Recientemente, Filmin ha presentado la última obra del director alemán Christian Petzold, titulada Roter Himmel (El cielo rojo). En agosto de 2022, a la vez que hablé sobre su película Transit (2018), realicé un breve recorrido por su carrera, el cual podéis consultar allí.
Petzold se planteó crear una tetralogía centrada en los elementos naturales. Inició con el agua en su película anterior, Undine (2020), y ahora aborda el fuego en la obra actual.
Partamos de una pequeña sinopsis que iré desarrollando: “Felix (Langston Uibel) sugiere a su amigo Leon (Thomas Schubert) que pasen unos días en la casa de vacaciones de su madre, ubicada en la costa del mar Báltico. Leon, un joven escritor, busca finalizar el manuscrito de su segunda novela, mientras que Felix tiene la intención de realizar una serie de fotografías para presentarse a una escuela de arte”.
Lo que inicialmente se presenta como un viaje perfecto se torna complicado cuando el coche sufre una avería, obligando a los jóvenes a recorrer varios kilómetros a pie con las maletas, a través del bosque. Al llegar, la casa que parecía deshabitada resulta estar ocupada, ya que la madre de Félix ha arrendado una habitación a una joven. Felix y Leon se ven obligados a compartir el mismo espacio en la habitación, lo que genera una sensación de incomodidad. Sin embargo, es Leon quien siente este malestar con mayor intensidad, ya que su deseo era disfrutar de un tiempo de escritura en soledad.
En el artículo que redacté sobre Petzold, ya he destacado la relevancia que tiene su cine en relación con los silencios, los sonidos y el fuera de campo. A lo largo de la película, el sonido combinado con el fuera de campo se manifiesta en diversas ocasiones. La primera vez que lo experimentamos, al igual que Leon, ocurre en el bosque mientras espera a Felix, momento en el que se escucha el ruido de un hidroavión. Este sonido anticipa una amenaza vinculada al elemento del fuego, que abordaré más adelante. Asimismo, los sonidos y el fuera de campo se hacen presentes cuando oímos a la inquilina antes de su aparición visual; su presencia se revela a través de risas, juegos amorosos y conversaciones, permitiéndonos, al igual que a Leon, percibirla.
La película toma su centro de atención en el escritor Leon, cuya personalidad narcisista y frustrada es objeto de un análisis profundo a través de la cámara. Esta auscultación minuciosa nos permite captar sus reacciones, inseguridades y anhelos, revelando un personaje complejo que lucha con sus propias limitaciones. En contraste, Felix se presenta como un individuo que disfruta del presente, a pesar de la presión de preparar una presentación fotográfica. Frecuentemente visita la playa, donde intenta invitar a Leon a unirse a él. Sin embargo, Leon se niega repetidamente, justificando su renuencia con la necesidad de terminar un manuscrito antes de la llegada de su editor, aunque su progreso es mínimo. Esta dinámica resalta la incapacidad de Leon para desconectarse de sus preocupaciones y disfrutar de la vida. Por otro lado, Nadja (Paula Beer) comparte la vitalidad de Felix, siempre está alegre y silbando y se desplaza en su bicicleta a su puestito temporal de helados. Hace el amor con David (Enno Trebs), otro joven despreocupado y alegre que trabaja temporalmente como “nadador de rescate”, como le gusta definir su dedicación. Ambos personajes, al igual que Felix, encarnan una actitud despreocupada hacia la vida, lo que contrasta marcadamente con la naturaleza introspectiva y ansiosa de Leon.
La película se plantea como una especie de comedia en la que los tres jóvenes: Nadja, Felix y David congenian armoniosamente entre ellos, mientras que Leon se manifiesta como el antagonista malhumorado, que en cambio sí parece sentir atracción hacia Nadja. Hasta aquí tenemos una película eminentemente Rohmeriana. Petzold afirmaba que había escrito el guion tras haber visto varias películas de Rohmer seguidas. A mí me recuerda mucho a la estupenda Le Rayon vert (1986), en la que Delphine (Marie Rivière), aunque se diferencia de Leon al no ser nada arrogante, como él, se siente ajena a los personajes con los que interactúa en un verano, salvo uno por el que sentirá atracción, al igual que le ocurre a Leon con Nadja.
