski hay rasgos de Gombrowicz, autor querido de
Piglia.Refiere a
Renzi como llegó a conocer a su tío, desde entonces unidos por una inseparable amistad:
«gracias a mi fama local de filósofo pude intimar con el profesor Maggi. El profesor había llegado a fines de los años 50 y yo lo conocía, porque acá todo el mundo se conoce; una noche se me acercó y me dijo que le interesaba conversar conmigo sobre Vico y Hegel; me explicó que lo necesitaba porque un fulano llamado Pedro de Angelis había sido un experto en Vico y un buen conocedor de Hegel y que Enrique Ossorio, una especie de héroe confuso y desdichado cuya vida le interesaba reconstruir, había tomado cursos con de Angelis y en sus escritos circulaban ciertas referencias filosóficas que le gustaría discutir conmigo. Así fue como empezamos a frecuentarnos.»Pero la parte más magistral que domina está segunda parte, estriba en la
fabulosa inventiva de Piglia, para a través de las investigaciones de su personaje
Tardewski en torno a
Hitler y
Kafka, llegar a la conclusión de que
ambos personajes llegaron a coincidir en un café de Praga donde tenían lugar encuentros entre artistas, Adolf como pintor y Kafka como escritor:
«Kafka, el solitario, dice Tardewski, sentado a una mesa del Café Arcos, en Praga, febrero de 1910, y enfrente Adolf, el pintor, un Tittorelli falso y casi onírico. Con su estilo, que ahora nosotros conocemos bien, el insignificante y pulguiento pequeño burgués austríaco que vive semiclandestino en Praga porque es un desertor, ese artista fracasado que se gana la vida pintando tarjetas postales, desarrolla, frente a quien todavía no es pero ya comienza a ser Franz Kafka, sus sueños gangosos, desmesurados, en los que entrevé su transformación en el Führer, el jefe, el amo absoluto de millones de hombres, sirvientes, esclavos, insectos sometidos a su dominio, dice Tardewski.»Ricardo Piglia en un tiempo marcado por el tenebrismo y la oscuridad,
escribió una obra vital para las letras argentinas. Está considerada por la crítica especializada, como
uno de los libros esenciales de la literatura argentina. Por supuesto,
una de las escasísimas obras de calidad literaria escritas dentro de Argentina en la dictadura militar. Capaz de
sortear todos los obstáculos para su publicación en 1980. Todo gracias a la
magistral inventiva narrativa del autor.Como fondo de acompañamiento para la novela, dos de los géneros musícales preferidos por
Piglia, el
jazz y el
tango; aunados ambos en un disco del grupo
WDR Big Band Köln, bajo el título
«Tango y Postango»:
, 2004.