En una entrevista realizada por la Cadena Ser en el Festival de San Sebastián a Christian Petzold, se pronunciaba sobre las razones de su enfoque sobre su protagonista Leon: “Tenemos tanta televisión y tantas historias que creo que eso ha hecho que solo nos guste lo simpático, lo bueno, lo agradable. Esto es francamente aburrido. Me interesan los cretinos, los cobardes, porque en ellos hay un desarrollo humano. De ahí que su personaje, un tipo que ha tenido que trabajar duro, que viene de una familia de clase obrera se comporte como un clasista y machista, mostrando todos los prejuicios habidos y por haber. Cuando preparamos el personaje con el actor, Thomas Schubert, le dije que pensara que venía de una familia trabajadora, humilde, que pudo estudiar gracias a una beca. Estos personajes venidos a más son los más arrogantes de todos. Por eso se comporta así con el personaje de Paula Beer, para marcar que está por encima”.
La incapacidad de León para empatizar con los demás refleja una visión limitada de las relaciones humanas, donde su propio interés personal eclipsa la comprensión de las experiencias ajenas. Su actitud crítica y prejuiciosa hacia sus compañeros revela una profunda desconexión emocional. Así, la otredad se transforma en un elemento que genera distancia y desconcierto en su interacción con el mundo.
Antes de la llegada del editor, Leon, a pesar de su resistencia inicial, consiente en que Nadja revise su manuscrito y le brinde su evaluación. La valoración de Nadja resulta desalentadora, comenzando por su ridículo título (Club Sandwich), y en su interior, Leon considera que la opinión de una vendedora de helados carece de importancia.
Petzold mencionaba que al preparar su segunda película, experimentó una situación similar a la de Leon. El título que había elegido resultaba absurdo, al igual que la premisa de la historia. Admitió que varios amigos y colegas del cine le sugirieron cambiar su perspectiva y ajustar el título. Gracias a sus recomendaciones, logró redirigir su enfoque. Este proceso de transformación es uno de los temas centrales que aborda la película, en relación con el manuscrito de Leon.
La llegada del editor Helmut (Matthias Brandt) introduce una nueva dinámica en la película. Nadja le invita a cenar, y él acepta la propuesta. Inicia su colaboración con Leon en el manuscrito, y posteriormente, Helmut muestra interés en el proyecto de Felix, sugiriendo que el mar debería ser representado con la misma importancia que los retratos, añadiéndolo al final. Tanto el mar como el fuego adquieren un simbolismo similar, donde el fuego representa la destrucción y el final, mientras que el mar también evoca la muerte.
Es de destacar la implicación de la fotografía en la película, a través del trabajo creativo de Felix. A medida que avanza el metraje, se podrán apreciar las distintas imágenes capturadas por Felix y su labor en la composición, donde Helmut contribuye con su aguda perspectiva.
Durante la cena, se menciona la tesis doctoral de Nadja sobre el Romanzero de Heinrich Heine, lo que sorprende a Leon. Nadja a petición del editor recita el poema Der Asra (El Asra), extraído del mismo Romanzero: “Día tras día, al caer la noche, / iba la bella hija del Sultán / de paseo hasta la fuente / donde las blancas aguas murmuran. // Día tras día, al caer la noche, / el joven esclavo, junto a la fuente / donde las blancas aguas murmuran, / cada vez más la color perdía. // Una noche, la princesa / acercósele balbuceando: / dime, esclavo, ¿cuál es tu nombre, / cuál tu patria y tu linaje? // Y el esclavo dijo: Me llamo / Mohamet y soy de Yemen, / y mi pueblo son los Asra / quienes mueren cuando aman”. Este instante se convierte en un momento de magia compartida, salvo para Leon que se siente incómodo y fuera de lugar.
Más adelante, Leon manifiesta su desagrado hacia Nadja, acusándola de no haberle comunicado detalles sobre sus estudios y de haber acaparado la atención de su editor. Por su parte, Nadja le responde señalando que él nunca se ha interesado en conocer nada sobre su vida. Este intercambio revela una falta de comunicación y entendimiento entre ambos, lo que genera tensiones en su relación.
David y Félix se trasladan en un tractor para remolcar el coche descompuesto de Félix, mientras Helmut permanece conversando con León, confirmando la predicción de Nadja sobre su manuscrito. Helmut le aconseja que abandone ese proyecto y se inicie en uno diferente, sugiriendo que debe involucrarse más emocionalmente en su escritura.
Helmut muestra signos de enfermedad y Nadja lo traslada en el vehículo de dos plazas del editor hacia el hospital. Mientras tanto, Leon se adentra en el bosque con la intención de reunirse con ellos. Durante su recorrido, Leon se encuentra con una escena escalofriante: jabalíes que huyen del fuego que se aproxima. En medio de este desorden, presencia un pequeño animal en llamas y otro que ha perecido. A través de estos acontecimientos, Petzold busca concienciar sobre la necesidad de respetar la naturaleza para evitar desastres como el que se está desarrollando. El título de la película hace referencia al cielo rojo que resulta del fuego, un elemento visual clave que simboliza la destrucción y el caos, sugiriendo una atmósfera de tensión y peligro inminente.
En la misma entrevista arriba aludida de la Cadena Ser, Petzold destacaba la relevancia que se otorga en Alemania a los bosques, ya que muchos de sus cuentos se desarrollan allí. Asimismo, el autor hacía hincapié en el profundo silencio que se experimenta en los bosques quemados, un fenómeno que resulta impactante y perturbador: “En esta historia intentaba que no hubiera espacio narrativo y eso lo vinculé con ese incendio y con ese silencio. En la cultura alemana, por los cuentos de los Hermanos Grimm, los bosques son un lugar de historias, de cuentos. Si se incendian, ya no tenemos bosques, entonces tampoco tendremos cuentos. Es ahí cuando aparece el silencio de muerte en la sociedad”.
De regreso del hospital, Leon vuelve a reprocharle a Nadja ciertas conversaciones con Helmut en el centro médico. Nadja, molesta, responde que es momento de que él deje de considerarse el eje de todas las situaciones. No se enteró de la relación entre David y Felix y tampoco se ha enterado de la grave enfermedad de Helmut.
Leon parece haberse desprendido de su egocentrismo asimilando las críticas recibidas. Ha comenzado un nuevo libro en el que se involucra emocionalmente, incorporando el episodio del bosque y otra tragedia ocasionada por el fuego. Este enfoque refleja un proceso de reflexión y crecimiento personal en su labor creativa. De manera similar, Petzold aborda la temática de la creación artística, ya sea en la literatura, el cine o cualquier otra forma de expresión. Su obra explora los obstáculos que enfrentan los creadores, así como sus momentos de arrogancia y las inseguridades que pueden surgir durante el proceso creativo.
Petzold ha acertado plenamente con el plantel de actores. Thomas Schubert, eje central de la película en su papel de Leon, ofrece una interpretación sobresaliente. Según Petzold, su elección se debió a la capacidad del actor para observar, lo cual se refleja a lo largo de toda la película. La dirección técnica de Petzold en relación con el personaje de Leon es notable, ya que la cámara se centra constantemente en sus reacciones, creando una conexión íntima con el espectador. Sutilmente, en las conversaciones observaremos el plano de Leon y el contraplano del resto de personajes. Poco que comentar de Paula Beer, excepcional en su papel de Nadja. Se ha convertido en su actriz fetiche en sus últimas tres películas. El veterano actor Matthias Brandt, no puede estar más convincente en su papel de editor comprometido y accesible. Langston Uibel como Felix y Enno Trebs como David, interpretan con eficacia a dos jóvenes en plena vitalidad.
La música es presentada por Petzold como diegética, lo que implica que los personajes la reproducen y la escuchan en el transcurso de la narrativa. El editor utiliza un vinilo para reproducir la canción Andata de Ryuichi Sakamoto, y el tema Be late de Tarwater, se puede escuchar en el tocadiscos de la casa de vacaciones. Pero principalmente, In my mind del grupo Wallners, será la canción principal que orbite a lo largo de la película. La melodía, suave y envolvente, crea un ambiente sonoro que no solo relaja, sino que también estimula la imaginación. Desde el inicio, Felix la sintoniza en el coche mientras viaja con Leon hacia la casa de vacaciones, donde se volverá a escuchar en vinilo en varias ocasiones. Gira en torno al amor, un tema fundamental que recorre la película. Leon trata de encontrar el amor en Nadja y David y Felix parecen haberlo hallado juntos: In my mind (2) // Love’s gonna make us, gonna make us blind / We’ll be living in a place we like / What’s gonna make us, gonna make us find? // In my mind (3) // We’re gonna live free and live wild / We’ll be living in a life just right / Love’s gonna make us, gonna make us find?… (En mi mente (2) // El amor nos va… / Nos va a dejar ciegos / Viviremos en un lugar que nos guste / ¿Qué nos hará…? / ¿Qué nos hará encontrar? // En mi mente (3) // Viviremos libres y salvajes / Viviremos en una vida simplemente perfecta / ¿Qué nos hará…? / ¿Qué nos hará encontrar?…).
La aparente ligereza de la película de Petzold es, en realidad, un disfraz que oculta un discurso denso y multifacético. A medida que se exploran las distintas capas de su narrativa, se hace evidente que cada elemento ha sido cuidadosamente diseñado para contribuir a una experiencia interpretativa que trasciende lo superficial, revelando así la profundidad de su mensaje. La reciente película de Petzold reafirma su posición como un elemento fundamental en el panorama del cine contemporáneo, tanto en Alemania como en Europa.
Imágenes de carteles y fotogramas de promoción de Schramm Film Koerner & Weber (Berlín).